Texto publicado por Brenda Stéfani

La comida cubana (Mejor la de la tía Mari)

Les conté que lo primero que comí cuando llegué a Cuba fue el Ajiaco, hacía un calor tremendo y luego de más de 24 horas de viaje (Contando desde la salida de Encarnación hasta La Palma) llegamos muy cansados, pero contentos.
La tía Mari nos preparó ese caldo, ese néctar manjar de los dioses que tan bien me repuso después de tanto traqueteo. No sé ni qué ingredientes tenía esa sustancia, lo que sé es que era deliciosa y me traía un cierto sabor a nostalgia. Las malangas (similares a las papas) le daban el toque, podías hacerlas más puré, para espesar el caldo y el pollo, uu, cuanto sabor!
Ya había probado el arroz congris que cocina mi suegra pero es verdad que cada país tiene su verdura o su fruta diferente, como que el congris parguayo no era lo mismo.
Yo no sabía comer guayabas, no me gustaban mucho los mangos, y las piñas siempre me parecieron agrias, pero probé las guayabas más sabrosas, los mangos más jugosos y las piñas que parecían caramelo de tanta dulzura.
Saben que Paraguay es un país mediterráneo, no tenemos salida {al mar por lo que no es muy común comer mariscos o como decimos acá, los bichitos de mar, pero estaban tan empeñados en halagarme y hacerme sentir bien, que me conseguían para que pruebe, la langosta, algo realmente espectacular, los cangrejos, y los pescaditos de mar, que sí, tienen un poco de similitud con los de río, pero tienen más sabor.
No sé si es por ser una isla caribeña, o porqué razón, pero todo se me revolucionó. Los sabores para mí eran más potentes, las percepciones de los sentimientos de los demás, incluyendo los míos, eran demasiado intensos, como decimos en Paraguay, me superaba, todo me superaba.
Me contaban como hacían para conservar sus alimentos, porque las frutas y verduras solo se consiguen en su estación, así que hacen conservas, no explicaré el procedimiento pero les diré que son muy trabajadores. viven del ingenio y del invento. Entienden de todo a fuerza de prueba y error, sobre viven y son luchadores, tantas cosas que no puedo describir, y me pasaba que quería demostrarles cuanto les admiraba, cuanto me impactaba la capacidad de encontrar solución para todos los problemas que me bloqueaba, me aparecían esos nudos en la garganta, una mezcla de tristeza y alegría, una semilla de café para morder.
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