Texto publicado por Leandro Benítez

Pongámonos en el lugar de nuestros perros por un minuto y reflexionemos...

Imagínate que vives en un planeta en el que la especie dominante tiene una inteligencia infinitamente
más sofisticada que la de los seres humanos a quienes, no obstante, tienen como animales de
compañía. Son los Gorn. Se comunican entre ellos a través de complejas combinaciones telepáticas,
movimientos de ojos y sonidos de alta frecuencia totalmente ininteligibles e imposibles de aprender
para los humanos, cuyos cerebros sólo están preparados para la adquisición del lenguaje verbal. Lo
que sí pueden aprender los humanos es el significado de algunos sonidos aislados tras repetidas
asociaciones con cosas que tienen relevancia para ellos. Los Gorn y los humanos establecen lazos muy
fuertes pero hay muchas reglas de los Gorn que los humanos deben intentar asimilar con una cantidad
limitada de información disponible y corriendo muchos riesgos.

Imagina que eres uno de los humanos que tiene la suerte de vivir dentro de la casa de una familia
Gorn. Otros humanos están en el jardín encadenados en pequeños cobertizos y tienen tanta hambre
social, padecen tal aislamiento que no son capaces de controlar sus emociones cuando se les acerca un
Gorn. Los Gorn consideran que por culpa de este comportamiento nunca llegarán a convertirse en
«humanos domésticos». Son demasiados excitables.

El hogar que compartes con la familia Gorn está repleto de cuencos de porcelana llenos de agua, junto
con lavamanos. Sin embargo siempre que intentas hacer pis en uno de ellos cualquier Gorn que se
encuentre en las proximidades te ataca. Aprendes a utilizar el retrete sólo cuando no hay ningún Gorn.
A veces llegan a casa y te meten la cabeza dentro del retrete sin que exista ninguna razón aparente.
Odias que te hagan esto y empiezas a hacerles la pelota cuando vuelven a casa para que no te vuelva a
pasar, pero ellos creen que eso es un indicio claro de que eres culpable de algo que todavía
desconocen.

También te castigan por ver vídeos, leer determinados libros, hablar con otros seres humanos, comer
pizza o pastel de queso, escribir cartas, etc. Los Gorn creen que son problemas de comportamiento.
Para evitar volverte loco esperas a que no estén en casa para tratar de hacer todo aquello que deseas.
Mientras están cerca estás sentado tranquilamente y con la mirada al frente. Como son testigos de que
estás capacitado para comportarte como lo estás haciendo, un buen comportamiento para el que tú
estás totalmente capacitado, ellos achacan a tu «rencor» que cuando te quedas solo te pongas a ver
películas de vídeo y a transgredir otras reglas. Se imaginan que seguramente no te gusta que te dejen
solo. Te sacan a pasear varias veces al día y te dejan revistas de crucigramas para que te entretengas
(nunca los has hecho porque odias los crucigramas, pero los Gorn creen que no les prestas atención
por venganza). Lo peor de todo es que te caen bien, después de todo se suelen portar bien contigo. Sin
embargo cuando les sonríes te castigan, y lo mismo sucede si intentas estrecharles la mano para
saludar. Si te disculpas, vuelven a castigarte. No has vuelto a ver a otro humano desde que eras muy
pequeño y cuando ves uno por la calle muestras tu curiosidad, te entusiasmas y en ocasiones tienes
miedo. Realmente no sabes cómo actuar y por eso el Gorn te mantiene alejado de otros humanos. Tus
destrezas sociales nunca llegan a desarrollarse.

Al final te llevan a una escuela de «adiestramiento». Gran parte del adiestramiento consiste en dejarte
momentáneamente sin respiración con un collar metálico alrededor del cuello. Están convencidos de
que entiendes perfectamente los chillidos que emiten y la comunicación telepática, porque parece que
a veces respondes correctamente. La verdad es que tú simplemente adivinas, odias el adiestramiento y
la mayor parte del tiempo te sientes muy presionado. Un día ves a un Gorn acercándose con el collar
de adiestramiento en la mano, tienes el síndrome premenstrual, te duele el cuello y la verdad es que no
te apetece soportar la desconcertante coacción a la que está a punto de someterte. Le dices con voz
seria que por favor te deje en paz y se vaya. Los Gorn están perplejos por este comportamiento
agresivo sin previa provocación, creían que tenías buen temperamento.

Te meten en uno de sus vehículos y te llevan a dar una vuelta, vas observando el hermoso paisaje del
planeta y te preguntas a dónde te llevarán. El vehículo se para y te dejan bajar en un edificio
impregnado de olor a sudor y a excrementos humanos. Hay humanos en pequeñas jaulas por todas
partes, algunos están nerviosos, otros deprimidos y la mayoría observa lo que ocurre fuera de sus
celdas. Tus Gorn, con los que habías vivido toda tu vida, te entregan a un desconocido que te arrastra a
una pequeña habitación. Estás aterrorizado y le gritas a tu familia Gorn que te ayude pero ellos se dan
la vuelta y salen del edificio. Te quedas allí retenido y te ponen una inyección letal. Al fin y al cabo,
es la forma humana de hacer las cosas.

Decálogo de los problemas de comportamiento de las mascotas humanas en el planeta Gorn

1. Sonreír.
2. Ver la televisión.
3. Usar los jarrones de porcelana llenos de agua como lugar para hacer las necesidades.
4. Escuchar otra música que no sea country ni pop-rock.
5. Hablar con otros humanos.
6. Fumar.
7. Cepillarse los dientes.
8. Comer otra cosa que no sea Human Chow (nutritivo y equilibrado).
9. Saludar estrechando la mano.
10. Sentarse en las sillas («¿Qué tengo que hacer para que deje de sentarse en las SILLAS?»).

Este es el mundo de pesadilla en el que viven constantemente muchos perros domésticos.

(Tomado de: El choque de culturas, de Jean Donaldson).