Texto publicado por Marcos Molina

¿ESTÁ SEGURO?, ¡ESTE SEGURO! . LECCIÓN # 4. LAS CINCO SEÑALES DE UNA VERDADERA CONVERSIÓN.

¿ESTÁ SEGURO?, ¡ESTE SEGURO! . LECCIÓN # 4.
LAS CINCO SEÑALES DE UNA VERDADERA CONVERSIÓN.

Versículo clave: Mateo 7.20.

¿CUÁL ES LA EVIDENCIA CONVINCENTE DE QUE SOY SALVO?

Las cinco señales de una verdadera conversión son cinco diferentes tipos de fruto que la Biblia dice que se manifestará en la vida de un verdadero cristiano. El Señor Jesucristo dice que la evidencia convincente de la conversión de uno es el fruto que se puede ver en su vida.
15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.
20 Así que, por sus frutos los conoceréis. [Mat 7.15-20]
En el versículo 18 de este pasaje, Cristo dice que un árbol malo es incapaz de (“no puede”) dar buen fruto exactamente como un buen árbol es incapaz de (“no puede”) dar fruto malo. Si no hay buen fruto en el árbol (en la vida del “convertido”) es porque no se ha convertido y si muere, irá al infierno (Mat 7.19-20).
Puesto que en el verdadero convertido hubo un cambio de naturaleza (porque nació de nuevo; Juan 1.12-13; 3.3-8; 2Cor 5.17), él siempre dará fruto. O sea, habrá indicaciones visibles de su conversión y él nunca se apartará de los caminos de Dios. Obviamente algunos árboles dan fruto más rápido y más a menudo que otros. No obstante, el árbol nunca dejará de ser un árbol que da fruto. Es lo mismo con el cristiano. Una vez que alguien nace de nuevo, ya es una nueva criatura y nunca dejará de ser una nueva criatura. Es como un árbol de manzano que da fruto (manzanas). No es que un día deje de ser un manzano. Por supuesto, va a haber tiempos cuando no se ve el fruto en el árbol porque da su fruto en su tiempo, pero nunca deja de ser un árbol de manzano. El cristiano nunca deja de ser “un árbol que da fruto” porque es Dios quien lo hizo cómo es: una nueva criatura que da su fruto en su tiempo. En otras palabras, Dios es poderoso para guardar a los Suyos sin caída y así presentarnos sin mancha delante de Su gloria.
Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría. [Jud 24]
Por esto, el verdadero cristiano nunca se apartará de la fe. Por supuesto él luchará contra el pecado todos los días de su vida y a veces perderá una pelea (caerá en el pecado). Sin embargo, ¡él lucha! El que no lucha — el que se aparta de la fe para meterse en el pecado intencionalmente — es el falso convertido. Según Lucas 8.13, el que se aparta nunca se convirtió a Cristo a pesar de haber creído por algún tiempo.
Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. [Luc 8.13]
¿Cuáles son, entonces, las señales de una verdadera conversión a Cristo? ¿Cuál es el fruto que debemos buscar en la vida de uno que profesa fe en nuestro Señor Jesucristo? El contestar estas preguntas es el propósito de esta lección.

#1: El fruto digno de arrepentimiento.

Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento. [Mat 3.7-8]
1. Cuando hay una verdadera conversión, hay arrepentimiento.
A. Sin arrepentimiento no hay vida — no hay vida eterna porque no hay salvación. Si uno no se arrepiente de sus pecados, perecerá. Es por esto que hay regocijo en el cielo por un pecador que se arrepiente (¡es uno más que no va a sufrir en el lago de fuego!).
Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida! [Hech 11.18]
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. [2Ped 3.9]
Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento. [Luc 15.7]
B. La salvación depende del arrepentimiento de uno porque Dios manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan. Si uno no quiere someterse al Señorío de Dios (al Señor Jesucristo) arrepintiéndose de sus pecados, perecerá.
Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. [Hech 17.30-31]
Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. [Flp 2.9-11]
C. El arrepentimiento consiste en confesar los pecados y apartarse de ellos.
El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta
alcanzará misericordia. [Prov 28.13]
D. Por lo tanto, el verdadero convertido se apartará de la maldad. O sea, parte del fruto que se puede esperar ver en la vida de un nuevo convertido es que se aparta de la iniquidad.
Con misericordia y verdad se corrige el pecado, Y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal. [Prov 16.6]
Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo. [2Tim 2.19]
2. Este arrepentimiento para salvación se manifiesta de maneras prácticas.
Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto. [2Cor 7.10-11]
A. Solicitud: La solicitud es “diligencia o instancia cuidadosa”. La persona que realmente se arrepiente de sus pecados tendrá “solicitud”. Tendrá una diligencia (una instancia cuidadosa) para no caer en los mismos pecados.
...no proveáis para los deseos de la carne. [Rom 13.14]
i. Si antes de su conversión tenía problemas con alcohol, será diligente en evitar los lugares a donde iba antes para tomar.
ii. Si antes tenía problemas con la pornografía y el sexo ilícito, “se cuidará diligentemente” para no caer en lo mismo. Tal vez quite el Internet de su casa para que no haya ninguna provisión para su carne. Dejará de salir con las amigas (o los amigos) que le serían una tentación.
iii. Cualquiera que sea su área de debilidad, el arrepentimiento producirá solicitud en su carácter y en su comportamiento. Será diligente en no proveer para la carne — en evitar la tentación y el pecado.
B. Defensa: Esta “defensa” es una “apología”. (De hecho, la palabra griega que se traduce “defensa” es apología).
i. La “defensa” del que se arrepiente es una “respuesta” que le da a otro en explicación por algo malo que le ha hecho. Lleva el sentido de una disculpa — de pedirle al ofendido que le perdone por lo que le hizo. Su “respuesta” (defensa), entonces, no es una excusa por lo que hizo sino una confesión de culpabilidad y una petición para perdón.
ii. El arrepentimiento genuino produce un deseo en el corazón de uno de estar a cuentas con los que él ha ofendido. Lo lleva a las personas a las cuales ha hecho daño para hablar con ellas y presentar su “defensa” — su “apología” —explicándoles que actuaba mal pero que ya se arrepintió. Con esta explicación, no está procurando “excusarse” sino que está buscando el perdón y la reconciliación.
Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano [preséntale tu “defensa” — tu “apología” — pidiéndole que te perdone], y entonces ven y presenta tu ofrenda. [Mat 5.23-24]
C. Indignación: Esto se refiere al enojo, la ira y el enfado vehemente que el arrepentido siente hacia lo que ha hecho (hacia sus pecados y sus infracciones de la Ley de Dios). Una manifestación del fruto del arrepentimiento es el “enojo piadoso” contra el pecado — una “ira santa” contra lo que ha hecho.
D. Temor: Sin el temor de Dios, los hombres no se apartan del mal — o sea, no se arrepienten.
Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis. [Exod 20.20]
Con misericordia y verdad se corrige el pecado, y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal. [Prov 16.6]
El temor de Jehová es manantial de vida para apartarse de los lazos de la muerte. [Prov 14.27]
i. Si alguien no teme a Dios, no se arrepentirá. Entonces, la ausencia de un santo temor (un temor “saludable”) de Dios y de las consecuencias del pecado — por haber violado la Ley de Dios — es una indicación de que no se arrepintió.
ii. Si un “creyente” puede seguir practicando el pecado sin temer a Dios ni las consecuencias de sus acciones, no tiene la salvación porque no se ha arrepentido. El que entiende el carácter de Dios (que Él es santo, bueno y justo), la Ley de Dios, sus infracciones de dicha Ley y las consecuencias que tales acciones traen, temerá y se arrepentirá — se apartará de las acciones que están trayendo las consecuencias (la muerte, la condenación, la ira de Dios y el infierno).
iii. Es por esto que Jeremías dice que el temor de Jehová nos mantiene cerca de Él. El temor de Dios resulta en el arrepentimiento (el apartarse del mal) y el que se arrepiente es el que corre a Dios para recibir misericordia y el perdón de pecados.
Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí. [Jer 32.40]
iv. Por lo tanto, los que se arrepienten son los que sirven a Dios con temor y reverencia, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne.
Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor. [Heb 12.28-29]
A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne. [Jud 23]
v. Si no hay temor de Dios, es muy posible que no hubo arrepentimiento, y sin el arrepentimiento no hay salvación.
E. Ardiente afecto: El arrepentimiento genuino produce un “afecto” (un deseo) que arde en el corazón del arrepentido. Es un deseo profundo (que le quema en el corazón) para mostrarse “limpio en el asunto” a mano. Nadie tiene que decirle al arrepentido lo que tiene que hacer para arreglar cuentas con las personas que él ofendía con su vida y sus pecados. El arrepentimiento produce en él un deseo ardiente de mostrarse limpio en estos asuntos.
F. Celo: Esto se refiere al cuidado, la diligencia o el esmero que alguien pone al hacer algo. Es el interés extremo y activo que el arrepentido siente por la causa de agradar en todo a su Señor.
Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. [2Tim 2.4]
i. El que se arrepintió tiene “celo” por Dios y las cosas de Dios. O sea, es el “fanático” (el radical) que se entrega a la voluntad de su Señor.
ii. Por el arrepentimiento se apartó de los caminos de la maldad y ahora “celosamente” se acerca a su Señor para procurar cada día agradarle en todo.
G. Vindicación: La vindicación es la acción y el efecto de vindicarse — de vengarse. Es recuperar lo que le pertenece.
Y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta. [2Cor 10.6]
i. El deseo de “vengarse” del viejo hombre y sus hechos es un fruto del arrepentimiento genuino. Por ejemplo, si alguien antes era un ladrón (una violación del octavo mandamiento: “No hurtarás”), después de arrepentirse va a querer devolver lo que robó, pedir perdón y hacer restitución por lo que hizo.
ii. Vemos esta actitud de vindicación en Zaqueo cuando se arrepintió.
Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa... [Luc 19.8-9]
iii. Debido al arrepentimiento uno quiere recuperar lo que el viejo hombre le ha quitado: la integridad, el buen nombre, la disciplina, una buena reputación y (sobre todo) una relación correcta con su Creador.
H. Sobre todo, el que se arrepiente procura mostrarse limpio de lo que hacía antes. O sea, por haberse arrepentido, toma decisiones para cambiar su comportamiento y arreglar cuentas con los que antes ofendió. Esto demuestra que realmente se arrepintió y se convirtió al Señor.
3. Cuando hay una verdadera conversión, hay arrepentimiento porque sin arrepentimiento no hay salvación.
A. Este arrepentimiento para salvación se manifiesta en maneras prácticas porque es un cambio radical (de 180 grados) de parecer que resulta en un cambio radical (de 180 grados) de comportamiento.
B. Por lo tanto, si no hay fruto digno de arrepentimiento (indicaciones externas y visibles de que uno confesó sus pecados y se apartó de ellos), es muy posible que no se arrepintió. O sea, si el estilo de vida de alguien es igual después de su “conversión” a cómo era antes, puede ser que no se convirtió — que su conversión fue falsa.

#2: El fruto de las buenas obras.

Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios. [Col 1.10]
1. Un verdadero cristiano procura ser ejemplo de buenas obras.
Presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras... [Tito 2.7]
2. Los miembros de la Iglesia muestran un celo (un deseo ardiente) por las buenas obras. El entusiasmo por las buenas obras es un fruto de una verdadera conversión.
[Nuestro Salvador Jesucristo] se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. [Tito 2.14]
3. El cristiano, entonces, se ocupará (o procurará ocuparse) en buenas obras.
A. John Wesley (el fundador del movimiento “metodista”) dijo:
“Haz todo el bien que puedas; por todos los medios que puedas; de todas las maneras que puedas; en todos los lugares que puedas; tantas veces que puedas; a todas la personas que puedas; por todo el tiempo que puedas”.
B. Hoy en día hay tanto escepticismo hacia el cristianismo entre los inconversos que necesitamos ver más fruto de buenas obras. Haciendo el bien podemos callar la ignorancia de los hombres insensatos y restablecer la credibilidad de la Iglesia. Las buenas obras pueden construir “puentes de credibilidad” por los cuales podemos hacer llegar el evangelio a los inconversos.
Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos. [1Ped 2.15]
4. Las buenas obras son fruto de una verdadera conversión a Cristo. Si alguien no quiere ayudar a los demás, si sólo piensa en sí mismo, puede ser que no es un cristiano.

#3: El buen fruto de los labios

Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. [Heb 13.15]
1. Los labios de un cristiano deben confesar el nombre de Jehová su Dios porque de Él viene todo lo bueno que él tiene y que ha experimentado en esta vida.
Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. [Stg 1.17]
2. Por lo tanto, el verdadero creyente procura siempre dar gracias a Dios en todo.
Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. [Ef 5.20]
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. [1Tes 5.18]
Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca. [Sal 34.1]
3. En Mateo 12.34 Cristo dice que de la abundancia del corazón habla la boca. Hay que fijarse en el fruto de los labios del que profesa fe en Cristo Jesús, porque por lo que sale de su boca se descubre lo que tiene en su corazón. Si es una nueva criatura en Cristo por una verdadera conversión, lo demostrará por lo que dice. Sin embargo, si lo que sale de su boca es la misma basura que hablaba antes de su “conversión”, puede ser que no se convirtió (que tuvo una falsa conversión).

#4: El fruto del Espíritu.

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. [Gal 5.22-23]
1. De alguna manera (aunque sea poco) este conjunto de cualidades de carácter se manifestará en la vida de un verdadero cristiano.
2. Si uno sigue manifestando el fruto de la carne (y nada del fruto del Espíritu), puede ser una buena indicación de que no se convirtió y que todavía está sin Cristo, sin la salvación y por lo tanto sin esperanza. (Debe arrepentirse y poner su fe en el Señor Jesucristo.)
Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. [Gal 5.19-21]

#5: El fruto de justicia.

Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios. [Flp 1.9-11]
1. El deseo de Dios — Su voluntad — para cada creyente es que sea lleno de “frutos de justicia” por medio de Jesucristo.
A. Con “justicia” en este contexto se quiere decir “lo que es justo (correcto)”.
B. Puesto que el cristiano es una nueva criatura hay un deseo profundo en su ser de hacer lo justo
— lo correcto — y dejar de hacer lo injusto (lo incorrecto).
C. En el verdadero creyente (el cristiano) hay hambre y sed de justicia. Se aparta de la iniquidad porque se arrepintió y se acerca más y más todos los días al Señor, su Salvador.
Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo. [2Tim 2.19]
2. Este asunto a veces confunde a los cristianos porque en su experiencia cotidiana caen en el pecado y a veces se podría decir que todavía “les gusta” el pecado. El testimonio de Pablo en Romanos 7 ayuda bastante a aclarar esto.
Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios. [Rom 7.22]
A. En primer lugar, el verdadero cristiano se deleita en la Ley de Dios — en la Ley moral que se expresa en los diez mandamientos. Esto quiere decir que él se deleita en la justicia, en hacer lo justo (lo correcto) y evitar lo injusto (lo incorrecto).
B. Obviamente el santo sigue pecando y (en algún sentido) “le gusta”.
15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.
17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.
18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. [Rom 7.15-20]

i. (v17) Lo que hay que entender primero que nada es que no es el “nuevo hombre en Cristo” que peca y al cual le gusta el pecado. Es el viejo hombre, la carne.
ii. (v18) Sin embargo, lo que él quiere — lo que quiere el cristiano, el santo, el nuevo hombre en Cristo Jesús—es el bien de la justicia. O sea, quiere una vida recta y justa.
iii. (v19) Por esto, el testimonio del cristiano es una lucha entre el hombre interior que quiere andar conforme a la Ley de Dios y el hombre exterior (el de la carne) que quiere pecar.
iv. (v20) Si este es el testimonio de su vida (la de usted), entienda que no es “usted” quien lo hace sino el pecado que todavía mora en sus miembros. No tire la toalla; siga luchando contra el pecado. No tiene que dudar su salvación simplemente porque cae en el pecado. La presencia de la lucha por una vida de justicia y rectitud debe animarle porque es evidencia convincente de que nació de nuevo.
C. Entonces, el fruto de justicia a veces se manifiesta más en la lucha entre el nuevo hombre (que dice: “me deleito en la Ley de Dios y quiero andar conforme a ella”) y el viejo hombre (que sigue diciendo: “me gusta el pecado y quiero pecar”).
3. Hay que entender también que un cristiano “cae” en el pecado pero el falso convertido vuelve a su pecado, lo “practica” y lo disfruta.
Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno. [2Ped 2.22]
A. El falso convertido es como el perro que vuelve a su vómito para comérselo o la puerca que vuelve a revolcarse en el cieno.
i. El perro vuelve a su vómito para comerlo porque le sabe bien. Le gusta y le da placer. Así es como Dios ha hecho los perros (así es su naturaleza).
ii. Uno puede lavar una puerca pero por naturaleza ella buscará el cieno para revolcarse en él. Los puercos no sudan (así es su naturaleza; así es cómo Dios los hizo) entonces para refrescar su cuerpo (su “carne”) se revuelcan en el cieno.
iii. No se espera otra cosa ni de un perro ni de una puerca. ¿Por qué? Porque así son — así es su naturaleza.
B. El pecador perdido (el inconverso) vuelve a pecar porque así es su naturaleza. Es lo que a él le gusta y le da placer. Al inconverso “le sabe bien” el pecado igual que el vómito al perro. Lo disfruta (tanto como una puerca disfruta el cieno) porque forma parte de cómo es.
C. Sin embargo, cuando se convierte al Señor, la Biblia dice que Dios realiza un cambio radical en su ser. Le da una nueva naturaleza, una naturaleza divina. Es un cambio tan radical que la Biblia se refiere a este evento como “nacer de nuevo”. ¡Llega a ser una nueva criatura!
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios... [Juan 1.12-13]
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios... Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. [Juan 3.3-6]
Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina... [2Ped 1.3-4]
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro. [1Jn 3.2-3]
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. [2Cor 5.17]
i. Para el nuevo hombre, volver al pecado le da asco exactamente como a cualquier ser humano le daría asco volver a su propio vómito para comérselo. Ya no es un “perro” (un pecador) para volver a su vómito (el pecado) y comérselo (disfrutar el pecado). O sea, cuando el verdadero cristiano se da cuenta de que ha caído en el pecado, se halla “comiendo su propio vómito” y le es asqueroso.
ii. El que puede volver a su pecado y disfrutarlo no ha nacido de nuevo, no tiene a Cristo y no es un “nuevo hombre” con la naturaleza divina. Aunque el verdadero cristiano puede caer en el pecado, él no puede practicar el pecado (exactamente como un ser humano no puede disfrutar de comer su propio vómito).
El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él... [1Jn 3.8-9]
Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca. [1Jn 5.18]
D. El verdadero cristiano lucha contra el pecado porque tiene hambre y sed de justicia. No practica el pecado porque quiere apartarse de la iniquidad y acercarse a su Señor, la fuente de su justicia. Obviamente cae en la lucha y se halla en el pecado, pero cuando se da cuenta de lo que está haciendo, se aborrece, se arrepiente y se acerca más al Salvador y Su Palabra para que lo limpie de toda maldad (Job es un buen ejemplo: Job 42.1-6).
Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado. [Rom 7.21-25]
Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. [Sal 51.2-5]
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. [1Jn 1.9]
E. Si no hay fruto de justicia en la vida de uno (hambre y sed de justicia, y aborrecimiento de la maldad), puede ser que su conversión fue falsa. O sea, si alguien puede pecar tranquilamente y disfrutarlo (por ejemplo: fornicar, adulterar, mentir, robar), no ha nacido de nuevo. Está todavía perdido en sus pecados y necesita arrepentirse y poner su fe en el Señor Jesucristo para la salvación.
4. Este fruto de justicia se manifiesta también en un hambre y sed de la Palabra de Dios.
A. Cuando un bebé nace, nadie tiene que enseñarle a desear la leche. Nace con hambre y también con el conocimiento innato de cómo mamar y alimentarse. Es igual con el nuevo convertido porque ha “nacido de nuevo” espiritualmente. Tendrá hambre y sed de la Palabra de Dios.
Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación. [1Ped 2.2]
Del mandamiento de sus labios nunca me separé; guardé las palabras de su boca más que mi comida. [Job 23.12]
Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos. [Jer 15.16]
B. Si un “creyente” no tiene un deseo de alimentarse espiritualmente en la Palabra de Dios, es una buena indicación de que su conversión fue falsa (que no nació de nuevo y todavía está en sus pecados).
C. Para el cristiano, la Palabra de Dios es un tesoro invaluable. El que desprecia la Escritura y no la ama es el que no conoce a Dios.
Mejor me es la ley de tu boca que millares de oro y plata. [Sal 119.72]
¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. [Sal 119.97]
¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. [Sal 119.103]
Por heredad he tomado tus testimonios para siempre, porque son el gozo de mi corazón. [Sal 119.111]
Me regocijo en tu palabra como el que halla muchos despojos. [Sal 119.162]
i. El verdadero cristiano desarrollará la disciplina y el hábito de leer la Biblia todos los días. Escudriñará la Escritura para ver qué es lo que su Señor quiere de él — cómo quiere que viva. Cuando la Palabra de Dios dice que debe hacer algo, lo hace. Cuando dice que debe dejar de hacer algo, lo deja de hacer.
ii. Nadie tiene que estar encima de un verdadero creyente obligándole a leer la Biblia y obedecer a lo que dice. Es un gozo para él ser “hacedor de la Palabra” de su Señor y Salvador.
5. El verdadero cristiano tiene hambre y sed de justicia. Por lo tanto, si no hay “frutos de justicia” en la vida de alguien que profesa fe en Cristo Jesús, puede ser que su conversión sea falsa.

NOTA: Entre los cristianos hoy en día existen algunas falsas enseñanzas como:
1. Después de creer en Cristo uno puede seguir pecando porque tiene la “seguridad eterna” y la “libertad en Cristo”.
2. El “creyente” que se aparta de los caminos de Dios para volver al mundo y a su pecado es un “cristiano carnal” que tiene a Jesucristo como “Salvador” pero no como “Señor”.

De los principios bíblicos enseñados en esta lección, usted puede entender que estas enseñanzas son erradas y el por qué.

1. El que usa la “seguridad eterna” y la “libertad en Cristo” como una licencia para pecar es el que no se ha convertido a Cristo. El verdadero cristiano se deleita en la Ley de Dios, y tiene hambre y sed de justicia. No se vuelve al pecado. Más bien lucha contra él.
Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios. [Rom 7.22]
Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. [Rom 6.17-18]
Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo. [2Tim 2.19]
2. El “creyente” que se aparta de los caminos de Dios para volver al mundo y a su pecado es como Demas en 2Timoteo 4.10 (o como el perro que vuelve a su vómito en 2Pedro 2.22). Es alguien que “ama este mundo”
1. Santiago nos asegura que “cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Stg 4.4).
2. Pablo dice en Romanos 5.10 que el enemigo de Dios necesita la reconciliación (o sea, necesita arrepentirse y poner su fe en Cristo para ser salvo).
3. El “creyente” que cree por un tiempo y luego se aparta de la fe para volver al mundo y el pecado es un falso convertido.
Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. [Luc 8.13]
Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. [1Cor 15.2]

Escriba cualquier pregunta que pueda tener concerniente a lo tratado en esta lección.

REPASO DE LA LECCIÓN

1. Según Jesucristo, ¿cuál es la evidencia convincente de una verdadera conversión? Explique su respuesta brevemente.

2. ¿Cuáles son las cinco señales de una verdadera conversión?
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3. Según Proverbios 28.13, el arrepentimiento consta de dos cosas. ¿Cuáles son?
A.
B.
4. El arrepentimiento para salvación se manifiesta de siete diferentes maneras prácticas. ¿Cuáles son?
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5. ¿Qué dijo John Wesley acerca de las buenas obras en la vida de un cristiano?

6. ¿Qué podemos lograr hoy en día, entre tanto escepticismo, por medio de las buenas obras?

7. ¿Qué dijo Jesús en Mateo 12.34 que nos ayuda a evaluar la conversión de alguien?

8. ¿Cuáles son las nueve manifestaciones del fruto del Espíritu?
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9. Según 2Timoteo 2.19, ¿cómo se manifiesta el fruto de justicia en la vida de un verdadero cristiano?

10. A veces la evidencia más convincente de que alguien nació de nuevo es la lucha que experimente entre “el nuevo hombre” (que quiere seguir la Ley de justicia de Dios) y “el viejo hombre” (que quiere pecar). ¿Cuál capítulo de Romanos se trata de este tema?

11. Explique el concepto del perro y su vómito de 2Pedro 2.22.

12. El fruto de justicia se manifiesta también en un hambre y sed de la ----- de Dios.

13. Explique brevemente el propósito principal de esta lección.

Gregory Kedrovsky.