Texto publicado por Marcos Molina

LOS SIETE PACTOS 7. 7-7. EL NUEVO PACTO: JEREMÍAS 31. 31-34 .

LOS SIETE PACTOS 7.
7-7. EL NUEVO PACTO: JEREMÍAS 31. 31-34 .

El comienzo del pacto .
Dios anunció el Nuevo Pacto por boca de Jeremías .
Jeremías 31.31-34 es el pasaje de plena mención del Nuevo Pacto.
31 He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de
Judá.
32 No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto;
porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.
33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en
su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
34 Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque
todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la
maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado. [Jer 31.31-34].
La primera cosa que hemos de observar acerca del comienzo del Nuevo Pacto es que Dios lo hace con
Israel y no con nadie más, (o sea, no es un pacto ni para los gentiles, ni directamente para los cristianos).
A la luz de esto, debemos entender que hay dos aplicaciones del Nuevo Pacto.
Primero, hay una aplicación nacional, porque el Nuevo Pacto se aplica directamente a la nación de Israel. Segundo, hay una aplicación internacional, porque
debido al rechazo del Nuevo Pacto por Israel, Dios se lo mandó, (en parte) a los gentiles. Pero, esta aplicación no se reveló hasta Hechos 8.26-35, cuando
Dios le mostró a Felipe que Isaías 53 se podía aplicar también al individuo y no sólo a la nación de Israel.
Entonces, analicemos estas dos aplicaciones en más detalle para que el asunto quede claro.
El asunto es este: El Nuevo Pacto es para Israel y Dios hace este pacto con Su pueblo escogido. No es un pacto que Dios hace con la Iglesia, (que en su
mayor parte consta de gentiles y no judíos). ¿Cómo es, entonces,
Que nosotros hemos llegado a participar directamente en el Nuevo Pacto sin necesidad de ir por medio de Israel?
La aplicación nacional del Nuevo Pacto.
El Mesías murió por los pecados de Israel. Es obvio por lo que dice la Biblia que Dios hace el Nuevo Pacto únicamente con la nación de Israel. Fíjese en
las palabras que se usan en los siguientes versículos.
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. [Jer 31.31].
Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días... [Jer 31.33].
...estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto...[Heb 8.8].
...este es el pacto que haré con la casa de Israel... [Heb 8.10].
Este es el pacto que haré con ellos... [Heb 10.16].
El Nuevo Pacto y sus promesas incondicionales pertenecen a Israel, no a la Iglesia, ni tampoco a
los gentiles. En Jeremías 31.31-34 hay ocho promesas en total que Dios hace con la nación de Israel
bajo este Pacto.
1. Una nueva mente: ...Daré mi ley en su mente... (el pronombre su, se refiere a la casa de Israel),
2. Un nuevo corazón: ...y la escribiré en su corazón... (el pronombre su, se refiere a la casa de
Israel.),
3. La reconciliación: ...y yo seré a ellos por Dios... (ellos son los de la casa de Israel),
4. La restauración: ...y ellos me serán por pueblo... (ellos son los de la casa de Israel),
5. La prohibición de enseñanza acerca de Dios: Y no enseñará más ninguno a su prójimo,
Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová... (no habrá enseñanza acerca de Jehová entre
los hermanos, los judíos),
6. El conocimiento innato de Dios: ...porque todos me conocerán desde el más pequeño de ellos
hasta el más grande, dice Jehová... (todos los judíos conocerán a Jehová desde
su nacimiento),
7. El perdón de los pecados: ...porque perdonaré la maldad de ellos... (ellos son los de la casa
de Israel),
8. El olvido de los pecados: ...y no me acordaré más de su pecado... (ellos son los de la casa de
Israel).
Isaías 53 trata del sufrimiento y de la muerte del Mesías, el evento que confirmó (comenzó, ratificó) el
Nuevo Pacto. Vemos lo mismo aquí en Isaías 53 que en Jeremías. El Mesías murió por los de Israel.
Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que
escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. [Isa 53.3].
Isaías escribió su profecía aquí hablando de nosotros, (escondimos, estimamos, etc.).
Nosotros en este pasaje, entonces, se refiere a los israelitas, a los del pueblo de Isaías. Ellos escondieron
del Mesías el rostro. Ellos, los judíos, no lo estimaron. Entonces, son los mismos que se mencionan en los siguientes versículos.
4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado,
por herido de Dios y abatido.
5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre
él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el
pecado de todos nosotros. [Isa 53.4-6].
El Mesías llevó nuestras enfermedades, las de Israel, (de los judíos; v4). El Mesías sufrió nuestros
Dolores, los de Israel (v4). Nosotros, los judíos, tuvieron a Cristo por azotado y herido por Dios (v4).
Así que, Jesucristo fue herido por nuestras rebeliones, las de Israel (v5). Él fue molido por nuestros
Pecados, los de Israel (v5). El castigo de nuestra paz, fue sobre Él (la paz de los judíos; v5).
Por la llaga del Mesías, nosotros, los judíos fueron curados (v5). Dios cargó en Él el pecado
de todos nosotros, los judíos (v6).
Si todo esto no fue suficientemente claro, Dios dice en el versículo 8 de Isaías 53, que por la rebelión
de mi pueblo fue herido. El pueblo de Dios es Israel. Jesucristo, el Mesías prometido (y profetizado)
en Isaías 53, murió por los pecados de Israel. (Obviamente la vida y el sufrimiento del Señor Jesucristo pagó
por todos los pecados de todos los hombres, pero lo que queremos hacer aquí es fijarnos específicamente
en el comienzo del Nuevo Pacto y ver que la Biblia dice que era un pacto únicamente para Israel).
Es por esto que Cristo dice, al final del Libro de Mateo, que Su sangre del Nuevo Pacto sería
derramada por muchos, y no por todos.
Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.
[Mat 26.28].
En aquel entonces, antes de la revelación de la Iglesia, (antes del último rechazo de parte de Israel),
el Nuevo Pacto fue únicamente para los judíos. No es hasta Hechos 8.26-35, después del último rechazo
del Pacto por Israel en Hechos 7, que vemos que Dios empieza a aplicar la muerte de Jesucristo a todos los
hombres de una manera personal e internacional (o sea, no sólo a los judíos de una manera nacional).
En la profecía de Zacarías, el padre de Juan el Bautista, en Lucas 1.67-79 (una profecía acerca de
la venida inminente de Jesucristo), vemos esta misma aplicación nacional del Nuevo Pacto.
Dice que el Mesías vino para redimir a Su pueblo.
Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo. [Luc 1.68].
La redención que Cristo consiguió en la cruz, (la redención bajo el Nuevo Pacto en Su sangre),
era primeramente para el pueblo de Dios, la nación de Israel. También, en el versículo 69 vemos
que el Salvador que Dios nos levantó era el Salvador de Israel.
Y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo. [Luc 1.69].
El pronombre nos, en Lucas 1.69 se refiere a Zacarías y a los de su pueblo. O sea, se refiere a los
israelitas. Luego, en el versículo 71, Zacarías dice que la salvación que el Mesías conseguiría para la
nación de Israel incluiría la salvación política de sus enemigos, de las naciones gentiles,
(ver el versículo 74 también).
Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron. [Luc 1.71].
Así que, este aspecto nacional del Nuevo Pacto tiene que ver exclusivamente con Israel bajo el reinado de
Cristo como su Líder político (su Rey, como David y Salomón). Por esto podemos entender que el Nuevo
Pacto se realiza en conjunto con el pacto de David, cuando Cristo viene para tomar el trono de la nación y
ser Rey de la nación y también del mundo. Por supuesto este aspecto del Nuevo Pacto no se ha realizado.
Lo veremos hasta la segunda venida de Cristo (Zac 14.1-3, 12, 14, 16).
En la misma profecía de Zacarías, vea como el Nuevo Pacto tiene que ver con el pacto que Dios hizo
con los padres de Israel, (Abraham, Isaac y Jacob).
Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto; Del juramento que hizo a
Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder. [Luc 1.72-73].
El Nuevo Pacto hace posible el cumplimiento de todas las promesas que tienen que ver con el pacto
original de Abraham en Génesis 12.1-3. Estas promesas fueron pasadas de Abraham a Isaac y luego
a Jacob. Son las promesas que incluyen también la tierra de Canaán, la tierra que Dios prometió a la
nación de Israel, (ver arriba: El pacto de Abraham).
Luego vemos que la venida del Mesías es el cumplimiento de las profecías de Isaías 53,
porque Él murió para el perdón de los pecados del pueblo de Dios.
Para dar conocimiento de salvación a su pueblo, Para perdón de sus pecados. [Luc 1.77].
Él murió para establecer el Nuevo Pacto con Israel exactamente como Dios dijo en Jeremías 31.31-34.
Sin embargo, hasta la segunda venida se realizará todo lo que Dios prometió a la nación de Israel bajo el
Nuevo Pacto (Hech 3.19-21), porque debido al rechazo del Pacto por Israel en Hechos 7, ahora hay
una aplicación internacional y personal de ciertos aspectos de este Pacto.
La aplicación internacional del Nuevo Pacto.
Cristo murió por los pecados del mundo.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. [Juan 3.16].
Nosotros participamos en el Nuevo Pacto por dos razones principales. Primero, participamos en
este Pacto porque estamos en Cristo.
Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados
incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo,
alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.
Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la
sangre de Cristo. [Ef 2.11-13].
Nosotros, los gentiles, éramos ajenos a todos los pactos que Dios había hecho con Israel desde Génesis 12
y el pacto de Abraham. Pero, ahora en Cristo, por Su sangre derramada en la cruz, es diferente porque
nacimos de nuevo y fuimos bautizados en Cristo Jesús, (puesto en Él; 1Cor 12.13). Así que, en Él ya
hemos sido hechos cercanos. Ya somos hijos de Dios, miembros de Su familia y por esto participamos
en los pactos.
Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de
Dios. [Ef 2.19].
La segunda razón principal por la cual participamos en el Nuevo Pacto es para provocarle a Israel a celos,
(o sea, hacerles querer lo que nosotros tenemos en Cristo).
Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino
la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su
defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración? [Rom 11.11-12].
Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?
[Rom 11.15].
Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado
misericordia por la desobediencia de ellos. [Rom 11.30].
Puesto que ellos desobedecieron y rechazaron el ofrecimiento del Nuevo Pacto en Cristo Jesús, Dios nos
lo dio a nosotros los gentiles. Y lo hizo para provocarle a Israel, Su esposa, a celos. O sea, nos dio a
nosotros, (los perros gentiles), una parte del Pacto que Él estableció con ellos para hacerles quererlo.
En todo esto, sin embargo, no pierda el hecho de que no recibimos todas las promesas del Nuevo Pacto.
El Pacto en su totalidad es para Israel. Dios nos permite a nosotros participar en una parte del pacto,
pero sólo son tres de los ocho aspectos del Pacto que pertenecen ahora a nosotros en Cristo.
En Él tenemos la reconciliación, el perdón de pecados y el olvido de pecados. Todo lo demás no tiene que ver con nosotros. Es únicamente para Israel.
Nuestra salvación en la dispensación de la gracia, se basa en el Nuevo Pacto, en la sangre derramada de
Cristo en la cruz, aunque sólo participamos en una pequeña parte de dicho pacto.
Esto es lo que celebramos cada vez que compartimos la Cena del Señor.
Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi
sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. [1Cor 11.25].
Por esto, Pablo dice que somos ministros de un nuevo pacto. Se está refiriendo al Nuevo Pacto que
se estableció por la sangre de Cristo.
El cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque
la letra mata, mas el espíritu vivifica. [2Cor 3.6].
Esta participación nuestra en el Nuevo Pacto es también pasajera.
Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros
mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los
gentiles. [Rom 11.25].
Una vez que haya entrado la plenitud de los gentiles, Dios nos arrebatará y los gentiles tendrán que
conseguir la salvación a través de la nación de Israel otra vez, (aunque habrá unas cuantas otras maneras
de salvarse en la Tribulación). Durante el Milenio, la salvación será a través de Israel y se basará en
el Nuevo Pacto en la sangre de Cristo.
Así que, hay una aplicación internacional y personal del Nuevo Pacto ahora en nuestros días. Se aplica,
en parte y sólo por un tiempo, al pecador cuando se arrepiente de sus pecados y le pide a Dios la salvación
en Cristo Jesús. Entonces, ahora podemos entender por qué Pablo dice que predicaba al judío
primeramente, y también al griego.
Porque no me averguenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al
judío primeramente, y también al griego. [Rom 1.16].
El Nuevo Pacto se ofreció a Israel primero (Hech 3.19-21), pero puesto que ellos lo rechazaron, Dios lo
mandó a nosotros, los gentiles (Hech 28.28), para provocar a los judíos a celos (Rom 10.19; 11.11).
No obstante, esto no es nada nuevo porque desde Génesis 12.1-3 y el pacto de Abraham, toda bendición de
Dios viene a través de Israel. No es diferente con el Nuevo Pacto. Dios hace el Pacto con Israel y si otros
reciben bendición por las promesas de este Pacto, es a través de la nación escogida. Como en nuestro
caso, nosotros participamos en el Pacto, en Cristo, en un judío, (Cristo nació en la tribu de Judá).
La salvación siempre viene a través de los judíos (Juan 4.22).
El Nuevo Pacto fue hecho con la sangre derramada de Cristo .
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre
del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. Y os digo que desde ahora no
beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.
[Mat 26.27-29].
Cuando Cristo menciona el Nuevo Pacto de Su sangre en este pasaje, la Iglesia es todavía un misterio no
revelado. Dios no reveló la Iglesia hasta después del último rechazo de Israel, y sólo entonces llamó a
Pablo para ser Su instrumento para revelar, establecer y edificar la Iglesia entre los gentiles (Ef 3.1-7).
Si los judíos hubieran aceptado el ofrecimiento del Pacto en los primeros capítulos de Hechos, no habría
habido una época de la Iglesia. Entonces, es obvio que Dios hizo este pacto con Israel, no con la Iglesia,
(porque la Iglesia no existía, y no tenía que existir, cuando el pacto se confirmó).
Note en Mateo 26.29 que Cristo se refiere a vino nuevo en la copa, No es vino fermentado (o sea, vino viejo).
Él dice que es fruto de la vid lo que tiene en la copa. Es el jugo de uvas que Él mismo acaba de
exprimir en la copa. Es lo mismo que hacía el jefe de los coperos de Faraón (Gen 40.9-11).
Esto es importante, porque en la Biblia, el jugo de la uva es un tipo y cuadro de la sangre.
Mantequilla de vacas y leche de ovejas, Con grosura de corderos, Y carneros de Basán; también machos
cabríos, Con lo mejor del trigo; Y de la sangre de la uva bebiste vino. [Deut 32.14].
La sangre de Cristo es como aquel vino nuevo que tenía en la copa, porque no es la misma sangre vieja
que se ofrecía siempre durante el Antiguo Testamento. Es algo nuevo, algo eterno.
Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el
Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. [Heb 9.12].
Por esto, después de la muerte de Cristo (Mat 26.28), la remisión (el perdón) de pecados, no se consigue
por la sangre de animales, sino por la sangre de Él, la que derramó en la cruz, (el vino nuevo).
Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado. [Heb 10.18].
Este vino nuevo, de la sangre de Cristo, se echa en odres nuevos, no en los vasos viejos.
Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se
pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente. [Mat 9.17].
El cuadro aquí es el de la aplicación de la sangre de Cristo bajo el Nuevo Pacto. Para aplicar la sangre
de este pacto, Dios crea un vaso nuevo. Se echa el vino nuevo, entonces, en la nueva criatura del cristiano
que nace de nuevo en Cristo Jesús.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas. [2Cor 5.17].
También se echará este vino nuevo en el odre nuevo de Israel cuando ella nazca de nuevo en la
segunda venida de Cristo.
Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová
hablé, y lo hice, dice Jehová. [Ezeq 37.14].
Los pasajes paralelos: Marcos 14.24; Lucas 22.20; 1Corintios 11.25.
El Nuevo Pacto entró en vigencia cuando Cristo murió en la cruz .
Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las
transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.
Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. Porque el testamento con
la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive. De donde ni aun el primer pacto
fue instituido sin sangre. [Heb 9.15-18].
Cuando el Nuevo Pacto se confirmó, reemplazó el primero (Heb 8.13; 10.8-9). O sea, el Nuevo Pacto
reemplaza el pacto que Dios hizo con Israel cuando ellos salieron de Egipto (Jer 31.31-32; reemplaza el
pacto de Moisés; ver también: Heb 12.18-24). Sin embargo, el Nuevo Pacto no se realizará plena
y completamente hasta la segunda venida de Cristo, hasta después de aquellos días. (Heb 8.10).
El contenido del pacto .
Los pasajes principales del Nuevo Pacto son Jeremías 31.31-34, Hebreos 8.6-13 y Hebreos 10.11-18.
Podemos ver la mayoría del contenido del Nuevo Pacto en estos tres pasajes.
Jeremías 31.31-34, es la plena mención del Nuevo Pacto y en Hebreos 8 y 10, el Apóstol Pablo cita el pasaje
de Jeremías 31 y lo aplica a Cristo y Su obra de sacrificio en la cruz.
Las ocho promesas incondicionales del Nuevo Pacto.
Cuando Dios establece el Nuevo Pacto, lo hace con ocho promesas. El número ocho en la Biblia es
el número de nuevos comienzos. Así que, el Nuevo Pacto tiene ocho promesas porque es un
nuevo comienzo para todos los que participamos en él.
1. Una nueva mente.
....Daré mi ley en su mente.... [Jer 31.33a].
Esto tiene que ver con la sexta promesa del conocimiento común e innato de Dios que los judíos tendrán
bajo este pacto. Dios dará Su ley en su mente, la mente de los de la casa de Israel. Sabrán la ley de Dios
sin que nadie tenga que enseñarles.
Este aspecto del Nuevo Pacto no se aplica a nosotros, los cristianos, porque aunque tenemos la mente de
Cristo en la Palabra de Dios (1Cor 2.16), tenemos que aplicarla para renovar nuestras mentes.
Y renovaos en el espíritu de vuestra mente. [Ef 4.23].
No será así para los judíos en el Milenio. Ellos sabrán lo que Dios quiere que sepan, sin que nadie los
enseñe. Les da una nueva mente. Entienda también que esta promesa es únicamente para Israel, no para
los gentiles del Milenio. Ellos van a tener que aprender la Palabra de Dios de parte de los judíos,
(Isa 2.1-4; Mat 28.19-20; Hech 1.8).
2. Un nuevo corazón.
....y la escribiré en su corazón.... [Jer 31.33b].
Además de dar Su ley en la mente de los judíos que participarán en el Nuevo Pacto, Dios escribirá la
misma en sus corazones. O sea, les dará un nuevo corazón y será uno lleno del temor de Jehová. Será de
carne, suave y sensible, y no de piedra como el que los hombres tenemos ahora, (duro, terco y obstinado).
Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de
ellos, para que no se aparten de mí. [Jer 32.40].
Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio
de su carne, y les daré un corazón de carne. [Ezeq 11.19].
Esta promesa, también, es únicamente para los judíos. Dios no nos ha dado a nosotros, los cristianos, Su
Palabra escrita en nuestros corazones. Tampoco se aplica a los gentiles en el Milenio, (la plena
manifestación del Nuevo Pacto). Ellos no tendrán un nuevo corazón, como es evidente durante el Milenio con
su desobediencia a Dios y también al final del Milenio con su rebelión satánica contra Dios.
Esta será la pena del pecado de Egipto, y del pecado de todas las naciones que no subieren para celebrar la
fiesta de los tabernáculos. [Zac 14.19; habrá desobediencia de parte de los gentiles en el Milenio;
no van a querer obedecer a la Palabra de Dios].
Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, y saldrá a engañar a las naciones que están
en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los
cuales es como la arena del mar. [Apoc 20.7-8].
3. La reconciliación de Israel.
....y yo seré a ellos por Dios.... [Jer 31.33c].
Esto habla de la reconciliación, de Israel dejando sus falsos dioses y volviendo a Jehová en
arrepentimiento. La reconciliación de Israel tomará lugar en la segunda venida de Cristo después de los
dos días de la época de la Iglesia, (o sea, al comienzo del tercer día de mil años
después de la crucifixión, en el Milenio).
Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. Nos dará vida después de
dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él. Y conoceremos, y proseguiremos en
conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia
tardía y temprana a la tierra. [Os 6.1-3].
Nosotros, los gentiles, podemos participar en este aspecto del Nuevo Pacto a través de Cristo Jesús.
En Cristo, tenemos la reconciliación y por lo tanto Jehová es nuestro Dios (ya no más nuestro enemigo).
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la
reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los
hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. [2Cor 5.18-19].
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando
reconciliados, seremos salvos por su vida. [Rom 5.10].
En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa,
sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos,
habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. [Ef 2.12-13].
4. La restauración de Israel.
....y ellos me serán por pueblo.... [Jer 31.33d].
Dios restaurará a Israel como Su propio pueblo bajo el Nuevo Pacto. Las promesas que Dios hace bajo el
Nuevo Pacto son para todos los del pueblo de Israel en el momento que este Pacto se realice totalmente.
Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel: Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré
mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí
por pueblo. [Heb 8.10-11].
O sea, en la segunda venida de Cristo, todo Israel será salvo y restaurado.
Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros
mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los
gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de
Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados. [Rom 11.25-27].
Todos los judíos que estén vivos en el momento de la segunda venida de Cristo, serán salvos bajo este
pacto. Este aspecto del Nuevo Pacto no tiene nada que ver con nosotros, los cristianos en la Iglesia,
porque Dios nos arrebata antes, (en Romanos 11.25). Él hace el Nuevo Pacto con Israel, no con la Iglesia.
Nosotros participamos en una parte del Nuevo Pacto ahora, pero es sólo por un tiempo, hasta el
arrebatamiento. Luego, cuando Cristo venga (Rom 11.26), todos los judíos que estén vivos en aquel
entonces serán salvos. Formarán un remanente pequeño.
También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar,
tan sólo el remanente será salvo. [Rom 9.27].
Esto de todo Israel, no quiere decir que todos los descendientes físicos de Israel serán salvos.
Esto es obvio por lo que Pablo dice en Romanos 9.6.
No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas.
[Rom 9.6].
Todo Israel, se refiere al remanente fiel que estará vivo al final de la Tribulación cuando Cristo venga
La segunda vez. Será todo Israel porque habrá judíos de cada una de las 12 tribus en el remanente.
Entonces, en el momento de la restauración de Israel (todo Israel) en la segunda venida, el Nuevo Pacto
se manifestará plenamente y Dios (según Su promesa en Jeremías 31.31-34) les quitará sus pecados.
Israel restaurada llegará a ser la reina del mundo, la cabeza de las naciones (Isa 2.1-4; Sal 47.1-4; Zac14).
5. La prohibición de enseñanza acerca de Dios.
Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová....
[Jer 31.34a].
En la tierra de los judíos, el que profetiza durante el Milenio, lo hará a pena de muerte.
Y en aquel día, dice Jehová de los ejércitos, quitaré de la tierra los nombres de las imágenes, y nunca más
serán recordados; y también haré cortar de la tierra a los profetas y al espíritu de inmundicia. Y acontecerá
que cuando alguno profetizare aún, le dirán su padre y su madre que lo engendraron: No vivirás, porque has
hablado mentira en el nombre de Jehová; y su padre y su madre que lo engendraron le traspasarán cuando
profetizare. [Zac 13.2-3].
Esto se debe al aspecto siguiente del Nuevo Pacto: El conocimiento innato de Dios entre los judíos.
Todos los judíos que vivan en el Milenio, tendrán conocimiento de Dios. Entonces, cuando uno
de ellos profetiza, todos saben que es una mentira.
Entienda que este aspecto sólo se les aplica a los judíos, no a la Iglesia hoy día, ni a los gentiles en el
Milenio. Dios nos manda hoy a enseñar a todo hombre Su Palabra (Col 1.28; 2Tim 2.2; 3.16-17).
Durante el Milenio, los judíos cumplirán con la Gran Comisión de ir de Jerusalén, Judea y Samaria hasta
lo último de la tierra (Hech 1.8) y hacer discípulos a todas las naciones (Mat 28.19-20; vea abajo, la sección que se trata de la Gran Comisión y el Nuevo
Pacto). Ellos van para enseñarles a los gentiles la Palabra de Dios.
Además, los mismos gentiles subirán de año en año a Jerusalén para recibir más enseñanza de
La Palabra de Dios (Isa 2.1-4; Zac 14.16-19).
6. El conocimiento común (innato) de Dios.
....porque todos me conocerán desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová....
[Jer 31.34b].
Esto se aplica únicamente a los judíos en el futuro bajo el Nuevo Pacto. No se puede aplicar esto
a nosotros hoy día en la Iglesia. Aunque nosotros tenemos la unción de la presencia del Espíritu Santo que
nos enseña todas las cosas (2Cor 1.21-22; 1Jn 1.20, 27), siempre nosocupamos que alguien nos enseñe.
O sea, tenemos que aprender a través de la enseñanza de la Palabra de Dios, tanto por los hombres (Col 1.28; 2Tim 2.2; 3.16-17) como por el Espíritu Santo
(Juan 16.13; 17.17).
Será diferente para el judío bajo el Nuevo Pacto en el Milenio.
No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová,
como las aguas cubren el mar. [Isa 11.9].
Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar. [Hab 2.14].
La tierra de Israel será llena del conocimiento de Dios, porque todos los judíos, desde el bebé recién
nacido hasta el más grande, tendrán un conocimiento común e innato del Señor. Además, la tierra
(el planeta, todo el mundo) será llena del conocimiento de Jehová porque los judíos, bajo la dirección de los
12 Apóstoles (Mat 19.28; Apoc 20.4), estarán cumpliendo con la Gran Comisión de enseñarles a los
gentiles de las naciones (Mat 28.19-20; Hech 1.8). Los gentiles, sin embargo, tienen que aprender durante
el Milenio. Ellos no tendrán este conocimiento innato porque la promesa del Nuevo Pacto es únicamente
para Israel. Los gentiles tienen que ir a los judíos si quieren recibir el conocimiento de Dios (Isa 2.1-4).
7. El perdón de pecados.
....porque perdonaré la maldad de ellos.... [Jer 31.34c].
Este aspecto del Nuevo Pacto se trata de la remisión de los pecados. Remisión, es la acción o el efecto de
remitir o remitirse. Remitir, según el diccionario, es perdonar, alzar la pena, liberar de una obligación.
Esta es la misma definición que la Biblia da de remisión.
Cada siete años harás remisión. Y esta es la manera de la remisión: perdonará a su deudor todo aquel que hizo
empréstito de su mano, con el cual obligó a su prójimo; no lo demandará más a su prójimo, o a su hermano,
porque es pregonada la remisión de Jehová. [Deut 15.1-2].
Uno hace remisión (v1) perdonando al deudor toda su deuda (v2).
Cristo dijo lo mismo cuando declaró que Su sangre del Nuevo Pacto sería derramada para remisión de pecados. (para el perdón de los pecados).
Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. [Mateo 26.28].
Así que, cuando estamos hablando del perdón de los pecados bajo el Nuevo Pacto, estamos hablando de
la remisión de los mismos.
Había remisión de los pecados según la ley, bajo el pacto de Moisés.
Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. [Hebreos 9.22].
Dios estableció unos sacrificios de sangre, (la sangre inocente de animales) para que uno pudiera obtener
el perdón de sus pecados a través de la expiación del sacrificio.
Y hará de aquel becerro como hizo con el becerro de la expiación; lo mismo hará de él; así hará el sacerdote
expiación por ellos, y obtendrán perdón. [Lev 4.20; Ver Levítico 16 para una explicación en detalle del
rito anual del día de la expiación del pecado.].
No obstante, la remisión bajo el pacto, (y la ley) de Moisés era temporal y pasajera, porque no le quitó el
pecado al culpable. O sea, la sangre de los animales cubría el pecado de los santos del Antiguo
Testamento, pero no se lo quitaba. Dios les perdonaba sus pecados bajo el pacto de Moisés con base en el
sacrificio sustituto e inocente de los animales.
Sin embargo, no tomó al pecador por inocente porque él seguía con su pecado.
Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para
la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la
rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los
padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. [Exod 34.6-7].
La sangre de los animales bajo el pacto de Moisés, no pudo quitarles los pecados a
los que tenían el perdón.
Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. [Heb 10.4].
Es por esto que vemos un lugar en el corazón de la tierra llamado el paraíso. Cuando Cristo murió, se fue
a ese lugar en el corazón de la tierra.
Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en
el corazón de la tierra tres días y tres noches. [Mat 12.40].
Antes de morir, cuando estaba en la cruz, Él dijo que este lugar en el corazón de la tierra se llamaba
paraíso. Era el lugar de los santos del Antiguo Testamento.
Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. [Luc 23.43].
Este lugar de paraíso en el centro de la tierra se llamaba el seno de Abraham, en Lucas 16.22 y era un
lugar de descanso y reposo para los que murieron con la salvación. Según Efesios 4.8-10,
los santos de este lugar eran cautivos.
Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres. Y eso de que
subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que
descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. [Ef 4.8-10].
Desde el pecado de Adán, Dios aceptaba la sangre inocente de los animales en sacrificio por los pecados
de los hombres (por ejemplo: Gen 3.21; 4.4). Con base en el sacrificio de la sangre inocente, Dios
perdonaba los pecados al que se la ofreció, pero no pudo quitarle el pecado. O sea, el pecador tenía
la remisión, (el perdón) de sus pecados, pero no fue tomado por inocente porque la paga del pecado es la
muerte, y si un hombre peca, un hombre tiene que morir. Un animal no es suficiente para pagar todo el
precio del pecado. Por esto, Dios tomó un cuerpo, (fue hecho semejante a los hombres) y murió,
el inocente por los culpables, el justo por los injustos.
Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; porque la sangre de los toros y de los
machos cabríos no puede quitar los pecados. Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no
quisiste; Mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije:
He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí.
[Heb 10.3-7].
Puesto que Cristo ya se ofreció en sacrificio por nuestros pecados, (como nuestro sacrificio sustituto),
Bajo el Nuevo Pacto hay remisión completa y eterna de todos los pecados.
Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que habían bajo el primer pacto, los
llamados reciban la promesa de la herencia eterna.
[Heb 9.15].
En Cristo uno tiene la redención eterna.
Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el
Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. [Heb 9.12].
La redención no es lo mismo que la remisión.
La remisión es el perdón de pecados y la redención es el acto de pagar el precio del pecado y así comprar
a uno que está condenado bajo dicho pecado.
Los santos del Antiguo Testamento tenían la remisión, (temporal y pasajera) de sus pecados, pero no tenían
la redención como ahora se puede obtener en Cristo Jesús. Jesucristo pagó todo el precio de todos nuestros
pecados y así nos redimió eternamente. Este es el propósito primordial del establecimiento del
Nuevo Pacto, el de pagar, completa y eternamente, por los pecados y así conseguir la redención eterna.
Entonces, con la redención eterna viene la remisión eterna, (permanente) porque es el perdón de todos los
pecados de uno, (los pasados, presentes y futuros). O sea, ya no hay más ofrenda por el pecado porque el
sacrificio de Cristo fue suficiente para la remisión completa y eterna de todos los pecados.
Él pagó el precio, todo el precio, y así nos redimió.
Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado. [Heb 10.18].
Esto, entonces, es otro aspecto del Nuevo Pacto en que la Iglesia participa.
En Cristo tenemos la eterna redención y el perdón, (la remisión) de todos nuestros pecados.
De éste [Jesús de Nazaret] dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán
perdón de pecados por su nombre. [Hech 10.43].
Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con
él, perdonándoos todos los pecados. [Col 2.13].
Otros pasajes que se tratan de lo mismo son, Hechos 13.38-39, Efesios 1.7 y Colosenses 1.14.
Para Israel, este aspecto del Nuevo Pacto tomará lugar en la segunda venida de Cristo,
después de aquellos días, de la Tribulación.
Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros
mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los
gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de
Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados. [Rom 11.25-27].
Después del arrebatamiento de la Iglesia (v25), todo Israel será salvo en la venida del Mesías (v26).
En aquel entonces Dios quitará a los israelitas sus pecados (v27). En aquel tiempo y aquel día,
(la segunda venida de Cristo), Dios perdonará los pecados de Israel (la apostasía y la idolatría, entre otros).
En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la
purificación del pecado y de la inmundicia. Y en aquel día, dice Jehová de los ejércitos, quitaré de la tierra los
nombres de las imágenes, y nunca más serán recordados; y también haré cortar de la tierra a los profetas y al
espíritu de inmundicia. [Zac 13.1-2].
Además de todo esto, la remisión, (el perdón), de pecados bajo el Nuevo Pacto tiene otro aspecto.
Dios también promete olvidarse de nuestros pecados .
8. El olvido de los pecados .
....y no me acordaré más de su pecado.... [Jer 31.34d].
Como acabamos de ver, bajo el pacto de Moisés había una provisión para el perdón de pecados.
Pero, cada año se hacía memoria de los pecados porque la sangre de los animales no pudo quitárselos a
los santos (Heb 10.3-4). Por esto no hubo olvido de los pecados bajo el pacto de Moisés. Pero ahora,
bajo el Nuevo Pacto, Dios ha prometido no acordarse nunca de los pecados de los que participan en dicho
Pacto. O sea, Dios nos perdona todo pecado y se olvida del asunto. Es por esto que en Cristo Jesús,
Bajo el Nuevo Pacto en Su sangre, tenemos la eterna redención. (Heb 9.12).
Fuimos comprados por precio, (la sangre de Cristo).
Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu,
los cuales son de Dios. [1Cor 6.20].
Dios nos compró, nos redimió. Así que, ya no estamos bajo la maldición del pecado.
Dios se olvida de los pecados de todos nosotros que participamos en el Nuevo Pacto, porque el precio de
nuestros pecados ya se pagó. Cristo lo pagó todo en la cruz, entonces no hay por qué recordarlos.
Este aspecto del Nuevo Pacto, entonces, es otro en que la Iglesia participa.
En Cristo, bajo el Nuevo Pacto en Su sangre, tenemos el perdón de todos los pecados, (Col 2.13;
los pasados, presentes y futuros). Dios ya no toma en cuenta los pecados de nosotros, porque tenemos a
Cristo como nuestro Salvador y Redentor.
Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus
pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. [2Cor 5.19].
Nos perdonó todos nuestros pecados. Nos redimió y nos reconcilió por Su sangre derramada en la cruz.
Entonces, Dios no se acordará nunca de ninguno de nuestros pecados.
Israel participará en este aspecto del Nuevo Pacto también, pero hasta la segunda venida de Cristo.
Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. [Sal 103.12].
Dios quitará el pecado a los israelitas y lo alejará de ellos, cuanto está lejos el oriente del occidente.
Se olvidará completamente de sus pecados. Él dice que echará tras Sus espaldas todos los pecados de Israel.
He aquí, amargura grande me sobrevino en la paz, mas a ti agradó librar mi vida del hoyo de corrupción;
porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados. [Isa 38.17].
También sepultará las iniquidades de Israel, y echará en lo profundo del mar todos sus pecados.
El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar
todos nuestros pecados. [Miq 7.19].
¿Cuándo sucederá esto? En la segunda venida del Mesías.
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia
del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es
necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por
boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. [Hech 3.19-21].
En Hechos 3 Pedro está predicando acerca del Nuevo Pacto, anunciándolo delante de Israel antes del
comienzo de la época de la Iglesia. Él dijo que Dios borraría los pecados de los judíos en el momento de
su arrepentimiento y conversión. Esto señalará también la venida del Mesías, (Su segunda venida)
para empezar los tiempos de refrigerio y la restauración de todas las cosas, (el Milenio).
Entonces, si los pecados son borrados, Dios no se acordará de ellos nunca.
La Gran Comisión del Nuevo Pacto.
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. [Mat 28.19-20].
Cuando Cristo les dio la Gran Comisión a Sus Apóstoles, el Nuevo Testamento ya estaba vigente
porque el Testador, (Cristo mismo), ya había muerto (Heb 9.15-17), ya había derramado Su sangre para
establecer el Nuevo Pacto. Sin embargo, como hemos visto varias veces en este libro, la Iglesia,
(el Cuerpo de Cristo), entre los gentiles era todavía un misterio no revelado. Según Efesios 3.1-7, Dios le dio
esta revelación al Apóstol Pablo, y él no conoció a Jesucristo como Salvador y Señor hasta Hechos 9.
Por esto sabemos que los Apóstoles, durante los primeros capítulos de Hechos, estaban predicando el Reino
y no la Iglesia.
Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este
tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola
potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en
Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. [Hech 1.6-8].
Estaba anunciando la segunda venida de Cristo, si los judíos lo aceptaban como el Mesías y el Rey
prometido (Hech 3.19-21).
La Gran Comisión de Mateo 28.19-20, entonces, tiene una aplicación doctrinal fuera de la época de la
Iglesia. O sea, no es directamente para nosotros, los cristianos, (aunque, por supuesto, es un buen resume
de nuestra misión hoy día de evangelizar para hacer discípulos y discipular para hacer evangelistas).
La Gran Comisión es principalmente para la nación de Israel porque ella será cabeza de las demás naciones a
las cuales Cristo envió a Sus Apóstoles. Esto es claro en Isaías 2.2-4 que se trata de Israel en el Milenio.
Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de
los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos,
y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y
caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y juzgará
entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos... [Isa 2.2-4].
Pero también la Gran Comisión es para todas las naciones porque ellas participarán, (en parte) en el Nuevo
Pacto durante el Milenio. Estarán sujetas a Israel y tendrán que acercarse a Jehová a través de este pueblo
escogido que estará viviendo bajo el Nuevo Pacto.
Pueblos todos, batid las manos; Aclamad a Dios con voz de júbilo. Porque Jehová el Altísimo es temible; Rey
grande sobre toda la tierra. El someterá a los pueblos debajo de nosotros, Y a las naciones debajo de nuestros
pies. El nos elegirá nuestras heredades; La hermosura de Jacob, al cual amó. [Sal 47.1-4].
Y todos los que sobrevivieren, [la segunda venida], de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de
año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos. [Zac 14.16].
La Gran Comisión, entonces, se cumplirá en el Milenio cuando los israelitas lleven la Palabra de Dios a
las naciones gentiles de todo el mundo para enseñarles el camino de Dios.
Nosotros, los cristianos, podemos aplicar la Gran Comisión de una manera personal, porque, en Cristo,
participamos en varios aspectos del Nuevo Pacto, y Dios quiere que llevemos nuestro evangelio,
(basado en el Nuevo Pacto) a los que nunca lo han oído. Sólo es que hemos de entender que esta es una aplicación personal y no doctrinal, porque originalmente
Cristo les entregó la Gran Comisión a Sus Apóstoles judíos para alcanzar a los judíos primeramente y luego a las naciones, (Hech 1.8; note el orden del
alcance en
este versículo). Así que, podemos aplicar la Gran Comisión en cierta manera a nosotros hoy día en
la Iglesia, porque nuestro evangelio también tiene que ver con el Nuevo Pacto.
La gran diferencia es que nuestra participación en el Pacto es limitada. Los Apóstoles de Cristo estaban anunciando el pleno cumplimiento del Nuevo Pacto,
en la segunda venida del Mesías y en el establecimiento
del Milenio, (que podría haber sucedido en los primeros capítulos de Hechos si los judíos hubieran recibido a Jesús como su Mesías; según Hechos 3.19-21).
Otros pasajes proféticos que hablan del Nuevo pacto son los siguientes: Salmos 72; 79.8-9; 80.18-19; 85;130.
Las condiciones del pacto.
Este pacto, en cuanto a su cumplimiento, es incondicional.
Dios hará todo lo que dijo bajo este pacto y nada que nadie pueda decir o hacer lo cambiará.
En este sentido no será como el pacto de Moisés porque no es condicional (no depende del hombre).
No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto;
porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. [Jer 31.32].
Sin embargo, hay condiciones para los que quieren participar en este pacto hoy día. Las promesas que
Dios dio bajo el Nuevo Pacto son incondicionales, pero no todos participan en el pacto, sólo los que
cumplen con la condición. La única condición hoy, durante la época de la Iglesia, de participar
en el Nuevo Pacto es creer en el Señor Jesucristo.
Y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y
serás salvo, tú y tu casa. [Hech 16.30-31].
Otros pasajes que se tratan de la misma condición son los siguientes: Juan 3.18, 36; 7.38-39; Efesios 1.13-14;
Romanos 4.5, 22-25.
La creencia en el corazón resultará en la confesión de la boca.
O sea, cuando uno de veras cree en Cristo como su propio Salvador personal, clama a Dios pidiéndole
la salvación por los méritos de Cristo. Esto es recibir a Cristo.
...si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
[Romanos 10.9-10].
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.
[Juan 1.12].
Esta creencia, por supuesto incluye el arrepentimiento también porque es una conversión a Cristo,
uno se convierte del pecado, al señorío de Cristo Jesús.
Este es el mensaje del evangelio que nuestro Apóstol Pablo predicaba: Arrepentimiento y fe.
Y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, testificando a
judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo.
[Hech 20.20-21].
Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en
todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia,
por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. [Hech 17.30-31].
Sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los
gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.
[Hech 26.20].
Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que
arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. [2Cor 7.10].
La participación en el Nuevo Pacto, (y por lo tanto la salvación), no se trata de una religión, ni de
Ningún rito religioso. Se trata de una relación personal con una Persona: Jesucristo.
Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo,
tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. [1Jn 5.11-12].
En el futuro la participación de uno en el Nuevo Pacto, dependerá de su fidelidad a los mandamientos
de Dios. Los santos del Antiguo Testamento ya tenían la salvación por su fidelidad, (por su fe más las obras
que Dios les exigía durante sus respectivas dispensaciones), y por esto estaban en el paraíso del seno
de Abraham esperando la eterna redención en Cristo, por Su sangre derramada para establecer el
Nuevo Pacto. Ellos participarán, (los judíos completamente y los gentiles en parte), en el Nuevo Pacto, algunos en el Milenio y todos en la eternidad (Apoc
20.4-5).
Los judíos fieles de la Tribulación que formarán el remanente, ellos participarán en el Nuevo Pacto también porque habrán perseverado hasta el fin (Mateo
24.13; Romanos 11.25-27). Además, durante el Milenio,
la participación, (en parte), de los gentiles, dependerá de su fidelidad a los mandamientos de Dios (Isaías 2.2-4;
Zacarías 4.16-19).
La conclusión (el fin) del pacto .
El Nuevo Pacto se manifestará plenamente en la segunda venida de Cristo, después de aquellos días,
de la Tribulación.
Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su
mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. [Jer 31.33;
ver también Heb 8.10] .
Será después de un tiempo de apostasía, idolatría y, por esto, castigo divino.
Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin estatua, sin efod y sin
terafines. Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y temerán a
Jehová y a su bondad en el fin de los días. [Os 3.4-5].
Israel recibirá la vida que Dios le prometió bajo el Nuevo Pacto después del tiempo de angustia,
después de aquellos días de la Tribulación.
Andaré y volveré a mi lugar, hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro. En su angustia me
buscarán. Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. Nos dará vida
después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él. [Os 5.15-6.2].
Cuando el Nuevo Pacto entre en plena vigencia después de aquellos días, lo del pacto de Moisés
desaparecerá. O sea, las promesas de castigo bajo la ley de Moisés (Lev 26 y Deut 28) por fin se
cumplirán después de la Tribulación, en la segunda venida de Cristo. No es que todo lo de la ley de
Moisés desaparecerá, porque habrá una parte de la ley que se observará durante el Milenio como
un recordatorio (Ezeq 44.15-16; Col 2.16-17).
El Nuevo Pacto se manifestará plenamente en el tiempo de la restauración de Israel en la tierra prometida.
Compare Ezequiel 36.24-29 con la plena mención del Nuevo Pacto en Jeremías 31.31-34.
(Una explicación detallada de esta comparación sigue después).
Ezequiel 36.
24. Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. 25. Esparciré sobre vosotros agua limpia, yseréis limpiados
de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. 26. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré
de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. 27. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos,
y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. 28. Habitaréis en la tierra que di a vuestros
padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios. 29. Y os guardaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré,
y no os daré hambre. [Ezeq36.24-29].

Jeremías 31.
31He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. 32 No como el pacto que hice con suspadres
el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. 33 Pero
este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la
escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. 34 Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo:
Conoce a Jehová; porque todos
me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado. [Jer
31.31-34].

En este tiempo Israel volverá a la tierra prometida y la recibirá como su herencia perpetua (Ezeq 36.24).
Este tiempo, por supuesto, es el Milenio (Jer 32.37, 41-44).
Y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las
cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra; y los haré una nación en la tierra, en los
montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán
divididos en dos reinos. [Ezeq 37.21-22].
La nación entera será limpiada de sus inmundicias e idolatría, una vez para siempre (Ezeq 36.25; Zac 13.2).
Ni se contaminarán ya más con sus ídolos, con sus abominaciones y con todas sus rebeliones; y los salvaré de
todas sus rebeliones con las cuales pecaron, y los limpiaré; y me serán por pueblo, y yo a ellos por Dios.
[Ezeq 37.23].
En este tiempo los judíos recibirán un corazón nuevo y un espíritu nuevo (Ezeq 36.26-27; Ezeq 37.9-14).
Es importante observar aquí que Ezequiel 37.9-14, (el final de la profecía del valle de los huesos secos),
es el cumplimiento de lo que Cristo dijo a Nicodemo en Juan 3, acerca del nuevo nacimiento.
En la segunda venida de Cristo la nación de Israel nacerá de nuevo porque el Espíritu de Dios vendrá para morar en ellos. O sea, en Juan 3 Cristo estaba
refiriéndose a la profecía del valle de los huesos secos de Ezequiel
37.9-14, cuando hablaba con Nicodemo acerca del nuevo nacimiento por el Espíritu Santo.
Es el tiempo cuando Israel será resucitado, cuando los judíos vivirán, (ver otra vez Oseas 5.15-6.3).
Así que, todo Israel estará lleno del Espíritu Santo y por lo tanto ellos andarán, por fin, en completa obediencia
a Jehová.
Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis
estatutos guardarán, y los pondrán por obra. [Ezeq 37.24].
Israel en la tierra será por pueblo a Jehová y Él será a ellos por Dios (Ezeq 36.28; este es el cumplimiento
de Jeremías 31.33-34 y la realización del Nuevo Pacto). Este es el tiempo cuando Dios les perdonará
todos sus pecados y los borrará de Su memoria para siempre (Ezeq 36.29).
El Nuevo Pacto se manifestará plenamente, entonces, en el tiempo cuando Israel sea restaurada y
bendecida delante de todas las naciones, (o sea, en el Milenio: Isa 61.8-11).
Desde entonces, Dios pondrá Su santuario, (Su presencia), entre los israelitas para siempre.
Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos,
sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será príncipe de ellos para siempre. Y haré
con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi
santuario entre ellos para siempre. Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me
serán por pueblo. Y sabrán las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi santuario en medio de
ellos para siempre. [Ezeq 37.25-28].
Jesucristo, (Jehová en la carne) morará con los israelitas desde la segunda venida y para siempre.
El Nuevo Pacto es lo que hace que todo esto sea posible.
Una vez que el Nuevo Pacto se manifieste plenamente, no tendrá fin. Es un pacto perpetuo.
Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas,
por la sangre del pacto eterno. [Heb 13.20].
Porque yo Jehová soy amante del derecho, aborrecedor del latrocinio para holocausto; por tanto, afirmaré en
verdad su obra, y haré con ellos pacto perpetuo. [Isa 61.8].
Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de
ellos, para que no se aparten de mí. [Jer 32.40].

CONCLUSIÓN .
Un pacto es un acuerdo entre dos personas. Es como un contrato.
En la Biblia hay siete pactos principales que Dios ha hecho con los hombres. Son siete ocasiones en que Dios ha entrado en un acuerdo con el hombre, prometiéndole
ciertas cosas y en algunos casos exigiéndole algo en cambio. Los siete pactos son los siguientes:
1. El pacto de Edén.
2. El pacto de Adán.
3. El pacto de Noé.
4. El pacto de Abraham.
5. El pacto de Moisés.
6. El pacto de David.
7. El Nuevo Pacto.

Hay unos principios importantes acerca de estos pactos que hemos de recordar para no torcer la Escritura.
Casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles
de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia
perdición. [2Ped 3.16].
Algunos de los pactos son incondicionales. Esto quiere decir que, a pesar de lo que hace el hombre, Dios
va a cumplir con el acuerdo que hizo. Así que, hasta que el pacto se cumpla en su totalidad, estará vigente
y por lo tanto se aplica a los hombres. Un ejemplo de este principio es el pacto de Adán en Génesis 3.
Este pacto está todavía vigente y por lo tanto nosotros estamos viviendo bajo sus promesas, provisiones
y maldiciones.
Recuerde también que algunos de estos pactos se hicieron con todos los hombres pero otros fueron
hechos con un grupo especial. Esto es muy importante cuando uno está analizando, por ejemplo, el pacto
de Moisés (Exod 19.5-8; 24.3-8) con su señal del día de reposo (Exod 31.12-17).
Dios hizo este pacto, y le dio la señal, a la nación de Israel. Así que, todas las promesas relacionadas con
este pacto todavía pertenecen a la nación de Israel.
Nosotros, los cristianos viviendo en la época de la Iglesia, no debemos confundirnos y aplicar a la Iglesia lo
que Dios le dio únicamente a Israel.
Este principio se aplica al pacto de David y también, en cierto sentido, al Nuevo Pacto.
La última cosa importante que hemos de recordar acerca de los pactos, es el asunto del traslapo.
Puesto que unos pactos son incondicionales, cuando los hombres fracasan en su parte del acuerdo, el pacto
sigue Vigente, no se invalida. Puede ser que su fracaso resultó en un cambio de dispensación,
(ver el capítulo 2 que trata de las siete dispensaciones), pero el pacto sigue vigente, traslapando todos los pactos y todas las dispensaciones que siguen
después.
El conocimiento de los siete pactos nos ayuda a entender el trato de Dios con los hombres.
También sirve para darnos a nosotros, (los cristianos que éramos antes gentiles), una perspectivas saludable
de nosotros mismos, de nuestra salvación y también de nuestra parte en el plan de Dios.
Dios no hizo ningún pacto con nosotros, los gentiles. Ni siquiera nos prometió la salvación (Efesios 2.11-13). Nosotros recibimos la salvación bajo el
Nuevo Pacto en la sangre de Cristo Jesús, por la pura gracia de Dios.
Él hizo el pacto con Israel (Jer 31.31-34), pero por un tiempo nos ha permitido a nosotros, los gentiles, entrar en Su provisión de salvación. Así que,
no debemos pensar que el plan de Dios gira alrededor de nosotros. No es así. El plan de Dios gira alrededor de Israel. Aun nuestra salvación sirve para
este fin, para provocarlos a celos,
(Rom 11.11, 15). Entonces, no tenga más alto concepto de sí mismo que el que debe tener (Rom 12.3).
Al final de todo, después de un estudio profundo de la Palabra de Dios, es nuestra esperanza que lo que usted aprendió de los siete pactos, y también de
todo el sistema de sietes que Dios ha puesto en la Escritura, que sirva para motivarle a vivir para Él, quien dio Su vida por usted. Es lo único que vale
la pena.

Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y
por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
[2ª Corintios 5. 14-15] .
Fin .

Por Gregory Kedrovsky .