Texto publicado por Marcos Molina

LOS SIETE PACTOS 6. 7-6. EL PACTO DE DAVID: 2 SAMUEL 7. 8-19 .

LOS SIETE PACTOS 6.
7-6. EL PACTO DE DAVID: 2 SAMUEL 7. 8-19 .

El comienzo del pacto .
Dios estableció el pacto con David a través del profeta Natán casi 500 años después del comienzo del
pacto de Moisés. Este pacto es básicamente una promesa que Dios hizo con un hombre: David.
Ahora, pues, dirás así a mi siervo David: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo te tomé del redil, de detrás
de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel. [2Sam 7.8].
Es una promesa que tiene que ver con la familia de David (sus descendientes físicos), el trono de David,
(el trono de Israel en Jerusalén), y el reino de David. En otras palabras, es un pacto que tiene que ver con
un rey y su reino. Así que, este pacto traslapa el pacto de Moisés hasta Jeconías en Jeremías 22.24-30,
cuando él perdió el trono de David por su apostasía e idolatría. También traslapa el Nuevo Pacto en el
Milenio porque Cristo es el cumplimiento de las promesas y el pacto que Dios hace con David aquí en
2Samuel 7.8-19. Se puede ver este cumplimiento profetizado en las palabras del salmista en Salmo 2.
Se repite el pacto con un poco más de detalles en el Salmo 89. Así que, durante este análisis del pacto de
David, vamos a estar haciendo muchas referencias a este Salmo.

El contenido del pacto .
El versículo de resumen del pacto de David es 2Samuel 7.16. El pacto tiene tres categorías generales en
las cuales caben todas las promesas del acuerdo que Dios estableció con David.
Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.
[2Sam 7.16].
Primero, hay promesas en este pacto que tienen que ver con la casa de David. En segundo lugar, Dios le
hace promesas acerca de su reino. Y por último, Dios habla del trono de David.
El pacto de David estableció la casa de David para siempre.
La casa de David, se refiere a la descendencia física, el linaje, de David.
Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el
cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa, [el templo], a mi nombre, y yo afirmaré
para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le
castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará de él
como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti. [2Sam 7.12-15].
Siempre habrá alguien del linaje de David para seguir en su lugar como rey de Israel, como el líder
político del pueblo de Dios. El Señor nunca dejará la casa de David sin alguien que pueda ser el rey de
Israel. La descendencia física de David que, según esta promesa en este pacto, reinaría sobre Israel,
es Cristo.
Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a
la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono. [Hech 2.30].
Cristo es del linaje de David, según la carne, (Rom 1.3). Es de su casa. Según Mateo 1.6 y 1.16,
(en la genealogía de José), Jesús es el hijo de David a través de Salomón, pero por matrimonio, (o sea,
por el lado de José, no María).
Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham... Isaí engendró al rey David, y el rey
David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías... y Jacob engendró a José, marido de María, de la
cual nació Jesús, llamado el Cristo. [Mat 1.1, 6, 16].
Jesús no fue el hijo natural de José, porque nació de una virgen. Pero, por el matrimonio de José y María,
Jesús forma parte del linaje de David a través de Salomón, (o sea, forma parte del linaje de David por José
de una manera legal).
En Lucas 3.23 vemos el comienzo de otra genealogía de Jesús pero esta vez es la de María.
Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí.
[Luc 3.23].
Dice que era hijo de José , según se creía, porque no era el hijo natural de José. Los judíos no registran
las genealogías de las mujeres, entonces este linaje de María es según se creía, de José. No es de José,
sino de María. Según Lucas 3.31-32, Cristo es el hijo de David a través de Natán por nacimiento.
Hijo de Melea, hijo de Mainán, hijo de Matata, hijo de Natán, hijo de David, hijo de Isaí, hijo de Obed, hijo
de Booz, hijo de Salmón, hijo de Naasón. [Luc 3.31-32].
Así que, Cristo es de la casa real de David tanto por matrimonio, (por José, hijo de David a través de
Salomón), como por nacimiento, (por María, hija de David a través de Natán).
Este hijo de David era también el Señor de David. Cristo les hace una pregunta a los fariseos, (los grandes
eruditos de Sus días), acerca de este asunto y ninguno de ellos pudo contestarle.
Y estando juntos los fariseos, Jesús les preguntó, diciendo: ¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le
dijeron: De David. El les dijo: ¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi
Señor: Siéntate a mi derecha, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? Pues si David le llama
Señor, ¿cómo es su hijo? Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más.
[Mat 22.41-46].
Nosotros, sin embargo, tenemos la respuesta en la revelación del Nuevo Testamento.
E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el
Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria.
[2Tim 3.16].
Cristo es hijo de David porque nació físicamente del linaje de David. Pero también es el Señor de David
porque es Dios Jehová en la carne. El Rey que toma el trono es el Hijo de David y también es Jehová, es
Jesucristo, Jehová en la carne. Esto se ve en muchos pasajes del Antiguo Testamento.
En Isaías el Rey de Israel, el Redentor, es Jehová mismo.
Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero,
y fuera de mí no hay Dios. [Isa 44.6].
Zacarías dice que en aquel día de la segunda venida, Jehová será el Rey que tomará el trono
de David para reinar sobre el mundo.
Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre. [Zac 14.9].
Además, el mismo profeta dice que todas las personas en la tierra durante el Milenio llegarán a Jerusalén
para adorar al Rey, y el Rey es Jehová, es Jesucristo, Jehová en la carne.
Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para
adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos. Y acontecerá que los de las
familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, Jehová de los ejércitos, no vendrá sobre
ellos lluvia. [Zac 14.16-17].
Este rey es el ungido, (en hebreo: mesías). David era el ungido históricamente. Por esto él forma un
cuadro doctrinal de otro Ungido que vendría para tomar su trono. Este Ungido, el Mesías, fue
desechado por Dios cuando llevó la ira divina sobre nuestros pecados en la cruz.
Es Cristo Jesús, el Rey prometido de la casa de David.
Hallé a David mi siervo; Lo ungí con mi santa unción. [Sal 89.20].
Mas tú desechaste y menospreciaste a tu ungido, Y te has airado con él. [Sal 89.38].
El pacto de David estableció el reino de David para siempre.
Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el
cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre
el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara
de hombres, y con azotes de hijos de hombres. [2Sam 7.12].
Dios prometió a David que su hijo, (un descendiente físico de él), recibiría el reino que Él le había dado a
su padre. O sea, el hijo de David recibiría el territorio físico y el estado que Dios le había dado al rey
David. Recuerde que durante el Antiguo Testamento, la historia se trata del reino físico, no el reino
espiritual como hoy en día durante la época de la Iglesia.
Así que, el reino de David es un reino físico sobre esta tierra.
Históricamente, este hijo fue Salomón porque él recibió el reino cuando David murió. Cuando David le
estaba pasando el reino a su hijo, Salomón, se refirió al pacto de 2Samuel 7.
Llegaron los días en que David había de morir, y ordenó a Salomón su hijo, diciendo: Yo sigo el camino de
todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre. Guarda los preceptos de Jehová tu Dios... para que confirme
Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mí con
verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel. [1Rey 2.1-4].
Es aquí en este pasaje cuando Salomón, el hijo de David, recibe el estado del reino de Israel (el reino
físico). Él también recibe el territorio del reino de David, (casi toda la tierra que Dios prometió a
Abraham en Génesis 15.18, la tierra que David conquistó).
Y Salomón señoreaba sobre todos los reinos desde el Eufrates hasta la tierra de los filisteos y el límite con
Egipto; y traían presentes, y sirvieron a Salomón todos los días que vivió. [1Rey 4.21].
Así que, vemos que el reino que Dios prometió a David y a sus descendientes tiene que ver con la tierra
de Canaán, (Palestina), y no sólo con un estado de Israel, (una nación política). Sin embargo, antes de ver
este asunto de la tierra prometida en más detalle, hemos de entender que Salomón no es el pleno
cumplimiento de las promesas del pacto de David.
El Hijo que cumple completamente con las promesas del pacto de David en 2Samuel 7.14 es Cristo Jesús.
Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino. [Heb 1.8].
Salomón fue el cumplimiento histórico y su reino tuvo fin. Pero Jesucristo, el Mesías, es el cumplimiento
pleno y doctrinal, y Su reino no tendrá fin. Como ya hemos visto en las genealogías, Cristo Jesús es el
Hijo de David que tiene derecho al reino de Israel (Mat 1.1). Él es el Rey de los judíos, el Rey de
los descendientes de las 12 tribus.
Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,
diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y
venimos a adorarle. [Mat 2.1-2].
Este es el mensaje que Cristo predicó a Israel. Les ofreció a los judíos el reino eterno de David,
con Él siendo el Rey.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha
acercado. [Mat 4.17].
Los judíos también sabían lo que estaba pasando durante la primera venida. Sabían que el Heredero del
reino perpetuo, (político, físico y terrenal), había llegado.
¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas! [Mar 11.10].
Podemos ver un cuadro de Él en Salomón, cuando reinaba sobre casi toda la tierra prometida.
En este aspecto Salomón es un tipo y cuadro de Cristo reinando sobre el reino de David en el Milenio, (el tiempo
del pleno cumplimiento de este pacto). El único problema con la llegada del reino que Cristo ofrecía a
Israel, (y el cumplimiento del pacto de David), es que los mismos que gritaron ¡Hosanna! también
gritaron ¡Crucifícale!. unos días después (Mar 15.13). Lo rechazaron al Rey y por lo tanto Dios aplazó
el Reino unos dos mil años, para después de la época de la Iglesia (Hech 28.28).
Hemos de entender que este reino que Dios prometió a David y a su casa tiene que ver con el territorio
físico que Él dio a Abraham y a sus descendientes físicos a través de Isaac y Jacob,
(quien se llamaba también Israel).
Además, yo fijaré lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré, para que habite en su lugar y nunca más sea
removido, ni los inicuos le aflijan más, como al principio, desde el día en que puse jueces sobre mi pueblo
Israel; y a ti te daré descanso de todos tus enemigos. Asimismo Jehová te hace saber que él te hará casa.
[2Sam 7.10-11].
Entonces, cuando el Hijo de David se siente sobre el trono de David para tomar control del reino de
David, (su territorio y su estado), la primera cosa que hace es echar a los moradores actuales de la tierra
Prometida, (los árabes y los musulmanes). De esta manera establece a las 12 tribus de la nación de Israel
allá, cada una según su herencia. Los detalles de la guerra por la ocupación del medio-oriente se hallan en
Ezequiel 38-39 y también en Zacarías 14.1-3, (es una batalla contra el ejército de las naciones unidas).
He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos. Porque yo reuniré a todas las
naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las
mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad.
Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. [Zac 14.1-3].
Los detalles del repartimiento de la tierra prometida se hallan en Ezequiel 47.13-48.
El pacto de David estableció el trono de David para siempre .
El hijo de David recibirá el trono del reino de Israel para siempre.
O sea, su trono será estable a través de toda la eternidad.
Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el
cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre
el trono de su reino. [2Sam 7.12-13].
Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.
[2Sam 7.16].
Históricamente, Salomón es el que recibió el trono eterno de David (1Rey 2.45). Pero es el Mesías que
reinará sobre este trono para siempre, así cumpliendo con las promesas que Dios hizo en este pacto con
David (Luc 1.31-33; Isa 9.6-7).
En el Salmo 89, se menciona una descendencia de este Rey prometido, el Mesías Jesucristo.
Dice que Su descendencia reinará con Él.
Pondré su descendencia para siempre, Y su trono como los días de los cielos. [Sal 89.29].
Su descendencia será para siempre, Y su trono como el sol delante de mí. [Sal 89.36].
Esta descendencia de Cristo Jesús somos nosotros (ver también los versículos 3-4, 28-29 y 34-37 de
este mismo Salmo 89). Si somos fieles en nuestras responsabilidades ahora, en este mundo, Dios nos
recompensará en el Milenio con unas responsabilidades en la administración de Su reino.
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente
con él, para que juntamente con él seamos glorificados. [Rom 8.17].
Si sufrimos, [según Rom 8.17], también reinaremos con él; Si le negáremos, [el sufrir con Él],
él también nos Negará, [el reinar]. Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo,
[no se puede perder la salvación]. [2Tim 2.12-13] .
Ver también: Proverbios 16.12; 20.8, (Prov 20.8a se cumple en Apoc 20.4; Prov 20.8b se cumple en Apoc
20.11); Proverbios 29.14.
En el pacto de David hay unas provisiones especiales.
La provisión para sacerdotes según el orden de Melquisedec.
Hay también en este pacto una provisión para el rey David como si fuera un hijo de Dios, (hijo adoptado,
no por un nuevo nacimiento; nadie nació de nuevo hasta Hechos 2).
Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con
azotes de hijos de hombres. [2Sam 7.14].
Hay otro rey que aparece en la Escritura que es parecido a David en este aspecto: Melquisedec.
Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino. [Gen 14.18].
Melquisedec era rey de Salem, (que quiere decir rey de paz). Primero que nada, hay que entender que
Melquisedec es un título, no un nombre. Es como faraón o césar, es un título de un rey. El título
quiere decir rey, (melqui) de paz, (sedec). Es por esto que Melquisedec es el rey de Salem,
es el rey de paz, (porque salem quiere decir paz).
Además, siendo rey de Salem, él era rey de Jerusalén. En Salmo 76.2 se refiere a la ciudad Jerusalén
con el nombre Salem. Melquisedec, entonces, era el rey de la ciudad que sería luego la capital de Israel,
exactamente como David, Salomón y (en el Milenio), Jesucristo.
Melquisedec era también sacerdote del Dios Altísimo (Jehová), y esto nos da una pista de quien era.
Probablemente era el que recibió la bendición de Dios en Génesis 9: Sem. Según Hebreos 7.4-10,
él era un patriarca aun más grande que Abraham. Después del diluvio de Noé y hasta Abraham, sólo había
dos hombres que eran más grandes que él: Noé y Sem.
El único que podría haber estado vivo en aquel entonces era Sem.
Melquisedec, entonces, el rey de Jerusalén y sacerdote de Jehová, es un tipo y cuadro de Cristo Jesús.
El pasaje de plena mención de Melquisedec es Hebreos 7. En Hebreos 7 vemos unos requisitos para ser
sacerdote según el orden de Melquisedec. Primero, hay que ser rey.
Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía
de la derrota de los reyes, y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre
significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz. [Heb 7.1-2].
En este pasaje vemos otra vez que Melquisedec es realmente un título: Rey de justicia o Rey de paz.
El sacerdote según el orden de Melquisedec es rey de Salem, rey de justicia y paz,
(y aun rey de la ciudad Salem, Jerusalém).
El segundo requisito para un sacerdote según el orden de Melquisedec, es el de ser elegido por Dios.
Sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al
Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. [Heb 7.3].
No constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida
indestructible. Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.
[Heb 7.16-17].
Melquisedec era sin genealogía porque su sacerdocio no es por descendencia física como el de Aarón.
Más bien es por elección. El de Melquisedec es un sacerdocio sin fin, eterno, porque una vez que Dios
escoge a alguien para ser sacerdote según el orden de Melquisedec, es Su sacerdote para siempre,
(comparar esto con Hebreos 6.20). Uno llega a ser un sacerdote según el orden de Melquisedec por el
juramento de Dios, (o sea, por Su elección, porque Él lo decide y lo hace).
Y esto no fue hecho sin juramento; porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero
éste, con el juramento del que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre,
Según el orden de Melquisedec. [Heb 7.20-21].
El tercer requisito del sacerdocio de Melquisedec, es que hay que ser hijo de Dios.
Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley,
al Hijo, hecho perfecto para siempre. [Heb 7.28].
Cristo es el modelo. El juramento de Dios hace que el Hijo sea sacerdote para siempre según el orden
de Melquisedec. Hay que ser hijo entonces. Esto no tiene que implicar nacer de nuevo como un hijo de
Dios, (como nosotros), porque hay varios hombres en la Biblia que son hijos por adopción,
(por la decisión, elección y juramento de Dios).
Por todo esto podemos entender que existe la posibilidad que había otros sacerdotes según el orden de
Melquisedec y esta posibilidad tiene que ver con el pacto de David. El rey David llenó los requisitos para
ser un sacerdote según el orden de Melquisedec. Primero, él era rey de Salem, (Jerusalén). También era
elegido por Dios, (él y su descendencia, perpetuamente), en 2Samuel 7, bajo el pacto de David.
Fue elegido, (adoptado), como un hijo en Salmo 89.26-27, (históricamente se refiere a David, doctrinalmente
se refiere al Mesías). Así que, exactamente como Melquisedec (de Génesis 14) era rey-sacerdote, así era
David, Él ofrecía sacrificios a Dios, fuera de la ley que Dios estableció en el Libro de Levítico para los
sacerdotes según el orden de Aarón, (1Cron 16.2; David ofreció holocaustos y sacrificios de paz).
Esto podría explicar por qué Dios le quitó el reino a Saúl por haber hecho lo mismo (1Sam 13.9-14; ofreció
holocaustos y ofrendas de paz, igual que David). Puede ser que David era rey-sacerdote según el orden de
Melquisedec, y así pudo ofrecer sacrificios a Dios. Saúl era diferente. Dios no lo escogió, sino que fue
el pueblo quien eligió a Saúl como rey. Entonces, puesto que no fue escogido como hijo, (como David y
luego Salomón), Saúl no tenía derecho de ofrecerle a Dios sacrificios.
Salomón también llenó los requisitos para ser un sacerdote según el orden de Melquisedec. Él, como su
padre, era rey de Salem (Jerusalén), escogido por Dios como rey y como hijo adoptado. (2Sam 7.12-14).
Entonces, él, como David y Saúl, ofrecía holocaustos y ofrendas de paz, pero Dios se lo permitió.
¿Por qué Salomón pudo ofrecer sacrificios pero no Saúl? Creo que vemos la explicación en el pacto de David.
Salomón y su padre eran especiales entre todos los demás reyes, porque los dos eran escogidos
personalmente por Dios. Por esto, puede ser que eran sacerdotes según el orden de Melquisedec, igual que
Sem, (el Melquisedec de Génesis 14), e igual que Jesucristo. No vemos esta elección especial con ninguno
de todos los demás reyes después de David y Salomón, hasta la llegada del Mesías.
La provisión de las misericordias fieles de David.
Pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti. [2Sam 7.15].
El pacto de David contiene una provisión que se llama las misericordias fieles de David.
Pablo menciona estas misericordias en el Libro de Hechos y las aplica a nosotros los cristianos.
Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios ha
cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo:
Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy. Y en cuanto a que le levantó de los muertos para nunca más volver a
corrupción, lo dijo así: Os daré las misericordias fieles de David. [Hech 13.32-34].
Esto puede causar un poco de confusión porque nosotros no participamos en este pacto de David.
¿Cómo es, entonces, que Pablo aplica las misericordias de David a nosotros si ellas forman parte de dicho pacto?
La explicación se halla en el Libro de Isaías.
Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las
misericordias firmes a David. [Isa 55.3].
Las misericordias de David no sólo tienen que ver con el pacto de él. También forman parte del pacto
eterno que Dios hace con Israel: el Nuevo Pacto. El Nuevo Pacto es uno que todavía estaba para el futuro
cuando Isaías escribió su profecía. Así que, el Nuevo Pacto se basa en la promesa de misericordia
perpetua, (misericordias fieles), que Dios hizo con David bajo el pacto de David.
Estas misericordias se definen en Hechos 13. Después de mencionar las misericordias de David en los
versículos del 32 al 34, Pablo las explica.
Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo
aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree.
[Hech 13.38-39].
Las misericordias fieles de David se definen como el perdón de pecados y la justificación delante de Dios,
algo que no se pudo hacer bajo la ley de Moisés.
Entonces en Cristo recibimos las misericordias que Dios prometió a David y a su Hijo que se sentaría
sobre su trono. Puesto que estamos en Él, (en el Hijo de David), participamos, (en parte) en lo que Él
recibió como el Hijo de David. Además, en Cristo participamos, (también en parte) en el Nuevo Pacto en
Su sangre, entonces recibimos la misericordia perpetua de Dios, el perdón de pecados y la justificación
que nunca se pierde. Por esto, hemos de entender que las misericordias fieles de David sólo forman una
pequeña parte del pacto de David. Forman una parte más grande del Nuevo Pacto.
(Otras referencias: Sal 89.1, 2, 14, , 24, 28, 33, 49).

Las condiciones del pacto .
Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.
[2Sam 7.16].
No hay condiciones en este pacto. Es incondicional porque Dios prometió la casa, el reino y el trono a
David sin condición alguna y también para siempre. No hubo nada que David o sus descendientes
pudieron haber hecho para cambiar lo que Dios estableció en este pacto.
Para siempre le conservaré mi misericordia, Y mi pacto será firme con él. [Sal 89.28].
Dios nunca olvidará de lo que le prometió a David y a su casa. Sus promesas acerca de su casa y su trono
son para siempre (Sal 89.3-4, 28-29).
Ni siquiera la maldición de Jeconías, (descendiente de David a través de Salomón), pudo cambiarlo.
Así ha dicho Jehová: Escribid lo que sucederá a este hombre, [Conías / Jeconías], privado de descendencia,
hombre a quien nada próspero sucederá en todos los días de su vida; porque ninguno de su descendencia
logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá. [Jer 22.30].
Por este versículo y esta maldición sobre el linaje de Salomón después de Jeconías, Dios trajo al Hijo de
David a través de la descendencia de Natán, no Salomón (Luc 3.23-32).
La crucifixión tampoco afectó este pacto. A pesar de que en la primera venida parecía como
si se rompiera el pacto (Sal 89.38-40), no fue así. Dios está simplemente esperando hasta la
segunda venida para cumplir con Sus promesas que hizo a David y su pacto (Sal 89.34-37).

La conclusión (el fin) del pacto .
La primera venida del Hijo de David .
El pacto no se cumplió en la primera venida del Hijo de David, el Mesías, porque Su corona
en aquel entonces fue profanada y Él fue rechazado.
Mas tú desechaste y menospreciaste a tu ungido, Y te has airado con él. Rompiste el pacto de tu siervo; Has
profanado su corona hasta la tierra. Aportillaste todos sus vallados; Has destruido sus fortalezas.
[Sal 89.38-40].
Note la contradicción aparente en este pasaje del Salmo 89. Primero, en 2Samuel 7 Dios le dio a David un
pacto incondicional y en el Salmo 89.3-4, 28-29 y 34-37, Él dice que es para siempre. Pero, en el
versículo 38 del Salmo 89, dice que rompiste el pacto. Así es como parecía en la primera venida
del Mesías, porque los judíos lo rechazaron. Él vino como el Rey prometido, el Hijo de David, el Mesías.
Vino para ofrecerle a Israel el reino eterno que fue prometido bajo el pacto de David, con Él siendo el
Rey. Pero lo rechazaron y lo crucificaron.
¿Dónde está el Rey de Israel ahora? No está aquí en la tierra. ¿Quién está controlando la tierra prometida ahora? No es Israel. ¿Quién está reinando sobre
el trono de David ahora? Nadie.
Así que, el Salmo dice: Rompiste el pacto. Y si sólo hubiera una venida del Mesías, así sería para siempre,
(y Dios sería un mentiroso, porque dijo que era un pacto incondicional y eterno).
Tenemos que tomar esta profecía en su debido contexto. Tenemos que entender Salmo 89.38-40,
(la primera venida), en el contexto de Salmo 89.34-37, (la segunda venida).
No olvidaré mi pacto, Ni mudaré lo que ha salido de mis labios. Una vez he jurado por mi santidad, Y no
mentiré a David. Su descendencia será para siempre, Y su trono como el sol delante de mí. Como la luna será
firme para siempre, Y como un testigo fiel en el cielo. [Sal 89.34-37].
La primera venida no es la única en el plan de Dios, y Él cumplirá con Sus promesas a David, no en la primera sino en la segunda. Esto no es, entonces,
una contradicción en la Escritura. Es una profecía de los sufrimientos de Cristo que sucedieron antes de Su venida gloriosa. Note que cronológicamente,
los sufrimientos de
Cristo vinieron antes que su gloria. Sin embargo, en Salmo 89, estos dos eventos aparecen al revés:
la primera venida (v38-40) después de la segunda (v34-37).
Pedro habló de este tipo de confusión, en su primera epístola. Dios anunciaba los sufrimientos,
(la primera venida), y las glorias, (la segunda venida), pero nadie lo entendió todo.
Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca
de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos,
el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. [1Ped 1.10-11].
La segunda venida del Hijo de David .
El cumplimiento del pacto de David, entonces, empieza en la segunda venida, se realiza plenamente
en el Milenio y así sigue a través de toda la eternidad porque nunca terminará.
Cuando Cristo venga y tome el trono de David, (realmente será el trono del mundo),
nunca lo va a renunciar porque el pacto de David es eterno.
La sucesión de los eventos para el cumplimiento de este pacto sería como lo siguiente.
Al final de la Tribulación, las naciones unidas se reunirá para una batalla final contra los judíos
que se hallan en Jerusalén.
He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos. Porque yo reuniré a todas las
naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las
mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad.
[Zac14.1-2].
El Señor Jesucristo, (Jehová en la carne) viene en Su segunda venida y pelea contra las naciones unidas.
Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. [Zac 14.3].
Esta batalla se llama la batalla de Armagedón, y resulta en miles y miles de muertos entre los
del ejército de las naciones unidas, (ver también Ezequiel 38-39).
Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos,
por mil seiscientos estadios. [Apoc 14.20].
Es en este entonces, en la segunda venida cuando Cristo se sienta en Su trono de gloria,
que es el trono de David (Luc 1.32; Hech 2.30; según las promesas del pacto de David).
Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará
en su trono de gloria. [Mat 25.31].
Por esto, los reinos del mundo, (todos los reinos físicos: naciones, pueblos y lenguas), llegarán a ser
Del Señor Jesucristo.
El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han
venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos. [Apoc 11.15].
El trono de David no será únicamente el trono de Israel. También será el trono de toda la tierra.
Es el trono sobre todos los pueblos y las naciones de los gentiles, porque Israel será cabeza de las naciones
(Isa 2.2-4) y las naciones serán sujetas a Israel y a su Rey (Sal 47.1-3).
Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre. [Zac 14.9].
En la primera venida de Cristo, el Rey le ofreció a Israel el reino. Ellos podrían haberlo
recibido Voluntariamente, pero lo rechazaron. Así que, en la segunda venida de Cristo, Él establecerá
el mismo reino violentamente, (con una vara de hierro; Apoc 19.11-15).
En el momento de acabar con el ejército de las naciones unidas, Jesucristo se sienta en el trono de
David, para juzgar aquellas mismas naciones según su trato con Sus hermanos, los judíos.
Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su
trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta
el pastor las ovejas de los cabritos. [Mat 25.31-32].
Desde entonces, el Hijo de David reinará sobre el trono de David por los siglos de los siglos.
Extenderá su reino desde Jerusalén y a través de toda la creación de Dios por toda la eternidad
(Hebreos 1. 8; Apocalípsis 22. 1-5).
Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre
Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no
tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia
desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto. [Isaías 9. 6-7] .

Gregory Kedrovsky .