Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Con la música por dentro: cuento.

CON LA MUSICA POR DENTRO

ALFONSO CHASE 

Es la primera vez que alguien me lo pregunta así, directamente. Pues sí: una era desde chiquilla media pepiadilla, como loquilla, muy alborotadilla la 
muchacha: que todos los domingos al Raventós, a tanda de cuatro,  y aquello oscurisísimo y una toda copadilla. Con quien fuera, con quien fuera. Carajillos
de copete y de blu jyns, botas de tubo o mocasines.

Carajillos todos llenos de vaselina, puros Elvis Presley y uno en el segundo piso y el viejo con el foco, alumbrando a las parejas, y luego darle la vuelta
al parque y comprar helados de paleta. Es que una siempre fue muy avispada: puro encendida una braza completa, como decían en casa. Una nace con eso adentro,
desde chiquilla alborotadilla, con la sangre hirviendo. Yo fui la primera que me puse chemis y manganos en el barrio: un escándalo.  Todas la viejas creían
que yo era una grandísima puta y bueno; yo creo que me hice de tanto que me lo dijeron. Ahora me acuerdo de que el viejo de la verdulería, invitaban a
las chiquillas a entrar y nos daba un peso si nos dejábamos tocar. Yo siempre me deje y le llevaba el peso a mi mama y la gran conchuda lo recibía y ni
preguntaba nada. Mi mamá era una santa. Nunca decía nada. Solo lavar y lavar, ajeno y propio, porque éramos cinco mujeres: Gladis y Marlene y Anita y dos
que se quedaron difuntas: una, de chiquitilla, Adela, y otra de grande, Rosarito, que se le hincho la panza y se murió, toda verde y echando espuma. Yo
siempre fue una chiquilla muy desarrollada. Cuando tenía como doce años todos querían hacerme el favor de tetudilla que estaba. Tenía una que quitarse
los hombres y los chiquillos a puro chonetazo.

Yo me daba de mecos con todos los carajillos del barrio y solo me dejaba tocar por los que me gustaban. Ahora, ya tan roca, cuando me pongo pepiada me
doy de trancazos con cualquiera.  Yo soy buena para los golpes. A mi marido una vez le deje el osico hinchado porque se puso tonto y empezó arriarme con
una sombrilla delante de los güilas. Yo solo me estuve quita, me di vuelta y le dije: “Ronal, deja de joderme…” y zazzzzzz que le vuelo un bergazo en la
pura jeta, y el que se queda boqueando, el muy idiota, y que se está allí, como un pescado muerto y yo le di agua, y ya ve: Nunca me volvió a joder. Luego
se fue para la zona y me dejo sola con los chiquillos y que vuelvo a putear, bueno; esta vez por pura necesidad. Ronal me conoció en un salón de baile
en Barrio Cuba, yo iba a bailar con los muchachos y ahí lo vigié. Él sabía que yo era media putifera pero le guste. Nos juntamos, y bueno, nos matrimoniamos
por la iglesia porque vino la misión y los padrecitos andaban como locos confesando y casando a todo el mundo. Yo no sé si lo quería. Me encantaba tener
una casita y un anafre y repisas y un moledero, porque yo cocino muy rico y tengo la casa siempre como un agito. Ronal desde que se fue no volvió y yo
tenía que ganarme los pesos. Se fue porque era un hombre muy obstinado y muy chichudo y porque fumaba mucha mota y creía que si se iba para la zona iba
a dejar de ver a sus amigos de aquí. No creo que quisiera mucho a los güilas; no es muy amigo de andar haciendo cariño. Bueno uno se junta con un hombre
y se va aburriendo. La rutina, que dicen. Yo no nací para mula de cagar y cuando me agüevo, se acabó: me agüevo de remate. Me achanto toda y ni me levanto
temprano. Se me lava la voluntad. Ni me baño casi y los güilas andan chingos y la casa anda toda patas para arriba. Yo antes de vivir con Ronal tenía un
chivo terrible. Era zapatero en Sagrada Familia y en la noches yo estaba siempre por el Correo, dándole la vuelta a a la cuadra, cuadriando; como dijo
yo. Escurriéndomele de las perreras entonces él llegaba y me hacía caja: “¿…Cuanto llevas?” y yo nunca le decía nada. Se metió de chivo conmigo así porque
así. Me cuadro como hablaba muy filosófico. Leía todo el día periódicos y como a las tres se enrollaba uno y se ponía a clavar zapatos en un taller de
un cuñado. Era muy considerado tenía el cuarto lleno de recortes de viejas chingas y hasta un retrato de Fidel y otra del doctor. Era mariachi. A mí la
política es una cosa que me gusta. Siempre hemos sido en casa muy mariachis. El doctor era toda. Un hombre pura vida que le dio casa a unas primas mías
y muy caritativo. Ahora el enano se quiere robar el mandado y dice que el doc era pura vida, pero eso es pura hipocresía. Lo odia, lo odia. Le tiene una
gran tirria, siempre ha sido un acomplejado. Se cree Napoleón y no es más que un roco vivísimo.

Bueno, sí, aquí es el único que hace lo que quiere. Es que es enano pero muy güevón. Yo vote por él. Sí, vote por él porque creí que iba a ser toda, pero
que va, la vida está muy cara. Todo el día andan viendo los polis a quien se cargan. Ya ni puede uno vivir en este país. Bueno la política es una cochinada;
a esto no lo salva nadie, solo Fidel Castro. Ese sí que se amarra los pantalones. Este país lo que necesita es un dictador. Yo siempre lo he dicho. Bueno
ud. Sabe que ahora viven pidiéndole el carnet a una y vieras las pintas que andan disfrazados de autoridad: puros ampones. Bueno yo ahora me paro en la
esquina de la farmacia Paris, por cuesta De Moras. Allí me estoy: campaneándola. Dejo a los chiquillos durmiendo, le echo candado a la jaus  y me vengo
a pulsearla, en esa esquina nunca hay competencia. Es muy tranquila. Los rocos pasan de refilón; tocan el pito y al dar la vuelta uno arregla el negocio:
que veinte cañas, que viejo pinche, que si estas pegada, y uno se sube y a la hora está de vuelta. Yo a veces me hago unas sesenta cañas por noche. Eso
cuando no llueve. Cuando llueve ni llego. Me quedo en la casa o me voy a algún salón a bailar hasta las diez. Luego compro algo para los güilas, me tiro
un café con un pastelillo en el Caña bar y me voy a la casa. Desde chiquilla era yo medio loquilla. Muy alborotada siempre. ¿Le conté lo del viejo de la
verdulería? ¡Roco más sátiro! Pero de algo servía. Yo perdí el vidriecillo en una poza. Allá por los Anonos: muy largo de contar. Por amor, por amor. Un
carajillo que juega en el equipo “Los Pinos”, me pepie de él y así pasó todo. En casa se dieron cuenta pero no me dijeron nada. Siempre han sido muy cara
de piedra. Ni cuando no llegaba a dormir. Se han hecho siempre los tontos. Todas en casa somos iguales. Menos Gladis que se fue a los yunai, porque no
le cuadraba el barrio. Siempre fue muy hartada, muy echada para atrás: hasta fue al colegio. Le manda dólares a mamá y cuando vino le trajo a mis güilas
regalos. Es la única de la casa que no nació pepiada. Yo desde chiquilla agarre la carreta y todavía no me he bajado. Yo nací con la música por dentro.
Muy nerviosa y brincona. Hasta me hacían limpias con siete hierbas, a ver si se me volvía más formal y más juiciosa. Nada, nada: la que nació así, agüizoteada,
es para siempre. Yo tengo suerte con los hombres porque soy muy independiente, muy movida. Yo sola me las arreglo, y si a veces tengo chivo o marido es
porque me da miedo estar sola y por si me enfermo porque usted sabe: puta enferma es puta muerta. Solo las muchachas a veces son tuanis. Yo cuando estoy
enferma me voy directa al homeópata y por cinco cañas me compone. Es toda ese roco. Y tan fácil: solo echar las bolillas, bebérselas en ayunas y ya está.
A mí me opero el Doctor Moreno Cañas, yo lo vi, alto con el pelo todo pazuso. De bata blanca. Me decía: Chávela, bájate las cobijas, enséñame donde te
duele. Y yo que me bajo las cobijas, me alzó la bata y le digo: aquí doctorcito por la ingle, y el que me toca y me dice: dormite, Chávela, dormite. Y
por la virtud que Dios le dio, el Doctor Moreno Cañas me operó en sueños. Por eso todas las noches verá a la par de la veladora un vasito de agua para
el doctor, que aquí entre nos, lo mataron por política, uno que ahora se hizo evangélico. Pura pantalla: lo mataron los políticos porque el pueblo lo quería
para presidente. Bueno, yo sólo estoy diciéndole como me lo contó la mujer que nos alquila el cuarto, que le gusta andar moviendo a los espíritus y tiene
un mago, el famoso Merlín, que le saca a uno las cartas , le hace limpias y hasta ayuda con las botijas. Para mí Merlín es toda. Yo voy cada vez que puedo
y él ya ni me cobra. Cuando tengo mis pesos le llevo: tome, don Merlín, para que se vaya ayudando. Y él me va indicando los caminos que me faltan por recorrer
todavía y allí van señoras de copete, estudiantes y hasta artistas: que si me está dando vuelta el marido, que si la secre me echó basurilla, que si voy
a ganar el año, que si me quiere fulanita, que qué me pasa que no tengo lana y así Merlín va dándole a uno esperanzas, que es lo que uno más necesita.
Yo si me saco la lotería lo ayudo. Yo le  debo mucho a Merlín. Figúrese que él siempre me aconseja que me quede sola, que no le haga caso a ningún tonto
que me salga y por eso soy tan feliz: sin marido y sin chivo. Mujer independiente, la doña. Que si calzoneta y los tenis y yo el vestidillo de baño; así
vivo: sin marido y con pereza de echarme un chivo. Joden mucho. Que se los echen las más cabrillas. Esas apenas están empezando. Yo ahora estoy muy roca
para tener un chivo y me dan risa esos chivos de ahora: puro gogó, con camisitas de vuelos y zapatos cono botones dorados. Todos son una partida de vicolos,
pero vuelta y rosca. Ahora las muchachas tienen que defenderse solas porque los chivos. Mire: Siempre lo cargo en el seno: filoso, puntiagudito, con cacha
de plata, dice que para abrir cartas. Yo puedo trabajar si quisiera, pero me aburro. No aguanto que me griten o me estén diciendo: apúrate, apúrate, o
jodiendo con la comida o revisándome las bolsas. Me agüeva que la gente sea ahora tan desconfiada. Yo soy todo lo que Ud. Quiere pero no ladrona. Bueno,
si algo se queda ahí, me lo alzo, pero es sin culpa: si no lo agarro yo, lo agarra otro.

Yo siempre estoy en la esquina frente a Kativo. Allí vendo lotería los domingos. Y tengo clientes fijos que me buscan para que les venda numeritos y a
veces hasta deja la lotería y me voy con alguno. Pero no me gusta esta vida. Los güilas se están haciendo grandes y va y me ven algún día y me daría vergüenza
con ellos. El mayor se pasa leyendo y la más chiquita, María, así le puse cuando estaban dando esa telenovela. Ah, sí, yo tengo tele. Mucha gente nos vive
criticando porque tenemos televisor: que no tienen ni dónde caer muertos y tienen un Filips. Y bueno; yo les digo:-mira, acaso nos lo regalaron. Casi cuatro
años duramos pagándolo. Me lo regaló Ronal para el día de la madre. Nada que de segunda. De primera. De la Avenida Central, de un almacén de polacos. Claro
que una estafa: se ganan como el doble en cada aparato. Pues la más chiquita quiere ser enfermera y yo estoy segura de que la voy a mandar hasta la Universidad.
A mí me gusta mucho el mar. No sé por qué se me ocurre decírselo… Pero para mí el mar es como una píldora. Me calma toda. Me llena de tristeza, pero también
me da tranquilidad. Yo voy como tres veces al año al Puerto. Con los güilas o sola. Me tiro mis traguitos, mi arrocito cantonés o mi chopsui, compro cajetas,
pipas, marañones y pasados y vengo el lunes. Tranquilita, tranquilita, calmada. Viendo el paisaje desde el tren, porque me encanta viajar en tren: las
patas estiradas, la persianilla bajada, los gallos de pollo, coca y la siestita. Ya cuando voy llegando a Mata de Limón me pongo como loca y empiezo a
oler al mar y me dan ganas de bajarme, pero me aguanto hasta llegar a la estación. Siempre me pasa lo mismo. Me esperinolo toda cuando huelo el mar. Me
arrebato y no soy más la misma: hablo y hablo y hablo y los chiquillos se ponen todos malcriados: ay, se pepió my moder, se puso locaza. Y yo los oigo
y no digo nada. Total, ¿para qué? Los chiquillos son los chiquillos y entre menos uno los joda ellos menos se meten con uno. Yo apenas llego al Puerto
lo primero que busco es el salón de bailes. Me encantan que tenga luces y una rocola grandota. Yo soy buena para el baile. Le hago a todo. Desde el chachachá
hasta la música de ahora. A mí me encanto el rocanrol. Yo fui muy rocanrolera y llevé mucho palo por eso. Me aprendía los pasos, de tanto ensayarlos, y
bailaba un rocanrol mezclado con süing que era toda. Me encanta esa música. Claro, también me gusta la romántica. De los nacionales sólo uno: Chico Loría.
El de “Si las flores pudieran hablar” y “Corazón de Roca”. El que se murió en un accidente de motocicleta, hace unos meses.

Yo creo que la que nació para maceta, del corredor no pasa. Es que con el tiempo uno ya no compone. No es por vieja. Es que se le mata el ánimo. Se jode
por dentro. Porque uno puede estar vieja pero no pendeja. Todavía a mí me hacen tiro muchos. Porque tengo la gracia escondida. Vaya uno a saber. Yo me
he ido hasta con diputados y tuve cosas con un viejo que tenía un tramo en el mercado. Un roco pura pomada que me llevaba al teatro y a comer donde los
chinos. Pero es que yo soy muy india. Sí, muy india. Yo soy como soy porque nací con la música por dentro. Muy pepiada. Cuando agarro la carreta nadie
me baja. Me gusta tirarme mis traguitos, alegrona la doña, pero nada más. Y usted sabe: me encanta hablar con los muchachos jóvenes. Nada más que hablar:
vacilar un rato, parlarla hasta que sean la noche y media. Los universitarios bien relocos, como con la música por dentro. Protestones. Yo también desfilo
el primero de mayo con los güilas. Es que soy muy rojilla. Muy mariachi, la mujer. Pero no me gustan las universitarias: muy hartadas. Con peinados y con
maxifaldas y como de palo… Yo quiero que mis hijos vayan a la U y que se vuelvan bien tuanis, pero que no se me vuelvan hartados. Que se metan en política
o en el gobierno, a ver si pescan algo… Bueno, déjese ya de estar jodiendo y pídase otra cuartica. Y si quiere bailar: ¡sáqueme! Que aunque vieja yo nunca
soy pendeja. Porque como dijo la lora: ¡A mí no me jodan! ¿No ven que nací pepiada? 

(de Mirar con inocencia)     

Alfonso Chase (1945). Poeta, ensayista y novelista, Premio Nacional de Cultura y profesor universitario. Entre sus obras destacan los libros de cuentos
Mirar con inocencia (1975), Ella usaba bikini (1991)  y las novelas Los juegos furtivos (1968) y El pavo real y la mariposa (1995).  Ha realizado múltiples
antologías y monografías sobre la literatura de su país.