Texto publicado por Marcos Molina

LOS SIETE PACTOS 4. 7-4. EL PACTO DE ABRAHAM: GÉNESIS 12.1-3 .

LOS SIETE PACTOS 4.
7-4. EL PACTO DE ABRAHAM: GÉNESIS 12.1-3 .

El pacto de Abraham es un acuerdo perpetuo que aun tiene ciertos aspectos que estarán vigentes en la eternidad.
El comienzo del pacto .
Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te
mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias
de la tierra. [Gen 12.1-3].
Este pacto empieza con Dios llamando a Abram (llamado luego Abraham) fuera de su tierra y de su
parentela. Al obedecer el llamamiento, Abram recibe las promesas del pacto. El pacto consiste en siete
promesas incondicionales que Dios hizo con Abram y con su descendencia. Si las promesas todavía no
son una realidad (si no se han realizado), serán una realidad en el futuro porque este es un pacto
incondicional y perpetuo. Luego, Dios agrega a este acuerdo otro pacto (como un sub-pacto), que
tiene que ver con la tierra prometida.
En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de
Egipto hasta el río grande, el río Eufrates. [Gen 15.18].
El contenido del pacto .
Génesis 12.2a: .Y haré de ti una nación grande....
De Abraham y de su descendencia Dios hará (sin condiciones), una nación grande. La nación, por
supuesto, es Israel. Es la única nación en todo el mundo que puede trazar su linaje a un hombre. Hoy día,
hay otro pueblo que quiere decir que es la nación grande y escogida de Dios: El pueblo árabe,
(específicamente los musulmanes). Sin embargo, la Biblia dice que la nación escogida por Dios no viene
a través de Ismael (el padre de los árabes), sino a través del hijo de Sara y Abraham, quien es Isaac.
Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a
luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus
descendientes después de él. Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré
fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación.
[Gen 17.18-20].
Las promesas del pacto pasaron de Isaac a su hijo Jacob, también llamado Israel (Gen 28.10-14).
De la familia de Israel (sus 12 hijos), vino la nación de Israel con sus 12 tribus. La nación grande y escogida
por Dios según la primera promesa del pacto de Abraham, entonces, es Israel.
Todas las otras naciones no son nada (menos que nada, en realidad), en comparación con esta nación
que Dios dice que haría de Abraham.
He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas
le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo. Ni el Líbano bastará para el fuego, ni
todos sus animales para el sacrificio. Como nada son todas las naciones delante de él; y en su comparación
serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es. [Isa 40.15-17].
Israel, la nación que Dios haría de la descendencia de Abraham, no es contada entre las demás naciones.
Es diferente, distinta, escogida y santa.
Y él tomó su parábola, y dijo: De Aram me trajo Balac, Rey de Moab, de los montes del oriente; Ven,
maldíceme a Jacob, Y ven, execra a Israel. ¿Por qué maldeciré yo al que Dios no maldijo? ¿Y por qué he de
execrar al que Jehová no ha execrado? Porque de la cumbre de las peñas lo veré, Y desde los collados lo
miraré; He aquí un pueblo que habitará confiado, Y no será contado entre las naciones. [Num 23.7-9].
Génesis 12.2b: ....y te bendeciré....
Esta promesa del pacto tiene más que ver con Abraham personalmente. Él recibió la bendición espiritual,
la justificación para salvación de parte de Dios, en Génesis 15.6 (Rom 4.1-3). También recibió la
bendición física, (económica, de bienes), porque parte del pacto tiene que ver con este mundo físico
(Gen 24.34-35). Además Dios le dio la tierra prometida, la tierra de Canaán (Gen 13.14-17; 15.18).
Así que, Dios ya cumplió con Su palabra. Le bendijo a Abraham mucho y de varias diferentes maneras.
Génesis 12.2c: ....y engrandeceré tu nombre....
El nombre Abraham, es uno de los más conocidos en todo el mundo debido a que tanto los cristianos
como los judíos y aún los musulmanes trazan su linaje, (físico y espiritual), a él.
Entonces, después de casi 4.000 años, el nombre de Abraham sigue siendo grande.
Además, Abraham (o Abram), aparece unas 310 veces en la Escritura.
Génesis 12.2d: ....y serás bendición....
Desde Génesis 12.2, entonces, Abraham y su descendencia forman la fuente de toda bendición de Dios
en esta tierra. Por ejemplo, desde este punto en adelante, la salvación viene a través de Abraham y los
suyos, específicamente a través de los judíos.
Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los
judíos. [Juan 4.22].
Aun nuestra salvación durante la dispensación de la Iglesia viene a través de los judíos. Cristo Jesús nació
como un judío, de la tribu de Judá. Él, un judío, es nuestra salvación.
Hay bendición para la descendencia espiritual de Abraham. Ellos son las estrellas del cielo.
De cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a
la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. [Gen 22.17].
Nosotros, en la resurrección, seremos como las estrellas del cielo.
Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente
de otra en gloria. Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en
incorrupción. [1Cor 15.41-42].
Entonces, en esta frase de Génesis 22.17 acerca de la descendencia de Abraham, podemos ver un
cuadro de nosotros mismos. Los cristianos somos la descendencia espiritual de Abraham. Por eso, la
bendición que recibimos a través de él es espiritual también. Puesto que Cristo nos redimió de la
maldición y ahora estamos en Él, la bendición que Dios dio a Abraham y a su Simiente (Cristo Jesús),
nos alcanzó a nosotros.
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo
el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a
fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu. [Gal 3.13-14].
Note que nuestra bendición en Abraham es espiritual, no física. Recibimos la promesa del Espíritu Santo
de Dios, (algo espiritual, no físico) y nuestra bendición no tiene que ver con lo físico porque, aunque
espiritualmente no somos ni judío, ni griego, o ni varón, ni mujer, físicamente seguimos iguales
como antes de la salvación.
Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo,
de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer;
porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. [Gal 3.26-28].
Así que, la bendición que tenemos es espiritual y no física.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en
los lugares celestiales en Cristo. [Ef 1.3].
Hay que entender esto, porque hoy día en la Iglesia hay muchos que quieren tomar Romanos 2.28-29,
y aplicarlo a los cristianos, diciendo que somos judíos espirituales y por lo tanto todas las bendiciones de
Abraham, (tanto las espirituales como las físicas), son para nosotros.
Pero, no es así porque el pasaje no dice esto.
Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;
Sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra;
la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios. [Rom 2.28-29].
La Iglesia no ha reemplazado a Israel en el plan de Dios. El cristiano no es un judío, ni física ni
espiritualmente (ver Gálatas 3.28 otra vez).
Los judíos son los de la circuncisión física, del linaje físico de Abraham, Isaac y Jacob.
¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión? Mucho, en todas maneras.
Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios. [Rom 3.1-2].
Algunos de esta descendencia creen y otros no. Los que creen son los judíos que tienen también la
verdadera circuncisión del corazón que se menciona en Romanos 2.28-29.
¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios?
[Rom 3.3].
Este pasaje, entonces, no tiene nada que ver con un cristiano tomando el lugar del judío en el plan de
Dios, ni mucho menos en el pacto que Dios hizo con Abraham y sus descendientes físicos.
Nosotros no somos judíos espirituales.
Hay que tener cuidado también con este asunto de que la Iglesia ha reemplazado a Israel, porque hay
algunos que quieren decir que la tierra prometida, (en el medio-oriente) ya pertenece a la Iglesia.
Pero, no podemos reclamar la tierra prometida como la nuestra, (como hicieron en las cruzadas de la Iglesia
Católica), porque aquella tierra siempre ha pertenecido a Israel, todavía le pertenece y le pertenecerá a ella
para siempre. Los judíos siguen siendo los que van a recibir todas las promesas de bendición física,
porque ellos son la arena del mar en la profecía.
De cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a
la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. [Gen 22.17].
Hay bendición para la descendencia física de Abraham. En la promesa que el Señor le dio a él acerca de
su descendencia, Dios compara los descendientes de Abraham con la arena que está a la orilla del mar.
La arena, (algo físico en esta tierra), es un cuadro de la descendencia física de Abraham, los que reciben la
bendición a través de él. Jacob, (también llamado Israel), forma parte de esta descendencia física de
Abraham a través de Isaac. Él recibe la bendición física que Dios prometió a Abraham y además recibe la
tierra prometida que Él dio a la familia de Abraham a través de Isaac (Gen 35.9-12). Entonces, no son los
judíos espirituales que recibirán todas las bendiciones físicas, que incluyen también la tierra prometida.
Es la descendencia física de Israel quien las recibirá. Entienda, entonces, que puesto que esta bendición incluye
la tierra prometida, el medio-oriente pertenece a Israel. No es Palestina de los palestinos.
Es la tierra que Dios dio a Israel.
Génesis 12.3a: ....Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré....
El trato de Dios con las naciones forma parte de este pacto de Abraham también. Por esto, desde Génesis
12.1-3 en adelante, cada nación es juzgada por Dios según su trato con la nación de Israel.
Ser enemigo de Israel, entonces, es ser enemigo de Dios.
Oh Dios, no guardes silencio; No calles, oh Dios, ni te estés quieto. Porque he aquí que rugen tus enemigos,
Y los que te aborrecen alzan cabeza. Contra tu pueblo han consultado astuta y secretamente, Y han entrado en
consejo contra tus protegidos. Han dicho: Venid, y destruyámoslos para que no sean nación, Y no haya más
memoria del nombre de Israel. Porque se confabulan de corazón a una, Contra ti han hecho alianza.
[Sal 83.1-5].
Este asunto será muy evidente en el juicio de las naciones después de la segunda venida de Cristo
(Mat 25.31-46). Cada individuo de cada nación que existe en el momento de la venida del Señor, le
rendirá cuentas a Él por cómo trataron a los judíos. Su salvación en aquel entonces dependerá de esto.
Egipto y Edom fueron juzgados severamente por Dios porque maltrataron a los judíos.
Egipto será destruido, y Edom será vuelto en desierto asolado, por la injuria hecha a los hijos de Judá; porque
derramaron en su tierra sangre inocente. [Joel 3.19].
No se puede tocar a la nación de Israel y salir limpio. Dios castigará a todos los que se oponen a Su
Pueblo escogido. Así lo prometió en el pacto de Abraham y así lo ha hecho desde entonces y lo hará igual
para siempre.
Por tanto, vivo yo, dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que Moab será como Sodoma, y los hijos de
Amón como Gomorra; campo de ortigas, y mina de sal, y asolamiento perpetuo; el remanente de mi pueblo
los saqueará, y el remanente de mi pueblo los heredará. Esto les vendrá por su soberbia, porque afrentaron y
se engrandecieron contra el pueblo de Jehová de los ejércitos. [Sof 2.9-10].
Inglaterra es un buen ejemplo de esta promesa y su aplicación divina hoy en día. Después de la Primera
Guerra Mundial, en 1917 y 1918 d.C., Inglaterra sacó la Declaración de Balfour que le dio a Israel
un pedazo de tierra en Palestina. Pero luego, en 1921, durante una reunión con representantes de la Iglesia
Católica y la nación de Islam, Winston Churchill, el primer ministro de Inglaterra en aquel entonces,
cambió el trato y les quitó a los judíos, la gran mayoría, (unas dos terceras partes), de lo que se le dio bajo
la Declaración de Balfour. La tierra que él les quitó a los judíos, se la dio a los palestinos, (árabes
y musulmanes, descendientes de Ismael y enemigos de Israel). Inglaterra le quitó a Israel la tierra que Dios
le dio a Jacob y sus descendientes físicos. Según las promesas del pacto de Abraham, Inglaterra se metió
en problemas, porque al que maltrata a Israel, Dios lo maltratará a él.
Hoy día Inglaterra está infestado con musulmanes y ellos están destruyendo aquel país, su sociedad y
también la cultura. Considere lo que Dennis Lloyd escribió en un artículo para la revista The Stand:
Usted encontrará mezquitas de los musulmanes reemplazando iglesias cristianas. Pregúntele a cualquier
musulmán si se le permitiría a un cristiano hacer lo mismo en su país... Ahora existe una Asociación de los
Musulmanes de la Gran Bretaña y ellos invitaron a un Imam musulmán, (un maestro del Corán), a darles una
charla sobre la necesidad de bombarderos suicidas. Su nombre era Yusu Al-Qaradawi. Le permitieron
quedarse en Londres y predicar sobre los beneficios de bombardear a los civiles. Él apareció en la Cámara de
la Municipalidad de Londres para la apertura del Concilio Europeo de Fatwa. Ahí dijo que Alá aprobaba el
genocidio de los judíos. Se roban 800 pasaportes ingleses cada día y los pasan a musulmanes en Argelia.
Se robaron, (o se perdieron), 184301 pasaportes en un año: 2003. Se falsificaron otros 837 pasaportes para llevar a musulmanes a Inglaterra. En Inglaterra
hubo 12 homicidios de miembros de familias musulmanes en el año 2004. Por ejemplo, Abdulla Yones vio a su hija de 15 años de edad hablando con otra niña
que era cristiana.
Le apuñaló a su hija 11 veces y luego le cortó la garganta y la metió en la tina del baño. Él dijo que fue un honor matarla para redimir el nombre de su
familia.
Afuera de la mezquita Bakrl Mahoma de Londres está Abú Hamaz, un musulmán devoto y leal. Él anima
a todos los musulmanes a cometer actos de terrorismo. Su grupo dice que las escuelas públicas de Inglaterra
son buenos blancos para atacar. También, Omar Bakri les anima a todos los musulmanes a ayudar con estos
actos de terrorismo. Sus miembros queman banderas de la Gran Bretaña. Omar Bakri es un empleado del
gobierno de Inglaterra. Recibe su salario de los impuestos pagados por los ciudadanos ingleses.
Un inglés da un buen resumen de la situación en su país en este poema:
“Con mis ojos, yo lo puedo ver; una nación despedazándose.
Yo puedo verlo pasando a mi alrededor y me parte el corazón.
Poco a poco nuestra herencia nos la llevan los buenitos y los gobiernos de hoy.
Dan demasiados derechos a otras personas, quienes vinieron aquí para hacer lo que bien les parecía.
Ahora ellos tienen las leyes a su favor, los que no nacieron en este país.
Las cosas salieron mal en sus propios países, entonces ahora nosotros tenemos que acatar a sus órdenes.
Ellos vinieron como nuestros invitados; no hay nada más que decir; puesto que ustedes los llamaron así, todos
los que nacimos aquí tenemos que pagar”.

Y es cierto. Es tiempo para pagar la cuenta en Inglaterra. Churchill, con el respaldo de su país, creó la
deuda en 1921. Desde entonces Dios ha estado tocando su puerta para que paguen, y están pagando con
creces. Es Gálatas 6.7-8, la ley de la cosecha, en acción. Ellos favorecieron a los musulmanes sobre los
judíos, y por esto quitaron a los judíos tierra para dársela a los musulmanes. Así que, puesto que
sembraron para los musulmanes, ahora están cosechando musulmanes en su propio país.
Dios paga Sus cuentas con la misma moneda con que se las crean.
Los Estados Unidos está en lo mismo hoy porque no respalda la nación de Israel. Ellos están también
quitando más y más terreno a Israel para dárselo a los palestinos, (árabes y musulmanes que llegaron a la
tierra de Israel en 1950 con el propósito de echar a los judíos por fuerza militar o por fuerza política).
Los Estados Unidos, entonces, está a penas empezando a cosechar lo que Dios tiene preparado para ellos,
puesto que ellos se pusieron en contra de Su pueblo Israel.
La única solución de todos estos problemas es obvia y vamos a verla luego cuando estudiemos en
más detalle las promesas de Dios en cuanto a la tierra de Israel. Es una solución sencilla:
Fuera con el árabe, fuera con el musulmán. La tierra es de Israel y todos los demás son ilegales.
Dios hizo un pacto incondicional con Abraham y con sus descendientes, (a través de su hijo, Isaac, y su
nieto Jacob quien se llamaba también Israel). Dijo en ese acuerdo: Bendeciré a los que te bendijeren, y a
los que te maldijeren maldeciré. Dios no miente. Más bien cumple con Su palabra al pie de la letra.
Génesis 12.3b: ....y serán benditas en ti todas las familias de la tierra...
Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo,
sino por la justicia de la fe. [Rom 4.13].
Abraham es el heredero del mundo. Toda bendición para todo el mundo, (gentiles, judíos y cristianos),
viene a través del pacto de Abraham.
Vemos este aspecto del pacto en la frase, el polvo de la tierra, en Génesis 28.
Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el
Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el
polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra
serán benditas en ti y en tu simiente. [Gen 28.13-14].
El polvo de la tierra, también puede recibir bendición de Dios bajo este pacto. Esta es otra frase que se
usa para dar un cuadro de la descendencia de Abraham a través de Jacob, (Israel). Será como el polvo de la
tierra. Las estrellas forman un cuadro de la descendencia espiritual o celestial de Abraham. Somos
nosotros, los que recibimos la bendición espiritual a través de las promesas que Dios dio a Abraham en
este pacto. La arena es un cuadro de los que reciben la bendición física a través de Abraham, los judíos.
Ellos también recibieron la tierra que Dios le dio a Abraham. El polvo, entonces, es un cuadro de todos
los demás, (inconversos), que pueden ser descendencia de Abraham, en el sentido que tienen la
oportunidad de ser bendecidos bajo este pacto. El polvo de la tierra es algo que se encuentra en cada lugar
y cada rincón de este planeta, exactamente como los hombres. Además, todos los hombres vienen del
polvo y así volverán (Gen 2.7; Ecl 3.20). Por esto creo que podemos ver en la frase, el polvo de la tierra,
un cuadro de todos los hombres que podrían recibir una bendición de Dios a través del pacto de Abraham.
Todas las familias de la tierra reciben la bendición de Dios a través de Abraham y por el pacto que Dios
hizo con él. Esto incluye a todos los hombres, salvos o inconversos. Y según lo que dice Génesis 12.1-3,
una nación, (una familia), puede recibir bendición si trata bien a la nación, (la familia), de Abraham.
Entonces, aun los inconversos, (el polvo de la tierra) pueden ser bendecidos por Dios si bendicen a la
nación de Israel. Así que, Abraham es bendición a todas las familias y naciones de la tierra, tanto
las que gozan de la salvación, como las que no .
Dios le da también el título de propietario de la tierra de Canaán .
Esta tierra de Canaán se llama hoy día Palestina, el nombre que Roma le puso cuando sacó a los judíos
hace siglos. Además se puede referir a ella como el medio-oriente.
Más abajo veremos los límites de esta tierra prometida de Israel.
La tierra de Canaán pertenece a los judíos. Es la suya por razón de conquista, bajo el liderazgo de Josué,
(Jos 11.20, 23). Es la suya por razón de tenencia, (posesión): Israel estaba en la tierra por más de 1500
años antes de que fueran quitados de ahí. Y más que nada, la tierra es de Israel porque Dios dijo que era la
suya. Fue una dádiva, (un donativo) de Dios a Abraham y luego a sus descendientes.
Dios hizo otro pacto, como un sub-pacto bajo el pacto de Abraham, en que les dio a los descendientes
físicos de él la tierra del medio-oriente.
Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde
estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu
descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el
polvo de la tierra, también tu descendencia será contada. Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su
ancho; porque a ti la daré. [Gen 13.14-17].
Dios le dio la tierra de Canaán, (el lugar que era de los descendientes de Canaán; Gen 13.12). a Abraham.
La posesión de dicha tierra pasaría de él a su descendencia para siempre. Así que, por la promesa de
Dios, la tierra de Canaán es la de Israel y será la de Israel de por siempre. Nada ha cambiado, (hoy la tierra
pertenece a Israel), y nada cambiará, (le pertenecerá aun en el Milenio). La promesa es incondicional.
No importa lo que hagan los judíos, los gentiles o los cristianos. La tierra es y será de Israel.
Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra... En aquel día
hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el
río grande, el río Eufrates. [Gen 15.7-18].
En el primer versículo de este pasaje Dios vuelve a mencionar la tierra prometida. Luego, en el último
versículo, Dios entra en un pacto incondicional, (es como un sub-pacto o pacto secundario al principal
de Gen 12.1-3), acerca de la tierra de Canaán. Jehová se la dio a Abraham y a sus descendientes físicos.
Note que puesto que no hay condiciones, ni siquiera el rechazo del Mesías puede cambiar este donativo
a Israel. En Génesis 15.18 vemos también que Dios empieza a describir los límites de la tierra que le dio
a Abraham. La frontera sur es una línea que extiende del Río Nilo hasta el Río Éufrates por el
Golfo Pérsico. Otra vez, entonces, podemos ver el triángulo familiar. Es casi la misma área que vimos en
el triángulo de la dispersión de los hijos de Noé. También es casi la misma área del huerto de Edén
en Génesis 2.
Este pacto que Dios hizo con Abraham es perpetuo, es eterno.
En primer lugar, el pacto original es perpetuo (Gen 12.1-3).
Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de
muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. Y
estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo,
para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. [Gen 17.5-7].
En segundo lugar, el pacto secundario de la tierra es también perpetuo (Gen 15.18).
Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad
perpetua; y seré el Dios de ellos. [Gen 17.8].
Toda bendición vendrá siempre a todas las familias de la tierra a través de los descendientes de Abraham.
Y el centro de operaciones de esta obra es la tierra de Canaán, la tierra prometida. Dicha tierra es la de
Israel para siempre.
Hemos de aclarar que la tierra prometida de Canaán pertenece a la descendencia física de Abraham a
través de Isaac, no a través de Ismael. Acerca de Ismael, Dios dice, ¡Échalo!. Ni él ni sus descendientes
tienen derecho a estar en el medio-oriente.
Y creció el niño, y fue destetado; e hizo Abraham gran banquete el día que fue destetado Isaac. Y vio Sara
que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac.
Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar
con Isaac mi hijo. Este dicho pareció grave en gran manera a Abraham a causa de su hijo. Entonces dijo Dios
a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz,
porque en Isaac te será llamada descendencia. [Gen 21.8-12].
Ismael es el hombre fiero que quiere pelear contra todos los demás, y todos los demás pelean contra él.
Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre
Ismael, porque Jehová ha oído tu aflicción. Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de
todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará. [Gen 16.11-12].
Los descendientes de Ismael son los árabes y muchos de los musulmanes de hoy día. De hecho, Mahoma
Mismo, (el fundador de la nación de Islam, la religión musulmana), dijo que él era el septuagésimo
descendiente de Ismael. Preste atención, entonces, a las noticias. No es el judío quien está causando los
problemas en el medio-oriente. Es el árabe. Son los musulmanes. Su mano está contra todos, exactamente
como Dios dijo en Génesis 16. Todos los problemas vienen de los musulmanes, los descendientes de
Ismael. Observe también que Ismael es de Agar, la egipcia. Desde el principio (Gen 21.9) él ha sido en contra
de la descendencia escogida de Abraham.
Y vio Sara que [Ismael] el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su
hijo Isaac. [Gen 21.9].
Pero como entonces el que había nacido según la carne, [Ismael], perseguía al que había nacido según el
Espíritu, [Isaac], así también ahora. [Gal 4.29].
Ismael habitaba en el desierto, igual que sus descendientes hoy día. También, note que él era un tirador
de arco, igual que el Anticristo (Apoc 6.1-2).
Levántate [Agar], alza al muchacho [Ismael], y sostenlo con tu mano, porque yo haré de él una gran nación.
Entonces Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua; y fue y llenó el odre de agua, y dio de beber al
muchacho. Y Dios estaba con el muchacho; y creció, y habitó en el desierto, y fue tirador de arco. Y habitó en
el desierto de Parán; y su madre le tomó mujer de la tierra de Egipto. [Gen 21.18-21].
Ismael recibió sus propias promesas de parte de Dios, y es por esto que sus descendientes son tan
numerosos hoy a pesar de que todos los hombres están en contra de ellos.
Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi
pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. Y en cuanto a Ismael, también te he
oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes
engendrará, y haré de él una gran nación. Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por
este tiempo el año que viene. [Gen 17.19-21].
Sin embargo, las promesas del pacto de Abraham, incluyendo la tierra prometida de Canaán, (el mediooriente),
pasaron a Isaac, no a Ismael. La voluntad de Dios en cuanto a los musulmanes, (los árabes, los
descendientes de Ismael), es clara: ¡Échenlos de la tierra! .
Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el
hijo de la libre. [Gal 4.30].
Ahora, hay otros hijos de Abraham que se mencionan en la Escritura. Él tenía más hijos de concubinas,
(como Ismael, que era de una concubina; Gen 25.1-4). No obstante, Abraham le dio todo lo que tenía,
incluyendo la tierra prometida de Canaán, a Isaac.
Y Abraham dio todo cuanto tenía a Isaac. [Gen 25.5].
A todos los demás hijos, Abraham los echó de la tierra. Los envió lejos, hacia el oriente, a la tierra que
queda al oriente del Éufrates, porque la frontera de la tierra prometida llega hasta ahí.
Pero a los hijos de sus concubinas dio Abraham dones, y los envió lejos de Isaac su hijo, mientras él vivía,
hacia el oriente, a la tierra oriental. [Gen 25.6].
En cuanto al pacto de Abraham y las promesas, Dios sólo reconoce a un hijo, la simiente de Abraham
a través de Sara: Isaac.
Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado, dice
Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y
multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu
descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la
tierra, por cuanto obedeciste a mi voz. 1 [Gen 22.15-18].
Es obvio que la tierra prometida pasó de Isaac, la simiente y el único hijo de Abraham, a Jacob y sus
12 hijos.
Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió
su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que
está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido
para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que
fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.
[Exod 3.6-8].
Dios empieza su declaración en Éxodo 3 con una referencia a Abraham, Isaac y Jacob. El pacto que Él
hizo, lo hizo primero con Abraham y luego con Isaac su hijo. Las mismas promesas pasaron de Isaac a su
hijo, Jacob. Así que, el pacto de Abraham no tiene nada que ver con ningún otro hijo de Abraham.
Ismael y sus descendientes no tienen nada que ver con la tierra que Dios prometió a Abraham, Isaac y Jacob.
Luego en Éxodo 3 Dios dice, Mi pueblo. El pueblo que Dios escogió para Sí mismo es Israel.
Las 12 tribus forman la nación que Dios le prometió a Abraham bajo este pacto (Gen 12.1-3).
Él le dio a este pueblo la tierra de Canaán, (los lugares del cananeo).
Todos los demás moradores de esta tierra tienen que irse.
Dios quiere que los judíos, (los descendientes físicos de Abraham a través de los 12 hijos de Jacob), estén ahí.
Aquí están dos otras referencias al pacto perpetuo que Dios hizo para darle a Israel la tierra prometida
de Canaán, (y sólo son dos entre unas 400 en toda la Biblia):
Se acordó para siempre de su pacto; De la palabra que mandó para mil generaciones, La cual concertó con
Abraham, Y de su juramento a Isaac. La estableció a Jacob por decreto, A Israel por pacto sempiterno,
Diciendo: A ti te daré la tierra de Canaán Como porción de vuestra heredad. [Sal 105.8-11].
Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie será vuestro; desde el desierto hasta el Líbano, desde el río
Eufrates hasta el mar occidental será vuestro territorio. [Deut 11.24].
Para saber qué tan importante es para Dios aquel pedazo de tierra en el medio-oriente, sólo tenemos que
fijarnos en cuantas veces se menciona en la Biblia. En la Escritura Dios se refiere más a la tierra
prometida de Canaán que al cielo, al infierno, a la salvación y a la primera venida del Mesías.
Aquella tierra es sumamente importante en el plan de Dios.
Así que, la solución de todo el conflicto en el medio-oriente es fácil de entender. Uno sólo tendría que
creer la Biblia y así echar a los árabes de la tierra para dejar allá sólo a los judíos.
La tierra pertenece a ellos. Dios se la dio para siempre.
La señal del pacto: La circuncisión .
Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. Y de edad
de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el
comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. Debe ser circuncidado el nacido en tu
casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. Y el varón
incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su
pueblo; ha violado mi pacto. [Gen 17.11-14].
Bajo este pacto Dios manda circuncidar a cada hombre cuando llega a tener ocho días de edad.
La circuncisión es una marca que distingue a los judíos, (la circuncisión), de todos los demás en la tierra,
(los incircuncisos). Es una manera de señalar al pueblo del pacto.
Las condiciones del pacto .
Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te
mostraré. Y haré de ti una nación grande... [Gen 12.1-2].
Hay una sola condición de este pacto, y no es una condición de su cumplimiento sino de su comienzo.
La condición es irse. Dios le dice a Abram, (Abraham), que se vaya de su tierra. Si hace esto, en Génesis
12.2 dice que haré de ti...
Dios entra en un pacto con Abram, cuando él obedece al mandamiento de salir de su tierra. Una vez que Abram sale, todo lo demás de este pacto es incondicional.
Esto incluye el pacto original de Génesis 12.1-3 y también la promesa de la tierra que fue agregada
poco después en Génesis 12.7.

La conclusión (el fin) del pacto .
El pacto de Abraham se cumple, en parte, en el Milenio cuando los judíos habitan, cada tribu, su heredad
(Ezeq 47.13 - 48.29). Todavía Israel nunca ha poseído toda la tierra prometida. Hasta el Milenio lo harán.
Entonces, Dios cumple con Su promesa en cuanto a la tierra de Canaán en el Milenio.
Sin embargo, el pacto de Abraham en su totalidad es perpetuo y eterno. Continuará durante toda la
eternidad. Toda bendición, desde Génesis 12, viene y vendrá a través de Israel, la nación que Dios
prometió en el pacto de Abraham. Israel será cabeza de todas las demás naciones,
(familias en Gen 12.1-3). Esto empieza en el Milenio y sigue por toda la eternidad.
Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén. Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que
será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados,
y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová,
a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion
saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos
pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra
nación, ni se adiestrarán más para la guerra. [Isa 2.1-4] .
Esto, entonces, nos da una idea de cómo será la estructura del gobierno en el futuro.
Primero, los 12 Apóstoles judíos, (incluyendo a Matías; Hech 1.26 con Prov 16.33), reinarán sobre las 12 tribus de Israel tanto en el Milenio como también
en la eternidad.
Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de
su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce
tribus de Israel. [Mat 19.28].
Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados
por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su
imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil
años. [Apoc 20.4].
Israel, como cabeza de las naciones, reinará sobre todas las familias de la tierra, (sobre los gentiles).
Cada bendición de Dios llega a los demás a través de Israel, porque así es la estructura que Dios estableció
en Génesis 12.1-3 bajo el pacto perpetuo de Abraham. Las naciones formarán 12 grupos, según el número
de los hijos, (las tribus), de Israel.
Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, Cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, Estableció los
límites de los pueblos Según el número de los hijos de Israel. [Deut 32.8].
Así que, en la eternidad Cristo reina sobre toda Su creación y bajo Él están los 12 Apóstoles reinando
cada uno sobre una de las 12 tribus de la nación de Israel. Cada una de las 12 tribus estará a cargo,
(como cabeza), de una de las 12 divisiones de las naciones gentiles. Y si alguien en la eternidad quiere ir a
la presencia de Dios, tiene que pasar por una de las 12 puertas sobre las cuales están escritos los 12 nombres
de las 12 tribus de Israel, y entrar en la Nueva Jerusalén que queda dentro de un muro que tiene 12
cimientos sobre los cuales está escritos los 12 nombres de los 12 Apóstoles judíos (Apoc 21.9-21).
El pacto que Dios hizo con Abraham en Génesis 12.1-3 es eterno. Nunca terminará.
El pacto de Abraham es la base de la estructura del Reino en la eternidad.
Es la estructura tanto del gobierno como de la misma sociedad .

Gregory Kedrovsky.