Texto publicado por Marcos Molina

Capítulo Tres . LA TRANSICIÓN Y LAS SEÑALES.

Capítulo Tres . LA TRANSICIÓN Y LAS SEÑALES.
Por: Gregory Kedrovsky.

LA TRANSICIÓN Y LAS SEÑALES.
¡ Pero vemos señales en el Libro de Hechos !.
Si vemos las señales de Apóstol en el Libro de Hechos, que es el registro del comienzo de la Iglesia, ¿por qué no debemos esperar lo mismo hoy?.
Hablaron en lenguas en Hechos 2, cuando fueron bautizados con el Espíritu , ¿por qué no podemos hacer lo mismo hoy cuando recibimos el Espíritu?.
Los líderes de la Iglesia en Hechos, sanaron a los enfermos , ¿porque no pueden, hacer lo mismo nuestros líderes de hoy? ¿Por qué no podemos tomar el Libro de Hechos como un patrón para nosotros hoy en día?.
Estas son algunas de las preguntas comunes hoy en día acerca de lo que Dios registró y preservó en el Libro de Hechos.
En este capítulo trataremos de contestar todas estas preguntas y aclarar todas las dudas en cuanto a este libro sumamente importante del Nuevo Testamento.
En este capítulo de nuestro estudio, la primera cosa en que tenemos que fijarnos es en el título del libro que pretendemos analizar. Debiera ser tan obvio que uno no tendría que decirlo, pero hoy día no es así. El título completo de este libro es, “El Libro de los Hechos de los Apóstoles”, o simplemente “Los Hechos de los Apóstoles”. Este título nos establece el contexto del libro, aún antes de leer la primera palabra del primer versículo. Este libro trata de los hechos de los Apóstoles — tanto de los 12 Apóstoles a Israel como de los de Pablo, el Apóstol a la Iglesia. Este no es un libro acerca de los hechos de gente común y corriente durante tiempos comunes y corrientes. Es el registro de un tiempo especial cuando Dios estaba trabajando de maneras especiales a través de hombres especiales, (los Apóstoles). Es un peligro, entonces, tomar todo lo que leemos en este libro como si fuera la experiencia común y corriente de todos los cristianos siempre.
El título nos establece el contexto de todo el contenido: se trata de los hechos de los Apóstoles, hombres especiales que Dios usó de maneras especiales durante un tiempo especial. Hay que entender también que Hechos, es un libro “de transición”. Esto quiere decir que dentro del desarrollo de la historia que se registró en Hechos, hay un gran cambio, tomando lugar.
El libro empieza con Dios tratando únicamente con la nación de Israel a través de los 12 Apóstoles, pero termina con el Señor dejando a Su pueblo escogido a un lado para ir a los gentiles, con el mensaje de la salvación a través del Apóstol Pablo. Empieza con Israel y termina con la Iglesia. Empieza con los judíos y termina con los gentiles. Empieza con los 12 Apóstoles judíos a la nación de Israel, y termina con Pablo, el Apóstol de los gentiles y de la Iglesia.
Algo drástico sucede en la historia del Libro de Hechos para llevar a cabo esta transición dispensacional de Israel a la Iglesia. Si no, uno no entiende la razón de la transición que está tomando lugar en el Libro de Hechos y acabará tergiversando la Escritura aplicando algo a sí mismo que no le corresponde. Las cosas por un lado de la transición — en el comienzo del libro — son muy diferentes de las del otro lado — al final. Con esto en mente, analicemos esta transición que sucede en el Libro de los Hechos de los Apóstoles.

A. EL RESUMEN DE LA TRANSICIÓN.
Este resumen del Libro de Hechos se va a basar en las “claves” del libro. Estas claves nos mostrarán la razón para la transición y también su realización a través del Libro de Hechos.

1. La petición clave.
Para entender lo que está pasando en el Libro de Hechos, tenemos que empezar al final de los Evangelios, con la crucifixión de Cristo y algo que Él dijo en la cruz.
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
[Luc 23.34].
Recuerde lo que había pasado en la historia para llegar a este versículo. Cristo vino a la tierra (nació en el pueblo judío) y ofreció a Israel el reino con Él, el Hijo de David, siendo el Rey. En Mateo 12 los judíos “oficialmente” rechazaron a Jesús como el Mesías cuando dijeron que Él era de Beelzebú y no de Dios (Mat 12.23-24). Al fin y al cabo entregaron a Jesucristo a los romanos para ser crucificado. Esta petición en Lucas 23.34 es clave porque Cristo le pidió perdón al Padre por los judíos — por lo que hicieron — diciendo que ellos no sabían lo que habían hecho. Por esto, cuando llegamos al Libro de Hechos, la nación de Israel tiene una oportunidad más para hacer lo que no hicieron en los Evangelios: aceptar a Jesús como su Mesías.
El Hijo le pidió al Padre perdón, y el Padre les da a los judíos una oportunidad más. Por lo tanto, en la primera parte de Hechos, vemos a los 12 Apóstoles judíos ofreciéndole a Israel el reino una vez más. Predican a Jesús como el Mesías, el que reinará sobre el pueblo judío sentado en el trono de David. Así que, en los primeros capítulos del Libro de los Hechos de los Apóstoles, los israelitas tienen una oportunidad más de aceptarlo o rechazarlo.

2. La pregunta clave.
Después de la resurrección, los Apóstoles le hacen a Cristo una pregunta clave.
Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?.
[Hech 1.6].
Ellos quieren saber si Jesucristo va a tomar el trono de David y reinar en Israel como dicen las profecías. En sus mentes, no hay razón por la cual no se podría establecer el reino ya de una vez. Entienda que ellos no están haciendo esta pregunta en ignorancia. Acaban de recibir un “curso intensivo” de enseñanza sobrenatural sobre las Escrituras por Cristo mismo.
Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras. [Luc 24.44-45].
Cuando los Apóstoles, entonces, le hacen esta pregunta a Jesús, ellos saben bien que sólo les queda una “semana de años” (siete años) más en la profecía de Daniel 9.24-27.
Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo [sobre Israel] y sobre tu santa ciudad [Jerusalén], para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable [el reino eterno del Mesías, el Milenio], y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos [la segunda venida de Cristo, Su venida gloriosa]. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén [Neh 2.1-8, 445 a.C.] hasta el Mesías Príncipe [la primera venida, los 4 Evangelios], habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas [en total, 69 semanas]; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.
Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí [la crucifixión]; y el pueblo [Roma] de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana [la última, la septuagésima] confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación [la segunda venida], y lo que está determinado se derrame sobre el desolador. [Dan 9.24-27].
Los discípulos saben bien que ya se le quitó la vida al Mesías en la crucifixión. Entonces también saben que sólo les queda una semana de años — siete años — más en la profecía hasta el establecimiento del reino eterno del Mesías (lo que llamamos el Milenio). Su pregunta sobre la restauración del reino físico a Israel es perfectamente razonable y aun bíblica.
Hay que entender también que en los primeros ocho capítulos de Hechos, nadie sabe nada sobre la Iglesia, el cuerpo de Cristo. Durante los primeros capítulos de Hechos Dios todavía no ha revelado la Iglesia, la dispensación del Cuerpo de Cristo. Por esto nadie sabe de la brecha de dos mil años entre las últimas dos semanas de la profecía de Daniel. Hasta Pablo Dios revela el misterio de la Iglesia.
Por esta causa yo Pablo... que por revelación me fue declarado el misterio... que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio...
[Ef 3.1-7].
Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo. [Gal 1.11-12].
Entonces los 11 Apóstoles en Hechos 1 no saben nada de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo como se reveló a través de los escritos de Pablo luego. Dios en Hechos 1 todavía tiene este misterio escondido porque todo depende de la decisión de los judíos, si quieren recibir a Jesús como el Mesías o no. Así que, en la pregunta clave de Hechos, vemos lo que está en juego en los primeros capítulos de este libro: el reino físico de Israel, restaurado con Cristo sentado sobre el trono de David (el trono físico del reino físico; Isa 2.1-4).

3. La respuesta clave.
Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. [Hech 1.7-8].
Muchos quieren decir que los Apóstoles son ignorantes y que están preguntando sobre el reino político cuando Dios está pensando en la Iglesia. O sea, dicen que los 11 están pensando en lo físico cuando Dios está pensando en lo espiritual. Pero, esto no es el caso. Vea cómo Cristo les contesta la pregunta acerca de la restauración del reino físico y fíjese bien que Él no les dice que no. Les dice que no les toca a ellos saber cuándo vendrá el reino, pero que prediquen. No les dice que sí, ni les dice que no, sino que les manda a predicar — a ser testigos de Él (Jesús, el Mesías) — porque la venida del reino en los primeros capítulos de Hechos depende del arrepentimiento de los judíos. Cristo les está diciendo a Sus discípulos que el reino, sí, puede venir ya, pero depende de la reacción de Israel a la predicación de ellos.
Esto es fácil de ver en el tema de la predicación de los Apóstoles después de esta conversación con Jesucristo. Están predicando acerca del reino (de la segunda venida y el reino mesiánico), no de la Iglesia.
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. [Hech 3.19- 21].
En Hechos 3, Pedro está predicando a los judíos en el Templo en Jerusalén y su mensaje se trata del arrepentimiento y la conversión — que los judíos deben arrepentirse por haber crucificado a Jesús, y convertirse a Él aceptándolo como su Mesías. Fíjese bien en lo que Pedro está diciendo. Si los judíos responden positivamente, Dios enviará a Jesucristo para establecer los tiempos de refrigerio. ¡Pedro está predicando la segunda venida de Cristo y la restauración de Israel en el Milenio! Así que, cuando vemos a los Apóstoles en Hechos 1.6 preguntarle a Jesús acerca del reino físico de Israel, si se restaurará ya en sus días, ellos tienen toda la razón. En la respuesta clave vemos que Cristo no les dice que no sino que los envía a predicar y ofrecerle a Israel el reino una vez más.
Hemos de pensar seriamente en lo que esto implica. Si los judíos hubieran aceptado este segundo ofrecimiento, la respuesta a la pregunta de los Apóstoles en Hechos 1.6 habría sido, “¡Sí!” Si hubieran aceptado a Cristo como su Mesías, el reino habría venido con Cristo en Su segunda venida (en el primer siglo, en los primeros capítulos de Hechos), y no habría habido una época de la Iglesia. O sea, no habría habido una brecha de dos mil años (la época de la Iglesia) entre las últimas dos semanas de la profecía de Daniel 9.24-27. No obstante, ya conocemos la historia y no fue así. Los judíos rechazaron el ofrecimiento y así tomó lugar la transición del Libro de Hechos: de Israel a la Iglesia.

4. El capítulo clave.
El capítulo 7 es el punto decisivo de todo el Libro de Hechos. Toda la historia de este libro gira alrededor de lo que sucede en este capítulo. Dios escoge a Esteban para predicar el último mensaje a los líderes de Israel en Hechos 7 (Hech 6.8-15).
Esteban está hablando delante del concilio, el sumo sacerdote y los demás líderes de Israel. Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, al fijar los ojos en él [Esteban], vieron su rostro como el rostro de un ángel. El sumo sacerdote dijo entonces: ¿Es esto así? Y él dijo... [Hech 6.15-7.1].
Estos líderes tienen la oportunidad de hacer llegar el reino mesiánico, si reciben el mensaje que Esteban tiene para ellos. Esteban les da un buen discurso sobre la historia de la nación de Israel, y cuando llega a su conclusión, les echa la culpa a los líderes por la muerte del Mesías.
¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis. [Hech 7.51-53].
El mensaje de Esteban es una exhortación a arrepentirse por haber crucificado a Jesús, y así aceptarlo como es, su Mesías. No obstante, los líderes de Israel rechazan este ofrecimiento exactamente como lo rechazaron en los Evangelios: matan al mensajero.
Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios [el cielo se había abierto], y a Jesús que estaba a la diestra de Dios [listo para venir en la segunda venida], y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo. Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió. [Hech 7.54-60].
A pesar de que Esteban, como Cristo en la cruz, le pide perdón a Dios por lo que los judíos están haciendo, esta vez Dios no le contesta la oración positivamente como antes. Ahora Dios toma en cuenta lo que los judíos pidieron antes.
Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos. [Mat 27.25].
Con la muerte de Esteban — el último rechazo por los judíos del ofrecimiento — Dios les dice que está bien, la sangre de Jesús está sobre ellos. Han estado pagando la cuenta por la sangre inocente del Hijo de Dios por dos mil años.
Después del capítulo 7, entonces, vemos unos capítulos más entre los judíos mientras que la transición empieza y luego todo lo demás es la historia de Dios dejando al lado a Israel (por un tiempo; Rom 11.25-26) para levantar la Iglesia entre los gentiles.

5. El bosquejo clave.
Puesto que Hechos se trata de la transición de Israel a la Iglesia, podemos ver un bosquejo de dos partes en este libro.
La primera parte tiene que ver con los judíos y el rechazo del reino y la última parte tiene que ver con los gentiles y el establecimiento de la Iglesia. [Ver el esquema en la siguiente página].

Hechos 1-12 Los hechos del Apóstol Pedro entre los judíos
El rechazo del Reino
Jerusalén el centro
El mensaje: “Arrepiéntete”
El ofrecimiento del reino
El último ofrecimiento a los judíos El reino de los cielos (físico).

Hechos 13-28 Los hechos del Apóstol Pablo entre los gentiles
El establecimiento de la Iglesia
Antioquía el centro
El mensaje: “Cree”
El aplazamiento del reino
Los primeros acontecimientos de la Iglesia
El reino de Dios (espiritual)

B. LOS DETALLES DE LA TRANSICIÓN.
aun cuando en esta sección vamos a ver unos detalles de la transición, no es nuestro propósito hacer un análisis completo del contenido del Libro de Hechos. Así que, en los comentarios que siguen, prestaremos atención a lo esencial para entender bien la transición de Israel a la Iglesia.
Fíjese en que la primera parte del libro tiene que ver con Pedro entre los judíos y la segunda parte tiene que ver con Pablo estableciendo iglesias entre los gentiles. Después del capítulo 7 vemos la transición bien marcada en la gente que Dios alcanza una vez que los judíos rechazan el reino. Volvamos, entonces, al primer capítulo para ver estos detalles de la transición de Hechos en su debido contexto.

1. Capítulo 1: Ascensión y reemplazo.
Cuando la historia de Hechos empieza, vemos a los discípulos reunidos en Jerusalén, la ciudad capital de Israel.
Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. [Hech 1.12].
Pedro se levanta entre los 11 discípulos como líder (no son 12 porque Judas Iscariote ya se mató).
En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos... [Hech 1.15].
Este hecho del liderazgo de Pedro es de suma importancia porque nos ayuda a establecer el contexto de todo lo que sigue. Pedro tiene un ministerio bastante específico porque Dios lo envió a ministrar a los judíos, no a los gentiles ni tampoco a la Iglesia.
Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles), y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. [Gal 2.7-9].
Recuerde que en el Libro de Mateo Cristo le entregó a Pedro las llaves del “reino de los cielos” — el reino físico de Israel, no el reino espiritual de la Iglesia (que se llama el “reino de Dios”).
Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos. [Mat 16.19].
Vemos a Pedro usando estas llaves para abrirles la puerta del reino a los judíos durante la primera parte del Libro de Hechos.
La otra cosa que queremos notar en este primer capítulo es el reemplazo de Judas. Los Apóstoles entienden la necesidad de ser 12 y por esto escogen a Matías.
Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías;y fue contado con los once apóstoles. [Hech 1.26].
Por la suerte, Dios escoge a Matías para reemplazar a Judas. Según Proverbios 16.33 nos asegura que fue Dios quien escogió a Matías, porque en el Antiguo Testamento Dios usaba la suerte para guiar a Su pueblo (Israel) en sus decisiones.
La suerte se echa en el regazo; Mas de Jehová es la decisión de ella. [Prov 16.33].
Todo esto va a ser importante luego, por dos razones. Primero, en el capítulo 12 vemos que muere otro Apóstol de los 12 (Jacobo, el hermano de Juan) pero ya no lo reemplazan. La muerte en el capítulo 12 toma lugar después de la transición, entonces, ya no hay necesidad de que haya 12 Apóstoles judíos sobre la tierra porque la llegada del reino se aplazó unos dos mil años — para después de la época de la Iglesia.
La segunda razón por la cual esto de Matías es importante, es Pablo. Hay que entender que él no forma parte de los 12 Apóstoles. ...y que [Cristo] apareció a Cefas, y después a los doce... y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. [1Cor 15.5-8].
Pablo, bajo la inspiración del Espíritu Santo de Dios, reconoce que hay 12 Apóstoles que no le incluyen a él. Él es diferente y distinto de los 12. Los 12 (incluyendo a Matías) se sentarán sobre 12 tronos en el Milenio para juzgar a las 12 tribus de Israel.
Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. [Mat 19.28].
Pablo no forma parte de este grupo porque Dios lo envió a él a los gentiles, no a las 12 tribus de Israel. Pablo es llamado por Cristo después del rechazo en Hechos 7, cuando Dios ya está aplazando el reino (el Milenio) unos dos mil años — para después de la dispensación de la Iglesia. Pablo es el Apóstol a la Iglesia no a Israel.
Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles), y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. [Gal 2.7-9].
Así que, en el Libro de los Hechos de los Apóstoles, vemos los hechos del Apóstol Pedro entre los de Israel durante la primera parte, y luego vemos los hechos del Apóstol Pablo entre los gentiles y las iglesias en la segunda parte. Esta es la transición:de Israel a la Iglesia, de Pedro a Pablo, de los judíos a los gentiles. Pablo no forma parte de los 12 Apóstoles de Israel. Él es diferente, debido a la transición.

2. Capítulo 2: Descensión y proclamación.
Primero que nada, entienda el contexto histórico de lo que está pasando en este capítulo. Hay judíos de todos los países reunidos en Jerusalén para la fiesta solemne de Pentecostés.
Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. [Hech 2.5].
Pedro, como líder entre los 12 Apóstoles a Israel, se levanta y empieza predicarles. Lea el capítulo y fíjese bien en que Pedro está predicando a judíos (tanto israelitas como prosélitos). No hay ni siquiera un gentil en todo el grupo. Puesto que hay judíos de todas las naciones bajo el cielo, Dios les da a los Apóstoles la habilidad de hablar en otros idiomas. Fíjese bien que son idiomas conocidos.
Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. [Hech 2.6].
Esto sirve como una señal delante de los judíos que el mensaje de los Apóstoles es de Dios y no una invención de los hombres. Los judíos piden señales — y pueden pedir señales (tienen derecho a pedirlas) — porque Dios les prometió señales. Los gentiles (los griegos) y la Iglesia (nosotros) no pedimos señales porque no son para nosotros sino para los judíos.
En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo [según la cita, “este pueblo” es el pueblo de Israel]; y ni aun así me oirán, dice el Señor. Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos [los judíos, “este pueblo”]; pero la profecía [la predicación de la Palabra], no a los incrédulos, sino a los creyentes. [los cristianos]. [1Cor 14.21-22, cita de Isa 28.11].
Porque los judíos piden señales, y los griegos [gentiles] buscan sabiduría; pero nosotros [los cristianos] predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura. [1Cor 1.22-23].
El don de lenguas (la capacidad sobrenatural de hablar en otro idioma conocido en el mundo) no es para la Iglesia sino para los judíos incrédulos. Es por esto que este don no está en manifestación hoy día. Las lenguas que se ven hoy día en las iglesias son las “lenguas desconocidas” de la iglesia de Corinto. Dicha iglesia tenía problemas serios de carnalidad e inmadurez, y por lo tanto los miembros querían mostrarse “espirituales” por una experiencia mística en vez de la madurez espiritual de Gálatas 5.22-23 (1Cor 3.1-4).
Considere el siguiente esquema que destaca las grandes diferencias entre las lenguas de Hechos 2 (las de Dios) y las lenguas desconocidas de los corintios (las que no son de Dios).

Las lenguas del Libro de Hechos:
1. Idiomas conocidos por los oyentes, 2. La interpretación no era necesaria, 3. Una asamblea de judíos incrédulos, 4. El día de Pentecostés, 5. Hecho sólo por los Apóstoles, 6. Las mujeres no hablaron, 7. Pedro: el que se comunicaba, 8. Hecho decentemente y con orden, 9. Resultado: muchos añadidos a la Iglesia, 10.Una señal provechosa y fructífera, 11.Dios hablando a los judíos (a través de los Apóstoles), 12.Una señal de confirmación (Mar 16.17-18; 1Cor 14.21-22).

Las lenguas extrañas de los corintios:
1. Idiomas desconocidos por los oyentes, 2. La interpretación era necesaria (pero imposible), 3. Una asamblea de gentiles creyentes en una iglesia, 4. El día primero (el domingo), 5. Hecho por los miembros de una iglesia local, 6. Las mujeres prohibidas pero hablando, 7. Pablo: el que corregía, 8. Hecho con mucha confusión y desorden, 9. Resultado: muchos considerados locos, 10. Un regaño por el mal uso, 11. Unos gentiles hablando (supuestamente) a Dios, 12. Un mensaje de supuesta revelación mística.

Como el hombre sabio dijo: las cosas diferentes no son iguales. O sea, las “lenguas desconocidas” de la iglesia carnal (1Cor 14) no son las lenguas de los Apóstoles llenos del Espíritu (Hech 2). Las señales, como hablar en lenguas (idiomas conocidos), son para comprobar entre los judíos la veracidad del mensaje nuevo a través del mensajero nuevo. No son para gentiles, ni para la Iglesia. Tampoco son para los días “normales” de una dispensación, sino que son para los días de transición cuando Dios está cambiando de pacto — cambiando de una dispensación a otra (para comprobar el cambio).
Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros [los judíos] por medio de él, como vosotros mismos sabéis. [Hech 2.22].
Vemos señales, prodigios y milagros en el Libro de Hechos porque Dios está “aprobando” el nuevo mensaje del cambio de pacto que Él está enviando a través de Sus nuevos mensajeros, los Apóstoles. Es exactamente lo que vemos que Cristo prometió en Marcos 16.14-20.
Y ellos [los 11 Apóstoles], saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén. [Mar 16.20].
Las señales (Mar 16.17-18; echar fuera demonios, hablar en nuevas lenguas, tomar serpientes, beber cosas mortíferas sin que les haga daño y sanar por la imposición de manos) son para confirmar el nuevo mensaje del cambio de pacto que Dios está enviando a Israel a través de los Apóstoles. Las señales, prodigios y milagros fueron dados a los Apóstoles para confirmar lo que ellos estaban predicando.
¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron [son los Discípulos del Señor que luego llegaron a ser los Apóstoles], testificando Dios juntamente con ellos [¡con los Apóstoles!], con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad. [Heb 2.3-4].
Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros. [2Cor 12.12].
Así que, hemos de entender que las señales en la Biblia son únicamente para confirmar y aprobar que la nueva palabra y el nuevo mensajero son de Dios. Cuando la “época de los Apóstoles” terminó (en Hechos 28, cuando Dios termina el Libro de los Hechos de los Apóstoles), se acabaron las señales (Mar 16.17-18; echar fuera demonios, hablar en nuevas lenguas, tomar serpientes, beber cosas mortíferas sin que les haga daño y sanar por la imposición de manos).
Hoy día, en los últimos días de la época de la Iglesia, no hay un mensaje nuevo. Dios nos dio toda Su revelación en la Biblia en el primer siglo, entonces no hay necesidad de revelación directa porque Dios nos habla a través de la Escritura (los 66 libros de la Biblia). Ya no hay necesidad de más confirmación del mensaje porque ya se confirmó tanto en la época de los Apóstoles como a través de la historia de la Iglesia hasta hoy día.
Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro. [Apoc 22.18-19].
Tampoco hay Apóstoles sobre la tierra. (A pesar de lo que dicen algunos “pastores”, ellos no califican según los requisitos de un Apóstol que vemos en 1Juan 1.1; más bien califican según la descripción en 2Corintios 11.13-15). Así que, hoy en día, de parte de Dios, no hay señales, prodigios y milagros (milagros por señal porque es obvio que Dios siempre hace milagros) como vemos en los Evangelios y en el Libro de Hechos.
La historia del primer siglo se trata de un periodo especial cuando una transición estaba tomando lugar. Es muy diferente hoy día. Entonces, hemos de tener mucho cuidado cuando vemos señales y prodigios en las iglesias hoy. Alguien está aplicando algo de otra época a nosotros hoy día en la nuestra. Puede ser que lo esté haciendo por ignorancia — que no sabe como trazar bien la Palabra de Verdad y distinguir entre una dispensación y otra — pero esto no quita el peligro que se corre en una iglesia de ese estilo.
Claro, fue Dios Quien hacía las señales, prodigios y milagros en el primer siglo, pero esto no niega el hecho de que Satanás también puede hacer las mismas señales, prodigios y milagros — y los hace para engañar a los creyentes, desviarlos del plan de Dios y preparar el mundo para la llegada del Anticristo. Tenga discernimiento, entonces, y juzgue toda experiencia por la Palabra de Dios.
Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. [2Tes 2.8-10].
Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. [Mat 7.22- 23].
Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. [Mat 24.24].
Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras. [2Cor 11.13-15].
También [el falso profeta] hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió. [Apoc 13.13-14].
Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. [Apoc 16.13-14].
Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. [Apoc 19.20].
Ahora volvamos a Hechos 2 para aclarar algo que muchos tergiversan hoy en día.
Algunos quieren ver en la cita de Joel 2 por Pedro una promesa de un avivamiento durante los últimos días de la Iglesia. Sin embargo, no entienden que la cita de Joel 2 es condicional (o sea, Hechos 2 no es el cumplimiento de Joel 2 que Pedro cita).
Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. [Hech 2.15-16].
Cuando Pedro dice “esto es”, no se está refiriendo a las lenguas en que están hablando los Apóstoles. Se refiere a lo que sigue. “Esto es” la profecía, y se lo explica a Israel.
Lo que Pedro está diciendo es lo mismo que hemos visto hasta ahora. Si los judíos en Hechos 2 quieren recibirlo, las promesas de la profecía de Joel 2 pueden empezar a cumplirse. Es una profecía que habla de los postreros días en que el Espíritu Santo será derramado sobre toda carne (algo que nunca ha pasado, ni en Hechos 2 ni hasta la fecha) y profetizarán, verán visiones, soñarán sueños, etc. Sin embargo, hoy día sabemos que los judíos no recibieron el mensaje (el ofrecimiento por los 12 Apóstoles). Rechazaron a Jesús y el reino en Hechos 7, entonces todo lo que Pedro dijo citando Joel 2 (Hech 2.17-21) no se cumplió.
Ahora, es para “aquellos días” de la Tribulación, los días justo antes de la segunda venida. Vea el resto de la profecía citada por Pedro:
Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo; El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor [la segunda venida], grande y manifiesto; y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. [Hech 2.19-21].
Esta profecía no tiene nada que ver con la Iglesia de hoy. Fue para los judíos que podrían haber estado en la Tribulación si hubieran aceptado a Jesucristo cuando Pedro les ofreció el reino en Hechos 2. Ahora, se aplazó para después del arrebatamiento de la Iglesia cuando Dios volverá a tratar principalmente con la nación de Israel.
No aplique Hechos 2 a la Iglesia (ni mucho menos a sí mismo). Hemos de establecer el contexto antes de hacer cualquier aplicación personal, y el contexto de Hechos 2 es bastante específico.
Pedro está predicando a judíos acerca de la segunda venida (Hech 2.20). La Iglesia todavía es un misterio escondido porque nadie sabe nada acerca del Cuerpo de Cristo hasta Pablo (Hech 9; Ef 3.1-7). Hechos 2 no tiene nada que ver con nosotros — los gentiles, miembros de la Iglesia (el Cuerpo de Cristo). No espere un avivamiento durante los últimos días de la Iglesia. Más bien, espere la apostasía.
Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios. [1Tim 4.1].
También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. [2Tim 3.1].
Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. [2Tim 4.3-4].

3. Capítulo 3: La proclamación en el Templo.
El contexto se establece en el primer versículo, y sigue igual que el del capítulo 2. Los Apóstoles judíos están en el templo en Jerusalén, entre el pueblo judío.
Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. [Hech 3.1].
Una vez más vemos a Pedro, el líder (el que tiene las llaves del reino físico de Israel; Mat 16.19), predicar al pueblo de Israel.
Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón. Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? [Hech 3.11-12].
Su mensaje para Israel se trata de arrepentimiento y conversión para que Cristo venga la segunda vez y establezca Su reino, el Milenio.
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio [Milenio], y él envíe a Jesucristo [segunda venida], que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración [Milenio] de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. [Hech 3.19-21].
Así que, otra vez vemos lo mismo que antes: es un mensaje del reino para Israel, no para la Iglesia. Es un mensaje de la venida inminente de Cristo Jesús, no de dos mil años de espera. Es un mensaje para judíos en Jerusalén, no para gentiles en la Iglesia. No se equivoque, entonces, del contexto. Este capítulo no se trata de doctrina directamente para la Iglesia.

4. Capítulo 4: La proclamación con oposición.
Pedro y Juan, después de predicar acerca de Cristo en el templo, son llevados a los líderes de Israel en el capítulo 4. Continúan el mismo mensaje de arrepentimiento para Israel.
Entonces Pedro [el Apóstol a los judíos], lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel [está predicando a los líderes de Israel]... sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. [Hech 4.8-12].

5. Capítulo 5: La continuación de la proclamación.
Aquí los Apóstoles experimentan más oposición de parte de los líderes de Israel.
Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos; y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública. [Hech 5.17-18].
Cuando los Apóstoles tienen la oportunidad de responderles, es otra vez Pedro que la Biblia menciona por nombre. Este Apóstol a la circuncisión (a los judíos) les predica el mismo mensaje de la crucifixión de Jesucristo.
Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. [Hech 5.27-30].
Pedro sigue siendo el líder entre los 12 Apóstoles, porque él es el que Dios escogió para ofrecerle a Israel el reino y a Jesucristo como el Rey. Pedro también sigue predicando arrepentimiento como la condición para recibir el reino.
A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. [Hech 5.31].

6. Capítulo 6: La elección de Esteban.
En la primera parte de este capítulo se eligen los primeros diáconos, entre los cuales está Esteban (Hech 6.1-7). Él va a ser el último mensajero para llevar el ofrecimiento del reino delante de los líderes de Israel. De esto se trata la última parte del capítulo cuando los judíos llevan a Esteban al concilio de los líderes de Israel (Hech 6.8-15).

7. Capítulo 7: La proclamación de Esteban.
Los líderes de Israel le dan a Esteban la oportunidad de hablar, y él les pega duro. Primero, les da un resumen breve y rápido de la historia de Israel (Hech 7.1-50). Luego, llega al grano de su mensaje y, como Pedro, Esteban les echa la culpa a los líderes de Israel por la crucifixión de Jesús. Implícito en su mensaje es el llamamiento al arrepentimiento por haberlo hecho.
¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis. [Hech 7.51-53].
Los judíos rechazan el reino matando al mensajero que Dios usó para ofrecérselo. Con este “rechazo oficial”, la transición de Israel a la Iglesia empieza.
Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él... Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon... [Hech 7.54-60].
...por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. [Rom 11.11b].
...si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles... [Rom 11.12a].
...su exclusión es la reconciliación del mundo... [Rom 11.15a].
...por su incredulidad fueron desgajadas... [Rom 11.20a].
...que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles. [Rom 11.25b].

8. Capítulo 8: La transición empieza.
En este capítulo Dios nos muestra toda la transición del Libro de Hechos en cuadro con los grupos a los cuales los discípulos alcanzan. Los judíos en Jerusalén (los líderes de la nación) acaban de rechazar “oficialmente” el ofrecimiento del reino cuando mataron a Esteban, y por lo tanto se estalla una gran persecución contra los cristianos en el capítulo 8.
La persecución sirve para esparcir a los discípulos a tierras fuera de Jerusalén.
Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles. Y hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban, e hicieron gran llanto sobre él. [Hech 8.1-2].
Los discípulos, dispersados por la persecución, llegan primero a Samaria y allí predican el evangelio.
Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio. Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. [Hech 8.4-5].
El pueblo samaritano es un pueblo mezclado de judíos y gentiles. No son puros judíos, ni tampoco son puros gentiles. En el Antiguo Testamento, cuando las diez tribus del norte de Israel fueron llevadas en cautividad, algunos de los judíos fueron dejados en la tierra con gentiles de otras naciones para volver a poblar la región (2 Rey 17.24-41). El resultado fue el pueblo de los samaritanos, un pueblo mezclado (una parte judía y otra gentil). Entonces, podemos ver un pequeño cuadro de la transición que está empezando en Hechos 8. Es una transición de los judíos (en Hechos 1-7) a los gentiles (en la Iglesia). Entonces, justo después del rechazo en Hechos 7, vemos el evangelio llegando a un pueblo mezclado (en parte judío y en parte gentil) al comienzo del capítulo 8. Dios está dejando a Israel para llevar el evangelio a los gentiles, y el primer paso hacia los gentiles es Samaria — el pueblo mezclado.
La segunda parte de este pequeño cuadro de la transición es el etíope (Hech 8.26-40). Un etíope es un negro, un gentil del norte del África. Entonces, con él vemos el evangelio llegando a alguien que es un gentil. Note que este etíope es un prosélito a la religión de los judíos. O sea, es judío por elección propia, no por nacimiento. Está volviendo de Jerusalén, de haber participado en las celebraciones ahí, y está leyendo la Escritura de los hebreos. Entonces, después de alcanzar a los samaritanos (el pueblo mezclado), Dios sigue un paso más en la transición alcanzando a un gentil prosélito. En Hechos 8 la transición empieza y Dios está en el proceso de dejar a Su pueblo Israel por unos dos mil años para levantar la Iglesia entre los gentiles.

9. Capítulo 9: La transición sigue — la conversión de Pablo.
La siguiente cosa que vemos en la transición es la salvación de Pablo, todavía llamado Saulo en este capítulo (Hech 9.1-6). Dios tiene una misión específica para él.
El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel. [Hech 9.15].
Dios quiere que Pablo lleve Su Nombre en presencia de tres diferentes grupos de personas. Note cual de estos grupos aparece primero en la lista y cual es de último. Ya los gentiles tienen prioridad sobre los judíos porque la transición de Israel a la Iglesia ha empezado. El ministerio de Pablo se define en Gálatas 2.7-9, un pasaje que ya hemos visto un par de veces. Pablo dice claramente que “me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión”. Él repite esto varias veces a través de sus escritos (Hech 22.21; 26.17; Ef 3.8; Gal 1.16).
Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio. [Rom 11.13].
Para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo. [Rom 15.16].
Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad. [1Tim 2.7].
Del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. [2Tim 1.11].
El ministerio de Pablo es diferente del de los 12 (Pedro siendo el líder de ellos). Hay que entender, entonces, que en Hechos 9 Dios está enviando a Pablo a los gentiles, a la incircuncisión y por esto vemos un paso más en la transición del Libro de Hechos: la salvación y el llamamiento del Apóstol de los gentiles, el de la Iglesia. No obstante, tan fuerte es la predicación de Pablo que lo mandan para la casa y no vemos a Pablo otra vez hasta Hechos 11.
Y hablaba denodadamente en el nombre del Señor, y disputaba con los griegos; pero éstos procuraban matarle. Cuando supieron esto los hermanos, le llevaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso. [Hech 9.29-30].

10. Capítulo 10: La transición sigue — Pedro alcanza a los gentiles.
En este capítulo Dios usa a Pedro para alcanzar al primer gentil pagano (y no es una coincidencia que sucede en este capítulo; diez es el número de los gentiles en la Biblia). El etíope en Hechos 8, aunque gentil por nacimiento, era un judío prosélito (se había convertido en judío por elección propia; Hech 8.27-28). Cornelio es diferente porque él un pagano.
Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana. piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre. [Hech 10.1-2].
Cornelio es un hombre piadoso que tiene una vida marcada por la piedad y las buenas obras. Pero, no conoce a Dios (que es obvio por lo que sigue). En este capítulo Dios le revela a Pedro que ahora Él está alcanzando a los gentiles. Este hecho (Dios usando a Pedro para empezar a alcanzar gentiles) es muy importante en la transición tomando lugar.
Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró. Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre. Y hablando con él, entró, y halló a muchos que se habían reunido. Y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo; por lo cual, al ser llamado, vine sin replicar. Así que pregunto: ¿Por qué causa me habéis hecho venir? [Hech 10.25-29].
Para confirmar esta nueva dirección (este gran cambio de dispensación, que Dios ya está tratando con los gentiles directamente), el Señor les da a los judíos — a Pedro y a sus ayudantes — una señal de confirmación: las lenguas.
Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. [Hech 10.44-46].
Noten varias cosas importantes aquí.
Primero, la señal de las lenguas fue para “los fieles de la circuncisión” — los judíos.
En segundo lugar, la señal fue la de hablar en lenguas conocidas.
Sabemos que no eran lenguas desconocidas (el hablar incoherentemente) porque los judíos sabían que Cornelio y los suyos magnificaban a Dios. Además, el propósito divino en las señales es siempre lo mismo: sirven para confirmar la nueva palabra delante de los judíos. La señal de las lenguas aquí confirma el hecho de que los gentiles recibieron el Espíritu Santo sin haberse convertido en judíos primero. Dios ya está tratando con los gentiles directamente — algo completamente nuevo desde la formación de la nación de Israel.
Hechos capítulo 10 es el puente entre la obra de Dios entre los judíos y Su obra entre los gentiles. Cornelio es el primer gentil pagano (alguien sin Dios y sin la salvación) que se salva de la misma manera que nosotros: por fe (por creer) sin obras. Dios usa a Pedro para alcanzar a los primeros gentiles para que no haya dudas en cuanto al plan de Dios. O sea, el establecimiento de la Iglesia entre los gentiles no fue una idea que se le ocurrió a Pablo (como algunos dicen).
La transición de Israel a la Iglesia (de los judíos a los gentiles) forma parte del plan de Dios. El Señor usa al mismo Apóstol de los judíos para alcanzar primero a los judíos (Hech 2), luego a los samaritanos (Hech 8.14-17) y al final a los primeros gentiles (Hech 10). Está enseñándonos que la transición es de Él, no de ningún hombre. No es que Pablo fuera un judío renegado y apóstata que empezó una secta falsa (porque así es como algunos eruditos pintan el comienzo de la Iglesia). Cuando Pablo vuelve a la escena, él simplemente toma la misión de donde Pedro se la dejó.
Pedro, después de establecer el primer contacto con los gentiles (Cornelio), vuelve a Jerusalén (Hech 11.2) y no lo vemos fuera de ahí en el resto del Libro de Hechos. La transición está en marcha y la obra ya le toca (principalmente) a Pablo.

11. Capítulos 11-12: La transición sigue — los Apóstoles judíos.
Los judíos de Jerusalén, al principio, tienen problemas aceptando el hecho de la transición. No quieren creer que Dios está trabajando entre los gentiles y ya no solamente con Israel.
Oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea, que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Y cuando Pedro subió a Jerusalén, disputaban con él los que eran de la circuncisión, diciendo: ¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos, y has comido con ellos? [Hech 11.1-3].
Pero, después de la explicación de Pedro, lo aceptan. Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida! [Hech 11.18].
Es en este momento que vemos a Pablo volver a la escena. Llega a Antioquía y empieza a enseñar la Palabra de Dios ahí.
Después fue Bernabé a Tarso para buscar a Saulo; y hallándole, le trajo a Antioquía. Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía. [Hech 11.25-26].
Note que no hay mención de lenguas ni ninguna otra señal cuando los gentiles de Antioquía se convierten en este capítulo (Hech 11.19-21). No hay necesidad de señales porque no hay judíos presentes, y las señales son para judíos. La iglesia de Antioquía llega a ser el centro de operaciones para los tres viajes misioneros de Pablo y por lo tanto es la iglesia modelo para nosotros hoy día. La iglesia de Jerusalén (Hech 2) no es un buen modelo para los cristianos (aunque hay mucho que podemos aprender de ella) porque era una iglesia de judíos que estaban esperando la venida inminente del Mesías.
La iglesia de Antioquía es una iglesia misionera que se estaba preparando para muchos años de actividad en la propagación del evangelio.
En Hechos 12 la época de los 12 Apóstoles judíos termina (note que el número 12 es el de Israel). Los romanos matan a Jacobo, el hermano de Juan, uno de los 12 y no lo reemplazan. Antes reemplazaron a Judas, el traicionero que se mató (Hech 1.15-26) para tener 12 Apóstoles judíos sobre la tierra para la venida del Mesías y el establecimiento de Su reino.
Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria [en el reino mesiánico, el Milenio], vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. [Mat 19.28].
Ahora, en Hechos 12, no tienen que reemplazar a Jacobo porque ya no hay necesidad de 12 Apóstoles vivos sobre la tierra. Israel rechazó el reino matando a Esteban en Hechos 7 y por lo tanto Dios aplazó dicho reino hasta después de la dispensación de la Iglesia. La época de los 12 se acaba en Hechos 12 y la época de Pablo, el Apóstol de la Iglesia, empieza en el siguiente capítulo.

12. Capítulos 13-28: La transición termina — el Apóstol Pablo y el establecimiento de la Iglesia (entre los gentiles).
Cuando Dios envía a Pablo a sus viajes misioneros, lo envía a través de la iglesia de Antioquía, nuestra iglesia modelo.
Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron. Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre. [Hech 13.1-4].
Debemos aprender todo lo que podemos de esta iglesia porque es una congregación misionera que evangeliza y enseña la Palabra de Dios para hacer discípulos de los nuevos convertidos (Hech 11.19-26). También es una iglesia que no se ha olvidado de amar a su prójimo de maneras prácticas, como ayudar a los pobres (Hech 11.27-30). Nos da un buen patrón para seguir.
En el primer viaje misionero de Pablo, vemos al Apóstol estableciendo nuevas iglesias (Hech 13-14). Luego, después de una reunión en Jerusalén con los líderes de la iglesia allá para decidir el asunto de la transición de los judíos a los gentiles (Hech 15), Pablo sale para su segundo viaje misionero. En este viaje, el Apóstol trabaja principalmente en el área de edificación (crecimiento) de las iglesias que fueron establecidas durante el primer viaje (Hech 16-17). O sea, después de evangelizar (el primer viaje), Pablo vuelve para seguir discipulando a los convertidos (el segundo viaje). En su tercer viaje misionero, Pablo procura desarrollar liderazgo. Quiere “confirmar a todos los discípulos”. Trabaja con los fieles en las iglesias para desarrollar líderes que podrán seguir ministrando en su ausencia (Hech 19-20).
Los últimos capítulos de Hechos se tratan de la encarcelación de Pablo y su llegada a la ciudad de Roma (Hech 21-28).
La historia de “Los Hechos de los Apóstoles” termina en el capítulo 28. En este capítulo la transición se acaba y, en los últimos versículos, ya estamos dentro de la época de la Iglesia (listos para recibir la doctrina fundamental para la Iglesia en el Libro de Romanos, el que sigue después de Hechos).
Al llegar a Roma en Hechos 28, Pablo ya ha predicado el evangelio de Jesucristo a los judíos en Jerusalén y en Asia Menor. Ahora, alcanza al último grupo grande de judíos dispersos con el mensaje de Dios, y cuando ellos rechazan el mensaje, el Señor cierra el libro dejando a Israel al lado por unos dos mil años. Vea lo que Pablo dice de los judíos cuando no quieren recibir el mensaje de Dios a través de él.
Y como [los judíos] no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres, diciendo: Ve a este pueblo, y diles: De oído oiréis [oyeron el mensaje de Cristo y los Apóstoles], y no entenderéis; Y viendo veréis [las señales de Cristo y los Apóstoles], y no percibiréis; Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyeron pesadamente, y sus ojos han cerrado, para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan de corazón, y se conviertan, y yo los sane. [Hech 28.25- 27].
Los judíos oyeron la predicación y vieron las señales que confirmaron el hecho de que el mensaje fue de Dios, pero a pesar de todo esto, rechazaron a Jesús como su Mesías. Así que, en el siguiente versículo, vemos el cierre de la época de Israel (ya de una vez, después de años de transición en el Libro de Hechos) y el pleno comienzo de la de la Iglesia.
Sabed [judíos], pues, que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios; y ellos oirán. [Hech 28.28].
Hay que ver una cosa muy importante en este versículo.
Claro, Dios dice a los judíos que está dejándolos para enviar Su salvación a los gentiles. Pero, note la diferencia entre el mensaje para los gentiles y el mensaje para los judíos arriba. Los judíos oyeron y vieron porque Dios les mandó señales (para ver) que confirmaron el mensaje (que oyeron). Los gentiles (nosotros en la Iglesia) sólo “oiremos”. No veremos nada porque las señales no son para nosotros. Fueron para Israel, pero al llegar aquí (Hech 28.28), las señales se acaban. No hay más necesidad para más confirmación.
Ahora, se predica el reino de Dios (el reino espiritual para la Iglesia) no el reino de los cielos (el reino físico de Israel).
La transición, entonces, termina aquí.
Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada,y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento. [Hech 28.30-31].
Lo que queremos hacer ahora es aplicar todo este conocimiento de la transición en Hechos.
Muchos quieren usar el Libro de Hechos para enseñar doctrina para la Iglesia hoy día, y muy a menudo se equivocan porque Hechos es, principalmente, un libro de historia y no uno de doctrina. Hemos de aprender nuestra doctrina de los libros de doctrina cristiana (de Romanos a Filemón). Hechos sirve para ilustrar y aclarar la enseñanza que recibimos en estos libros. Así que, ¿cuáles son unas implicaciones de la transición que toma lugar en el Libro de Hechos?.

C. UNAS IMPLICACIONES DE LA TRANSICIÓN.
1. El Espíritu Santo.
¿Cómo se recibe al Espíritu Santo y cuál es la evidencia inicial de haberlo recibido?.
Muchos usan el Libro de Hechos para enseñar varias maneras de recibir el Espíritu Santo (como a través del bautismo o por medio de una “segunda bendición” después de la salvación). También sacan de este libro lo que se llama “la evidencia inicial” de haberlo recibido: lenguas.
El problema con esto es que no se puede usar el Libro de Hechos para enseñar acerca de la obra inicial del Espíritu Santo. ¿Por qué no?.
Porque es un libro de transición y por lo tanto la obra inicial del Espíritu es diferente dependiendo de donde estamos en el desarrollo del cambio tomando lugar.
Considere lo que se ve en los siguientes pasajes acerca de la obra del Espíritu Santo, y piense en dónde estamos en la transición en cada pasaje (recuerde que hasta el capítulo 7 todo se trata únicamente de Israel, y después viene la transición a los gentiles y la Iglesia).
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. [Hech 2.1-4].
En este pasaje los discípulos no hicieron nada para recibir el Espíritu, y cuando lo recibieron hablaron en lenguas (idiomas conocidos; Hech 2.11). Pero, hay otro pasaje en este mismo capítulo que es diferente con respecto a la obra inicial del Espíritu.
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. [Hech 2.38].
Los israelitas en Hechos 2.38 tuvieron que bautizarse en agua para recibir al Espíritu Santo, algo que los discípulos no tuvieron que hacer sólo unos versículos antes, en Hechos 2.1-4. Sigamos con otro pasaje.
Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. [Hech 4.31].
La gente aquí en Hechos 4 fue llena del Espíritu Santo después de orar, y luego hablaron la Palabra de Dios con denuedo (o sea, no hablaron en lenguas, sino en su propio idioma, pero lo hicieron con denuedo).
Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo. [Hech 8.14-17].
En Hechos 8 tenemos gente que había creído en Jesús (era salva) y que aun se había bautizado en agua, pero no tenía el Espíritu Santo. Recibieron el Espíritu por la imposición de las manos de los Apóstoles, Juan y Pedro (un método de recibir al Espíritu que no hemos visto hasta este punto en la historia de Hechos). Pero, todavía nos quedan otros pasajes.
De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre. Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso [Cornelio el centurión y los suyos]. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días. [Hech 10.43-48].
Cornelio y los suyos recibieron al Espíritu creyendo el mensaje de un Apóstol. Hablaron en lenguas y luego fueron bautizados en agua (que es al revés de lo que enseñan hoy, que uno tiene que bautizarse para recibir al Espíritu y la evidencia inicial es hablar lenguas). Note también que fueron lenguas conocidas porque los Apóstoles entendieron lo que dijeron. Hablaron en un idioma conocido por los judíos (hebreo), no en la lengua desconocida de hoy (la de los corintios). Veamos un pasaje más, el siguiente de Hechos 19.
Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban. [Hech 19.1-6].
Estas personas en Éfeso fueron bautizados en agua (el bautismo de Juan el Bautista), y luego recibieron al Espíritu por la imposición de las manos del Apóstol Pablo. Luego, además de hablar en lenguas (idiomas conocidos), profetizaron — o sea, predicaron la Palabra. Entonces, ¿cuál será nuestro patrón de cómo se recibe al Espíritu hoy, y cuál es la “evidencia inicial” de haberlo recibido?.
No hay ni un sólo patrón en todo el Libro de Hechos. Es como dicen: es una sopa de arroz con mango. Sería mejor sacar nuestra doctrina acerca del Espíritu Santo de los libros que se tratan de la doctrina para la Iglesia: los libros de Romanos a Filemón. Al leer estas epístolas cristianas y tomar lo que leemos literalmente, es muy fácil de entender cómo se recibe el Espíritu Santo y cual es Su obra inicial en el nuevo convertido.
Uno recibe al Espíritu Santo en el momento de aceptar a Jesucristo como su Salvador personal.
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa. [Ef 1.13].
Cada cristiano recibe al Espíritu Santo en el momento de la salvación, cuando cree el mensaje del evangelio que acaba de oír. Es por esto que Pablo dice en Romanos que el que no tiene el Espíritu, no es de Cristo (¡no es un cristiano — no es salvo!).
Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. [Rom 8.9].
Para recibir el Espíritu, entonces, no necesitamos bautizarnos. No necesitamos la oración. No necesitamos que nadie nos imponga manos. Tampoco hay necesidad de una “segunda bendición” para recibir el “bautismo del Espíritu Santo” (porque es algo que todos los creyentes hemos recibido en el momento de creer, aun los más carnales e inmaduros como los corintios; 1Cor 12.13) o la “llenura del Espíritu”. Una vez que alguien acepta a Cristo, recibe toda bendición espiritual y ya está completo en Él — ¡no le falta nada!.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo [ojo: ¡en el pasado, en el momento de aceptar a Cristo!] con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. [Ef 1.3].
Y vosotros estáis completos en Él, que es la cabeza de todo principado y potestad. [Col 2.10].
¿Qué más hay para recibir en una “segunda” bendición si ya lo tenemos todo?
También, hablar así de la llenura del Espíritu suena como si Él fuera “gasolina espiritual” — que hoy se puede tener un poco de Él pero mañana tendrá más. El Espíritu Santo es Dios, entonces es una Persona. Cuando uno Lo tiene, Lo tiene todo. No hay nada más que pueda recibir. Así que, la llenura del Espíritu Santo no es recibir más de Él (Él no es gasolina; es una Persona), es que Él reciba más de uno. Es dejar que el Espíritu Santo llene cada área de su vida para controlarlo según la voluntad de Dios que se revela en la Escritura. No es nada místico. Es algo muy práctico. La evidencia inicial de haber recibido al Espíritu hoy día no es el hablar en lenguas. Recuerde que las lenguas (idiomas conocidos) de Hechos 2 fueron por señal delante de Israel durante un tiempo de transición para confirmar el nuevo mensaje de Dios predicado por medio de Sus nuevos mensajeros.
Las lenguas desconocidas de 1 Corintios 14 eran la manifestación de la carnalidad de los miembros de una iglesia tratando de mostrarse “más espirituales” que los demás (1Cor 3.1-4). Realmente no debemos estar buscando una “evidencia inicial” del Espíritu Santo como muchos quieren en las lenguas incoherentes.
La evidencia (inicial, última y continua) es un cambio de carácter y de vida. En primer lugar, uno deja de ser y hacer como antes de aceptar a Cristo.
Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. [Gal 5.19-21].
En segundo lugar, el Espíritu manifiesta Su presencia en el creyente a través de un conjunto de cualidades de carácter (que, por supuesto, resultan en cambios en el estilo de vida del cristiano).
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. [Gal 5.22-23].
Cualquiera puede hablar en una lengua desconocida. Aun un inconverso podría hacerlo, y fácilmente. No es evidencia de nada. Pero, un verdadero cambio de vida — de carácter y del estilo de vida — que dura la prueba del paso del tiempo, es evidencia convincente del Espíritu Santo dentro de uno conformándolo a la imagen de Cristo.
El Libro de Hechos no establece ningún patrón de cómo se recibe el Espíritu Santo ni de la evidencia inicial de haberlo recibido. Así que, es muy peligroso correr a este libro de transición para tratar de sostener una doctrina rara (como la de una “segunda bendición” o un “bautismo del Espíritu Santo” después de la salvación).
Debemos sacar nuestra doctrina de los libros que Dios nos dio para establecer la fe cristiana en las iglesias entre los gentiles: las epístolas de Pablo (de Romanos a Filemón).

2. El don de lenguas.
Ya hemos visto mucho sobre las lenguas en el Libro de Hechos. No obstante, vale la pena repasarlo ahora en el contexto de la transición para que el asunto quede claro y bien definido según lo que dice la Biblia.
Con las lenguas en Hechos, hay que entender 2 cosas.
Primero, cada vez que alguien en el Libro de Hechos habla en lenguas, son idiomas conocidos.
Segundo, cada vez que alguien en Hechos habla en lenguas, hay judíos presentes.
Esto es importante porque las lenguas sirven por señal, y las señales en la Biblia son únicamente para los judíos. No son para los griegos (los gentiles) ni para la Iglesia (los cristianos).
Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría [¡no señales!]; pero nosotros [los cristianos] predicamos a Cristo crucificado [¡no señales!], para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura. [1Cor 1.22-23].
Y él contestó: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo [Israel]; haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo. [Exod 34.10].
¿O ha intentado Dios venir a tomar para sí una nación de en medio de otra nación, con pruebas, con señales, con milagros y con guerra, y mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores como todo lo que hizo con vosotros Jehová vuestro Dios en Egipto ante tus ojos? [Deut 4.34; la respuesta obvia: ¡No! Dios ha hecho Su obra de señales únicamente con Israel].
Dios dijo claramente y de antemano que las lenguas extrañas (los idiomas de otros pueblos) serían por una señal delante del pueblo de Israel (a “este pueblo” según el siguiente versículo, no a ningún otro). Porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo. [Isa 28.11].
Pablo cita este versículo — Isaías 28.11 — en 1 Corintios para explicar el fenómeno de las lenguas y corregir el mal uso de ellas por la iglesia carnal de los corintios. En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo [judíos, según el contexto de Isa 28.11]; y ni aun así me oirán, dice el Señor. Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos [los de “este pueblo”: los judíos]; pero la profecía [la predicación de la Palabra], no a los incrédulos, sino a los creyentes. [1Cor 14.21-22].
Así que, la Biblia dice claramente que las lenguas que son de Dios sirven por señal a “este pueblo” — el pueblo de Israel, los judíos. Aplicar el don de lenguas hoy día a nosotros en la Iglesia es torcer la Palabra de Dios fuera de su contexto. También Pablo dice que las lenguas son para los incrédulos, para los judíos que no creen. No son para los “creyentes” (nosotros, los cristianos en la Iglesia). Ve el resultado del abuso de las lenguas en la iglesia carnal de Corinto. Es lo mismo que vemos hoy día en iglesias que abusan de las lenguas.
Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos? Pero si todos profetizan [predicación de la Palabra de Dios], y entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado. [1Cor 14.23-24].
Cada vez que alguien en el Libro de Hechos habla en lenguas, hay judíos presentes porque las lenguas son por señal para convencer al judío incrédulo durante el tiempo de la transición.
El hablar en lenguas no es la evidencia inicial de haber recibido al Espíritu Santo.

3. El don de sanidad.
El don de sanidad es también algo que hemos visto en nuestro estudio de las señales en la Iglesia de hoy, pero (como con las lenguas), vale la pena retomar el asunto brevemente dentro del contexto de la transición que toma lugar en el Libro de Hechos.
La sanidad fue una de las “señales de Apóstol”.
Y les dijo [a los 11 Apóstoles]: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. [Mar 16.15-18].
Note que no hay excepción con el don de sanidad. Cristo (¡Dios mismo!) dice que el que tiene el don de sanidad puede sanar a quien él quiera simplemente por la imposición de manos. No hay fallas con el don de sanidad que viene de Dios. Si hay una falla, no es por la “falta de fe” del enfermo. Más bien se debe al hecho de que el “sanador” que dice que tiene el don de sanidad es un charlatán que quiere engañar a la gente.
El propósito de las señales de Apóstol fue la confirmación de la nueva palabra (el cambio de pacto) que los mismos Apóstoles estaban anunciando. Vemos esto siguiendo el contexto de Marcos 16.
Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén. [Mar 16.19-20].
Las señales seguían “la” palabra de los Apóstoles, la nueva palabra del cambio de pacto. Las señales sirvieron para confirmar esta nueva palabra.
Pedro explica este propósito de las señales en el segundo capítulo de Hechos.
Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros [señales son para los israelitas] con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis. [Hech 2.22].
Es obvio, entonces. Las señales, prodigios y milagros (tal como los que vemos en el Libro de Hechos) son para “aprobar” el nuevo mensaje de Dios delante de los israelitas (“vosotros” en el pasaje arriba). El don de la sanidad formaba parte de estas señales de Apóstol. En el Libro de Hechos vemos al Apóstol Pedro sanando a la gente (por ejemplo: Hech 3.1-8). También el Apóstol Pablo sanaba (por ejemplo: Hech 28.8-9). Pero, luego algo pasa porque no siguen con el don de sanidad después de Hechos 28.28. Pablo sanó a varias personas en la isla de Malta en el año 62 d.C. (Hech 28.8-9; fíjese aquí que no eran creyentes, sino paganos; no tenían fe en Cristo).
Como ya vimos en el análisis de Hechos, la transición cesó en Hechos 28.28, que fue el año 63 d.C. Durante esta misma encarcelación, Pablo dice que ya tiene que orar por la sanidad de un amigo, Epafrodito.
Mas tuve por necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades; porque él tenía gran deseo de veros a todos vosotros, y gravemente se angustió porque habíais oído que había enfermado. Pues en verdad estuvo enfermo, a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él, y no solamente de él, sino también de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza. [Flp 2.25-27].
El Apóstol no pudo imponerle manos y sanarlo porque ya no tenía el don de sanidad. Dios lo había quitado porque la transición ya terminó y no había más necesidad de más señales de confirmación. Ahora tenemos que orar y pedirle a Dios que sane a alguien enfermo. Luego, en el 65 d.C. (sólo unos dos o tres años después), vemos a Pablo recetándole a Timoteo medicina para su estómago.
Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades. [1Tim 5.23].
Además dejó a Trófimo enfermo en el año 68 d.C. Pablo estaba allá con él y no lo sanó, sino que lo dejó enfermo.
Erasto se quedó en Corinto, y a Trófimo dejé en Mileto enfermo. [2Tim 4.20].
El Apóstol Pablo no sanó a estas personas porque ya había cesado el “don de sanidad” cuando el último grupo de judíos rechazó el nuevo mensaje en Hechos 28.25-27. Desde entonces, Dios ha estado trabajando entre los gentiles (Hech 28.28), y por lo tanto ya no están en manifestación las señales de Apóstol, como el don de sanidad.
Obviamente Dios todavía sana y esto debe quedarse claro (entonces voy a decirlo otra vez). Dios todavía sana a la gente. Pero, hoy día no es a través de alguien especial en la Iglesia. Cada uno de nosotros tenemos acceso directo a Dios, y cualquiera puede acercarse a Dios en oración y pedirle que lo sane.
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. [Heb 4.16].
Los hombres que dicen que tienen el don de sanidad están equivocados. O se están engañando creyendo que tienen algo que no tienen (no tienen el don de sanidad), o lo saben y están engañando a la gente en busca de poder, reconocimiento y plata (1Tim 6.10).
Si alguien dice que tiene el don de sanidad, ¿por qué todavía usa anteojos, o anda resfriado? Más bien, ¿por qué tiene que hacer un espectáculo en una “¡Noche de milagros!” en la iglesia? Debería estar en los hospitales sanando a gente “incurable”, como hizo Jesucristo y los Apóstoles. Pero no lo hacen y no lo harán, porque nadie hoy día tiene el don bíblico de la sanidad.
¿Sana Dios a la gente? ¡Claro que sí! Si Dios quiere sanarle a alguien, lo sana. No necesita de alguien con un “don de sanidad” para hacerlo. El don de sanidad fue por una señal a los judíos que no creían.

4. Las señales de Apóstol (señales, prodigios y milagros).
Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros. [2Cor 12.12].
Hay unas señales que son específicamente para los Apóstoles y por lo tanto únicamente para la época de los Apóstoles. No son para nadie más ni para ninguna otra época. Estas señales de Apóstol tienen que ver con “señales, prodigios y milagros”.
¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad. [Heb 2.3- 4].
Dios anunció la salvación en Cristo Jesús a través de “los que oyeron”, los discípulos que luego llegaron a ser los Apóstoles. Dios testificó juntamente con ellos (los que oyeron a Jesús, los Apóstoles; Mar 16.14- 21) con señales, prodigios, diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo. Así que, las señales, prodigios y milagros que vemos en el Libro de Hechos — la historia de la época de los Apóstoles — no son para nosotros hoy día. Fueron para los Apóstoles, durante sus días, para confirmar el nuevo mensaje que Dios estaba mandando a través de ellos, los nuevos mensajeros. Una vez confirmado (Hech 28.28), se acabaron las señales de Apóstol.
Recuerde cual es el título completo de Hechos: “El Libro de los Hechos de los Apóstoles”. No se trata de los hechos del cristiano común y corriente. Además, cuando termina el Libro de los Hechos de los Apóstoles, también termina la época de los Apóstoles y las señales de ellos (todas las cinco; Mar 16.17-18).
Así que, no podemos usar el Libro de Hechos como una base doctrinal para decir que las señales, prodigios y milagros están en manifestación hoy. Fue una época muy especial — fue la época de los Apóstoles — cuando Dios estaba confirmando el Nuevo Pacto y estableciendo la Iglesia entre los gentiles.
Cuando terminó la época de los Apóstoles (cuando terminó la historia del Libro de los Hechos de los Apóstoles), terminaron también las señales de los Apóstoles.

D. CONCLUSIÓN
El Libro de Hechos puede ser muy peligroso si uno no entiende la transición que está tomando lugar en sus 28 capítulos. Las cosas en los últimos capítulos son diferentes de las de los primeros.
Dios, a través de los 12 Apóstoles, le ofreció a Israel el reino otra vez. Pero, Israel lo rechazó otra vez. Por esto vemos la transición de Israel a la Iglesia. Dios dejó al lado a Israel, por unos dos mil años, para levantar la Iglesia entre los gentiles.
No obstante, si entendemos la transición, el Libro de Hechos llega a ser una riqueza de conocimiento bíblico. Entendemos lo que pasó con Israel y por qué. Podemos distinguir entre Israel y la Iglesia, sabiendo que la Iglesia no reemplaza a Israel en el plan de Dios (Él va a restaurar a los judíos un día pronto).
Podemos entender también la obra de Dios en el mundo de hoy (lo que llamamos “misiones”). Pero, todo depende de trazar bien la Palabra de Verdad, y así entender la transición que está tomando en el Libro de Hechos.
Con este conocimiento del Libro de Hechos y la transición que toma lugar en él, ya estamos listos para analizar más a fondo la obra del Espíritu Santo.
¿Cuál es la verdadera función del Espíritu Santo en la vida de un creyente? De esto se trata el siguiente capítulo.

Fin .
Gregory Kedrovsky