Texto publicado por Miguel de Portugalete

puede que los chimpancés puedan comprender la mente de los demás

Etología: Puede que los chimpancés sean capaces de comprender la mente de los demás.
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SCIENTIFIC AMERICAN.

Puede que los chimpancés sean capaces de comprender la mente de los demás.

Un experimento con un disfraz de gorila revela que nuestros parientes
animales más cercanos pueden entender que otros tienen estados
mentales y perspectivas diferentes a la suya.

Catherine Caruso, 11 de octubre de 2016 .

Un chimpancé en el santuario de Kumamoto se prepara para ver
escenarios experimentales que pondrán a prueba su comprensión de la
falsa creencia, una característica de la teoría de la mente. Crédito:
Santuario de Kumamoto, Universidad de Kyoto, Japón.

Un chimpancé, un científico con un palo y un investigador vestido de
King Kong puede sonar como el inicio de un chiste malo, pero es, de
hecho, la base de un reciente estudio que proporciona la primera
evidencia de que los grandes simios –es decir, bonobos, chimpancés y
orangutanes– poseen una comprensión de la falsa creencia, una
característica de la "teoría de la mente". Esta capacidad de entender
que otras personas tienen estados mentales y perspectivas diferentes a
la nuestra ha sido considerada durante mucho tiempo exclusiva de los
humanos.

En el estudio, publicado en Science, un equipo de científicos registró
los movimientos oculares de tres especies de grandes simios, mientras
los animales veían videos de un hombre buscando un objeto oculto que
había sido movido de sitio sin su conocimiento, y encontraron que
miraban con mayor frecuencia al lugar en el que el hombre esperaba
encontrar el objeto (una creencia que los simios sabían que era
falsa), aunque el objeto ya no estuviera allí. Los hallazgos sugieren
que los monos fueron capaces de intuir lo que el humano estaba
pensando.

La teoría de la mente es central para nuestra actividad social como
humanos, pero los científicos se han preguntado durante mucho tiempo
si se trata, de hecho, de un rasgo exclusivamente humano. Hay pruebas
de que los simios pueden entender los estados mentales de otros cuando
coinciden con la realidad, pero los simios han fallado de manera
consistente las pruebas de falsa creencia –la idea de que otra persona
puede actuar siguiendo una creencia que no es cierta–. Fumihiro Kano
del Santuario Kumamoto de la Universidad de Kioto y codirector del
estudio llama esta habilidad la "prueba decisiva" para la teoría de la
mente. Las pruebas tradicionales de falsas creencias para simios han
implicado tareas complicadas, como mover del sitio tazas para desvelar
comida escondida. Esta es la razón por la cual Kano y Christopher
Krupenye del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, y colíder
del estudio, adaptaron una prueba sencilla de falsa creencia, diseñada
para bebés humanos que utiliza un método de seguimiento ocular llamado
mirada anticipatoria, o mirar hacia donde esperas que una persona
busque un objeto.

Durante el estudio, bonobos, chimpancés y orangutanes fueron
"invitados" de uno en uno a sentarse en una habitación y beber un jugo
mientras veían en un monitor de vídeo una secuencia de escenarios. Una
cámara de infrarrojos debajo del monitor registraba el lugar de la
pantalla al que miraban los animales mientras veían desarrollarse las
escenas. Para captar la atención de los simios, los investigadores
convirtieron cada escenario experimental en una serie de televisión de
alto voltaje protagonizada por un personaje misteriosamente simiesco
(un investigador vestido con un traje de gorila), al que denominaron
King Kong.

Como los humanos, los grandes simios están "bastante obsesionados con
la información social –cuando, hay un conflicto dentro de su grupo
todo el mundo se detiene y presta atención–", dice Krupenye. "Esto es
solo su versión de Jersey Shore que hicimos para que estuvieran
realmente comprometidos y sintieran curiosidad acerca de lo que iba a
suceder".

En un escenario la figura de King Kong pretendía atacar a un
investigador y luego se ocultaba en una de dos pacas de paja, para
pasar a la otra paca mientras el investigador miraba. A continuación,
el investigador se iba por un tiempo antes de regresar con un palo
para buscar a King Kong, que había abandonado la escena mientras el
investigador estaba fuera. En otro escenario la figura disfrazada se
trasladaba al otro fardo de paja después de que el investigador se
fuera y luego se iba por completo. Los investigadores también
establecieron los mismos dos escenarios en una configuración
ligeramente diferente –en lugar de esconderse, King Kong escondía una
roca robada bajo una de dos cajas antes de eliminarla por completo–.

Simios de las tres especies pasaron la prueba de manera consistente; a
pesar de que los animales sabían que King Kong o la roca habían
desaparecido, cuando el investigador regresaba a buscarlo, miraban de
manera consistente a la paca de paja o a la caja donde la persona
había visto por última vez el objeto y, presumiblemente, todavía
pensaba que estaba oculto. Estos resultados son particularmente
sorprendentes porque desafían la gran cantidad de trabajos previos que
sugieren que los grandes simios no son capaces de comprender las
creencias que no son ciertas. "La gente lleva tiempo pensando que la
comprensión de la falsa creencia es exclusiva de los humanos", dice
Krupenye, "por lo que esto sugiere que los simios tienen al menos una
comprensión básica, implícita de la creencia falsa, que ha sido visto
como una característica de la teoría de mente".

Sus hallazgos han atraído tanto alabanzas como debate en el área. En
un artículo sobre el estudio también publicado en la revista Science,
Frans de Waal, un primatólogo que estudia inteligencia social en la
Universidad de Emory y quién no participó en el trabajo, escribió que
el diseño del estudio "es un verdadero avance, no solo porque evita
una excesiva dependencia de las habilidades del lenguaje necesarias
para entender la narrativa y preguntas en pruebas de la teoría de la
mente en los niños, sino también porque pone de relieve la continuidad
mental entre los grandes simios y los seres humanos".

Tecumseh Fitch, un biólogo evolutivo y científico cognitivo de la
Universidad de Viena, quién tampoco formó parte de la investigación,
ve esto como el "último clavo en el ataúd de la antigua idea de que
los seres humanos son la única especie con teoría de la mente".

Sin embargo, otros son escépticos de esta interpretación. Tanto Carla
Krachun de la Universidad de Saskatchewan como Robert Lurz del
Brooklyn College, quienes estudian la teoría de la mente en primates,
están muy contentos de que los investigadores fueran capaces de medir
indirectamente los procesos mentales de los simios utilizando
seguimiento ocular, lo que "abre todo tipo de posibilidades para el
estudio de la teoría de la mente en simios", escribieron en un correo
electrónico. Sin embargo, Krachun y Lurz no creen que el estudio
demuestre definitivamente la comprensión de la falsa creencia. "La
cuestión es que los sujetos podrían utilizar una simple norma de
comportamiento –‘los agentes buscan las cosas donde las vieron por
última vez’– para superar las pruebas, sin entender nada acerca de las
falsas creencias del agente", explicaron.

Kato y Krupenye reconocen la dificultad de interpretar sus resultados,
pero todavía los ven como un importante paso adelante en nuestra
comprensión de la cognición de los grandes simios. "Hay otros tipos de
creencias falsas que creo que debemos poner a prueba para asegurarse
de que los monos confían en esta habilidad más sofisticada", dice
Krupenye. "Pero el gran tema aquí es que los simios tienen claramente
una comprensión más sofisticada de los demás de lo que se pensaba, y
eso significa que pueden predecir el comportamiento de los demás,
incluso en contextos en los que el actor está mal informado, y eso es
algo que los humanos hacen todo el tiempo".