Texto publicado por la licenciada San Miguel

Vivir en una casa cuna

¡Hola, amigos!
quería compartiros una experiencia que viví hace dos años, que no es muy usual que una persona ciega la viva.
supongo que cuando escucháis "casa Cuna", lo primero que viene a la mente es un orfanato. Pero no,no tiene nada que ver, aunque mal encaminados no váis, jejejejeje.
Una casa cuna es una institución dedicada a mujeres embarazadas y madres con niños de 0 a 2 años que no tienen recursos económicos para mantener a sus hijos, porque sus familias las han echado de casa, porque han venido de otro país, porque su familia no quiere que la madre tenga el niño en su enntorno... este último caso es el que me ocurrió, aunque yo no era partidaria de ello, porque divulgar que soy madre es algo que es normal, pero había mucha gente que me había hecho daño, y sobre todo, en la ONCE, y mi trabajadora social de dicha institución me encontró este maravilloso lugar para proteger a mi bebé.
Desgraciadamente, solamente estuve un mes allí porque tuve un aborto inesperado y me tuvieron que sacar al bebé por parto natural y con urgencia.
Bien, pues entre semana, cada mañana de 10 a 11 excepto los viernes, teníamos una sesión con Pilaar, la psicóloga del centro, que nos enseñaba valores humanos y nos orientaba sobre la educación de nuestros hijos. Los lunes, venían unas voluntarias externas, a hacernos un taller de costura, aunque yo solo aprendí a ilvanar. Yo tenía mi material adaptado. Por la tarde, después de comer, una de las educaroras de allí, que llevaba el tema sanitario, nos daba un taller dedicado a la salud de los niños y nos enseñaba cómo reaccionar ante caídas, quemazos accidenntales por andar en la cocina, fiebres, gases acumulados que luchan por salir...
A eso de las cinco, merendábamos y teníamos tiempo libre para estar en la residencia, salir a dar una vuelta, y hacer lo que quisiéramos. El tiempo libre era de 17 a 19:30. Y cuando volvíamos, era el tiempo que dedicaban las madres a duchar a sus bebés, y ´si eran rápidas, iban a la sala de televisión, que era donde iba yo, porque no tenía esa obligación todavía. a las 21:00 bajábamos a cenar, y cuando terminábamos, estábamos en un patio que había en la residencia, y nos subíamos a la habitación a dormir. algunas volvín a la sala de tele para ver alguna película.
Los martes, después de la hora de formación humana, teníamos un taller para aprender a preservar el medio ambiente y reciclar, y por la tarde nos tocaba un taller de enfrentar a nuestros hijos en la sociedad, refiriéndose más bien a cómo resolver problemas escolares, a cómo llevar la manía del pegar... Ambos talleres eran impartidos por dos educadoras del centro.
Los miércoles, venán otras dos voluntarias externas para darnos un taller de cocina, y áprendíamos bastantes cosas. Yo aprendí a hacer pizza, gazpacho, arroz al horno y paella. Por la tarde, venía un sacerdote a darnos un taller de religión, aunque también se hablaba de valores humanos.
Los jueves teníamos un taller de cultura general, impartido por una voluntaria externa, donde veíamos documentales y debatíamos, comentábamos noticias de actualidad, hacíamos operaciones matemáticas sencillas, crucigramas... Y por la tarde, teníamos un taller de inserción laboral, donde una educadora nos orientaba para la búsqueda de empleo, nos enseñaba modales para las entrevistas, nos hablaba de agencias de colocación...

Y el viernes por la mañana, hacíamos limpieza general de todo el centro. No os lo he contado, pero cada una de las chicas tenía una tarea que realizar: barrer y fregar el comedor, tender la ropa, poner el lavavajillas, etc. A mí me tocó todo el tiempo barrer y fregar el pasillo de nuestras habitaciones, que eran individuales con una cama y una cuna. ese pasillo era enorme, y estaba lleno de recovecos. allí aprendí a barrer y a fregar el suelo, aunque con una mopa, porque recoge parte de la basura y se la lleva consigo.
Y los fines de semana, teníamos tiempo libre todo el día, eso sí, respetando los horarios de desayuno, comida y cena. La merienda era opcional. Si alguna no podía venir a comer o a cenar, tenía que apuntarse antes, para que no le reservaran la comida. En ese centro, como mínimo, tienes que estar seis meses, salvo que te quuieras ir voluntariamente, y como hay pocas plazas, el equipo del centro tiene que valorar tu disciplina, si relaizas bien las tareas, si eres una persona resolutiva que se sabe buscar la vida... No os lo he dicho, pero este centro está formado por monjas y novicias, que ayudan también a servir la comida, las conserges son monjas, existe una Madre Superiora, la enfermera y camarera también es monja. Las educadoras, la psicóloga, las administrativas, la trabajadora social y la cocinera no son monjas.
Y para terminar, os digo que allí nos dan de comer. Mi padre pensaba que perdería la costumbre de fregar los platos, pero antes de meter el plato en el lavavajillas, me lo tenía que fregar.
Espero que os guste, y podéis opinar sobre el tema o preguntarme algo, que os responderé encantada.