Texto publicado por Brenda Stéfani

Ella y yo. (mayores de 18)

Era de tarde y salía de la primera hora de clases, el día estaba soleado y extrañamente fresco como si estuviera llegando la primavera aunque estamos en agosto y todavía el invierno es dueño del clima.
Caminaba por el patio del colegio pensando que no recordaba qué materia seguía en el horario de clases y miro que e el patio está lleno de puestos donde se ofrecían distintos servicios, en unos se maquillaban especialmente para un día de clase, en otro te arreglaban las manos, los pies, (No sé para qué si usamos zapatos) Había otro donde te cortaban el cabello y entré a ese, al final todo eso era para complementar el uniforme y todos usábamos el mismo corte, la misma ropa y por poco y la misma mochila.
Entré a mi clase y era de inglés, lo recordé tarde porque había olvidado mis copias y no dejan salir si no hasta la próxima hora libre.
-Dios mío y ahora qué voy a hace? Que vergüenza no sé si quiera a quien pedirle.
Pareciera que alguien de pelo castaño y 2 metros de alto escuchó mis ruegos mentales porque se acercó con un folio lleno de copias y ejercicios ya resueltos.
-Te presto para que hagas una copia y no te pierdas tanto.
-Perdoname, no sabía que teníamos inglés, pasa que empiezo el semestre en este colegio y ni si quiera me dieron los horarios, le dije con la cara roja de vergüenza.
-No te preocupes, es lo normal en esos casos, aunque no tiene que volver a ocurrir porque te va a traer problemas.
-Gracias, le dije tímidamente y me senté en mi pupitre a la izquierda del salón junto a la ventana.
De todos modos seguía en mis pensamientos cuando olvidé que ni si quiera llamé a mi familia para contarles que llegué bien y que voy a quedarme en el internado del colegio,, que hay una habitación para chicas y las materias nuevas que voy a conocer.
Más tarde llegó la hora de matemáticas y tuvimos clases hasta casi las 6 de la tarde.
-¡Qué colegio más extraño'! Entrás a las 7 y salís a las 6, te cortan el cabello y te visten igual, Qué será ¿Qué me espera mi primera noche aquí?.
Entro al cuarto que estaba con la luz encendida ya, no había nadie más que una chica que se peinaba frente al espejo.
Tiene el cabello largo de color castaño y lacio, su piel trigueña clara, casi blanca, su cuerpo estaba bien proporcionado y de espaldas podía notarse que poseía una belleza interesante.
Tenía puesta una de esas remeras negras básicas ajustadas con tirantes y un short rojo, parecía que llevaba tiempo en el cuarto pero no podía juzgar eso a primera vista.
-Perdoname, no quise entrar, pensé que no había nadie y yo...
-No te preocupes, solo estoy peinándome, no pasa nada.
Su voz suave pero segura, parecía la mía, sus gestos, eran parecidos a los míos, sus manos, sus movimientos, todos parecidos a los míos, ya estaba asustándome cuando me pregunta:
-¡¿Te molesta si una mujer se cambia delante tuyo?
-No, claro que no, no le veo nada de malo a que una chica se cambie en frente de mí.
Cuando me di vuelta ya se fue quitando la remera de tirantes para mostrar un increíble cuerpo estilizado y femenino que llevaba como adorno un precioso corpiño negro de encajes en los que sobresalían finísimos hilos dorados y pude escuchar una tímida risa pícara.
La miré con normalidad sin percatarme de que en realidad me estaba pasando, me di la vuelta y seguí buscando y ordenando mi ropa en mi placar.
-Bueno...
-Si?
-Te quería preguntar si te parece normal que una mujer mire a otra como me estabas mirando hace un rato.
No niego que me sorprendió la pregunta pero le respondí que si,
-Es qe me quedé pensando que aveces nos arreglamos más para las mujeres que para los hombres.
-Porqué afirmás eso con tanta seguridad? interrogó abriendo sus ojos con un brillito malicioso.
-Bueno, pasa que los hombres a mi parecer son algo distraídos, un poco desatentos y suelen no fijarse en detalles que nosotras si, por ejemplo un corte de pelo nuevo, el color de las sombras de los ojos o el rojo de los labios, el maquillaje, los zapatos y la calidad de un buen vestido, mientras que las mujeres nos pasamos viendo todo, qué mal se vistió una, que feos zapatos tiene la otra y si vemos a una chica linda la queremos fulminar.
Dejo de cepillar su hermoso y largo cabello para dar unos pasos hacia mí y decirme.
-Si es lo que te parece me das razones para hacerte la siguiente pregunta
-No te importa que una mujer te mire más de la cuenta como yo ahora?
Dio dos pasos hacia adelante desplegando sus cabellos delante mío como un abanico de pavo real dejándome ver todo su cuerpo, sus ojos marrones y pequeños miraban con mucha intensidad y dulzura. -Dios, si esta chica es igual que yo, mira de la misma manera y hasta sus ojos son parecidos a los míos, Esto me está inquietando.
-Relajate me dijo y me preguntó:
-Te parece normal que una mujer se acerque a otra?
-Si, no entiendo porqué preguntás eso, no le veo nada raro.
-Está bien dijo, y aprovechando mi descuido, acercó su mejilla a la mía.
-Cuando te pregunté si no tenías problema en que una mujer se acerque a otra me refería a si no tenías problemas en que yo me acerque a vos.
Se acercó un poco mas y respiraba profundo como si le faltara el aire.
-Me gusta tu aroma, es muy cálido, como el de vainilla, lo sentiría mejor si me dejaras probarlo.
Antes de que diga nada sus labios se posaron sobre mi cuello cerca de la oreja y me recorría la piel con un calor contenido, con una reacción que nunca pensé conocer y menos de una mujer.
-Dejame que te saboree un poco más, sos muy tierna y deliciosa, voy a mostrarte lo que podes hacer con tu piel.
No pude poner resistencia aunque sentía mucha incomodidad,
-No te confundas, no me gustan las chicas, balbuceé algo tímida y nerviosa.
-Eso no importa, a mí si y además probar no mata.
Estaba dispuesta a todo, su increíble cuerpo a parte de ser atractivo era atlético y de un salto se colocó sentada frente mío en la cama.
-Probar no mata, me decía mientras me desabrochaba los botones de la camisa uno a uno con extremada parsimonia, de vez en cuando se relamía los labios como si fuera consciente de lo que estaba por conocer.
-Como lo pensé, una linda joyita.
-En serio,no te aceleres,yo no soy como creés...
-chist, silencio, ahora es mi turno y luego vas a dar tu opinión.
Terminó de desabrocharme la camiseta cuando se encontró con una básica blanca en su camino.
-Más obstáculos pero así es más auténtico.
lentamente me la levantó para sacarla por encima de mi cabeza y descubrir mi piel, todavía tostada por el sol del verano pasado cuando exclama:
-Preciosa criatura, te muestro lo que puede hacerle una mujer a otra...
Con seguridad se despojó de el resto de mi uniforme y comenzó acariciando mi piel primero con las yemas de los dedos, lentamente para acercar su mejilla a mi rostro, cerró los ojos y ronroneó como una gatita feliz.
Yo me sentía tensa, no disfrutaba lo mismo y ni si quiera sentía nada en ese momento cuando incluyó sus pechos a las caricias, yo no movía un dedo, ella era la que se contoneaba sobre mi cuerpo buscando sentir más que yo.
su baile era más frenético y urgente, sus cabellos seguían sus movimientos y yo aprisionada debajo de su cuerpo que hacía contacto con el mío solo con la piel que ella elegíá.
Me pidió que cerrara los ojos para poder relajarme y dejarme llevar, insistía diciéndome que con una vez no iba a morir y así lo hice.
Sentía solo las partes de su piel que tocaban la mía, ella estaba sobre mí pero solo me acariciaba por ejemplo con una mano, luego con los antebrazos, con la mejilla, como si su placer fuera rosar mi piel con distintos lugares de su cuerpo.
-No te molesta que una mujer disfrute mirando como a otra le sube la temperatura? Me dijo con una voz que podría llamar sensual pero todavía seguía con la cabeza a la defensiva.
Su respiración se aceleraba, su cuerpo se iba estirando más y más, como si fuera una danza especial como un ritual.
Me acariciaba con el vientre, con los dedos de los pies, con sus piernas y gemía despacio, aumentando la intensidad poco a poco mientras yo asustada pensaba en el modo de escapar cuando inesperadamente dio un grito que solo podía ser por una razón...
Su cuerpo mojado se desplomó sobre mi y siguió besándome esta vez con violencia como si fuera lo último que iba a hacer en la vida.
Recorrió mis labios, mis pechos, se atiborró de mi cuerpo hasta más no poder sin dejar un centímetro de mi piel sin ser tocado, fue algo que no sabría exactamente como definir, cuando me di cuenta yo también estaba hecha un río en mi interior y sus caderas acompasadas me daban el ritmo para lograr el mismo efecto que hace unos minutos ella logró conmigo.
Cuando recuperó la calma saltó corriendo de mi lado y se vistió, se volvió a peinar dejándome encerrada, temblando y con la cabeza dándome mil vueltas
cuando pensé que esto no se volvería a repetir nunca más.

Lunes: 1 de agosto de 2016
Brenda Stéfani.
La perversa.

Nota 1- Este cuento no es apto para prejuiciosos. Nota 2- Este cuento no tiene nada que ver con la vida real.
Nota 3- Dejen sus comentarios, me gusta saber lo que opinen sean buenas o no.