Texto publicado por Miguel de Portugalete

Miguel Ríos cantante retirado no quiero ser mi propia caricatura

Miguel Ríos, cantante retirado no quiero ser mi propia caricatura
Tengo 69 años. Nací en Granada y vivo en Madrid. Soy cantante. Vivo en
pareja y tengo una hija treintañera, Lua. Soy de izquierdas, por decencia.
Soy ateo. He tenido una carrera musical durante cincuenta años, pero ya se
acabó. Los que eran mis mecenas... hoy me roban.

Lo que quería contar.

A un chico de familia humilde de la Granada de 1960 le dio por cantar como
los jóvenes rockeros yanquis. Y se convirtió en una estrella española del
rock. Y aguantó el tipo sobre los escenarios durante ¡cincuenta años! Es el
resumen de la carrera de Miguel Ríos, que ha decidido retirarse y hacer
balance de su vida en Cosas que siempre quise contarte (Planeta), libro de
memorias repleto de anécdotas e impresiones que conforman un retrato del
último medio siglo español. No hace frío en Barcelona, pero viene con
pañuelo al cuello, protegiendo todavía la herramienta que ha usado para ser
quien es. Ahora empieza a esculpir otra figura, la de jubilado con pasado
estelar.

Se ha jubilado de verdad?
Sí. Tras cincuenta años de cantar, grabar, actuar..., ¡se acabó!

¿No será un truco?
¡No! Quizá una noche cante en un club pequeñito de Granada.

¿Se jubila... o le jubilan?
Corría el riesgo de ser mi caricatura.

No, hombre: vea a Mick Jagger...
Hace años que es su propia caricatura.

Vaya.
Pero también me retiran, es verdad: la gente que me quiere... ¡ya no quiere
pagarme!

¿Por qué lo dice?
Los discos se piratean en internet, ¡y se los descarga gratis la gente que
me quiere! Los que eran mis mecenas... hoy me roban.

¿Cómo empezó su carrera?
De niño cantaba en el coro de la iglesia, y sentir que mi voz atravesaba el
templo y tocaba fibras..., ¡ah, me daba placer!

¿Cuándo grabó su primer disco?
Fue culpa de Elvis Presley: el rock recorrió el planeta, ¡fue la primera
revolución planetaria! Oí un disco y me arrebató. Y empecé a cantar en un
programa de Radio Granada. Me oyeron, me ofrecieron grabar un disco... y me
fui a Madrid. Tenía 17 años.

¿Y qué tal?
Me disgustó que lo titularan Mike Ríos.

Muy moderno.
Sabía que en Granada dirían mique, contracción de mira que..., típica allí.
Me temí lo peor, porque para decir "mira que es bobo" decían "mique
pollas"... ¡Ay!

Por eso se lo cambió, ¿no?
Sí, y la prensa publicó "Mike Ríos ha muerto": ¡corrí a avisar a mi madre de
que seguía vivo! Mi madre sufría mucho por mí... ¡Los rockeros también
tenemos madre!

¿Con qué soñaba usted por entonces?
Con ser el número uno.

¿Qué le diría hoy a aquel joven?
Si fuese yo a verle a 1962, le diría: "¡Adelante!". Pero si viniese él a
verme ahora, le diría: "¡Déjalo!". Esto no tiene futuro... Porque los
tiempos han cambiado.

¿Y llegó a ser el número uno?
Con el Himno a la alegría lo fui ¡en todo el mundo! Yo no sabía ni quién era
Beethoven, y esa desfachatez me ayudó a defender el tema, porque los autores
temían que se nos echasen encima todos los melómanos.

¿Qué ha sido lo mejor de todo?
Salí de pobre, he conocido el mundo y a personas interesantísimas, he
disfrutado. Tras debutar en Barcelona, estuve a punto de instalarme aquí,
por cierto.

¿Y por qué no lo hizo?
Me pareció que un paleto provinciano como yo no estaba preparado para vivir
en una ciudad tan estupenda. Ah, me hizo mucha gracia el editor Lara, por
cierto...

¿Y eso?
Me preguntó, a bocajarro: "¿No serás maricón?". Me confesó que le cabreaba
mi peca en la cara. Le dije que la usaba para ligar.

¿Ha sido verdad lo de "Sexo, drogas y rock & roll"?
Sí, y he ido dejándolo todo..., menos el sexo.

¿Se ha drogado mucho?
Puedo reconocer al cantante que ha abusado de la cocaína, porque se le
fastidia la voz. Por eso me moderé. Menos con la hierba... Pero si hoy fumo
un porro, ¡me desmayo!

¿Y alcohol?
Hace años empalmaba un concierto con una juerga alcohólica hasta el
mediodía. En los últimos conciertos..., ¡sólo Alka-Seltzer!

¿Qué tal la salud?
Buena. Me discipliné para estar en forma, porque en las giras yo tenía un
solo objetivo: agotar al público. ¡Es la clave del éxito!

¿Ah, sí?
Un rockero te admira si después de un concierto puede decir: "¡Jo, qué tío,
no se cansaba, me dejó agotado!". Es el mejor piropo.

¿Añorará ahora todo eso?
No me gusta hacerme pajas sin correrme, que eso es la nostalgia: estoy en
contra y la mantendré a raya. Me vienen ahora unos años que llenaré con
otras cosas.

¿Con qué cosas?
Me inscribiré en un curso de escritura.

¿Se convertirá ahora en escritor?
De joven, al oír cantar a los que me gustaban, me decía: "Si este puede, ¿no
voy a poder yo?". Y me lancé. Y ahora digo: "Si Murakami puede, ¿no voy a
poder yo?", ja, ja...

¿Qué le dicen sus queridos amigos Sabina, Serrat, Víctor Manuel...?
Son mi familia. El artista se siente tan inestable, que necesita esas
seguridades, una familia. Sabina, ingeniosísimo. Serrat es un capitán que
siempre te ayuda. Víctor es un corazón tendido al sol, enorme compositor...

¿Y Ana Belén?
Es como mi hermana. La conocí con 14 años y ya estaba hecha, una mujer con
el coco maduro, que tiraba de toda su familia.

¿Y seguirá usted apoyando al PSOE?
Soy una persona decente, así que soy de izquierdas. Por eso apoyé al PSOE, y
por eso mismo critiqué el cambio de política social de Zapatero al final de
su mandato.

¿Y cómo ve las demandas independentistas catalanas?
He cantado mucho en entoldats para charnegos, y si ahora la mayoría quiere
independencia, ¡está por delante de lo que digan los políticos! Pero yo paso
de fronteras.

Víctor Amela.
LaVanguardia