Texto publicado por Brenda Stéfani

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Mar allá

No conozco el mar y ciertamente, no lo pude apreciar ni cuando todavía era mío un resto visual, Vivo al sur de mi país rodeada de ríos, arroyos y una peculiar tierra rojiza o tierra colorada como se la conoce mejor.
Mi país es pequeño y por su ubicación no hay salida al mar. Los días son cálidos y mayormente soleados aunque también se puede decir que es una de las zonas más lluviosas de la región porque no tenemos estación seca.
Las vistas del imponente río Paraná, la mega construcción del puente internacional San Roque Gonzales de Santacruz desde las 3 playas y desde lo alto de la ciudad hacen más hermoso el panorama desde casi todos los ángulos y además se pueden apreciar las costas de la bella ciudad de Posadas Argentina en donde vive una parte de mí pero no conozco el mar aún.
Los que lo vieron me hablan de él, me cuentan como es, me muestran sonidos grabados que no se asemejan a la realidad pero yo simplemente deseo conocerlo.
Esta es una de las pocas veces en que les hablo en primera persona y la verdad es que siempre amé los paisajes, los colores y la luz, siempre me fascinaron esas maravillosas imágenes, esos trazos de color, los sonidos que uno escucha cuando mira los cambios de matices en el cielo naranja rojizo del atardecer o en las ondas del agua que se alteran cuando tirás una piedra. Amaba mirar los cambios de sombra y luz, los movimientos del día en el suelo, el bailar de las hojas de los árboles con el viento y el verde, el verde y azul que jamás olvidaré.
No conozco el mar pero lo puedo sentir en cada risa, en cada gesto, en cada respirar, en la diferente tonalidad de las melodías...
El celeste profundo, el vaivén interminable de las olas que rompen el silencio con cada ir y venir, la espuma blanca, las palmeras y el sabor salado de tu piel.
No conozco el mar y quizá nunca lo veré con mis ojos pero ver el amanecer en donde el cielo nocturno toma arena y agua en un solo cuerpo, en un todo que forma un complemento perfecto entre destellos de luna, sol y estrellas, donde el cielo se torna lentamente violeta, naranja y rosa para dar paso al alba es un buen recuerdo.
Conozco el río, el color plata de sus peces, la ribera rocosa y aveces impenetrable, conozco poco pero lo he visto, sus giros, sus trazos, su profundidad y pensar que hay tantos secretos en las islas del medio y tantas historias de barcos perdidos, Ceres sigilosos y oscuros que se escabullen en la espesura de la noche pero yo todavía no conozco el mar aunque no pierdo la esperanza porque algo de él llevo dentro de mí.
30/06/2016 1/30 AM
Brenda Stéfani