Texto publicado por Marcos Molina

LOS SIETE PACTOS 5. 7-5. EL PACTO DE MOISÉS: ÉXODO 19. 5-6 .

LOS SIETE PACTOS 5.
7-5. EL PACTO DE MOISÉS: ÉXODO 19. 5-6 .

Este pacto es condicional. Depende de la obediencia de los israelitas y por lo tanto lleva consecuencias
tanto por la obediencia como por la desobediencia.
El comienzo del pacto .
Hasta ahora Dios ha establecido los pactos con los individuos y de una manera general para todos los
hombres (los descendientes de los individuos). Este es el primer pacto que Él establece con una nación.
Pero, puesto que usa a Moisés como mediador entre Él y la nación, el pacto lleva su nombre:
El pacto de Moisés. Así que, aunque Abraham es el padre de la nación de Israel, Moisés es su fundador.
Con este pacto, Dios lo usa a él para formar la nación, de las tribus de Israel. Hay dos capítulos
importantes en cuanto al comienzo del pacto de Moisés: Éxodo 19 y 24.
Éxodo 19: El acuerdo preliminar .
En Éxodo 19 vemos el comienzo del pacto antes de que Dios les diera la ley a los israelitas. En este
capítulo vemos lo que se podría llamar el acuerdo preliminar.
Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás
a los hijos de Israel: Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he
traído a mí. [Exod 19.3-4].
Dios inicia este pacto con los israelitas a través de Moisés. Es importante observar que en el contexto,
Vosotros, son los hijos de Israel. (Exod 19.1). Este pacto, con todo su contenido y todas
sus condiciones y consecuencias, pertenece a Israel.
Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los
pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las
palabras que dirás a los hijos de Israel. [Exod 19.5-6].
En los versículos 5 y 6 arriba, Dios pone delante de Israel las condiciones preliminares de entrar en este
pacto con Él. Si ellos no aceptan estas condiciones, no habrá pacto. También, antes de entrar en los
detalles, Dios quiere que ellos sepan lo que Él espera y esperará de ellos. Además les habla un poco
acerca de las consecuencias positivas que vienen en el pacto.
Realmente en todo este pacto sólo hay una condición con la cual hay que cumplir: Obedecer a Dios. Así
que, desde aquí y por el resto del Antiguo Testamento, vemos claramente que la salvación bajo este pacto
es por obras, (fe más obras, porque hay que obedecer a Dios para participar en el pacto y no violarlo).
Dios también les habla de las consecuencias de su obediencia. La nación de Israel será única entre todas
las demás naciones porque será cabeza de ellas (sobre todos los pueblos dice el pasaje).
Específicamente, Dios les promete un reino físico, político y geográfico que serviría como intermediario
entre las demás naciones y Dios (o sea, será un reino de sacerdotes). Es por esto que Pedro, escribiendo a
judíos, dice que vosotros (los judíos) forman un real sacerdocio y que son una nación santa.
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que
anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. [1Ped 2.9].
Esto no se trata de la Iglesia. Uno podría decir que la Iglesia es una nación espiritual y que en cierto
sentido somos sacerdotes, porque intercedemos por la gente que no tiene a Cristo (llevándoles el
mensaje del evangelio y llevándolos a ellos a la presencia de Dios en Cristo). Pero, todo esto sería una
aplicación espiritual y personal del pasaje. Israel es la nación física que Dios apartó de todas las demás.
La nación de sacerdotes es la nación de Israel, no la Iglesia, (a pesar de lo que dice la Iglesia en Roma).
Los israelitas aceptan los términos del acuerdo preliminar diciendo que harán todo lo que Dios ha dicho.
Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras
que Jehová le había mandado. Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho,
haremos. Y Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo. [Exod 19.7-8].
Después de esto, entonces, Dios les explica los detalles de la ley que Él espera que ellos guarden, (en los
siguientes cuatro capítulos). Observe en este pasaje arriba lo que le importa a Dios más que nada en este
pacto: Las palabras. No es simplemente un mensaje general que Dios quiere comunicar a Israel.
Les entrega Sus meras palabras a ellos a través de Moisés. Luego escribe estas palabras para que no haya
duda en cuanto a lo que dicen.
Estas palabras habló Jehová a toda vuestra congregación en el monte, de en medio del fuego, de la nube y de la oscuridad, a gran voz; y no añadió más.
Y las escribió en dos tablas de piedra, las cuales me dio a mí. [Deut5.22].
No se deje engañar, entonces, por las nuevas versiones de la Biblia que contienen la Palabra de
Dios, (un mensaje general). Consiga la Biblia Reina-Valera que consta de las palabras de Dios
y usted podrá estar seguro que tiene todo lo que Dios quiere que tenga.
Los judíos, entonces, habiendo oído las palabras de Dios, dicen que lo harán todo.
Pero, lastimosamente, ya sabemos que no es cierto. Ellos violarían el pacto muy pronto (Deut 5.27; 31.16- ;
pero, más sobre esto luego).
Éxodo 20-23: El contenido del pacto .
En Éxodo 20-23 vemos los detalles de la ley que Dios entrega a Israel a través de Moisés.
Primero les da un resumen de todo en los diez mandamientos (Exod 20). Luego les entrega todos los detalles
de la ley (Exod 21-23).
Éxodo 24: La confirmación del pacto .
En Éxodo 19 Israel se comprometió con el trato general que Dios les ofreció. Ahora, en Éxodo 24, ya que
han recibido la ley, (los diez mandamientos y todos los detalles en los siguientes capítulos),
tienen que confirmar su compromiso.
Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todas las leyes; y todo el pueblo respondió a
una voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho. [Exod 24.3].
Otra vez vemos que Dios siempre trata con Su pueblo a base de Sus palabras, las que Él entrega a un
hombre quien luego las escribe. (Es igual para nosotros hoy en día; 2Tim 3.15-17) .
Israel, entonces, se compromete con Dios y entra oficialmente en pacto con Él.
El pacto de Moisés comienza en estos capítulos del Libro de Éxodo y continúa hasta la crucifixión de
Cristo Jesús (con ciertas consecuencias todavía activas hoy día, hasta la segunda venida de Cristo).
Entonces, la gran mayoría de la Biblia, (casi tres cuartas de ella), se trata de este pacto.
El contenido del pacto .
Como acabamos de ver, Éxodo 20 destaca lo que Dios espera, a grandes rasgos, de Israel. Son los diez
mandamientos y forman lo que se podría llamar un resumen de los detalles de la ley que siguen en los
capítulos del 21 al 23 de Éxodo. Los detalles de la ley en estos cuatro capítulos se pueden agrupar en tres
categorías, aunque hay cierto traslapo de unas leyes en más de una categoría.
Primero, hay leyes morales que gobiernan la vida personal de los israelitas. Estas leyes muestran la justicia
de Dios y por lo tanto Sus expectativas para con Su pueblo. Son leyes que tienen que ver con el carácter y
la conducta de los israelitas delante de Dios y también el uno con el otro.
En segundo lugar, hay leyes civiles que gobiernan la vida social de Israel, (por ejemplo, las leyes sobre ventas
de propiedades).
Además, la tercera categoría consta de leyes ceremoniales que gobiernan la vida religiosa de Israel. Estas leyes establecen el sacerdocio de Aarón y todo
el sistema de sacrificios y ritos de la nación de Israel.
El Libro de Levítico amplifica este aspecto de la ley de Moisés.
Dios cambia un poco este conjunto de leyes (las de Éxodo 21-23), en el Libro de Números, porque anticipa
la transición de la vida nómada en el desierto a la vida doméstica en la tierra prometida.
El Libro de Deuteronomio, (el nombre quiere decir la segunda ley), es una repetición de toda la ley, con unos
cambios también para la vida doméstica en la tierra prometida. La ley se le entrega oficialmente otra
vez, a la segunda generación de Israelitas después del éxodo, es la generación que entrará para tomar
posesión de la tierra de Canaán.
Entonces, además de los diez mandamientos, hay más de 600 otras leyes, (edictos, mandamientos,
órdenes, etc.), en la ley que Dios entregó a Israel a través de Moisés. Son más de 600 leyes que vienen de
los diez mandamientos, (600 leyes que son los diez mandamientos en detalle). Así que, podemos ver
otra vez con claridad que este pacto es condicional, porque depende de la obediencia de los judíos
a la ley que Dios les acaba de entregar.

Las condiciones del pacto .
Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los
pueblos; porque mía es toda la tierra. [Exod 19.5].
Por la palabra “si”, en Éxodo 19.5, es obvio que desde el principio el pacto de Moisés viene con
condiciones. Hay dos capítulos en la Biblia que tratan totalmente de los detalles de las condiciones del
pacto de Moisés, y también de las consecuencias por haber llenado o no dichas condiciones. Son Levítico
26 y Deuteronomio 28. Dios le da a Israel ciertas promesas, (les promete consecuencias), por su obediencia,
(Lev 26.1-13; Deut 28.1-14) y otras por su desobediencia, (Lev 26.14-46; Deut 28.15-68). Josué reconoció
que Dios fue fiel en cumplir con Sus promesas acerca de la bendición por obediencia y estaba seguro que
haría lo mismo con Sus promesas acerca de la maldición y el castigo por la desobediencia.
Y he aquí que yo estoy para entrar hoy por el camino de toda la tierra; reconoced, pues, con todo vuestro
corazón y con toda vuestra alma, que no ha faltado una palabra de todas las buenas palabras que Jehová
vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas. Pero así como
ha venido sobre vosotros toda palabra buena que Jehová vuestro Dios os había dicho, también traerá Jehová
sobre vosotros toda palabra mala, hasta destruiros de sobre la buena tierra que Jehová vuestro Dios os ha
dado, si traspasareis el pacto de Jehová vuestro Dios que él os ha mandado, yendo y honrando a dioses
ajenos, e inclinándoos a ellos. Entonces la ira de Jehová se encenderá contra vosotros, y pereceréis
prontamente de esta buena tierra que él os ha dado. [Jos 23.14-16].
Los dos capítulos de Levítico 26 y Deuteronomio 28, entonces, son esenciales para entender la historia de
Israel desde el comienzo del pacto de Moisés y también para saber cuando es que este pacto termina.
El pacto contiene condiciones de bendición: La obediencia .
Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los
pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las
palabras que dirás a los hijos de Israel. [Exod 19.5-6].
Bajo el pacto de Moisés, Dios le promete a Israel que ella sería la cabeza de las demás naciones en el
plan de Dios. Es una promesa condicional porque depende de la obediencia de los judíos a la ley.
Siempre ha sido el deseo de Dios bendecir a Israel. Pero, puesto que Él es un Dios justo,
jamás puede recompensar la rebeldía con bendición.
Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal,
para daros el fin que esperáis. [Jer 29.11].
Toda la bendición que Dios les prometió a los judíos bajo el pacto de Moisés, depende de su obediencia
a los decretos y mandamientos de Dios en la ley.
Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus
mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la
tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Bendito
serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de
tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar.
Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir. [Deut 28.1-6; ver también Lev 26.3-13] .
Una vez más podemos ver la importancia de las palabras individuales que Dios entregó a Israel.
La promesa de bendición bajo el pacto de Moisés depende de la obediencia de los judíos a las palabras
de Dios, (no sólo al mensaje general, como dicen muchos hoy en día).
Guardaréis, pues, las palabras de este pacto, y las pondréis por obra, para que prosperéis en todo lo que
hiciereis. [Deut 29.9].
El pacto contiene condiciones de castigo: La desobediencia.
Pero si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos, y si desdeñareis mis decretos, y vuestra alma menospreciare mis estatutos, no ejecutando
todos mis mandamientos, e invalidando mi pacto. [Lev26.14-15].
Dios también les promete a los israelitas cierto castigo si invalidan Su pacto desobedeciendo los mandamientos que Dios les entregó. Es importante notar
aquí (y el pasaje entero es demasiado extenso para citarlo todo, pero
lo puede leer en su propia Biblia: Lev 26.14-46 y Deut 28.15-68), que a pesar de que con la desobediencia
Israel invalida, (viola) el pacto, las promesas de castigo divino siguen vigentes, (activas), debido a la rebelión de la nación. Entonces, hasta que se
cumplan las promesas de castigo, el pacto está vigente, (por lo menos
esta parte del pacto que tiene que ver con las consecuencias que están vigentes). Algunas de estas promesas de castigo ya se han realizado en los castigos
que Dios mandó sobre la nación de Israel por su apostasía e idolatría. Sin embargo, todavía hay mucho que está por venir, especialmente en la Tribulación,
(la septuagésima semana
de Daniel; Dan 9.24-27). De todos modos, todo el castigo que le viene a Israel es para que al final de todo
Dios pueda hacerles bien restaurándolos y bendiciéndoles.
Que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y
probándote, para a la postre hacerte bien. [Deut 8.16].
Este bien, por supuesto, no tiene que ver con el pacto de Moisés, (porque Israel violó este pacto y lo
invalidó con su desobediencia). El bien que Dios hará a Israel tiene que ver con las promesas
incondicionales que Él dio en el pacto de Abraham. El castigo prometido bajo el pacto de Moisés servirá
para cumplir con las promesas del pacto de Abraham porque servirá para restaurar a Israel
en arrepentimiento delante de Dios.
Esta restauración a través de la aflicción se ve en el Libro de Oseas, en el cuadro de la mujer adúltera.
La mujer infiel es un cuadro de Israel, la esposa de Jehová, que adulteró en apostasía e idolatría.
Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su camino, y la cercaré con seto, y no hallará sus caminos. Seguirá a
sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer
marido; porque mejor me iba entonces que ahora. [Os 2.6-7].
Dios le rodeará a Israel de espinos en la Tribulación y este castigo servirá para volverla a su Marido en
arrepentimiento. Por esto, (por todo el castigo y la restauración al final), vemos un buen cuadro de
Israel en la zarza ardiendo que no se consume.
Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. [Mal 3.6].
Ellos son quemados bajo el castigo de Dios a través de los siglos, (y aun a veces son quemados
literalmente como en el Holocausto de Hitler en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial), pero no
son consumidos. Israel nunca ha dejado de existir y nunca dejará de existir a pesar del fuego del castigo
divino. A pesar de toda su desobediencia y todos sus pecados, Israel será plenamente restaurada un día.
Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino
la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su
defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración? [Rom 11.11-12].
Las condiciones de su restauración son arrepentimiento y conversión (Deut 30.1-10; 2Cron 6.36-39).
Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se
convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su
tierra. [2Cron 7.14].
Estas condiciones aun se aplican a los judíos hoy en día (Hech 3.19-21), pero todavía no lo han hecho.
Entonces todavía les espera el duro castigo de la Tribulación. Pero, ahí en su aflicción, ellos reconocerán
su pecado, se arrepentirán y se convertirán.
Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y
mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien
se aflige por el primogénito. [Zac 12.10].
El pacto contiene condiciones en cuanto a la ocupación de la tierra prometida.
Dios es claro en cuanto a lo que quiere de Israel bajo el pacto de Moisés con respecto a la tierra
prometida, la tierra de Canaán. Quiere que los judíos entren allá y lo destruyan todo sin procurar
la paz con nadie que habita ahí.
Guarda lo que yo te mando hoy; he aquí que yo echo de delante de tu presencia al amorreo, al cananeo, al
heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo. Guárdate de hacer alianza con los moradores de la tierra donde has de
entrar, para que no sean tropezadero en medio de ti. Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y
cortaréis sus imágenes de Asera. [Exod 34.11-13].
Dios sacó a Su nación de Egipto y la sacó para mandarla a la guerra con los habitantes de la
tierra prometida.
Y luego que Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba
cerca; porque dijo Dios: Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto.
[Exod 13.17].
Los israelitas son, primero que nada, soldados que Dios ha mandado a la tierra de Canaán para sacar a
todos los moradores de ahí (o matarlos si ellos no quieren salir). En su tarea de echar fuera a los
moradores de Canaán, (la tierra que se llama Palestina y el medio-oriente hoy día), son los mejores
soldados que se han visto en la tierra porque Dios pelea por ellos.
Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos. [Exod 14.14].
Es por esto que cuando Dios sacó a Israel de Egipto, la sacó por sus ejércitos. (Exod 6.26).
Ellos salieron para empezar una campaña militar, (una guerra) contra todos los moradores de la tierra
prometida. Así que, podemos ver que las cruzadas, (campañas militares para liberar la tierra prometida de la
ocupación de los paganos), forman parte del Antiguo Testamento porque tiene que ver con guerras físicas
para echar fuera a unos enemigos físicos de una tierra física que Dios prometió a Israel.
Las cruzadas, (campañas),no tienen nada que ver con la Iglesia porque nuestros enemigos son espirituales, igual que nuestra guerra y nuestras armas en
dicha guerra (Ef 6.12; 2Cor 10.3-4). Si hubiera alguna base bíblica para que la Iglesia se metiera en una guerra física con los moradores de la tierra
prometida, (el medio-oriente), sería Génesis 12.1-3 y el pacto de Abraham. El propósito de una cruzada así, entonces, sería el de echar fuera a los
enemigos de Israel y darles a los judíos la tierra que Dios les prometió. La tierra de Palestina
no pertenece a la Iglesia, ni a los gentiles. Es de Israel, siempre.
Al fin y al cabo, los moradores de la tierra prometida de Canaán serán echados físicamente, porque
Cristo lo hará en Su segunda venida. E Israel habitará allí tranquilamente.
Así prometió Dios bajo el pacto incondicional de Abraham.
Sin embargo, bajo el pacto de Moisés, la posesión de la tierra prometida es condicional.
Guardad, pues, todos los mandamientos que yo os prescribo hoy, para que seáis fortalecidos, y entréis y
poseáis la tierra a la cual pasáis para tomarla; y para que os sean prolongados los días sobre la tierra, de la
cual juró Jehová a vuestros padres, que había de darla a ellos y a su descendencia, tierra que fluye leche
y miel. [Deut 11.8-9].
La ocupación por los judíos de la tierra prometida, depende de su obediencia a todos los mandamientos
de la ley. Ellos tomarán la tierra sólo si guardan los mandamientos. Además, prolongarán sus días en la
tierra si siguen en su obediencia (ver también: Deut 30.11-20).
Con esta promesa viene otra que tiene que ver con su desobediencia. Si no guardan todos los mandamientos
de Dios, serán arrancados de sobre la tierra prometida.
Así como Jehová se gozaba en haceros bien y en multiplicaros, así se gozará Jehová en arruinaros y en
destruiros; y seréis arrancados de sobre la tierra a la cual entráis para tomar posesión de ella. [Deut 28.63].
Entienda, sin embargo, que esto no quiere decir que la tierra ya no pertenezca a los judíos simplemente
porque ellos desobedecieron a Dios y Él los echó de ahí. Dios les dio la tierra prometida bajo el pacto de
Abraham, entonces es la suya para siempre. Sólo es que bajo el pacto de Moisés, la posesión,
(la ocupación) de la tierra es condicional porque depende de su obediencia. Aunque Dios, por la
desobediencia de Israel, esparció a los judíos entre todas las naciones y dejó entrar a los musulmanes,
(los enemigos de Levítico 26.32), en la tierra prometida, Él siempre cumplirá con las promesas que hizo
con Abraham, Isaac y Jacob bajo el pacto incondicional y sempiterno de Abraham.
Pero si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos, y si desdeñareis mis decretos, y vuestra
alma menospreciare mis estatutos, no ejecutando todos mis mandamientos, e invalidando mi pacto... Asolaré
también la tierra, y se pasmarán por ello vuestros enemigos que en ella moren; y a vosotros os esparciré entre
las naciones, y desenvainaré espada en pos de vosotros; y vuestra tierra estará asolada, y desiertas vuestras
ciudades. [Lev 26.14-15, 32-33].
Esta es la condición, (promesa) del pacto de Moisés que se realizará de último y por esto traslapa un poco
con el pacto de Abraham. O sea, bajo el pacto de Moisés, Dios le prometió a Israel castigo por su
desobediencia y hasta que se cumpla esta condición, el pacto está todavía vigente, (todavía Israel llevará
palo, especialmente durante la Tribulación). Esta promesa, (condición) traslapa con el pacto de Abraham
porque el castigo es lo que lleva a Israel al arrepentimiento y la conversión. Cuando se arrepienten y se
convierten de sus pecados, el pacto de Moisés ya se cumple e Israel entra en la bendición bajo el pacto de
Abraham (Gen 12.1-3). Israel no puede evitar el castigo, porque se rebelaron. Sin embargo, a la
Postre Dios los restaurará, (en la segunda venida de Cristo y durante el Milenio).
Tú, pues, siervo mío Jacob, no temas, dice Jehová, ni te atemorices, Israel; porque he aquí que yo soy el que
te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad; y Jacob volverá, descansará y vivirá
tranquilo, y no habrá quien le espante. Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehová, y destruiré a todas
las naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré con justicia; de ninguna
manera te dejaré sin castigo. [Jer 30.10-11].
Es importante, (e interesante) observar aquí que en la Biblia hay dos cautividades de Israel. Se menciona
dos veces que Israel fue arrancada de la tierra prometida (Deut 28.63), y por esto hay dos regresos a la
tierra prometida también. La primera cautividad tomó lugar al final del tiempo de los reyes de Israel
cuando Senaquerib rey de Asiria llevó a las diez tribus del norte, (Israel) en cautividad (alrededor del año
721 a.C.; 2Rey 17) y Nabucodonosor rey de Babilonia llevó a las dos tribus del sur, (Judá) en cautividad
(alrededor de 606 a.C.; 2Rey 24-25). El regreso de esta primera cautividad tomó lugar en dos etapas
también, primero bajo Esdras y luego bajo Nehemías. En el Libro de Esdras vemos que con la
construcción del templo, se prepara la tierra para el regreso de los judíos. Luego, Israel llega a ser una
nación otra vez, cuando se separa de las otras naciones levantando el muro de Jerusalén
y reconstruyendo la ciudad.
La segunda vez que Israel fue arrancada de la tierra prometida tomó lugar al final de la primera venida de
Cristo Jesús en 70 d.C. cuando Roma esparció a los judíos por todo el mundo. Los romanos destruyeron
Jerusalén, mataron a más de un millón de judíos y llevaron en cautividad a otros 97.000 más. Luego,
en 135 d.C., los judíos se rebelaron contra Roma y se estalló una guerra que duró unos tres años y medio.
Más de medio millón de judíos perdieron sus vidas y los demás israelitas fueron echados de la tierra
prometida y se les prohibió volver bajo pena de muerte. El emperador Romano de aquel entonces,
(Hadrian / Adriano) trató de raer toda memoria aún del nombre de Jerusalén construyendo una nueva
ciudad ahí y poniéndole otro nombre. En aquel entonces, muchos judíos fueron vendidos como esclavos y
la tierra que habitaban fue completamente desocupada. Por esto, gentes de varios otros países se mudaron
ahí para vivir. Pero, los judíos no se atrevían a volver a su tierra prometida por siglos.
Hay un registro, (algún escrito de esta historia), de un judío de España que volvió a la tierra de Canaán, (Palestina) en el siglo 12, y dice él que sólo
encontró alrededor de 200 judíos, (y esto fue después de más de
mil años desde la guerra contra Roma).
Cuando Dios les dijo a los israelitas que los arrancaría de la tierra si desobedecían, Él no estaba bromeando.
No obstante, igual que con la primera vez que fueron arrancados de la tierra prometida, Israel volvió la
segunda vez también, (aún todavía está regresando). Este regreso, como el primero, tomó lugar en dos
etapas. Primero, después de la Primera Guerra Mundial, en 1917-18 d.C., se preparó la tierra para los
judíos con la Declaración de Balfour, (fue una carta escrita de parte de Inglaterra que marcó las fronteras
de un pedazo del medio-oriente que sería para los judíos). La segunda etapa tomó lugar después de la
Segunda Guerra Mundial, en 1948 d.C., cuando los judíos volvieron a habitar la tierra y así Israel llegó a
ser una nación ya separada de las demás. Este regreso, (que todavía está tomando lugar), es el comienzo
del cumplimiento de la profecía del valle de los huesos secos en Ezequiel 37.1-14. Terminará en la
segunda venida de Cristo.
Este segundo regreso a la tierra prometida es el que se menciona en el capítulo 11 del Libro de Isaías.
Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de
su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar. Y
levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los
cuatro confines de la tierra. [Isa 11.11-12].
Los países que Dios menciona en este pasaje no tuvieron nada que ver con la primera cautividad (en
Asiria y Babilonia). También, la última frase dice que el regreso es de una cautividad mundial, (de los
cuatro confines de la tierra; o sea, de todo lugar en el mundo). Este es el regreso que empezó en 1948
y terminará en la segunda venida del Mesías que señala el comienzo del Milenio (Isa 11.6-10).
Otras referencias a este segundo regreso de una dispersión mundial son Isaías 6.9-13; 14.1-2; Jeremías
3.11-17; 12.14-17; 14.20-21, (note que este regreso está conectado con el glorioso trono, que es el trono
del Mesías en Jerusalén que Él toma por fuerza en la segunda venida; Mat 19.27-28; 25.31); Jeremías
16.14-15; 32.37-41 (señala el comienzo del Nuevo Pacto; ver los detalles de este último pacto más abajo);
Ezequiel 36.24-28; 39.21-29; Joel 3.1-15; Amós 9.11-15; Zacarías 8.7-13.
Después de todo, el regreso de Israel a la tierra prometida y su posesión completa de ella señala el fin de
las obligaciones de Dios bajo el pacto de Moisés. Así que, el pacto termina en la segunda venida de
Cristo. Y con el fin del pacto de Moisés, vemos también la realización, (el cumplimiento) de una parte del
pacto de Abraham. Israel poseerá la tierra porque Dios se lo prometió sin condiciones a Abraham, a Isaac
y luego a Jacob. No la van a poseer porque cumplieron con la ley de Moisés. Más bien, fueron echados de
la tierra porque no cumplieron con la ley de Moisés. Sin embargo, bajo este mismo pacto Dios promete su
regreso a la tierra, entonces así será el cumplimiento del pacto de Moisés.
Otras referencias al castigo de Israel, (en el contexto de la tierra prometida), bajo el pacto de Moisés
son las siguientes. En Levítico 18.22-30 vemos que Dios echó a los israelitas de la tierra porque practicaron las
abominaciones de los moradores de la tierra de Canaán. Contaminaron la tierra con sus perversiones y por
esto la tierra los vomitó. En Deuteronomio 11.18-28 vemos que su posesión de la tierra, (o su pérdida,
la posesión de ella), siempre era un asunto de guardar las palabras de Jehová, no el mensaje general.
O sea, otra vez vemos la suma importancia de las palabras individuales de la Escritura en el trato de Dios con
los hombres .

La conclusión (el fin) del pacto .
El pacto de Moisés es condicional. No se cumplirá hasta que se llenen todas las condiciones, hasta que
Dios haya hecho todo lo que le prometió a Israel que haría debido a su obediencia o a su desobediencia.
En primer lugar, hay que entender que Israel invalidó este pacto quebrantando los diez mandamientos.
No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto;
porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. [Jer 31.32].
Quebraron los primeros dos mandamientos cuando hicieron el becerro de oro y lo adoraban (Exod 32.1).
Al quebrar las dos tablas que tenían los diez mandamientos, Moisés estaba mostrándoles a los judíos lo
que acabaron de hacer (Exod 32.19): Quebraron la ley y por lo tanto quebraron el pacto.
Desde este punto en adelante, Dios no estaba obligado a cumplir con ninguna de Sus promesas que hizo
con Israel bajo este pacto. Sin embargo, como ya hemos visto, en este pacto Dios estableció dos tipos
de condiciones.
Hay condiciones que tienen que ver con bendición y otras que tienen que ver con castigo (Lev 26 y Deut 28).
Hasta que todas estas condiciones, (promesas) se realicen, el pacto está todavía vigente, (Dios está todavía
llevando a cabo lo que dijo que haría). Puesto que los judíos no obedecieron a la ley, ya perdieron la
oportunidad de experimentar las bendiciones que Dios les prometió en el pacto si le hubieran obedecido.
O sea, puesto que Israel violó el pacto por su desobediencia, Dios no tiene que cumplir con Sus promesas de
bendición. Pero, dentro de este mismo pacto Dios también prometió a Israel ciertos castigos por
su desobediencia. Ya que ellos llenaron la condición, (desobedecieron a la ley), Dios cumplirá con esta parte
del pacto, Sus promesas de castigo. Por esto, el pacto de Moisés estará vigente hasta que Dios cumpla con todo lo que le prometió a Israel en la ley acerca
del castigo por la desobediencia. Esto quiere decir que el pacto
de Moisés estará vigente hasta el final de la Tribulación, hasta la segunda venida de Cristo, cuando el Nuevo
Pacto, (ver los detalles abajo), entre en vigencia para con los judíos que estarán vivos en aquel tiempo.
Porque, una vez que el Nuevo Pacto esté vigente, el de Moisés ya es viejo y estará por desaparecer.
Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la
casa de Judá un nuevo pacto; No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano para
sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice
el Señor. Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me
serán a mí por pueblo; Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al
Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos. Porque seré propicio a sus
injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades. Al decir: Nuevo pacto, ha dado por
viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer. [Heb 8.8-13].
La Tribulación, (la septuagésima semana de Daniel y aquellos días), entonces, es la culminación de todo
el castigo de Dios sobre el pecado de Israel.
Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y
poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y
ungir al Santo de los santos. [Dan 9.24].
Con la Tribulación, (la última semana de esta profecía, los últimos siete años), terminará la prevaricación
y la iniquidad de Israel será quitada cuando Cristo venga la segunda vez.
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia
del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es
necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por
boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. [Hech 3.19-21].
La segunda venida de Cristo Jesús, entonces, es la consumación de todo (Dan 9.27). Pone fin al castigo
que Dios prometió a Israel bajo el pacto de Moisés y también señala el comienzo del Nuevo Pacto
establecido con la misma nación (Israel) por la sangre de Cristo. Es en este entonces también que vemos
la plena manifestación, (la consumación), del pacto que Dios hizo con Abraham.
Hay que entender aquí que, a pesar de que el pacto de Moisés termina en la segunda venida, los judíos
guardarán una parte de la ley de Moisés durante el Milenio, como un recordatorio, (como una ley
ceremonial). Un nuevo templo se construirá (Ezeq 40-42) y la gloria de Jehová, el Mesías, lo llenará
(Ezeq 43). Los judíos observarán la ley ceremonial, siguiendo el mismo sistema de ofrendas y sacrificios
que Dios estableció bajo el pacto de Moisés (Ezeq 44). Los levitas servirán en las ofrendas como bajo
la ley (Ezeq 44.10-11) y los sacerdotes que obedecían, se acercarán a Jehová para ofrecerle la sangre de
animales otra vez (Ezeq 44.15-16). Es obvio que estos sacrificios no son como los que ofrecían bajo la ley
de Moisés porque Hebreos 10 dice varias veces que Cristo fue sacrificado una vez para siempre y ya no
hay más ofrenda por el pecado (Heb 10.11-14, 18). O sea, los sacrificios en el Milenio no serán
para cubrir o quitar el pecado. Serán para recordatorio.
Además de guardar las leyes ceremoniales, los judíos en el Milenio guardarán, en cierto sentido,
las leyes morales y las civiles también. Esto es lo que vemos en el Sermón del Monte (Mat 5-7),
que es realmente la constitución del reino mesiánico, (el Milenio).
Un juego de frases que Cristo usa en este discurso, nos muestra el uso de la ley de Moisés durante este tiempo: Oísteis que fue dicho... pero yo os digo....
(por ejemplo: Mat 5.27-30). Cristo cita la ley de Moisés,
(oísteis que fue dicho), y luego aumenta la responsabilidad de uno bajo dicha ley, (pero yo os digo). Así será en el Milenio. La ley de Moisés servirá
como la base de las leyes que gobiernen la vida durante el Milenio, pero la responsabilidad de uno bajo la ley será más de lo que se exigía en el Antiguo
Testamento.
Pablo se refirió a esto cuando dijo que lo de la ley, (comida, bebida, días de fiesta, luna nueva y días de
reposo), era sombra de lo que habría de venir.
Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo,
todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo. [Col 2.16-17].
Note que con esta frase, lo que ha de venir, podemos entender que cuando Pablo escribió tales palabras,
todo aquello era todavía para el futuro. O sea, es para el Milenio, no para la época de la Iglesia.
La ley de Moisés es la sombra de la ley que habrá en el Milenio. El Sermón del Monte en Mateo 5-7 es un vistazo al cuerpo que hace la sombra (es la constitución
del reino sobre la cual todas las demás leyes se basarán).
La señal del pacto .
Una señal entre Dios y los hijos de Israel .
El día de reposo, (el rito de guardar santificado el sábado, el séptimo día de la semana), es una señal entre
Dios y los hijos de Israel. El siguiente pasaje es un poco extenso, pero vale la pena meterlo todo aquí y
hacer unos comentarios sobre lo que dice porque hay algunos en el cristianismo, (como los adventistas
del séptimo día), que insisten en que el día de reposo es para nosotros hoy en la Iglesia. Al fijarnos en lo
que dice el pasaje de plena mención del día de reposo, es obvio que no es así.
12 Habló además Jehová a Moisés, diciendo:
13 Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros [¡los hijos de Israel!] guardaréis mis días
de reposo; porque es señal entre mí y vosotros [¡los hijos de Israel!] por vuestras generaciones, para que
sepáis que yo soy Jehová que os santifico.
14 Así que guardaréis el día de reposo, porque santo es a vosotros [¡los hijos de Israel!]; el que lo profanare,
de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella persona será cortada de en medio de
su pueblo.
15 Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová; cualquiera [¡de los hijos
de Israel!] que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá.
16 Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel [¡los hijos de Israel!], celebrándolo por sus
generaciones por pacto perpetuo [¡es un pacto con los hijos de Israel!].
17 Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel [¡los hijos de Israel!]; porque en seis días hizo Jehová
los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó. [Exod 31.12-17].
Dios no puede ser más claro en que el día de reposo, el guardar santificado el séptimo día de la semana,
es para Israel, no para la Iglesia, ni para los gentiles. Desde este pasaje en adelante, entonces, el día de
reposo es únicamente para los hijos de Israel, (para los judíos, para los descendientes físicos de Jacob).
Y aunque el pacto de Moisés no es perpetuo, la señal del día de reposo, sí, es para siempre (Exod 31.16-17).
Entonces, aunque Israel violó el pacto de Moisés, la señal del día de reposo todavía les pertenece a ellos.
Dios le dio a Israel esta señal del día de reposo, como un recordatorio de Su gran obra de sacarlos de la
tierra de Egipto, (y los sacó para entrar en pacto con ellos: Exod 19.4-6).
Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo
extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo. [Deut 5.15].
Así que, el día de reposo es para el judío.
Es una señal del pacto que Dios estableció con ellos a través de Moisés.
Uno de los diez mandamientos para Israel .
Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es
reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu
bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. [Exod 20.8-10].
Puesto que el día de reposo forma parte de los diez mandamientos, a veces causa cierta confusión entre
los cristianos. Sabemos que los diez mandamientos forman una ley moral, una ley que también está
escrita en el corazón de cada ser humano y por lo tanto debemos usarla para evangelizar.
Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; conociendo esto, que la ley no fue dada para
el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y
profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para
los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, según el
glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado. [1Tim 1.8-11].
De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.
[Gal 3.24].
Además, como dijo Martín Lutero, la ley moral de Dios en los diez mandamientos sirve como un freno
y una guía para nosotros. Nos frena al viejo hombre con sus deseos pecaminosos y nos guía en el camino
de la santidad, (porque nos muestra lo que Dios espera de nosotros).
Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. [1Ped 1.16].
Lo que tenemos que entender con el cuarto mandamiento, (el del día de reposo), es que nosotros
No guardamos ese mandamiento como si fuera una ley ceremonial. La ley ceremonial,
(guardar el día, el periodo de 24 horas como un rito religioso), pertenece perpetuamente a Israel.
Esto es exactamente lo que Dios dijo en Éxodo 31.12-17.
El cuarto mandamiento, (el de guardar el día de reposo), es el único de los diez que no se repite en los
escritos de Pablo. No es un mandamiento de moralidad sino de ceremonia.
La moralidad de este mandamiento es la de guardar un día en siete para alabar a Dios y mostrarle
su agradecimiento por todo lo que le dio durante la semana.
Según el patrón de las iglesias después de la resurrección de Cristo, los cristianos hacemos esto los domingos.
Puesto que este asunto siempre causa confusión debido a la enseñanza de varias sectas falsas, vale la
pena ver lo que dice la Biblia acerca del día de reposo .
El día de reposo no es para la Iglesia .
El Apóstol Pablo es muy claro en que el día de reposo, (guardar el séptimo día de la semana),
no es para la Iglesia.
Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo.
[Col 2.16].
Guardar el día de reposo es confusión y esclavitud para un cristiano.
Mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a
los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardáis los días, los meses, los
tiempos y los años. [Gal 4.9-10].
Nuestro reposo es en una Persona, no en un día.
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso
para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. [Mat 11.29-30].
Así que, nuestro reposo es espiritual, porque nuestro reino es espiritual. No es un reposo físico como el
de los judíos quienes participaban en un reino físico y no espiritual. El día que un cristiano debería apartar
para el Señor, para congregarse, adorar al Señor y escuchar la predicación y la enseñanza de la Biblia,
es el primer día de la semana, el día después del día de reposo. O sea, nuestro día es el domingo.
Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María,
a ver el sepulcro. [Mat 28.1; al reunirnos el primer día de la semana, los que tenemos vida nueva celebramos
la resurrección de Cristo Jesús, la fuente de nuestra nueva vida] .
El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al
día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche. [Hech 20.7].
Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo,
para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. [1Cor 16.2] .
Decir que el día de reposo es para el cristiano, es robarle al judío lo que Dios le dio únicamente a él
(Exod 31.12-17). Una iglesia que guarda el día de reposo es una secta falsa, es lo que la Biblia llama
una sinagoga de Satanás.
Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser
judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. [Apoc 2.9].
El día de reposo no es para los gentiles .
Para terminar este asunto del séptimo día, hemos de entender que el día de reposo, (el sábado), tampoco
Es para el gentil, (el que no es judío, ni cristiano). Los gentiles no recibieron la ley como los judíos.
Así que, puesto que el día de reposo forma parte de la ley, (el pacto de Moisés), no es para los gentiles.
Porque todos los que sin ley, [gentiles], han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley,
[judíos], han pecado, por la ley serán juzgados; porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino
los hacedores de la ley serán justificados. Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza
lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos. mostrando la obra de la ley escrita en
sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos.
[Rom 2.12-15] .
La ley que está escrita en el corazón del gentil, es la ley moral y no hay más moralidad en guardar un
día sobre otro. Lo que Dios quiere es un día en siete para mostrarle agradecimiento.
El día de reposo es únicamente para Israel, los judíos, los descendientes físicos de Abraham, Isaac
Jacob. No para nadie más. Decir lo contrario es decir que Dios mintió .
(ver otra vez Éxodo 31.12-17 y los comentarios arriba).

Gregory Kedrovsky