Texto publicado por Félix Manuel

Mitología griega. Hécate, quizás, la única mujer que temía Zeus.

Hécate, deidad femenina de la noche, la magia, la necromancia y dueña de Cerbero, el perro guardián del Inframundo, fue la única de los Titanes que conservó su poder gracias a su alianza con Zeus. El dios del Olimpo la convirtió en diosa del mar, la tierra y el cielo. Su influencia era tal que hasta el mismo Zeus la temía, dado que en su mano estaba decidir quién moría y quién no.

Las tres caras de la luna también le pertenecen, y cada una de ellas representa a la Mujer en diferentes formas: la anciana Selene en el cielo, la experta cazadora Artemis en la tierra y la doncella Perséfone en el inframundo. Es por esta triplicidad que Hécate se relaciona con las encrucijadas, aquellas en la que hay tres caminos. De hecho, sus templos y sus cultos se llevaban a cabo en estos lugares.

Aunque su origen no está del todo claro (hay varias versiones), se dice que era la hija de un Titán, Perses, y de Asteria, una ninfa.

Se describe a Hécate como una diosa con aspecto fiero y terrible, poseedora de tres cuerpos o tres cabezas: una de perro, otra de caballo y la última de león. Pero a pesar de su temible apariencia en su interior se escondía un corazón sensible y tierno. Prueba de ello la tenemos en la siguiente historia…

Un día, asomada desde una gruta, Hécate presenció el rapto de Perséfone, y no dudó en ayudar a su madre Deméter a buscarla. Con una antorcha en la mano, ambas diosas recorrieron todos los caminos hasta que dieron con la doncella. Hades la había secuestrado para hacerla su esposa, así que Deméter hizo un trato con él: consentiría la unión si le permitía a Perséfone subir a la superficie cada seis meses para estar con ella. Hades estuvo de acuerdo y Perséfone se convirtió en la esposa del Hades y reina del Inframundo.

Fue entonces cuando Hécate se ofreció a acompañar y guiar a la doncella el tiempo que pasase en el reino de Hades, porque Perséfone temía a la oscuridad y podría perderse. Como recompensa por su noble comportamiento y por el apoyo y amistad incondicional hacia la joven esposa, Hades la premió nombrándola huésped de honor en el reino de los muertos.

Aún hoy en día, Hécate tiene una valiosa misión que cumplir: la de ayudar a los ancianos a cruzar al otro lado y permanecer junto a aquellos que lo necesiten hasta su próxima vida.