Texto publicado por Marcos Molina

La historia del movimiento pentecostal . 3- LAS SEÑALES .

La historia del movimiento pentecostal .
3- LAS SEÑALES .
Por, Gregory Kedrovsky .

Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. [Heb 13.8].
El Señor Jesucristo es inmutable, no cambia nunca, porque Él es Dios. Sin embargo, cuando se trata de señales, prodigios y milagros en la Iglesia de hoy, el asunto no tiene que ver con el hecho de que Dios no cambia. Tiene que ver con Su trato con los hombres a través de los siglos. Así que, deberíamos hacernos esta pregunta: ¿Trata Dios con los hombres de la misma manera siempre? La respuesta a esta pregunta, obviamente, es “no”.
Por ejemplo, hoy día en la Iglesia no ofrecemos sacrificios de animales como en el Antiguo Testamento. ¿Por qué no? ¿Porque Dios ha cambiado? De ninguna manera. No ofrecemos sacrificios de animales porque Cristo ya se sacrificó a Sí mismo en la cruz, una vez para siempre y una vez para todos . No hay necesidad de más sacrificios. Entonces, Dios no ha cambiado, pero Su trato con el hombre, sí, hacambiado bastante. Ya nos trata a base de la obra de Cristo en la cruz. No era así en el Antiguo Testamento.
Entonces, uno podría expresar esta verdad así: Dios no cambia, pero, sí, cambia la manera en la cual Él trata con los hombres a través de la historia.
Con las señales en la Biblia es igual. Dios no ha cambiado pero Su trato con los hombres, sí. O sea, simplemente porque vemos a Dios en la Biblia tratando con los hombres a través de la manifestación de señales, prodigios y milagros, no implica que es igual hoy en día. Dios es lo mismo, sí. Su trato con los hombres, sin embargo, ha cambiado. Si vemos grandes señales y prodigios en libros tales como Éxodo, Mateo y Hechos, ¿esto quiere decir que las mismas manifestaciones milagrosas son para los cristianos en laIglesia de hoy? En este capítulo vamos a procurar contestar esta pregunta.
Antes de ir más adelante con este tema, hemos de aclarar una cosa: ¡Dios hace milagros! Dios ha hecho milagros en el pasado y todavía hace milagros en nuestros días. Un milagro es simplemente una intervención sobrenatural de origen divino.
Creo que todos los cristianos podríamos contar varias historias de Dios interviniendo en nuestras vidas para ayudarnos, protegernos o suplir nuestras necesidades. Estecapítulo no se trata de los milagros de Dios. Se trata de las señales (que incluyen lo que la Biblia llama“señales, prodigios y milagros”, como por ejemplo en 2Cor 12.12). Todas las señales son milagros, pero notodos los milagros son señales.
Entonces, veamos primero cómo la Biblia define las señales.
La Escritura menciona dos diferentes tipos de señales.
Primero, hay señales en la Biblia que sonindicios, muestras o representaciones de algo. O sea, sirven como “testigos” de otra cosa. Vemos esta definición de señales en la primera mención de la Biblia en el Antiguo Testamento.
Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años. [Gen 1.14].
Las lumbreras del segundo cielo sirven de “señales” porque señalan (marcan, indican, muestran) el cambio de días, meses, estaciones y años.
Otro ejemplo de este uso de la palabra señal sería las señales de algunos de los pactos que Dios estableció con los hombres. El arco iris sirve de señal del pacto de Noé (Gen 9.12-17). La circuncisión es la señal del pacto de Abraham (Gen 17.9-14). El día de reposo sirve como “señal”del pacto de Moisés, el que Dios hizo con la nación de Israel (Exod 32.12-17).
Se podría pensar en esta sseñales como la argolla que alguien se pone cuando se casa. Es una señal de su matrimonio, un “testigo”(un indicio) de que está casado. Sin embargo, no hay confusión en la Iglesia acerca de este tipo de señales. El problema que existe hoy día tiene que ver con lo siguiente.
El otro tipo de señales en la Biblia es el que nos interesa en este capítulo: las señales de confirmación.
Estas señales son las que Pablo menciona en 2Corintios.
Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros. [2Cor 12.12].
Las señales de confirmación son maravillas (sucesos o cosas extraordinarias y sobrenaturales) tales como las cinco que se mencionan en Marcos 16.
Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. [Mar 16.17-18].
Entonces, de aquí en adelante cuando me refiera a “señales”, me estoy refiriendo a este tipo de señales de confirmación, señales que son maravillas sobrenaturales.
Estas son señales de confirmación porque existen para confirmar delante de Israel un nuevo mensaje de Dios a través de un nuevo mensajero de Dios (como, por ejemplo, el cambio de un pacto a otro nuevo).
Este propósito de las señales es bien definido en la Escritura y nunca vemos las señales fuera de este contexto. Así que, vale la pena declararlo otra vez.
Las señales existen para confirmar delante de Israel el nuevo mensaje de Dios a través del nuevo mensajero de Dios.
El problema con estas señales, entonces, que existe hoy día es uno de aplicar algo a nosotros, los cristianos, que no se nos aplica. O sea, el problema es que hay gente en la Iglesia aplicando a los cristianos lo que Dios le escribió y dio a los judíos.
Recuerde, antes de meternos en los detalles de este estudio, que la regla más importante del estudio bíblico es la de contexto. “Contexto” es lo que viene “con” el “texto”. No debemos sacar ningún versículo, ni ningún pasaje fuera de su debido contexto para hacer interpretaciones privadas y aplicaciones equivocadas. Debemos dejar que la Biblia diga lo que dice en el contexto que existe. Esto es lo que procuraremos hacer en este análisis de las señales en la Biblia.

# 1. LA DEFINICIÓN DE LAS SEÑALES DE CONFIRMACIÓN:
* 1A. LA PRIMERA MENCIÓN.
En el estudio de la Biblia, siempre hay “reglas”, o principios, que el estudiante debe seguir. Sin estos principios del estudio bíblico, uno acaba torciendo la Escritura fuera de su debido contexto.
Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. [2Ped 3.15-16, énfasis del autor].
Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente. [2Tim 2.5].
Es como Pablo dice en 2Timoteo 2.5, que si uno no juega según las reglas, queda descalificado. Hay que luchar legítimamente, según las reglas del juego, si quiere terminar bien. Es igual en el estudio de la Biblia. Dios es un Dios de orden (1Cor 14.33) y por esto Su Libro se escribió con orden. Hemos de respetar este orden si queremos entender bien lo que Dios nos escribió.
Una de las reglas (principios) primordiales del estudio bíblico es la de la primera mención. Esta regla dice que la primera mención de una cosa en la Biblia (una palabra, una frase, una doctrina, un término, etc.) define su uso a través del resto de la Escritura.
J. Edwin Hartill, en su libro Principles of Biblical Hermeneutics, expresó este principio así: Dios indica en la primera mención de una cosa, la verdad conectada con esa cosa en la mente de Dios. El doctor A.T. Pierson también notó este principio en la Biblia y dijo que la primera vez que una cosa se menciona en la Escritura, esta cosa tiene un significado que llevará a través del resto de la Biblia.
Dios es el Autor de la Escritura, de los 66 libros de la Biblia. Y aunque Él ha usado muchas bocas para anunciar Su Palabra y muchas manos para escribirla (Heb 1.1), el hecho es que toda la Biblia tiene el mismo origen: la mente de Dios. Entonces, no importan el cuándo, el dónde o el cómo las palabras fueron recibidas y registradas porque Dios es el Autor. Y puesto que Él sabe desde el principio todo lo que va a decir y escribir (Isa 46.10), puede formar la primera mención de una cosa de tal manera que define y establece el uso que sigue.
Por esto, cuando uno está estudiando la Biblia y de repente encuentra algo que no entiende, o que quiere entender mejor, lo primero que debería hacer es buscar la primera mención de aquello en la Escritura. Ahí en la primera mención encontrará una definición y una explicación de esa cosa que formará un patrón de su uso en el resto de la Biblia.
Si queremos entender bien, entonces, esta cuestión de las señales de confirmación, debemos empezar donde Dios comenzó: en la primera mención. La primera vez que las señales de confirmación se mencionan en la Biblia es en Éxodo 4. Veamos la definición y la explicación que Dios nos da en la primera mención, para que podamos entender el uso de las señales en lo demás de la Biblia.
* 1B. El contexto.
El contexto de Éxodo 4 empieza en el capítulo anterior, Éxodo 3. Dios está enviando a Moisés con un mensaje para Israel que está en Egipto.
Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte. [Exod 3.12].
El Señor está mandando a Moisés a Egipto para sacar a Israel y llevarlos al Monte Sinaí para que Él pueda entrar en un pacto nuevo con ellos (Exod 19.1-8; 24.3-8). Entonces, de este contexto entendemos que Dios está enviando un mensaje nuevo (el del pacto de Moisés, la ley) a Israel a través de un nuevo mensajero, Moisés. Y con el contexto establecido, podemos analizar la primera mención de las señales de confirmación en Éxodo 4.
* 1C. El problema.
Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová. [Exod 4.1].
En el primer versículo de este capítulo de primera mención, Moisés destaca dos problemas que le preocupan de la tarea que Dios le está entregando. Primero, los judíos no creerán el mensaje que Moisés tiene para entregarles. En otras palabras, ellos no van a creer que es un mensaje verdaderamente de Dios. (“ellos no me creerán, ni oirán mi voz” dice él).
En segundo lugar, los judíos no creerán que Dios envió a Moisés, que él es verdaderamente el mensajero de Dios (“dirán: No te ha aparecido Jehová”).
El problema, entonces, que Moisés nota correctamente es que los judíos no creerán que el mensaje ni el mensajero sean de Dios. Así que, en esto vemos claramente el propósito de las señales de confirmación.
Son para confirmar que el mensaje y el mensajero que Dios está enviando a Israel son realmente de Él.
Veamos esto en más detalle siguiendo el pasaje de primera mención.
* 1D. El propósito.
2 Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara.
3 El le dijo: Échala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella.
4 Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió vara en su mano.
5 Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.
6 Le dijo además Jehová: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve.
7 Y dijo: Vuelve a meter tu mano en tu seno. Y él volvió a meter su mano en su seno; y al sacarla de nuevo del seno, he aquí que se había vuelto como la otra carne.
8 Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera.
9 Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra. [Exod 4.2-9, énfasis del autor].
El propósito de las señales de confirmación se ve con claridad en el versículo 5 arriba. “Por esto”, por la “primera señal” (v8) de la vara que se hace culebra, los judíos “creerán” el nuevo mensaje a través del nuevo mensajero, Moisés. En esta primera mención, Dios define el uso de las señales de confirmación de aquí en adelante, (y aun hasta nuestros días hoy en la Iglesia).
Las señales en la Biblia son para confirmar el nuevo mensaje de Dios a través del nuevo mensajero de Dios, delante del pueblo escogido de Dios, Israel.
En la primera parte del versículo 8 vemos la primera mención de la palabra “señal” (como señal de confirmación) en la Biblia. Observe que la primera señal que aparece en la Biblia (v2-4) es una de las cinco señales que Jesucristo entregó a Sus Apóstoles judíos en Marcos 16.17-18. Es la de manejar serpientes. Dios da esta primera señal de la vara que se hace culebra para que ellos, los israelitas, crean que Jehová apareció a Moisés y que lo envió a ellos con un nuevo mensaje.
En la segunda parte del versículo 8 Dios da la segunda señal que es la sanidad, específicamente la sanidad de la lepra (v6-7). Es importante aquí que observemos que esta es la primera mención de la sanidad en la Biblia. La sanidad como una señal es únicamente para Israel (tal como en Mar 16.17-18), para confirmar el nuevo mensaje que Dios les está mandando a ellos (a los israelitas) a través de un nuevo mensajero.
En el versículo 9 Dios da la tercera señal que es un milagro en la creación. Moisés puede convertir el agua del río en sangre. Sirve para cumplir con el mismo propósito que las primeras dos señales. Es una señal para confirmar delante de Israel el nuevo mensaje que Dios está enviando a través de Su nuevo mensajero.
* 1E. El pueblo.
29 Y fueron Moisés y Aarón, y reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel.
30 Y habló Aarón acerca de todas las cosas que Jehová había dicho a Moisés, e hizo las señales delante de los ojos del pueblo.
31 Y el pueblo creyó; y oyendo que Jehová había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron. [Exod 4.29-31].
En el versículo 30 el nuevo mensajero, Moisés (v14-16, a través de Aarón), entrega el nuevo mensaje, (“todas las cosas que Jehová había dicho a Moisés”) a los judíos. Note que el versículo 29 dice específicamente que entregan su mensaje a los ancianos de Israel, los líderes del pueblo. Luego, hacen las señales de confirmación delante de todo el pueblo.
En el versículo 31 el pueblo de Israel, después de oír el mensaje y ver las señales, cree el nuevo mensaje que Dios mandó a través de Su nuevo mensajero.
Hay que entender, entonces, que Dios da las señales únicamente a Israel. Las señales confirman el mensaje y el mensajero que el Señor les está enviando a ellos. Dios mandó al mensajero Moisés al pueblo de Israel y se lo mandó con un mensaje para aquel mismo pueblo, Israel. Su mensaje es el de un nuevo pacto, la ley (Exod 3.12; 19.1-8; 24.3-8).
Con las señales de confirmación, Dios confirma y comprueba que el mensaje que Moisés tiene para Israel es verdaderamente de Dios y no la invención de algún hombre. Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. [Exod 4.5].
Es obvio en este contexto que si el mensajero y su mensaje son específica y únicamente para Israel, la confirmación también es para dicha nación. O sea, si el mensaje a través del mensajero es solamente para Israel, así también la confirmación del mensaje (la confirmación que se hace a través de las señales).
Las señales en la Biblia son para confirmar el nuevo mensaje de Dios a través del nuevo mensajero de Dios, delante del pueblo escogido de Dios, Israel. Son únicamente para la nación de Israel. No para nadiemás. No son para los gentiles, las otras naciones del mundo, ni para la Iglesia, los cristianos. Son paraIsrael, punto.
Y él contestó: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo. [Exod 34.10, énfasis del autor].
Porque pregunta ahora si en los tiempos pasados que han sido antes de ti, desde el día que creó Dios al hombre sobre la tierra, si desde un extremo del cielo al otro se ha hecho cosa semejante a esta gran cosa, o se haya oído otra como ella. ¿Ha oído pueblo alguno la voz de Dios, hablando de en medio del fuego, como tú la has oído, sin perecer? ¿O ha intentado Dios venir a tomar para sí una nación de en medio de otra nación, con pruebas, con señales, con milagros y con guerra, y mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores como todo lo que hizo con vosotros Jehová vuestro Dios en Egipto ante tus ojos? . [Deut4.32-34, énfasis del autor].
Israel es única entre todas (ojo: “todas”) las demás naciones en todo el mundo. Sólo Israel fue tomada y formada “con pruebas, con señales, con milagros”. Nadie más fue tomado y formado así, nunca. Esto, entonces, explica bien por qué la Biblia dice que los judíos piden señales.
Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría. [1Cor 1.22, énfasis del autor].
Los judíos tienen derecho de pedir señales porque su vida nacional empezó con señales. Lo acabamos de ver en Éxodo 4. Además, su vida como una nación a través de los siglos está marcada con el mismo patrón de señales que confirman el nuevo mensaje de Dios a través del nuevo mensajero del Mismo.
* 1F. El patrón.
Esta verdad de las señales de Israel se puede ver a través de la totalidad de la Escritura. Es un patrón bien establecido y por lo tanto fácil de ver si uno sólo toma lo que la Biblia dice literalmente.
En el capítulo 17 de 1Reyes, el profeta Elías (un judío y profeta de Israel) resucita al hijo de una viuda.
Tomando luego Elías al niño, lo trajo del aposento a la casa, y lo dio a su madre, y le dijo Elías: Mira, tu hijo vive. [1Rey 17.23].
El resultado de esta señal de milagro sigue el mismo patrón que vimos establecerse en la primera mención de las señales en Éxodo 4. La judía (señales son para Israel) reconoce que el mensajero y su mensaje son de Dios.
Entonces la mujer dijo a Elías: Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca. [1Rey 17.24, énfasis del autor].
En Números 14, después de reconocer la tierra prometida, Israel se desanima y quiere volver a Egipto. Temen a los cananeos y no confían en Jehová (Num 14.1-10). Entonces, Dios se irrita con ellos por su incredulidad y su falta de fe en Él a pesar de todas las señales que Él hizo en medio de ellos.
Y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos? [Num 14.11].
Las señales son para confirmarle a Israel un mensaje de Dios, aun cuando Israel no quiere recibirlo y creerlo. Otra vez, es el mismo patrón que se estableció en la primera mención de Éxodo 4.
En el capítulo 6 del Libro de Jueces, Gedeón le pide señal a Jehová para comprobar su llamamiento deser líder y juez de Israel. Dios le responde una y otra vez con señales de confirmación (Juec 6.18-23, 36-40).
Y él respondió: Yo te ruego que si he hallado gracia delante de ti, me des señal de que tú has hablado conmigo. [Juec 6.17].
El judío tiene derecho de pedir señales para confirmar tanto el mensaje de Dios como al mensajero de Él. Sin no ven señales milagrosas, no deben aceptar el mensaje que el mensajero está anunciando. Entonces, cuando los judíos se las piden a Dios, Él responde dándoles señales. Pero note aquí otra vez que es sólo Israel que tiene este derecho. Ni los gentiles ni los cristianos lo tenemos.
Dios le da al rey Jeroboam una señal en 1Reyes 13 para comprobar el mensaje del juicio que Él envió por medio del mensajero, el profeta.
Y aquel mismo día dio una señal, diciendo: Esta es la señal de que Jehová ha hablado: he aquí que el altar se quebrará, y la ceniza que sobre él está se derramará. [1Rey 13.3, énfasis del autor].
Por esto, cuando la señal se manifiesta, el rey se convence de que el mensaje que oyó del profeta fue realmente de Dios. Aunque no se arrepiente (1Rey 13.6-10), siempre se queda convencido por la señal que Dios prometió y que aquí se manifiesta.
Y el altar se rompió, y se derramó la ceniza del altar, conforme a la señal que el varón de Dios había dado por palabra de Jehová. [1Rey 13.5].
El mismo patrón de las señales de confirmación se repite en 2Reyes. Dios manda un mensaje de liberación a Ezequías a través del profeta Isaías (2Rey 19.20-28). Siguiendo el ejemplo que vimos en la primera mención, Dios confirma con señales milagrosas Su mensaje para Israel que envió a través de Su mensajero.
Y esto te daré por señal, oh Ezequías: Este año comeréis lo que nacerá de suyo, y el segundo año lo que nacerá de suyo; y el tercer año sembraréis, y segaréis, y plantaréis viñas, y comeréis el fruto de ellas. [2Rey19.29].
Luego en la historia de Ezequías, el rey se enferma y Dios le promete la sanidad (2Rey 20.1-7), mandándole el mensaje otra vez por medio del profeta Isaías. Ezequías pide una señal de confirmación y, según Su patrón y Su promesa, Dios se la da.
Y Ezequías había dicho a Isaías: ¿Qué señal tendré de que Jehová me sanará, y que subiré a la casa de Jehová al tercer día? Respondió Isaías: Esta señal tendrás de Jehová, de que hará Jehová esto que ha dicho: ¿Avanzará la sombra diez grados, o retrocederá diez grados? Y Ezequías respondió: Fácil cosa es que la sombra decline diez grados; pero no que la sombra vuelva atrás diez grados. Entonces el profeta Isaías clamó a Jehová; e hizo volver la sombra por los grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás. [2Rey 20.8-11, énfasis del autor].
Y esto te será señal de parte de Jehová, que Jehová hará esto que ha dicho: He aquí yo haré volver la sombra por los grados que ha descendido con el sol, en el reloj de Acaz, diez grados atrás. Y volvió el sol diez grados atrás, por los cuales había ya descendido. [Isa 38.7-8, énfasis del autor].
El patrón del uso de las señales milagrosas se estableció en el pasaje de primera mención: Éxodo 4. Las señales en la Biblia son para confirmar el nuevo mensaje que Dios le envía a Israel a través de un nuevo mensajero. Este mismo patrón se repite a través de la totalidad de la Biblia, como los ejemplos que acabamos de ver demuestran.
Otras referencias al mismo patrón de las señales son las siguientes: Deuteronomio 6.22; 7.19; 11.3; 29.2-3; Josué 24.17; 1Samuel 2.34; 10.7, 9; 14.10; Isaías 7.14; Jeremías 44.29. El patrón sigue igual en el Nuevo Testamento como se ve claramente en la vida y en el ministerio de Jesucristo.

# 2. CRISTO Y LAS SEÑALES DE CONFIRMACIÓN: EL CAMBIO DE PACTO.
Es obvio que las señales formaron una buena parte del ministerio público de Jesús durante Su primera venida (la historia de la cual se registró en los cuatro Evangelios). No obstante, lo que tenemos que preguntarnos es esto: “¿Por qué hizo Cristo señales en los Evangelios?” ¿Forma Su ministerio (y por lo tanto las señales) son un patrón que hemos de seguir hoy día?.
Vamos a contestar estas preguntas (y más) en esta sección que se trata de las señales de confirmación que Cristo hizo en Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Si la regla de la primera mención es la verdad, debemos poder ver el mismo patrón de las señales de Éxodo 4 en la vida y el ministerio de Cristo Jesús. Y de hecho, así es. Las señales que Cristo hizo servían para confirmar el nuevo mensaje de Dios a través del Nuevo Mensajero de Dios (el Mesías), delante del pueblo escogido de Dios, Israel. Esto es lo que Dios les prometió a los judíos mucho antes de la llegada del Cristo, en el capítulo 18 del Libro de Deuteronomio. (Este capítulo forma la conexión entre el ministerio de Moisés, con señales, y el de Cristo Jesús, también con señales.
Así que, nuestro entendimiento del ministerio de Moisés nos ayudará a entender el de Cristo Jesús y Deut 18 es lo que nos muestra la conexión entre los dos.) Veamos la promesa que Dios hizo primero y luego su cumplimiento en la Persona y el ministerio de Cristo Jesús.
* 2A. La promesa.
Antes de morir, Moisés anunció una promesa en cuanto al profeta que vendría a Israel.
Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis. [Deut 18.15].
Moisés dijo que Jehová levantaría un profeta “como yo” (como Moisés) y les exhortó a los israelitas a oírle (“a él oiréis”) porque, obviamente, el profeta prometido vendría con un mensaje de parte de Dios para ellos. Tres versículos luego, en el mismo capítulo, Dios repitió la promesa diciendo que de entre los israelitas Él levantaría un profeta “como tú” (como Moisés).
Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare. [Deut 18.18].
Vemos otra vez que este profeta prometido tendría el mensaje de Dios (“pondré mis palabras en su boca”) para Israel (“les hablará” a los judíos). Entonces, desde Deuteronomio 18 Dios prometió a Israel un nuevo mensaje a través de un nuevo mensajero, y dijo que el nuevo mensajero con su nuevo mensaje sería “como” Moisés. Las últimas palabras de este último libro de Moisés reiteran la promesa y describen lo que Dios quiere decir con esto de que el profeta sería “como Moisés”.
10 Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara;
11 nadie como él en todas las señales y prodigios que Jehová le envió a hacer en tierra de Egipto, a Faraón y a todos sus siervos y a toda su tierra,
12 y en el gran poder y en los hechos grandiosos y terribles que Moisés hizo a la vista de todo Israel. [Deut 34.10-12].
Dios dijo tres cosas importantes acerca del profeta prometido en estos versículos y debemos tomarla en cuenta si queremos poner el ministerio de Cristo Jesús en contexto.
En primer lugar, el profeta prometido conocería a Jehová cara a cara, exactamente como Moisés, (v10; Exod 24.9-10; 33.11; Num 12.6-8).
También haría señales y prodigios como Moisés (v11-12a; como ya vimos en Exod 4).
Y por último, ejercería su ministerio “a la vista de todo Israel” (v12).
Como Moisés era el mensajero de Dios con el mensaje de Dios para Israel, así sería el profeta prometido. No tendría un mensaje, ni tampoco señales, para ningún otro pueblo, sólo para Israel. ¿Quién será este profeta prometido? Por supuesto es Jesucristo, el Mesías.
Como Moisés conocía a Jehová cara a cara, así también a Jesucristo, el Hijo de Dios (Juan 6.46; 7.29; 8.55). También vemos las mismas señales milagrosas en el ministerio de Jesús que vimos en el de Moisés, señales que los judíos entendieron como la prueba de que Jesucristo era el Profeta prometido, (Hech 3.22- 23; 7.37; Heb 3.5-6).
Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. [Juan 6.14].
Además, como Moisés fue enviado, con su mensaje y sus señales, únicamente a la nación de Israel, así también Jesucristo. Su mensaje y Sus señales eran únicamente para los judíos (no para los gentiles y mucho menos para los cristianos, que no existían en aquel entonces).
El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. [Mat 15.24].
Hay que tomar en cuenta también que como el mensaje de Moisés fue el de un nuevo pacto que Dios quiso establecer con Israel (el Pacto de Moisés y la ley; Exod 19.4-8; 24.3-8), así el de Jesucristo fue igual. El Profeta prometido, el Mesías, llegó y ofreció a Israel (no a nadie más) el reino bajo el Nuevo Pacto (un pacto que Dios estableció únicamente con Israel: Jer 31.31-34; nuestra participación en este pacto es limitada. Ver el estudio de “Los siete pactos” en mi libro El estudio de los sietes si quiere más información sobre el Nuevo Pacto que Dios estableció con Israel, no con los gentiles ni con la Iglesia).
Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. [Mat 26.28, énfasis del autor].
Cristo Jesús, entonces, es “el Profeta” que Dios prometió a Israel, el Profeta que vendría de Dios con un nuevo mensaje (como Moisés: el de un nuevo pacto) y señales (como Moisés; Exod 4) para confirmar que Él y Su mensaje eran verdaderamente de Dios. En la promesa de Deuteronomio 18.15 y 18.18, entonces, vemos el mismo propósito de las señales en el ministerio de Jesús que vimos en el de Moisés.
* 2B. El propósito.
Dios dice claramente cual fue Su propósito en las señales que Jesucristo hizo durante Su ministerio público en la tierra entre los israelitas.
Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis. [Hech 2.22].
Las maravillas, prodigios y señales que Jesús nazareno hizo, fueron para aprobarlo delante de los israelitas. O sea, las señales servían para aprobar y confirmar el hecho de que tanto Él como Su mensaje eran de Dios. Y note cuantas veces Dios dice en un solo versículo que las señales fueron únicamente para Israel: “Varones israelitas... entre vosotros... entre vosotros... como vosotros mismos sabéis”. Por esto, vemos el mismo propósito en las señales del ministerio de Jesús que vimos en el de Moisés en Éxodo 4. Y no es una sorpresa porque esto es exactamente lo que Dios prometió en Deuteronomio 18.15 y 18.18, que levantaría otro Profeta “como Moisés”.
Las señales en la Biblia son para confirmar (“aprobar”) el nuevo mensaje de Dios a través del nuevo Mensajero de Dios (“Jesús nazareno”), delante del pueblo escogido de Dios, Israel (“varones israelitas”).
Así que, las señales de confirmación no son para siempre, ni son para todas las personas. Dios da las señales durante un tiempo especial para cumplir con un propósito específico únicamente entre los de la nación de Israel. Una vez que Él cumple con Su propósito durante el tiempo especial, las señales se acaban y no se manifiestan más (porque ya no hay necesidad de ellas). O sea, una vez que Dios confirme (apruebe), el nuevo mensaje que Él envió a través de Su nuevo mensajero a Israel, ya no necesita las señales porque ya no hay necesidad de más confirmación.
Este propósito se ve repetidas veces en los Evangelios. Considere unos pocos ejemplos sólo del Evangelio según San Juan. Cuando esté leyendo los siguientes pasajes, recuerde lo que vimos en Éxodo 4.
1. En este versículo Moisés destacó el problema que él percibía en ir a los judíos con el nuevo mensaje de Dios. Ellos no creerían que él ni su mensaje eran de Dios. Así que, Dios le dio las señales para confirmar su mensaje que era realmente de Dios. Vemos lo mismo en el ministerio de Jesucristo.
Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él. [Juan 2.11, énfasis del autor].
Cristo hizo una señal y el resultado fue que Sus discípulos judíos creyeron en Él.
Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. [Juan 2.23, énfasis del autor].
Muchos judíos (porque sólo los judíos celebraban la pascua) creyeron viendo las señales que Cristo hacía.
Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. [Juan 3.2, énfasis del autor].
Nicodemo, un fariseo y líder de Israel, reconoció que Jesucristo había venido de Dios porque hacía señales.
Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace? [Juan 7.31].
Muchos de la multitud creyeron porque vieron las señales que Jesucristo hacía.
Otros pasajes que dicen exactamente lo mismo en cuanto a las señales (confirman al mensajero y su mensaje delante de Israel) son los siguientes: Juan 4.48-54; 6.30; 10.25, 37-38; 11.14-15, 42, 45-47; 12.9-11, 17-18, 30; 15.24; 20.30-31.
Dios dice claramente cual fue Su propósito en las señales que Jesucristo hizo durante Su ministerio público en la tierra entre los israelitas. Servían para aprobar a Jesucristo como el Mensajero de Dios delante de Israel. Si Él no hubiera venido con las señales, los judíos no deberían haberle creído. Pero, puesto que, sí, vino con señales para confirmar la veracidad de Su mensaje, los judíos ya no tienen excusa.
* 2C. El pueblo.
Cuando vemos una manifestación de señales de confirmación, siempre se trata de Israel. Este asunto del pueblo es sumamente importante para entender las señales de confirmación en su debido contexto. Aunque quizá suene chocante al cristiano, tenemos que entender que Jesucristo no vino para nosotros. Vino para ministrar a Israel y ofrecerles el reino bajo el Nuevo Pacto. No vino para los gentiles, ni para los cristianos (que no existían en aquel entonces).
A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. [Mat 10.5-6].
El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. [Mat 15.24].
Dios ha dividido a los hombres en tres grupos y por esto cada pasaje en la Biblia se dirige hacia uno de estos grupos. Los tres grupos son los judíos, los gentiles y la Iglesia de Dios, (o sea, los cristianos).
No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios. [1Cor 10.32].
Si uno forma parte de uno de estos tres grupos, ya no forma parte de los otros dos. Los judíos, por supuesto, son los israelitas, los descendientes físicos de Abraham a través de Isaac y Jacob (también llamado Israel). Si uno es judío, no es gentil. Los gentiles son las personas de todas las demás naciones en el mundo (de hecho, muchas veces se refiere en la Biblia a los gentiles como “las naciones”). La palabra “gentil” viene de la misma raíz que nuestra palabra “gente”. Los gentiles son “las gentes”, todos los demás que no son judíos en el mundo. Entonces, si uno es gentil, no es judío.
En el Nuevo Testamento vemos entrar el tercer grupo: los cristianos de la Iglesia de Dios. Cuando alguien se convierte a Cristo, nace de nuevo y llega a ser una nueva criatura (2Cor 5.17), un hijo de Dios (Juan 1.12). Así que, deja de ser judío o deja de ser gentil, porque llega a ser algo completamente nuevo.
Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. [Gal 3.28].
Por esto, para establecer bien el contexto de lo que estamos estudiando en la Biblia, una de las primeras cosas que debemos hacer es preguntarnos: “¿A quién está escrito este pasaje, a cuál de los tres grupos?” Si es algo escrito directamente a nosotros los cristianos (como, por ejemplo, los libros de Romanos a Filemón; los escritos de Pablo: Gal 2.7-9), podemos aplicarlo todo a nosotros y nuestras vidas sin problema y sin temor de tergiversar la Escritura. (Por supuesto siempre hay que tomarlo todo en su contexto histórico.
Para más información sobre este asunto, vea mi libro Preceptos de la madurez en el cual se explica detalladamente cómo “trazar bien” la Palabra de Verdad).
Sin embargo, si lo que estamos estudiando fue escrito para uno de los otros dos grupos (para los judíos o para los gentiles), debemos tener mucho cuidado en el momento de aplicarlo a nosotros. ¡Es el correo que Dios mandó a otros, no a nosotros! .
Siempre hay algo que podemos aprender de cualquier pasaje de la Biblia porque toda la Escritura es útil para dirigirnos en el camino de Dios (2Tim 3.16-17). Pero cuando estamos “leyendo el correo de otros”, hemos de entender todo lo que estamos viendo en su debido contexto. No es algo que Dios escribió para nosotros, no es “nuestro correo”. Todo esto de los tres grupos y su “correo” es importante porque vemos que se mencionan las señales en el contexto de los judíos, los gentiles y los cristianos.
22 Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría;
23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura. [1Cor 1.22-23].
La primera cosa que vemos en este pasaje es que los judíos piden señales (v22a). ¿Por qué? Porque Dios empezó la vida nacional de los judíos con señales de confirmación en Éxodo 4, ¿recuerda? También, en Deuteronomio 18.15, 18.18 y 34.10-12 les prometió a los judíos señales de confirmación con el nuevo Mensajero, Cristo Jesús, ¿recuerda? Por esto, entonces, los judíos (israelitas, la descendencia física de Abraham a través de Isaac y Jacob) son los únicos que pueden pedir señales. Son los únicos entre todos los demás que tienen derecho a las señales de confirmación.
¿O ha intentado Dios venir a tomar para sí una nación de en medio de otra nación, con pruebas, con señales, con milagros y con guerra, y mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores como todo lo que hizo con vosotros Jehová vuestro Dios en Egipto ante tus ojos? [Deut 4.34; la respuesta: ¡No!].
Las señales que ellos pueden pedir son para confirmar el nuevo mensaje de Dios a través del nuevo mensajero de Dios, delante de ellos (los israelitas). No son para nadie más.
Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis. [Hech 2.22, énfasis del autor].
Así que, cada vez que vemos una manifestación de las señales de confirmación en la Biblia, podemos estar seguros de que hay un propósito de Dios ahí para con los judíos. Quiere confirmarles a algunos israelitas algo nuevo que está haciendo que tiene que ver con el nuevo mensaje que ha enviado a través de Sus nuevos mensajeros (como Moisés, Cristo o los 12 Apóstoles y Pablo). Aun cuando vemos señales que se hicieron entre los gentiles, podemos entender que fueron para los judíos, para confirmar lo nuevo que Dios estaba haciendo.
Por ejemplo, cuando Bernabé y Pablo estaban hablando con los líderes de la iglesia en Jerusalén, mencionaron las señales que Dios había hecho entre los gentiles (Rom 15.18-19).
Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles. [Hech 15.12].
Las señales entre los gentiles eran para confirmar a los judíos la obra que Dios estaba haciendo entre ellos. O sea, Pablo y Bernabé estaban en Jerusalén con los Apóstoles judíos (los líderes de la iglesia allá) y también otros judíos que se habían convertido a Cristo. Aquellos judíos no creían lo que Dios estaba haciendo entre los gentiles y por esto fue que el Señor dio señales. No eran para los gentiles, sino para los judíos, para confirmar el nuevo mensaje de que ya Dios estaba aceptando tanto a los gentiles como a los judíos en el Cuerpo de Cristo. Las señales siempre son para los judíos y siempre sirven para confirmar lo nuevo que Dios está haciendo.
Otro ejemplo de las señales de confirmación entre los gentiles es la salvación de Cornelio y su casa en Hechos 10.
Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. [Hech 10.44-46].
Primero, note que las lenguas aquí eran idiomas conocidos. Los judíos sabían que los gentiles estaban magnificando a Dios. ¿Cómo sabrían esto si no entendieran lo que decían? Cornelio y los suyos estaban hablando en hebreo. Entonces, cuando los gentiles hablaron en lenguas, fue por señal a los judíos que estaban presentes (Pedro y los “fieles de la circuncisión”), para que ellos supieran que Dios ya había dado el Espíritu Santo tanto a los gentiles como a ellos, los judíos. Esto se aclara aun más en el siguiente capítulo cuando Pedro tuvo que explicar lo que les pasó.
Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio [Hech 2.1-6; con lenguas: idiomas conocidos]. Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios? Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida! [Hech 11.15-18, comentario del autor].
Cuando los judíos vieron la señal de las lenguas, creyeron. La señal fue para ellos, los judíos, para confirmar lo nuevo que Dios estaba haciendo. No es para nada un patrón que uno debería esperar cada vez que alguien recibe el Espíritu Santo en el momento de creer en Cristo Jesús.
Las lenguas de Hechos 10.44-46 fueron por señal a los judíos, una vez para siempre. Una vez que Dios confirmó lo que estaba haciendo entre los gentiles, ya no había más necesidad de seguir confirmándolo, (Hech 11.15-18; los judíos quedaron convencidos).
Ya volviendo al pasaje de 1Corintios 1.22-23, los griegos (los mismos “gentiles” del versículo 23) no piden señales, sino que buscan sabiduría (v22b). “Nosotros” (v23), los cristianos de la Iglesia de Dios, tampoco pedimos señales, sino que predicamos a Cristo crucificado. Entonces, es fácil de ver en la Biblia que las señales de confirmación no son para los gentiles ni tampoco para los cristianos en la Iglesia, el Cuerpo de Cristo. Son únicamente para Israel, los judíos, para confirmar el nuevo mensaje que Dios está mandando a ellos a través del nuevo mensajero que Él les mandó también a ellos.
Este asunto se ve claramente en el ministerio de Cristo y se aclara aun más en el ministerio de Sus Apóstoles. Cristo vino a Israel con un mensaje para el pueblo de Israel, no para los gentiles, ni para la Iglesia (que ni siquiera existía durante el ministerio terrenal de Jesucristo; Efe 3.1-7; Gal 4.4; Heb 9.15-17).
* 2D. El patrón.
Además de los ejemplos que ya hemos visto, especialmente los del Evangelio según San Juan, el patrón de las señales (que confirman el nuevo mensaje a través del nuevo mensajero) se ve también en la historia del ministerio de Jesucristo que Mateo registró en su Evangelio.
Si alguien ha llegado hasta aquí en este estudio y todavía no entiende (o no cree) que las señales son para confirmación del nuevo mensaje delante de Israel, el Libro de Mateo se lo va a aclarar rapidito.
Los primeros cuatro capítulos de este Evangelio se tratan de los acontecimientos antes del ministerio público de Jesús.
En el capítulo 1 Mateo destaca el nacimiento del Rey, destacando el hecho de que es “hijo de David”. Luego, después del nacimiento de Jesús, vemos la recepción del Rey por los embajadores del oriente en el capítulo 2. Mateo capítulo 3 se trata de Juan el Bautista, el heraldo del Rey, que vino y preparó el camino (la llegada) del Rey. En el capítulo 4, con la tentación del Rey en el desierto, ya vemos a Jesucristo entrando en Su ministerio público. El versículo 17, con la frase “desde entonces”, señala el comienzo del ministerio de Jesús entre los israelitas.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. [Mat 4.17].
La primera cosa que Mateo registra del mensaje del Rey es lo que muchos llaman “el Sermón del Monte” (Mat 5-7). Este gran discurso es realmente la constitución del reino mesiánico (el Milenio). Es lo que Cristo está ofreciendo a los israelitas cuando les dice que “el reino de los cielos se ha acercado”.
Hay que entender que lo que Cristo está proclamando en Israel en este momento (en el Sermón del Monte) es algo nuevo, es un aumento de la ley de Moisés. Él emplea un juego de frases que es muy importante para entender lo que está pasando: “Oísteis que fue dicho... Pero yo os digo...” Lo que fue dicho es la ley de Moisés, pero lo que Cristo les dice aumenta la responsabilidad de uno más allá de lo que manda la ley. Vea este aumento de responsabilidad en el asunto del adulterio.
Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. [Mat 5.27-28, énfasis del autor].
Todo el Sermón del Monte, entonces, es nueva doctrina para los judíos. Es un nuevo mensaje que Dios le está mandando a Israel a través del nuevo Mensajero, el Mesías y Profeta prometido. Según Deuteronomio 18.15, 18 (y también Deut 34.10-12), los judíos no deben recibir este nuevo mensaje si no viene con la confirmación de las señales. ¡Dios les prometió señales, entonces deben pedir señales! . No es una gran sorpresa, entonces, que justo después del Sermón del Monte (Mat 5-7), vemos cuatro capítulos seguidos que registran una ráfaga de señales, prodigios y milagros. Cristo confirma con las señales que hace, que Él es el nuevo Mensajero de Dios y que Su mensaje es verdaderamente del Señor.
¡Los judíos deben creerlo! Vea unos ejemplos.
•Mateo 8.1-4: Jesús sana a un leproso.
•Mateo 8.5-13: Jesús sana al siervo de un centurión.
•Mateo 8.14-17: Jesús sana a la suegra de Pedro.
•Mateo 8.23-27: Jesús calma la tempestad.
•Mateo 8.28-34: Jesús sana a un endemoniado.
•Mateo 9.1-8: Jesús sana a un paralítico.
•Mateo 9.20-22: Jesús sana a una mujer enferma.
•Mateo 9.23-26: Jesús resucita a la hija de Jairo.
•Mateo 9.27-31: Jesús sana a unos ciegos.
•Mateo 9.32-34: Jesús sana a un mudo.
•Mateo 10.5-8: Jesús envía a Sus discípulos para hacer lo mismo.
Entienda, entonces, lo que acaba de ver en este Evangelio. Las señales que Cristo hizo servían para confirmar el hecho de que Él era el nuevo Mensajero de Dios que vino con un nuevo mensaje para Israel, (les ofrece el reino bajo el Nuevo Pacto; Jer 31.31-34). Si nosotros no lo entendemos (o si alguien no quiere entenderlo), los judíos, sí, sabían lo que todo esto implicaba. Sabían que, con Su mensaje (el Sermón del Monte) y Sus señales justo después, Cristo estaba diciendo que era el Mesías, el Prometido, el Hijo de David que vino para reinar.
Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía . y hablaba. Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? [Mat 12.22-23].
Las señales servían para aprobar a Cristo Jesús delante de los israelitas.
Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis. [Hech 2.22].
Lastimosamente, los líderes judíos, a pesar de las “pruebas indubitables” (Hech 1.3) de las señales, rechazaron a Jesús diciendo que lo hacía todo por el poder de Satanás (Beelzebú; Mat 12.24). Con este rechazo, una transición empieza y lo demás del Libro de Mateo se trata del camino de Jesús hacia la cruz.
Pablo dice algo importante en este contexto del ministerio terrenal de Cristo Jesús.
De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. [2Cor 5.16].
Nosotros no seguimos a Cristo “según la carne”, o sea según el patrón de Su ministerio en la carne, en la tierra. Hubo un gran cambio cuando Cristo murió en la cruz, una gran transición del Antiguo Testamento al Nuevo.
Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive. [Heb 9.15-17].
Hoy no debemos intentar seguir el patrón del ministerio terrenal de Jesús, porque, en primer lugar, Él vivía durante el Antiguo Testamento y guardaba la ley.
Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley. [Gal 4.4, énfasis del autor].
En segundo lugar, Su ministerio terrenal fue único en toda la historia del hombre. Dios se hizo hombre y durante Su ministerio público de tres años y medio sobre este planeta, les ofreció a los judíos el reino bajo el Nuevo Pacto con Él siendo el Rey. Confirmó Su nuevo mensaje a través de las señales que hacía, señales que Dios prometió en profecías como la de Deuteronomio 18.15 y 18.18.
Así que, otra vez vemos la gran verdad que Pablo destaca en su primera carta a los corintios. Las señales de Cristo durante Su primera venida fueron únicamente para Israel, para los judíos, no para los gentiles, ni para los cristianos.
Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; [1Cor 1.22-23].
Por esto, aunque hay muchísimo que podemos (y debemos) aprender de los Evangelios (2Tim 3.16-17), tenemos que aceptar la verdad de que el ministerio terrenal de Cristo no es un patrón para nosotros hoy en día. Sin embargo, Su ministerio, sí, formó un patrón que los Apóstoles, especialmente los 12, siguieron en el Libro de Hechos. Ellos, como Jesucristo, predicaban un mensaje que Dios confirmó con señales, prodigios y milagros.
¿Por qué vemos el patrón repetirse con los Apóstoles, entonces? Porque ellos le ofrecieron a Israel lo mismo que Cristo.

# 3. LOS APÓSTOLES Y LAS SEÑALES DE CONFIRMACIÓN: “SEÑALES DE APÓSTOL”.
Ya hemos visto que Cristo es el cumplimiento de la promesa y de la profecía de Deuteronomio 18.15 y 18.18. Él es el Profeta “como Moisés” que vino con un nuevo mensaje (el Nuevo Pacto de Jer 31.31-34), para ofrecérselo a Israel (no a los gentiles, ni tampoco a la Iglesia). Por lo tanto, como Moisés, Cristo vino con señales para confirmar este mensaje delante de los judíos (Deut 34.10-12; Hech 2.22).
Así que, el ministerio de Cristo no es un patrón para nosotros, los cristianos viviendo al final de la época de la Iglesia, porque no tenemos un nuevo mensaje (en nuevo pacto) para Israel. Por esto no hay una necesidad en la Iglesia de señales de confirmación. Tampoco tenemos una promesa de tales manifestaciones milagrosas.
Sin embargo, aunque nosotros no podemos tomar el ministerio de Jesucristo como un patrón para nuestras vidas y nuestro ministerio, los Apóstoles, sí, porque a través de ellos Dios le ofreció a Israel el mismo Nuevo Pacto y el mismo Reino que Cristo le ofreció. Repasemos brevemente la historia de la transición del ministerio de Jesucristo en los Evangelios al de los Apóstoles en el Libro de Hechos.
Los judíos no aceptaron a Jesús como Su Mesías y por esto lo entregaron a los romanos para ser crucificado. Entonces, la crucifixión es el colmo del rechazo del nuevo Mensajero y Su mensaje de parte de los judíos. Pero antes de morir Cristo le pidió al Padre que les perdonara lo que hicieron.
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes. [Luc 23.34, énfasis del autor].
Sabemos que Dios le contestó positivamente porque Él le dio a Israel una oportunidad más de aceptar a Jesús como su Mesías y así recibir el reino bajo el Nuevo Pacto (Jer 31.31-34).
Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. [Hech 1.6-8, énfasis del autor].
Los primeros siete capítulos del Libro de Hechos, entonces, se trata de este segundo ofrecimiento del reino que Dios hizo a través de los 12 Apóstoles judíos (recuerde que Pablo ni siquiera era salvo en aquel entonces y la Iglesia todavía era un misterio no revelado; Ef 3.1-7). La predicación de Pedro en Hechos 3 nos da un buen ejemplo del mensaje que los Apóstoles estaban predicando. No estaban anunciando la Iglesia, el Cuerpo de Cristo. Estaban ofreciéndoles a los israelitas el reino mesiánico (lo que llamamos el Milenio) y la segunda venida del Señor. Todo dependía del arrepentimiento de Israel (note que en Hechos 3, Pedro está predicando únicamente a israelitas en Jerusalén; Hech 3.12).
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio [el Milenio], y él envíe a Jesucristo [la segunda venida], que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas [el Milenio], de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. [Hech 3.19-21, énfasis y comentarios del autor].
Dios perdonó a Israel, según la petición de Jesucristo en la cruz, y les dio a los judíos una oportunidad más de aceptar a Jesús como su Mesías y así recibir el reino bajo el Nuevo Pacto. Entonces, puesto que el ofrecimiento del reino por los Apóstoles en el Libro de Hechos es igual al de Cristo Jesús en los Evangelios, vemos las mismas señales de confirmación durante su ministerio (el de los Apóstoles). Cristo envió a Sus 12 Apóstoles, los nuevos mensajeros, con un nuevo mensaje (una nueva palabra; el Nuevo Pacto) para la nación de Israel y les dio señales para confirmar su nueva palabra delante de los judíos.
* 3A. Las señales de los Apóstoles.
Al final del capítulo 16 del Evangelio según San Marcos, encontramos la lista de todas las señales que Dios les entregó a los Apóstoles, que son 11 en este momento (v14) porque Judas ya se mató (Mat 27.5; Hech 1.18) y todavía no han escogido a su reemplazo, Matías (Hech 1.26 con Prov 16.33). Para entender las señales de confirmación de los Apóstoles, tenemos que analizar todo el contexto en que aparecen.
14 Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.
15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;
18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
19 Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios.
20 Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén. [Mar 16.14-20].
En el versículo 15, Cristo manda a Sus Apóstoles judíos a predicar “el evangelio” a toda criatura en todo el mundo. Esto es muy parecido a lo que Él les dijo a estos mismos 11 Apóstoles en Hechos capítulo 1.
Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. [Hech 1.8, énfasis del autor].
Recuerde la primera regla del estudio bíblico: ¡tómelo todo en contexto! “Contexto” es lo que viene “con” el “texto” y es esencial entender un pasaje en su debido contexto si queremos evitar tergiversar la Escritura, (2Ped 3.16). Este evangelio que los Apóstoles judíos deben llevar a toda criatura en todo el mundo no es nuestro evangelio (el que nosotros predicamos hoy en día). Hay cuatro evangelios mencionados en la Biblia, y son diferentes y distintos el uno del otro.
1. El evangelio del reino: Mat 24.14.
2. El evangelio de la gracia de Dios (Hech 20.24).
3. El evangelio glorioso (2Cor 4.4; 1Tim 1.11).
4. El evangelio eterno (Apoc 14.6-7).
(Para más detalles sobre los cuatro evangelios, vea mi libro El estudio de los sietes, el Apéndice 6).
El nuestro es, el evangelio de la gracia de Dios. El de los Apóstoles judíos, el de Marcos 16.15, es el evangelio del reino.
Hay que entender que en este momento cuando Cristo está entregando este evangelio, y las señales que lo acompañan, la Iglesia (cristianos en el Cuerpo de Cristo) todavía es un misterio no revelado. Dios dio la revelación de la Iglesia a través del Apóstol Pablo (Ef 3.1-7). Hasta entonces, era doctrina escondida porque si los judíos hubieran aceptado a Jesús como su Mesías, no habría habido una época de la Iglesia. El mundo habría pasado directamente de “la semana 69 de Daniel” a la septuagésima, los siete años de la Tribulación (ver mi libro Preceptos de la madurez para un estudio más detallado de los eventos por venir).
O sea, en la profecía famosa de Daniel 9.24-27 (que da la historia de Israel desde el tiempo del regreso a la tierra después de la cautividad babilónica hasta la segunda venida del Mesías) no hay una brecha entre la semana 69 (y son “semanas de años”; son juegos de siete años) y la septuagésima. El Mesías es crucificado en la semana 69 (Dan 9.25-26) e inmediatamente vemos al Anticristo y la Tribulación en la semana 70 (Dan 9.27). Sin embargo, ya sabemos que entre estas dos “semanas” (entre la crucifixión de Cristo y la Tribulación) hay unos 2.000 años de la época de la Iglesia. Pero, no tenía que ser así.
Dios tenía la revelación de la época de la Iglesia escondida hasta saber lo que harían los judíos con Jesús, el Mesías. Cuando ellos lo rechazaron (Hech 7), Dios llamó a Pablo (Hech 9) para levantar la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, entre los gentiles (Ef 3.1-7). Así que, nadie sabía nada de la Iglesia y nuestro “evangelio de la gracia de Dios” hasta Pablo.
El evangelio de los 11 Apóstoles judíos en Marcos 16.15 no es el nuestro, es el evangelio del reino.
Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin. [Mat 24.14].
El evangelio del reino es “las buenas nuevas” del establecimiento del reino mesiánico sobre la tierra. Este es el mismo evangelio que se predicaba durante el ministerio de Jesucristo porque, como ya hemos visto, los Apóstoles judíos están ofreciéndole a Israel lo mismo que Cristo le ofreció: el reino bajo el Nuevo Pacto. Juan el Bautista predicaba este evangelio del reino.
En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. [Mat 3.1-2, énfasis del autor].
Cristo mismo predicaba el evangelio del reino.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. [Mat 4.17, énfasis del autor].
Cristo, durante Su ministerio en la tierra, envió a Sus discípulos a predicar este evangelio.
A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia. [Mat 10.5-8, énfasis del autor].
Luego, después de Su resurrección, Cristo los envió otra vez a Israel con el mismo evangelio.
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. [Mar 16.15, énfasis del autor].
Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. [Hech 1.8].
Así que, es por esto que vemos a los 12 Apóstoles judíos anunciando el reino mesiánico y la segunda venida de Cristo, no el establecimiento de la época de la Iglesia y la obra de Dios entre los gentiles (como Pablo hizo). Estaban predicando el evangelio del reino.
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. [Hech 3.19-21, énfasis del autor].
Según Mateo 24.14 (un pasaje que se trata de, “aquellos días” antes de la segunda venida de Cristo; Mat 24.19-30), este evangelio del reino será predicado en todo el mundo, a toda criatura (como en Mar 16.15), antes de que venga “el fin”, la segunda venida de Cristo y el fin del siglo (Mat 24.3). O sea, este evangelio es el que los judíos predicarán durante la Tribulación. Lo llevarán por todo el mundo y se lo anunciarán a toda criatura antes de la venida del Mesías.
Este es el contexto, entonces, de las señales de confirmación que vemos en los siguientes versículos de Marcos 16. Las señales acompañan el nuevo mensaje de Dios (el reino mesiánico bajo el Nuevo Pacto) que Él envió a través de los nuevos mensajeros de Dios (los 12 Apóstoles judíos). Y aunque los envió a “todo el mundo” para predicar a “toda criatura” (Mar 16.15; Hech 1.8), ni siquiera habían salido de Jerusalén cuando los judíos rechazaron el ofrecimiento por última vez y Dios aplazó todo esto para hasta después de la época de la Iglesia.
Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles. [Hech 8.1; hasta ahora salen de Jerusalén].
El evangelio de Marcos 16.15, con sus señales de confirmación, no es el nuestro. No es un mensaje para nosotros ni de nosotros. Es el nuevo mensaje para Israel. Entonces, todo lo que sigue cabe dentro de este contexto: ¡es para los judíos, no para la Iglesia! .
Este contexto nos ayuda a entender la manera de conseguir la salvación que se menciona en el siguiente versículo.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. [Mar 16.16].
La salvación bajo el evangelio del reino es por fe (“creyere”) y obras (“fuere bautizado”). Entonces, otra vez Dios nos llama la atención al hecho de que este evangelio no es el nuestro, porque nosotros somos salvos por gracia por medio de la fe y no por ninguna obra (Ef 2.8-9). Sin embargo, para ser salvo por el evangelio del reino, uno tiene que creer, (arrepentirse y aceptar el mensaje predicado por el mensajero) y ser bautizado. Vemos este patrón a través de toda la historia de la predicación de este evangelio.
Juan el Bautista llegó en Mateo 3 y anunció la llegada del Rey y el reino. Para preparar a la gente para recibirlo, él bautizaba en agua (Mat 3.1-12). Jesucristo y Sus discípulos, que predicaban el mismo evangelio del reino, bautizaban también (Juan 4.1-2). Después de Su resurrección, en Marcos 16.16, Cristo manda a Sus Apóstoles a predicar el mismo evangelio y por lo tanto los manda a bautizar. No es una sorpresa, entonces, que los vemos en los primeros capítulos de Hechos anunciando el reino (Hech 3.19-21) y bautizando a los judíos en agua.
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. [Hech 2.38].
Otra vez, entonces, vemos que este pasaje no se trata doctrinalmente (directamente) de nosotros, los cristianos viviendo en la época de la Iglesia. Se trató del nuevo mensaje del evangelio del reino que Dios estaba mandando a Israel a través de los 12 Apóstoles judíos. Ellos tuvieron que bautizarse para aceptar este evangelio y “ser salvos”.
Nosotros somos bautizados después de aceptar nuestro evangelio (Hech 8.36-37; después de “ser salvo”) para identificarnos públicamente con el evangelio que hemos creído, (Rom 6.1-6; 1Cor 15.1-5; el bautismo por inmersión es un cuadro de la muerte, sepultura y resurrección de CristoJesús). Marcos 16 se trata de algo completamente diferente, algo que pertenece a otra época en la historia del trato de Dios con el hombre. Y esto nos lleva, entonces, a las señales de confirmación que Dios les dio a Sus Apóstoles judíos.
Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. [Mar 16.17-18].
Estas cinco señales (ojo: todas las cinco) seguirán a los que creen el evangelio del reino que los Apóstoles judíos están por predicar. Así que, la promesa de las señales es únicamente para la primera generación después de los Apóstoles. O sea, las señales se manifestarán sólo durante la generación de los que le creen a ellos. Después de los que creen el evangelio predicado por los Apóstoles, no hay promesa de señales de confirmación. La razón por esto es obvia si recordamos el propósito de las señales de confirmación.
Las señales en la Biblia son para confirmar el nuevo mensaje de Dios a través del nuevo mensajero de Dios, delante del pueblo escogido de Dios, Israel.
Por esto, después de confirmar el nuevo mensaje que Dios le mandó a Israel por medio de los nuevos mensajeros, ya no hay necesidad de más confirmación. O sea, el mensaje se confirma en la primera generación y después de ella ya no hay más necesidad de señales. Las señales son para los que creen a los Apóstoles, no las siguientes generaciones de creyentes.
Las cinco señales de los Apóstoles que se mencionan en Marcos 16 son:
1. Echar fuera demonios.
2. Hablar en nuevas lenguas.
3. Manejar serpientes sin daño.
4. Beber cosas mortíferas sin daño.
5. Sanar por la imposición de manos.
Hay algunas cosas que hemos de notar aquí en lo que dice Marcos 16.17-19, acerca de estas señales de confirmación (que se llaman también “dones de señal” porque un don es una capacidad sobrenatural que Dios le da a uno).
En primer lugar, con estas cinco señales es “todo o nada”, es todo el paquete de las cinco señales o ninguna de ellas porque la promesa es que “estas señales seguirán a los que creen”. Por “estas”, se entiende las cinco que siguen en la lista, entonces son todas las cinco que siguen el mensaje de los Apóstoles. Así que, si alguien dice que tiene una de estas señales, como por ejemplo el “don de lenguas” o el “don de sanidad”, según la Biblia debería tener también la capacidad de echar fuera demonios, la de manejar serpientes sin daño y la de tomar veneno sin que le haga daño.
Así que, cristiano, ponga atención a esto porque es lo que la Biblia dice y no lo que uno cree o “interprete”.
Dice que “estas señales” (todas ellas) “seguirán” (sin falla) “a los que creen”. Si el que supuestamente tiene el don de sanidad o el don de lenguas no puede tomar veneno sin que le haga daño, es porque es un mentiroso y un falso profeta. Usted no debería prestarle atención. Más bien, debe alejarse de él porque el espíritu que tiene no es el de Dios.
Vamos a analizar tres de estas señales en más detalle luego en este capítulo. Los de echar fuera demonios, hablar en lenguas y sanar son tan “populares” hoy en día en el cristianismo que vale la pena tratarlos aparte. No obstante, quisiera hacer unas breves observaciones aquí en el contexto de Marcos 16.
Note que la señal (el don) de echar fuera demonios es sin falla, igual que el don de la sanidad. No hay ninguna condición en este pasaje. El que tiene el “don de echar fuera demonios”, según Marcos 16.17, puede echarlos fuera cuando quiera y de quien quiera. No depende de la fe del endemoniado ni de la plata que el pobre le ofrece al “exorcista” para limpiarlo. (Digo esto porque aquí en Costa Rica hay gente que cobra por el exorcismo según el “nivel” del demonio. Sacarle un “principado” le sale más caro que sacarle una “potestad” o un “gobernador”, según Ef 6.12. Y si no paga lo que le cobra, no le saca el demonio).
La señal (el don) de sanidad funciona igual. El pasaje dice que los enfermos “sanarán” (sin falla, sin condición) por la imposición de las manos de los Apóstoles. No depende de la fe del enfermo sino del “don de señal” del Apóstol. El que falla en la sanidad “porque no tuvieron suficiente fe” es un mentiroso y falso profeta.
Por último, observe que las lenguas que se mencionan aquí son las de Hechos 2, cuando los Apóstoles predican su evangelio del reino a los judíos en Jerusalén y Dios confirma el nuevo mensaje con lenguas. Son idiomas conocidos (Hech 2.6) no las “lenguas desconocidas” del cristiano carnal que habla incoherentemente en un servicio desordenado de una iglesia local (1Cor 3.1-3 con 1Cor 14).
Como dije, vamos a analizar estas tres señales en más detalle luego. Sólo debe darse cuenta ahora que lo que se trata de pasar hoy día como “dones de señal” son trucos baratos de hombres carnales (2Tim 3.1-9) y avaros (1 Tim 6.10). Ellos y sus ministerios no tienen nada que ver con lo que dice la Biblia.
El último versículo de este pasaje de plena mención de las señales de los Apóstoles nos muestra el cumplimiento de todo lo que acabamos de ver.
Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén. [Mar 16.19-20].
Después de la ascensión de Cristo (v19) y durante el ministerio de los Apóstoles (v20), ellos predicaron el evangelio del reino y el Señor les ayudó “confirmando la palabra con las señales que la seguían”. Dios confirma “la palabra”, el nuevo mensaje de los nuevos mensajeros enviados a Israel, con señales. Y preste mucha atención a las palabras aquí, aun la más pequeña “la”. Las señales de los Apóstoles, (las cinco antes mencionadas) siguen “la” nueva palabra para confirmarla delante de los judíos. Vemos este patrón tanto en el ministerio de los 12 Apóstoles como en el ministerio del Apóstol Pablo (para confirmar el nuevo mensaje de él delante de los judíos).
Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. [Hech 5.12].
Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de griegos. Mas los judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos. Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios. [Hech 14.1-3, énfasis del autor].
Una vez que el nuevo mensaje se confirmó por las señales (o sea, después de la primera generación de los que creyeron el mensaje de los Apóstoles), ya no había más necesidad de señales. Entonces se acabaron y no se han manifestado desde entonces.
Antes de seguir con esta ida de las señales de los Apóstoles, debemos clarificar algo que Jesucristo dijo en el Libro de Juan y que muchos hoy en día tergiversan.
Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. [Juan 14.11-12].
La primera cosa que hemos de observar aquí es que Cristo dijo esto antes de Su muerte, antes de Su resurrección y mucho antes de la revelación de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo. Además, si los judíos hubieran aceptado a Jesús como su Mesías (o durante el ministerio de Jesucristo mismo o el de los 12 Apóstoles), no habría habido una época de la Iglesia. Entonces, el cumplimiento de lo que Cristo dice en este pasaje tiene que hallarse fuera de la Iglesia. No se puede aplicar este pasaje a nosotros, porque Cristo lo dijo cuando la Iglesia todavía estaba “escondida” y aun “opcional”.
Si los judíos lo hubieran aceptado, este pasaje se habría cumplido de todos modos y no habría sido en la Iglesia (y no habría existido).
Entonces, ¿qué es lo que Cristo dijo en Juan 14.11-12?
El versículo 11 empieza con un imperativo: “Creedme”. Se conjuga en la forma de vosotros, entonces para establecer el contexto pregúntese: “¿Quiénes son ‘vosotros’?” Lea el capítulo desde el primer versículo y se dará cuenta de que Cristo está hablando a Sus 12 Discípulos que luego llegarán a ser Sus Apóstoles. Esto es importante porque cuando Cristo dice en el versículo 12 que “el que en mí cree”, está hablando de “el de vosotros”. O sea, el que podría creer en Cristo y hacer obras mayores que Él no es cualquiera (mucho menos cualquier cristiano), sino sólo los 12 Apóstoles (“vosotros” en el contexto).
Una paráfrasis, entonces, podría ser: “El de vosotros, Mis 12 Apóstoles, que en Mí cree, las obras que Yo hago, él las hará también; y aun mayores hará”. Sería tergiversar la Escritura aplicar este versículo y esta promesa a nosotros, los cristianos. Sería robarle al judío (realmente a los Apóstoles judíos) sus promesas y decir que uno es judío cuando no lo es.
Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. [Apoc 2.9, énfasis del autor].
Las obras que Cristo menciona en Juan 14.11-12 son las obras que Él hacía para hacerles a los judíos creer. Vea el versículo 11 otra vez. Cristo dice: “...creedme por las mismas obras”. Las obras que Cristo hacía para que ellos creyeran son las señales de confirmación (1Cor 1.22). Así que, cuando Él dice en el versículo 12 que los Apóstoles harían “aun mayores” obras, está diciendo que harían mayores señales que las que Cristo hizo.
Y es cierto. Por ejemplo, Pedro sanaba a la gente (¡sin falla!) con sólo el toque de su sombra (Hech 5.15). Cristo Jesús nunca hizo esto. El Apóstol Pablo manejaba serpientes sin que les hicieran daño (Hech 28.5). Además, el mismo Señor dijo en Marcos 16.17-18 que Sus Apóstoles beberían cosas mortíferas sin que les harían daño alguno. Cristo nunca hizo esto. Son obras “mayores” que las de Él. Son las señales de los Apóstoles. No tienen nada que ver con nosotros, los cristianos viviendo en los últimos días de la época de la Iglesia cuando Dios está todavía trabajando entre los gentiles (Rom 11.25).
Los 12 Apóstoles judíos llevaron el nuevo mensaje de Dios a Israel, y el Señor les ayudó confirmando la nueva palabra con las cinco señales que acabamos de ver en Marcos 16.
Ahora queremos ir un paso más en el desarrollo de este estudio y ver que “las señales de los Apóstoles” eran “señales de Apóstol”. O sea, eran señales únicamente de los Apóstoles.
* 3B. Las “señales de Apóstol”.
Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros. [2Cor 12.12, énfasis del autor].
El Apóstol Pablo llama estas señales de confirmación (las “señales, prodigios y milagros”) “señales de Apóstol”, y con esto él está diciendo que son “de los Apóstoles”, no de cualquiera en cualquier momento de la historia bíblica. Vemos las señales en manifestación durante la época (el ministerio) de los Apóstoles, pero al final de sus vidas (sus ministerios), las misma señales se habían acabado. No se manifestaban como antes.
Desde el final de la época de los Apóstoles, puesto que no ha habido otro “Apóstol” como ellos sobre la tierra, no ha habido las señales de Apóstol. Ahora, yo sé que es muy popular hoy en día tildarse “Apóstol” y decir que tiene las señales de Apóstol. No obstante, la Biblia dice que ya no hay más Apóstoles como los 12 y Pablo. Veamos, entonces, lo que la Biblia dice acerca de la definición de un “apóstol”.
* 3C. La definición bíblica de “Apóstol”.
Un “apóstol” es “uno enviado”. La palabra “apóstol” viene de la palabra griega_apostolos(αʆπόστολος) y quiere decir “uno enviado”. Esta definición bíblica se ve claramente en varios pasajes de la Biblia, como en Juan 13.16 donde vemos la misma palabra griega (apostolos) traducida como “el enviado”.
De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado [apostolos] es mayor que el que le envió. [Juan 13.16, énfasis y comentario del autor].
En Mateo 10 vemos que los 12 “discípulos” llegaron a ser “apóstoles” cuando fueron enviados con la misión de predicar el evangelio del reino a Israel.
Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce apóstoles [apostolos] son estos... A estos doce envió [apostelo] Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis. [Mat 10.1-5, énfasis y comentarios del autor].
Así que, la definición más básica de “apóstol” es “uno enviado con una misión”.
Hoy día usamos la palabra “misionero” de la misma manera. Y de hecho, las palabras “misionero” y “apóstol” son iguales en definición, sólo es que una (misionero) viene del latín y la otra (apóstol) viene del griego. Fuera de esta diferencia, las dos palabras son muy parecidas en definición. Sin embargo, la Biblia lleva esta definición general un poco más allá de sólo, “uno enviado”. Hay tres diferentes maneras de que se usa el término “apóstol” en la Biblia.
Primero, Cristo Jesús es “Apóstol”.
Jesucristo se llama el Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra profesión.
Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús. [Heb 3.1].
En este sentido, el Señor es único. No hay otro Apóstol como Él y nunca habrá otro. Cristo fue enviado por el Padre con la misión especial y única de conseguir la eterna redención por nosotros. Fue “una vez para siempre”, entonces no esperamos a ningún otro “Apóstol” como Él.
Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. [Heb 9.11-12, énfasis del autor].
En segundo lugar, los misioneros son “apóstoles”.
En este sentido de la palabra, el “apóstol” es lo que llamaríamos hoy día un “misionero”. Es uno enviado por una iglesia local (por ejemplo: Hech 13.1-4), con la misión de predicar el evangelio, empezar iglesias y establecer líderes en cada una de ellas para que puedan funcionar independientemente. El “apóstol” (misionero) lleva a cabo su misión en los lugares a donde el evangelio todavía no ha llegado. En este contexto, la obra de Pablo sirve como un ejemplo (no las señales de su ministerio, ni su llamamiento especial, sino su obra de misionero).
Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno, sino, como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; Y los que nunca han oído de él, entenderán. [Rom 15.20-21].
No nos gloriamos desmedidamente en trabajos ajenos, sino que esperamos que conforme crezca vuestra fe seremos muy engrandecidos entre vosotros, conforme a nuestra regla; y que anunciaremos el evangelio en los lugares más allá de vosotros, sin entrar en la obra de otro para gloriarnos en lo que ya estaba preparado. [2Cor 10.15-16].
El Libro de Tito también sirve como un ejemplo de las últimas etapas de la obra misionera cuando se está estableciendo el liderazgo en las nuevas iglesias.
Hay varias personas en la Biblia que se llaman “apóstoles” en este sentido de la palabra. Son “misioneros”. Bernabé se llama “apóstol” en Hechos 14.14. Jacobo, el hermano de Jesús, era un “apóstol” (Gal 1.19). Andónico y Junias podrían haber sido apóstoles (Rom 16.7). En nuestros días este tipo de “apóstol”, el misionero, todavía forma parte del conjunto de líderes que Dios dio como dones a la Iglesia.
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, [Ef 4.11-12, énfasis del autor].
Así que, uno podría decir que, en este sentido de la palabra, todavía hay “apóstoles” en la Iglesia hoy día. Son los misioneros que se envían a otros países y a otras culturas para alcanzar a los que nunca han oído de Jesucristo antes. Sin embargo, ellos no son iguales a los 12 Apóstoles o al Apóstol Pablo. Por esto es mejor usar el término “misionero” al referirse a estos “apóstoles”, para evitar la confusión con el siguiente grupo de enviados.
En tercer lugar, los 12 y Pablo son “Apóstoles”.
La palabra “apóstol” en la Biblia a menudo se refiere a los 13 hombres específicamente llamados por el Señor para anunciar el nuevo mensaje del Nuevo Pacto. A menudo trato de distinguir estos “Apóstoles” de los otros “apóstoles” que son misioneros por el uso de la mayúscula. Es una distinción que no se usa en la Biblia, pero para evitar confusión cuando estoy escribiendo, siempre trato de referirme a los 12 y Pablo como “Apóstoles” (con “A” mayúscula) y a los demás misioneros (en la Biblia) como “apóstoles” (con “a” minúscula).
Estos Apóstoles únicos y especiales son los siguientes: Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó. [Mat 10.2- 4].
Por supuesto Judas dejó de formar parte del equipo y Dios lo reemplazó con Matías (y note que, sí, fue la elección de Dios a través de la suerte; Dios contestaba a los hombres bajo el Antiguo Testamento de esta manera, y en Hechos 1 todos los judíos estaban todavía funcionando según la ley y lo que sabían de los escritos del Antiguo Testamento).
Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado… [Hech 1.26].
La suerte se echa en el regazo; Mas de Jehová es la decisión de ella. [Prov 16.33].
La suerte pone fin a los pleitos, Y decide entre los poderosos. [Prov 18.18].
Hay que entender que Pablo no reemplazó a Judas. Él es diferente y distinto de los 12, y aun él mismo lo dice. Hablando de los otros Apóstoles, Pablo se refiere a “los doce” sin incluirse a sí mismo.
Y que apareció a Cefas, y después a los doce. [1Cor 15.5].
Pablo no formaba parte de los 12 Apóstoles judíos porque su apostolado fue muy diferente. Como ya hemos visto, los 12 fueron enviados únicamente a la nación de Israel (por ejemplo: Mat 10.5-6). Sin embargo, debido al rechazo del mensaje de los 12 por los judíos, Dios llamó a Pablo para ir a los gentiles y levantar la Iglesia entre ellos.
Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles), y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. [Gal 2.7-9].
No obstante, aunque Pablo no formaba parte de los 12, él sí formaba parte de este grupo especial de “Apóstoles” (con mayúscula). Él no era otro misionero común y corriente. Eran tan especial y tan único como los otros 12 Apóstoles a la nación de Israel.
Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. [1Cor 15.7-9; aunque era el más pequeño, todavía era llamado apóstol].
Me he hecho un necio al gloriarme; vosotros me obligasteis a ello, pues yo debía ser alabado por vosotros; porqueen nada he sido menos que aquellos grandes apóstoles, aunque nada soy. Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros. [2Cor 12.11- 12, énfasis del autor].
Estos 13 Apóstoles, entonces, son únicos en toda la historia de la Biblia. No ha habido otro Apóstol como ellos porque nadie ha podido (y nadie podrá) llenar los requisitos para ser un Apóstol como ellos.
Considere los siguientes cuatro requisitos de un “Apóstol” (con mayúscula).
* 3D. El ministerio único de los “Apóstoles”.
_ En primer lugar, los 13 Apóstoles fueron escogidos específicamente por Cristo mismo.
Cristo escogió a los 12 (Luc 16.13-16), a Matías para reemplazar a Judas (a través de la suerte) y a Pablo también (Gal 1.1 conHech 9.15 y 22.21). Este es el primer requisito, entonces, de ser Apóstol. Uno tiene que haber sido llamado personalmente por el Señor Jesucristo.
_ En segundo lugar, todos los 13 Apóstoles vieron a Jesucristo resucitado.
Pedro reconoció este requisito cuando estaban por echar suertes para reemplazar a Judas.
Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección. [Hech 1.21-22].
Para ser Apóstol como los 12 o Pablo, entonces, uno tiene que haber sido testigo ocular de la resurrección de Cristo Jesús. Los 12 Apóstoles a la nación de Israel fueron, por supuesto, testigos oculares de la resurrección de Cristo (1Cor 15.4-5). Después de Su resurrección, Cristo Jesús apareció también a Pablo, (1Cor 9.1 con Hech 9.3, 6, 17).
En este punto de los requisitos de los Apóstoles, es sumamente importante fijarnos en lo que la Biblia dice ya tomarlo literalmente.
Y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. [1Cor 15.8].
En el contexto de hablar acerca del Señor apareciéndose después de Su resurrección (un requisito de ser “Apóstol” según Hech 1.22), Pablo dice que él fue el último de todos. El Señor resucitado apareció a Pablo y Pablo fue el último para recibir este llamamiento a ser Apóstol. Después de Pablo, no hay más porque Cristo no ha aparecido a ningún otro. Todos los demás de Pablo que dicen que el Señor les ha aparecido son mentirosos y falsos profetas. Contradice la clara verdad de la Biblia que dice que Pablo fue el último de todos.
_ En tercer lugar, los 13 Apóstoles recibieron su mensaje a través de la revelación directa de Dios, en vez de ser enseñados por los hombres.
Por esto, sus escritos tienen la misma autoridad que los de los profetas del Antiguo Testamento.
Para que tengáis memoria de [1] las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y [2] del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles. [2Ped 3.2, numeración por el autor].
Dios dio el Antiguo Testamento a través de los “santos profetas” y luego dio Su Nuevo Testamento por “vuestros apóstoles”. Así que, los Apóstoles fueron los instrumentos de Dios para escribir la revelación que Dios les dio directamente. Y lo que escribieron es de igual autoridad (o sea, es también “inspirada”) como el Antiguo Testamento (los escritos de los “santos profetas”). Los 12 Apóstoles recibieron su mensaje directamente de Dios (del Señor Jesucristo).
Y [Jesús] les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras [Luc 24.44-45, comentario del autor].
Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección. Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. [Hech 1.21-23].
Pablo también recibió su nuevo mensaje directamente de Dios (Ef 3.1-7).
Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo. [Gal 1.11-12].
Hoy en día no recibimos la revelación directa como ellos durante la época de los Apóstoles (el primer siglo). Hoy podemos entender la revelación de ellos leyéndola.
Que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo. [Ef 3.3-4].
Vea el proceso de la preservación de la revelación de Dios en este pasaje. Primero, Dios le dio a Pablo la revelación directa y él la escribió. Hoy día, leemos lo que él escribió (la Escritura) y podemos entender la misma revelación. No necesitamos la revelación directa porque tenemos algo mucho más seguro: la revelación escrita, la Palabra de Dios, la Escritura, la Biblia.
Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo. Tenemos también la palabra profética más segura [que la voz audible de Dios; que la revelación directa de Dios], a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones. [2Ped 1.18-19, énfasis y comentario del autor].
Así que, los escritos de los Apóstoles son tan inspirados como las “otras Escrituras” del Antiguo Testamento.
Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermanoPablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. [2Ped 3.15-16].
Al decir “las otras Escrituras” Pedro está elevando las epístolas de Pablo al mismo nivel de inspiración y autoridad que tiene el Antiguo Testamento (las “otras Escrituras”). Nadie hoy en día puede decir que está recibiendo revelación directa de Dios que tiene la misma autoridad e inspiración que la Escritura (2 Tim 3.15-17). Jamás. El canon de la Escritura cerró con el Libro de Apocalipsis. Después de entonces, no hay más revelación directa porque no hay necesidad (lo tenemos todo) y también no hay más “Apóstoles”.
Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro. [Apoc 22.18-19].
Así que, la próxima vez que usted oiga a alguien decir, “Dios me dijo”, recuerde este pasaje de Apocalipsis 22. Es una mentira si la persona no se refiere a algo que Dios le “dijo” en la Escritura. Dios no da revelación directa hoy en día. La revelación directa se acabó con los Apóstoles.
_ En cuarto lugar, los 13 Apóstoles tenían señales especiales para confirmar su nuevo mensaje delante de los israelitas.
Los 11, y probablemente Matías luego, recibieron cinco “prodigios y milagros”, capacidades sobrenaturales que servirían de señales para confirmar su nuevo mensaje. Esto es lo que vimos antes en Marcos 16.14-20. Pablo también recibió estas mismas “señales de Apóstol” (señales, prodigios y milagros; 2Cor 12.11-12) para lograr lo mismo: confirmar su “apostolado” (que él era realmente el nuevo mensajero de Dios con un nuevo mensaje de parte de Dios). Las señales de confirmación, entonces, fueron dadas a los Apóstoles y por esto ellos tenían un ministerio único en toda la historia bíblica.
* 3E. Las señales de los Apóstoles.
3 ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron,
4 testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad. [Heb 2.3-4].
Las señales de confirmación fueron dadas a los Apóstoles, a los que “oyeron” al Señor cuando Él anunció primeramente la salvación durante Su primera venida. Y aunque hay ocasiones aisladas en la Biblia donde vemos las señales manifestadas a través de otros (que no son Apóstoles), es a menudo una situación contactada con los Apóstoles (o sea, en la presencia de ellos). La manifestación de las señales de Apóstol es siempre para confirmar el nuevo mensaje de Dios a través de los Apóstoles y delante de los judíos (1Cor 1.22).
Vea lo que dice el pasaje arriba de Hebreos 2.3-4 acerca de las señales de confirmación. La primera cosa que hemos de notar es el pronombre “nosotros”. La carta se llama “La epístola a los hebreos”, entonces en este contexto el pronombre “nosotros” se refiere a los hebreos (a los judíos), no a los gentiles, ni a los cristianos. Por lo tanto, otra vez vemos la verdad de 1Corintios 1.22, que las señales de confirmación son únicamente para Israel.
Hebreos 2.3-4 se trata del mensaje de salvación (v3) que el Señor Jesucristo predicaba durante Su ministerio público en Israel durante Su primera venida. Este mismo mensaje de salvación para Israel (ojo: “para Israel”; Mat 1.21) fue anunciado y confirmado también “por los que oyeron”.
Los que oyeron directamente el nuevo mensaje que el Señor Jesucristo predicaba fueron los Apóstoles (ver el tercer requisito de Apóstol arriba). En el siguiente versículo (v4), vemos la clave para entender las señales de confirmación. Dios confirmó este mensaje testificando juntamente con ellos (únicamente con ellos, los que oyeron personalmente a Jesús, los Apóstoles) con “señales y prodigios y diversos milagros” además de varios repartimientos del Espíritu que también servían por señal a los judíos (por ejemplo: Hech 8.17).
Pablo usa la misma frase cuando define las “señales de Apóstol” en 2Corintios 12.12. Vea los dos pasajes juntos.
Testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad. [Heb 2.4, énfasis del autor].
Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros. [2Cor 12.12, énfasis del autor].
Las señales de Apóstol son “señales, prodigios y milagros” que confirman el nuevo mensaje a través de los nuevos mensajeros, los Apóstoles.
Observe también que Dios testifica “juntamente con ellos” con estas señales (Heb 2.4). La palabra importante aquí es “con”, porque no es siempre “a través de” ellos. Vemos las señales de confirmación manifestarse principalmente (casi siempre) en y a través de los Apóstoles, los 12 y Pablo (Hech 2.43; 5.12). Sin embargo, a veces vemos las señales de Apóstol manifestarse en la presencia de ellos (o sea, “con” ellos) pero no directamente a través de ellos (Hech 6.8; 8.4-7; 10.44-46). De todos modos, siempre sirven para confirmar “con ellos” (los Apóstoles) el nuevo mensaje que ellos están anunciando.
Esto explica por qué vemos unos de los “dones de señal” en el Libro de 1Corintios. Por ejemplo:
Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. [1Cor 12.28, énfasis del autor].
Primero, entienda el contexto histórico de 1Corintios. Pablo escribió esta carta entre 55 y 60 d.C., durante los acontecimientos de Hechos 19. Entonces, históricamente él y los corintios estaban todavía dentro de la época de los Apóstoles y Dios estaba todavía testificando de la veracidad del nuevo mensaje “juntamente con ellos” (Heb 2.4, con los Apóstoles) con señales, prodigios y milagros. Puesto que había muchos judíos en la ciudad de Corinto (Hech 18.1-8), según 1Corintios 1.22 había también una gran necesidad de señales para convencerles de que el nuevo mensaje era verdaderamente de Dios.
Por todo esto, y también por el hecho de que el mismo Apóstol Pablo estuvo allá por un año y medio (Hech 18.9-11), vemos una fuerte manifestación de señales allá. Hay que entender también que mucho de lo que se hacía en la iglesia de los corintios no era correcto. Pablo tuvo que regañarles y corregirles constantemente porque no entendían el uso correcto de las señales y por esto estaban siempre mezclando sus creencias paganas con las manifestaciones de las señales de confirmación.
Un ejemplo de esto es la cuestión de “lenguas” y “lenguas desconocidas” que vemos en 1Corintios 14. Históricamente la señal de lenguas (idiomas conocidos) estaba en manifestación cuando Pablo escribió este capítulo. Pero, los corintios metieron su práctica pagana de hablar en “lenguas desconocidas” (se ponían en un estado eufórico y hablaban incoherentemente) y por esto Pablo tuvo que corregirlos. De todos modos, estas señales de confirmación (las “señales, prodigios y milagros”) se acabaron cuando terminó la época de los Apóstoles. Así que, hemos de tomarlo todo en su debido contexto y tomando en cuenta el contexto histórico de 1 Corintios nos ayuda a saber por qué vemos las señales de confirmación en una carta de Pablo a una iglesia de (principalmente) gentiles.
Volviendo a lo que dice Hebreos 2.4, puesto que Dios testificó “con ellos” (los Apóstoles) con las señales de confirmación, una vez que ellos se fueron (cuando murieron), se acabó la manifestación de las señales de ellos. Puesto que la Biblia dice que Dios testificó “con ellos” con señales, prodigios y milagros (no con nadie más, sino sólo con ellos), cuando ellos ya no están aquí, tampoco las señales. Las señales de Apóstol se fueron cuando se fueron los Apóstoles.
“Con ellos” (mientras que vivían y ministraban en su oficio de Apóstol) vemos la manifestación de las señales de confirmación que Dios les dio a ellos (Mar 16.17-18). “Sin ellos” (después de su muerte) no hay manifestaciones legítimas de estas señales de parte de Dios, porque Él testificó juntamente “con ellos”, con los Apóstoles, no con nadie más. Los demás son falsos apóstoles que fingen ser los Apóstoles de Dios para engañar a la gente.
Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras. [2Cor 11.13-15].
* 3F. La conclusión.
Así que, vemos el mismo propósito de las señales en el ministerio de los Apóstoles que vimos en el ministerio de Moisés (Exod 4.1-9, 29-31) y en el de Jesucristo (Hech 2.22).
Las señales en la Biblia son para confirmar el nuevo mensaje de Dios a través del nuevo mensajero de Dios, delante del pueblo escogido de Dios, Israel.
Las señales de confirmación que Dios dio a los Apóstoles son las cinco que se mencionan en Marcos 16.17-18.
1. Echar fuera demonios.
2. Hablar en nuevas lenguas.
3. Manejar serpientes sin daño.
4. Beber cosas mortíferas sin daño.
5. Sanar por la imposición de manos.
Son “señales de Apóstol” porque no son para todos los cristianos durante toda la historia de la Iglesia (2Cor 12.12). Fueron únicamente para los Apóstoles (con “A” mayúscula; no los “apóstoles” que eran simplemente misioneros) durante la época de los Apóstoles. Puesto que Dios testificó juntamente “con ellos” (con los Apóstoles; Heb 2.3-4) con estas señales que confirmaron su mensaje, cuando ellos se fueron de la escena, también se fueron las señales de ellos.
Así que, las señales de Apóstol o terminaron en Hechos 28.28, cuando terminó la época de los Apóstoles, o terminaron alrededor del año 95 d.C. con la muerte del último Apóstol, Juan. De todos modos, hoy día estas señales no están en manifestación porque no estamos viviendo en la época de los Apóstoles.
Todo esto, sin embargo, nos deja con una duda. ¿Qué hay, entonces, de las “señales, prodigios y milagros” que se ven hoy día en las iglesias cristianas? Es obvio que hay ciertas manifestaciones de “lenguas”, de sanidades, de echar fuera demonios y, supuestamente, de diversos repartimientos del Espíritu Santo.
¿Qué dice la Biblia acerca de todo esto?.
LA IGLESIA DE HOY Y LAS SEÑALES DE CONFIRMACIÓN: UNA FALSIFICACIÓN PELIGROSA.
En general: ¡Hay falsos apóstoles!.
13 Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo.
14 Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.
15 Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras. [2Cor 11.13-15].
Pablo lo dice claramente: hay falsos “apóstoles” en la Iglesia. Había falsos apóstoles en sus días (durante el primer siglo) y hay falsos apóstoles en nuestros días también. Ellos “se disfrazan como apóstoles de Cristo”. Ahora, aplique lo que ha aprendido hasta ahora en este estudio de las señales. ¿Cuáles son las características de un “apóstol de Cristo” (un “Apóstol”, con “A” mayúscula)?.
1. Los Apóstoles fueron todos escogidos por Jesucristo personalmente.
2. Los Apóstoles vieron a Jesucristo resucitado.
3. Los Apóstoles recibieron su mensaje a través de la revelación directa de Dios.
4. Los Apóstoles tenían señales especiales para confirmar su nuevo mensaje.
Fueron las cinco señales de confirmación que se mencionan en Marcos 16.17-18.
Entonces, cuando vemos a alguien hoy que dice que tiene una de estas características, debemos probarlo. Si alguien dice que ha recibido una revelación directa (“una palabra del Señor” o el famoso “Dios me dijo”, etc.), según la Biblia usted debe probarlo. Si alguien dice que ha visto a Jesucristo resucitado (en visiones, sueños o algo de este estilo), hay que probarlo. Si alguien dice que tiene las señales de Apóstol como el “don” de hablar en lenguas, el don de sanidad, la capacidad de echar fuera demonios o el poder de los diversos repartimientos del Espíritu, debemos probarlo.
Tenemos que probarlos porque, en primer lugar, Dios nos manda hacerlo. No es una cuestión de “ser amable” o “no juzgar para que no sea juzgado”, (una aplicación sumamente torcida de Mat 7.1). Es una cuestión de obediencia y de sumisión. Dios le mandó hacerlo y si usted no lo hace, está en pecado.
Examinadlo todo; retened lo bueno. [1Tes 5.21].
Debemos probarlos porque todo lo “espiritual” no es siempre de Dios. No todos los “profetas” en este mundo no son de Dios. Entonces, pruébelo todo para ver si es de Dios o no.
Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. [1Jn 4.1].
Hay que probarlos porque hay líderes en la Iglesia (pastores, “pastoras”, autores, conferencistas, “teleevangelistas”, etc.) que se dicen ser Apóstoles, pero no lo son.
Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; [Apoc 2.2].
Hoy en día el que se dice ser “Apóstol” es realmente un mentiroso. Sólo fueron 13 los Apóstoles que tuvieron las señales de Apóstol. Todos los demás son los falsos apóstoles de los cuales Pablo escribió en 2 Corintios 11.13-15.
Ahora, hay tres pruebas principales a las cuales podemos sujetar a alguien que se dice ser “Apóstol”. Cualquiera que dice que tiene una de las señales (“dones”) de Apóstol en Marcos 16.17-18 debe ser probado según lo siguiente. Cualquier líder en el cristianismo dice que es un “Apóstol” como los 12 o Pablo, debe ser juzgado según estas tres pruebas. Si falla (y todos fallan), es un falso apóstol.
* 3G. Las pruebas: ¡Examinarlo todo!.
* 1ª. La primera prueba: La Biblia.
¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido. [Isa 8.20].
No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio. [Juan 7.24].
El Señor Jesucristo nos dice que no debemos juzgar según la apariencia. “Las apariencias” en Juan 7.24 se refiere a lo que uno aparenta o lo que uno ve por fuera de una cosa o de una persona. Pablo ya nos avisó en 1Corintios 11.13-15 que hay y habrá gente que “se disfraza” como Apóstol. O sea, siempre va a haber gente que pone una “apariencia” de Apóstol para engañar a los demás. Entonces, no podemos confiar en lo que nuestros ojos ven.
Cristo dice que en vez de juzgar según las apariencias (lo que vemos por fuera), debemos juzgar “con justo juicio”. Este “justo juicio” (según la Biblia) es la Palabra de Dios, la Escritura (Sal 19.9-10 con Sal 119.72, 127; Sal 119.7, 62, 75, 106, 164; Rom 2.5 con Juan 12.48).
Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros? [Deut 4.8].
A medianoche me levanto para alabarte Por tus justos juicios. [Sal 119.62].
Ya hemos visto lo que la Biblia dice acerca de las “señales de Apóstol”, entonces tenemos una “vara de medir” con la cual podemos (y debemos) “medir” a cada uno que dice que tiene estas señales, prodigios, milagros y repartimientos del Espíritu Santo.
Recuerde la definición del propósito de estas señales que hemos visto tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. Las señales de Apóstol son para confirmar el nuevo mensaje de Dios (y hoy nuestro mensaje lleva alrededor de 2.000 años; ¡ya no es nuevo!) a través del nuevo mensajero de Dios (ha habido cristianos sobre la tierra ya por casi 2.000 años; ¡no es nada nuevo!) delante del pueblo de Israel.
La Biblia dice repetidas veces que las señales de confirmación (las señales, prodigios, milagros y repartimientos del Espíritu que Dios les dio a los Apóstoles) son para Israel y únicamente para Israel.
Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; [1Cor 1.22-23].
Las señales de Apóstol no son ni para los gentiles, ni para los cristianos en la Iglesia, el Cuerpo de Cristo. Entonces, use lo que la Biblia dice y juzgue a los que dicen que tienen estas señales de Apóstol. Según el propósito bíblico de ellas, los que hoy día se dicen ser Apóstoles, son falsos apóstoles que se están disfrazando como los Apóstoles de Cristo, pero no lo son.
Estos falsos apóstoles, al decir que tienen las señales que Dios le dio únicamente a Israel, están robándoles a los judíos sus promesas. Dios les prometió a los israelitas las señales, no a ningún otro de ninguna otra nación.
¿O ha intentado Dios venir a tomar para sí una nación de en medio de otra nación, con pruebas, con señales, con milagros y con guerra, y mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores como todo lo que hizo con vosotros Jehová vuestro Dios en Egipto ante tus ojos? [Deut 4.34; la respuesta: ¡No!].
Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. [Apoc 2.9, énfasis del autor].
* 2ª. La segunda prueba: El fruto.
15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.
18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.
19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.
20 Así que, por sus frutos los conoceréis. [Mat 7.15-20, énfasis del autor].
Jesucristo avisa acerca de los falsos profetas que se disfrazan como ovejas (creyentes) pero que no lo son (v15). Esto es lo mismo que vimos en 1Corintios 11.13-15 en cuanto al peligro de sólo juzgar según las apariencias. Por lo que se ve por fuera, estos falsos profetas se ven como “creyentes” (ovejas), pero Cristo dice que adentro son lobos rapaces y le harán mucho daño. Así que, la exhortación es la misma: (v16) ¡Pruébelos! Júzguelos según el fruto que usted puede ver por fuera.
La Biblia dice que Dios mira el corazón del hombre, pero nosotros no podemos hacer esto (1Sam 16.7). Nosotros tenemos que mirar lo que está delante de nuestros ojos. Es lo que Cristo está diciendo en este pasaje de Mateo 7. Por el fruto de la vida de alguien, usted puede saber qué es, puede conocerlo.
En Mateo 7.18 Cristo dice que el fruto es una prueba indubitable porque uno “no puede” falsificar el fruto que hay en su vida. Se puede falsificar los dones y aun las señales (y de hecho lo hacen muy a menudo). Entonces, ni siquiera podemos confiar en esto. O sea, aun el hecho de que “algo real pasó” en un servicio Pentecostal (alguien sintió algo, otro se sanó, uno habló en lenguas, etc.) no es una prueba de que es de Dios, que es lo verdadero.
Pero Cristo dice en Mateo 7.18 que nadie puede falsificar el fruto, entonces es una de las pruebas que nunca falla. Busque, entonces, el fruto del Espíritu en la vida del que se dice ser “Apóstol”. Busque el fruto del Espíritu en la vida del que dice que tiene una o más de las señales de Apóstol. Busque lo siguiente, porque Cristo dijo que era una prueba indubitable del Espíritu Santo.
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. [Gal 5. 22-23].
Si es un falso apóstol, un falso profeta o un falso maestro, no va a manifestar este fruto en su vida. Y no se fije en su vida “pública” en la tarima o por televisión. Más bien, ¿cómo es su vida real, su vida “normal”? . ¿Se manifiesta el fruto del Espíritu o el fruto de 2 Timoteo 3. 1-8?.
1 También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos.
2 Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,
3 sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno,
4 traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios,
5 que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.
6 Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias.
7 Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad.
8 Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe. [2Tim 3.1-8, énfasis del autor].
En los postreros días de la época de la Iglesia (v1; son los días en que nosotros vivimos; ver mi estudio sobre los eventos por venir en mi libro de Preceptos de la madurez) habrá hombres (v2) que se disfrazarán como obreros de Cristo (v5), pero no lo son. Han dejado la fe y siguen a los espíritus engañadores.
Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios. [1Tim 4.1].
Cristo dice que podemos conocer el árbol por el fruto que vemos. Está bien, analicemos “el árbol”.
entonces. Lea la lista arriba otra vez y piense en su “tele-evangelista favorito”. Mida con esta lista al pastor (¡a la pastora!), al líder o al conferencista que usted ha oído decir que tiene el “don de sanidad” o diferentes “repartimientos del Espíritu Santo”. Por el fruto los conocerá. Saquemos sólo un ejemplo de entre todos de la lista de 2Timoteo 3.1-8.
Pensemos en el fruto de la avaricia. El versículo 2 dice que estos falsos apóstoles son “avaros”. La avaricia es el afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas. Es el “amor al dinero” de 1Timoteo 6.10. ¿Será que hay algunos líderes (¡algunas líderes!) en el cristianismo que están usando las “señales, prodigios, milagros y repartimientos del Espíritu Santo” como fuente de ganancia económica? ¡Obvio! Usan la Biblia como les da la gana, sacando versículos fuera de su debido contexto y usándolos para decirle lo que quieren. Y lo hacen para “medrar”.
Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo. [2Cor 2.17].
Medrar es mejorar su fortuna aumentando sus bienes o su reputación. Hay gente (¡y mucha!) en el cristianismo que sólo “usa” la Biblia para fines económicos, para sacarle plata a la gente. Entonces, cuando usted ve a alguien en el cristianismo que sólo pide plata y predica sobre los diezmos y ofrendas, ¡ya sabe qué tipo de árbol es! Por el fruto lo conoce. No es superdifícil. Fíjese en el fruto para ver si es de Gálatas 5.22-23 o si es de 2Timoteo 3.1-8 (otra buena lista es la de Gal 5.19-21, las obras de la carne). Si quiere estudiar más acerca de lo que la Biblia dice acerca de estos falsos maestros, puede empezar con el segundo capítulo de 2Pedro y también el Libro de Judas.
Volvamos a nuestro análisis de 2Timoteo 3.1-8. El último versículo debería llamarnos mucho la atención. En este versículo Dios nos lleva otra vez a la vuelta a este asunto de las señales, prodigios y milagros. Estos falsos apóstoles resisten la verdad de la Biblia y hacen su engaño “de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés”. Janes y Jambres eran dos de los hechiceros de Faraón durante el tiempo del éxodo de Israel de Egipto. Si los falsos maestros de nuestros días resisten la verdad de la Biblia de la misma manera que estos dos hechiceros resistieron a Moisés, ¿como era?.
Si sabemos como Janes y Jambres resistieron a Moisés, sabremos qué es lo que debemos buscar en los de hoy para ver si están resistiendo la verdad.
¡Janes y Jambres resistieron a Moisés con señales, prodigios y milagros! Primero falsificaron la señal de volver una vara en culebra (y note que Dios dice que es una “señal” en el pasaje de primera mención: Exod 4.8).
Vinieron, pues, Moisés y Aarón a Faraón, e hicieron como Jehová lo había mandado. Y echó Aarón su vara delante de Faraón y de sus siervos, y se hizo culebra. Entonces llamó también Faraón sabios y echiceros, e hicieron también lo mismo los hechiceros de Egipto con sus encantamientos; pues echó cada uno su vara, las cuales se volvieron culebras; mas la vara de Aarón devoró las varas de ellos. [Exod 7.10-12].
Luego falsificaron el prodigio de convertir el agua en sangre.
Y Moisés y Aarón hicieron como Jehová lo mandó; y alzando la vara golpeó las aguas que había en el río, en presencia de Faraón y de sus siervos; y todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre. Asimismo los peces que había en el río murieron; y el río se corrompió, tanto que los egipcios no podían beber de él. Y hubo sangre por toda la tierra de Egipto. Y los hechiceros de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos; y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó; como Jehová lo había dicho. [Exod 7.20-22, énfasis del autor].
Por último falsificaron el milagro de hacer venir ranas sobre la tierra de Egipto.
Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto. Y los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto. [Exod 8.6-7, énfasis del autor].
¡No se deje engañar por las apariencias, ni siquiera por señales, prodigios y milagros porque se pueden falsificar! Cristo dice que debemos juzgar el árbol por el fruto que vemos en él. Saque la lista de 2Timoteo 3. 1-8, el fruto del falso maestro, y júzguelo según lo que la Biblia dice. Por el fruto sabrá qué tipo de “árbol” es porque, aunque se pueden falsificar las señales, no se puede falsificar el fruto.
No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. [Mat 7.18, énfasis del autor].
* 3ª. La tercera prueba: La falla.
20 El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá.
21 Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no ha hablado?;
22 si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él. [Deut 18.20-22].
La prueba final de alguien que dice ser “profeta” o “Apóstol” es que no habrá falla en su ministerio. No estamos hablando de equivocarse con una decisión o con la interpretación de un pasaje de la Biblia. Somos seres humanos y vamos a cometer errores. Este pasaje va mucho más allá de lo que es un error “inocente” de un creyente tratando de servirle a Dios lo mejor que pueda. Entonces, para entender lo que estamos leyendo aquí, tenemos que tomar este pasaje de esta prueba de la falla en su debido contexto.
Note cual capítulo es: Deuteronomio 18. Ya hemos visto un par de versículos en este capitulo antes. Los versículos 15 y 18 son los que contienen la profecía y la promesa del Profeta “como Moisés”. Vimos esto antes en el contexto de las señales de confirmación en el ministerio de Jesucristo, el que cumplió con esta profecía. Entonces, Deuteronomio 18.20-22 se trata de lo mismo que hemos venido estudiando aquí: las señales que confirman el nuevo mensaje de Dios a través del nuevo mensajero que Dios envió a Israel.
La prueba de este pasaje, entonces, se aplica tanto a Moisés (Exod 4.1-9), como Jesucristo (el Profeta “como Moisés”; Hech 1.22) y también los Apóstoles en el Libro de Hechos (Mar 16.17-18; 2Cor 12.12) y cualquier otro que quiere decirse “Apóstol” (2Cor 11.13-15; 2Tim 3.1-8; 2Ped 2; Judas).
Entonces, hay dos maneras de las cuales podemos aplicar esta prueba a los que se dicen ser Apóstoles o los que dicen que tienen las mismas capacidades de un Apóstol (las señales, la revelación directa, etc.).
Primero que nada Deuteronomio 18.20-22 dice la prueba de la profecía de un profeta es el cumplimiento de lo que él dice. Así que, usted debe aplicar esta prueba cada vez que alguien (quien sea: pastor, pastora, teleevangelista o su vecina) dice algo como se suele decir estos días: “Dios me dijo anoche en un sueño...” o “Ayer tuve una visión y Dios me mostró que...” Si no se cumpliere lo que dice, es un falso profeta, un falso apóstol, un mentiroso tratando de engañarle. No se preocupe y no le dé pelota. Y, por favor, fíjese bien en lo que este pasaje dice.
Con una sola falla, el profeta es falso. Si alguien (quien sea) “profetiza” algo y no sucede, ya. Con esta falla, ya es un falso profeta.
Es por esto que la Biblia dice que “el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (Apoc 19.10). Todo lo que Dios dijo acerca de Él y todo lo que Él mismo dijo se cumplió o se cumplirá al pie de la letra (¡pero al pie de la letra!). Con una sola falla en una sola profecía, ya sabemos que Jesucristo no es Dios y la Biblia es una farsa. Esta es la “vara de medir” que Dios nos puso en las manos con Deuteronomio 18.20-22.
Cuando el profeta falla (y todos fallan), ya sabemos que es una farsa.
Ahora, lleve esta prueba al asunto de las señales, prodigios y milagros. Sabemos que podemos hacer esto (aunque el pasaje se trata directamente de las profecías que el profeta habla) porque el contexto tiene que ver con “el Profeta como Moisés” (Deut 18.15, 18). Ninguna señal de Moisés falló. Ninguna señal de Cristo Jesús falló. Ninguna señal de los Apóstoles falló. Con una sola falla, uno sabe que el “apóstol” es un fraude.
La señal más obvia aquí es la de la sanidad. Jesucristo sanaba a todos de toda enfermedad y de toda dolencia, sin falla (así es “la regla”: sin falla; Deut 18.20-22).
Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó [¡a todos!]. [Mat 4.23-24, énfasis y comentario del autor].
Los Apóstoles, después de recibir las señales de confirmación (Mar 16.17-18), también sanaban a todos de todo tipo de enfermedad, sin falla.
Tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados. [Hech 5.15-16].
Otras referencias al mismo hecho de sanar sin falla: Mateo 8.16-17; 9.35; 14.34-36; 15.30-31; 19.2; 21.14 (entre muchos más). Pero los falsos apóstoles de hoy día quieren echar la culpa por sus fallas a la gente porque, dicen ellos, “no tenía suficiente fe”. Basan esta herejía y esta crueldad en pasajes como el siguiente.
Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos. [Mat 13.58].
Sin embargo, no toman en cuenta el contexto de estos acontecimientos, porque en el pasaje paralelo de Marcos, la Biblia dice que cuando hay incredulidad y una falta de fe entre la gente, la única cosa que, sí, el Apóstol puede hacer es sanar.
Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando. [Mar 6. 5-6, énfasis del autor].
Cuando Cristo les entregó las señales de confirmación a Sus Apóstoles, vea lo que dice acerca de la sanidad.
Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. [Mar 16.17-18, énfasis del autor].
Un Apóstol de Cristo Jesús puede poner sus manos sobre un enfermo cualquiera (en cualquier lugar, a cualquier hora) y sanará. La Biblia no dice que se sanará si tiene suficiente fe. No. Dice que “sanarán” los enfermos porque es un don, es una señal y la promesa de Dios en Deuteronomio 18.20-22 es que no habrá falla. Con una sola falla, usted ya sabe que el “Apóstol” no es de Dios. Es un falso apóstol tratando de engañarle. Y con una falla es suficiente para demostrar que es fraude, una farsa un ministro de Satanás tratando de disfrazarse como Apóstol de Cristo (2Cor 11.13-15).
No se lo trague todo simplemente porque es “espiritual” o se tilda con el nombre “cristiano”. Pruébelo todo para ver si es, de veras, de Dios o no. Si es de Dios, ¡no habrá ni una falla, ni en lo que el “Apóstol” dice, ni en lo que él hace!.
Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. [1Jn 4.1].
Examinadlo todo; retened lo bueno. [1Tes 5.21].
Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos. [Apoc 2.2, énfasis del autor].
Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. [Apoc 2.9, énfasis del autor].

# 4. En resumen: Nuestros días de apostasía.
Para nosotros hoy en día es sumamente importante entender este asunto de los falsos apóstoles y sus “señales, prodigios, milagros y repartimientos del Espíritu”.
Tenemos que entenderlo porque estamos viviendo en los tiempos peligrosos de apostasía que se mencionan en varios pasajes del Nuevo Testamento. La Biblia dice que durante los últimos días de la época de la Iglesia, antes del arrebatamiento, habrá Falsos apóstoles que tendrán un falso mensaje y que falsificarán las señales de Apóstol (las cinco de Marcos 16.17-18).
Que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor [la segunda venida] está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía [al final de la época de la Iglesia], y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición [en la Tribulación]. [2Tes 2.2-3, énfasis y comentarios del autor].
También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. [2Tim 3.1].
Porque vendrá un tiempo en que no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. [2Tim 4.3-4].
La Biblia dice que aun el mismo Anticristo vendrá con estas “señales de Apóstol”. Él, por supuesto, es la gran falsificación del profeta de Deuteronomio 18.15 y 18.18, el que se dice ser Dios en la carne (2 Tes 2.4).
Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia. [2Tes 2.8-12, énfasis del autor].
El Anticristo viene con sus señales y prodigios para engañar a la gente que no quiere recibir el amor de la verdad (Jesucristo: Juan 14.6; La Palabra de Dios: Juan 17.17). Si alguien no quiere recibir la sana doctrina (la verdad), si aparta el oído de la Biblia (2Tim 4.3-4) para seguir lo que bien le parece (sus experiencias, visiones, revelación extra-bíblica, etc.), es presa fácil para el engaño de las señales falsificadas por los falsos apóstoles (falsos profetas, falsos maestros).
La Biblia lo dice claramente: Los que dejan la fe (la verdad, la sana doctrina, lo que la Biblia “dice”), lo harán escuchando un mensaje falso de engaño satánico.
Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios. [1Tim 4.1].
Y así son nuestros días porque son los últimos de la época de la Iglesia, justo antes del arrebatamiento y el comienzo de la Tribulación cuando “la bestia”, el Anticristo, será revelado con sus señales, prodigios y milagros.
El movimiento de “señales” en el cristianismo hoy día está simplemente preparando el camino para la llegada del Anticristo. La gente quiere ver señales, y señales se les dará.
Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. [Apoc 19.20, énfasis del autor].
Él aún tendrá el poder para resucitar a alguien de entre los muertos.
Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia... Y [el falso profeta] ejerce toda la autoridad de la primera bestia [el Anticristo] en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió. Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase. [Apoc 13.3-15].
No todo lo “espiritual” es del Espíritu Santo. No todo lo “sobrenatural” viene de Dios. Satanás también puede hacer señales, prodigios, milagros y repartimientos de “espíritu”. Lo ha hecho y lo hará, aun hasta resucitar a un hombre de entre los muertos.
Recuerde que las señales de Apóstol (Rom 15.19; 2Cor 12.12) incluyen el hablar en lenguas, la sanidad, la capacidad de echar fuera demonios (Mar 16.17-18) y también los “repartimientos del Espíritu Santo” (Heb 2.3-4; ejemplo: Hech 8.17). Hay falsos “apóstoles” en la Iglesia.
Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras. [2Cor 11.13-15].
Estos falsos “apóstoles” tienen un “disfraz” de “ministros de justicia” (ministros de Cristo), pero no lo son.
Puesto que la marca de un “Apóstol” en la Biblia es la de las “señales de Apóstol”, estos vienen con las mismas señales de confirmación que vemos en el ministerio de los verdaderos Apóstoles (Cristo, los 12 y Pablo). Está bien porque la misma Biblia ya nos dio tres buenas pruebas que forman una “vara de medir” con la cual podemos juzgar a los que se dicen (en palabra o por obras) que son Apóstoles.
* 4.1. Primero, podemos juzgarlos con el “justo juicio” de la Escritura.
porque ya vimos el propósito bíblico de las señales. Sirven para confirmar el nuevo mensaje de Dios que Él está enviando a Israel a través de un nuevo mensajero.
Así que, si el “apóstol” con sus “señales” no cabe dentro de los parámetros de este propósito, sabemos que no es de Dios. Es un falso profeta. Y honestamente, con esta prueba sabemos que todos los que hoy día dicen que tienen señales (lenguas, sanidad, echar fuera demonios, repartimientos del Espíritu Santo) o son mentirosos tratando de engañar a la gente o son engañados siguiendo una falsa doctrina en estos días de apostasía.
* 4.2. La segunda prueba es la del fruto.
Fíjese en el fruto de las vidas y de los ministerios de los que se dicen ser “apóstoles” o de los que dicen que tienen las señales de Apóstol. Busque el fruto del Espíritu (Gal 5.22- 23).
Busque también las obras de la carne (Gal 5.19-21) o el “fruto” de los falsos maestros que vimos en 2Timoteo 3.1-8. Cristo dijo que podemos conocer el árbol por su fruto porque nadie puede (nadie tiene la capacidad de) falsificar el fruto. Lo que uno es adentro siempre sale para afuera.
* 4.3. En tercer lugar, la última prueba que vimos fue la de una sola falla.
Según Deuteronomio 18.20-22, con una sola falla en una profecía o en una señal (como, por ejemplo, la sanidad), ya sabemos que el hombre o la mujer es un fraude y una farsa. Un verdadero Apóstol nunca falla ni siquiera una sola vez.
Así que, ¡pruébelos! No se deje engañar. Examínelo todo y retenga sólo lo bueno. Las “señales de Apóstol” se pueden falsificar. Satanás puede hacerlas. El Anticristo las puede hacer. Aun los demonios pueden hacer señales (Apoc 16.14).
Las señales, prodigios y milagros no son una prueba de que Dios está con alguien (Mat 7.22-23). Ya ha sido avisado y enseñado. Ya sabe lo que la Biblia dice.
Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. [Mat 24.24-25; ver también: Mar 13.22].
* 4.4. CONCLUSIÓN.
¿Debemos buscar las señales de confirmación (las “señales de Apóstol”) hoy en día en la Iglesia?
Bueno, recuerde el propósito bíblico de las señales: Las señales en la Biblia son para confirmar el nuevo mensaje de Dios a través del nuevo mensajero de Dios, delante del pueblo escogido de Dios, Israel.
* En primer lugar, no somos judíos (Israel) para tener derecho de pedir señales. La gran mayoría de los cristianos en la Iglesia es gentil de descendencia física (Hech 28.28) y Dios no prometió a ningún gentil las señales de confirmación (Deut 4.32-34; 1Cor 1.22).
Además, una vez que un gentil cree el evangelio y se convierte a Cristo, ya es una nueva criatura (2Cor 5.17). Ya no es ni gentil ni judío (Gal 3.28), sino hijo de Dios (Juan 1.12). Dios tampoco nos prometió a nosotros, los cristianos (los hijos de Dios), las señales de confirmación (1Cor 1.22-23).
* En segundo lugar, hoy el mensaje de Dios no necesita más confirmación. Dios confirmó el nuevo mensaje a través de Sus nuevos mensajeros, delante de Israel en el primer siglo. La revelación del nuevo mensaje terminó alrededor de 95 d.C. cuando Juan escribió el último libro de la Biblia, Apocalipsis.
Hoy, después de más de 1.900 años de historia, no hay necesidad de más confirmación. Ya no es un “nuevo” mensaje. Las señales del primer siglo confirmaron el nuevo mensaje (Heb 2.3-4). El mensaje “fue” confirmado por las señales que los Apóstoles hicieron (las que hicieron los que oyeron a Jesucristo). Entonces, no hay necesidad de más confirmación.
Así que, la única explicación que nos queda por la manifestación de señales, prodigios, milagros y repartimientos del “espíritu” en la Iglesia hoy en día es que son falsificaciones. Los que dicen que tienen estos “dones de señal” son falsos apóstoles (2Cor 11.13-15), falsos maestros (2Ped 2.1) y falsos profetas (1Jn 4.1). Dios nunca jamás prometió (ni entregó) ninguna señal de confirmación ni a los gentiles ni a la Iglesia. Las señales de Dios son únicamente para Israel.
Entonces, el desorden de “señales” que se ve en muchas iglesias hoy no es de Dios. Usa una falsificación y un gran peligro.
Entonces, ¿qué debemos hacer a la luz de todo esto?
Primero, seamos como los de Berea.
Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. [Hech 17.10-11].
Escudriñemos la Escritura cada día para ver si estas cosas son así o no. Ningún hombre es la autoridad final para el cristiano. La Biblia es esta autoridad. Lo que la Biblia dice (no lo que uno cree o piensa acerca de lo que dice) es la autoridad final.
La única defensa que tenemos contra los vientos de doctrina que soplan hoy día es crecer en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo (2Ped 3.18).
Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error. [Ef 4.14].
Debemos ocuparnos en aprender la sana doctrina de la Escritura, y permanecer y persistir en esto.
Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren. [1Tim 4.13-16].
Sólo así podemos “salvarnos” del engaño de la apostasía de nuestros días.
Además de ser un estudiante (oidor y hacedor) de la Palabra de Dios, el cristiano debe buscar una iglesia que le enseñe la sana doctrina (lo que la Biblia “dice”) y cómo estudiar la Biblia por sí mismo.
Esto se llama el discipulado y es el proceso de “perfeccionarse” del santo, del creyente en Cristo.
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo. [Ef 4.11-12].
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargúir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. [2Tim 3.16-17].
Comprométase, entonces, con una buena iglesia que tenga un fuerte compromiso con el discipulado bíblico.
Luego, después de ser como los de Berea y ubicarse en una buena iglesia, hay que ser como los De Éfeso.
Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos. [Apoc 2.2].
Debemos probar a los que se dicen ser apóstoles (los que dicen que tienen la revelación directa o las señales, prodigios, milagros y repartimientos del Espíritu) para ver si lo son en verdad o no.
Los hallaremos mentirosos porque las señales son para los judíos durante un tiempo cuando Dios está dando revelación directa. Las señales sirven para confirmar la veracidad de la nueva revelación delante de Israel.
Así que, puesto que Dios cerró la nueva revelación en 95 d.C. (con el Libro de Apocalipsis), los que se dicen ser Apóstoles hoy día, no lo son. Debemos evitarlos (2Tim 3.5).
Dios trabaja en maneras extraordinarias en nuestras vidas. Todavía hace milagros. No obstante, hay que entender que el “espectáculo” (el “show”) que se hace hoy día en iglesias supuestamente cristianas no es de Dios. Es un fraude para engañar a la gente, sacarle plata (1Tim 6.10) y preparar el camino para la llegada del falso Mesías (2Tes 2.8-9).
No busque esto. No se deje engañar con el “show”. Procure crecer en la gracia y el conocimiento de Cristo a través de la Biblia y con otros cristianos comprometidos en una buena iglesia local.
La generación mala y adúltera demanda señal... [Mateo 12. 39].

Gregory Kedrovsky.