Texto publicado por TifloFernando

Niños poseidos; Enfermedad Sagrada...(UltimaPublicacioncargadadedolorporLuctuosoAtentadoTerroristadelpasado17Agosto)

Muy buenas amigos y amigas lectores y lectoras habituales de mis Publicaciones en BlindWorlds:

Tras pasar mis Vacaciones de Agosto; Os quiero presentar un Tema muy interesante:

"Niños poseidos: la historia de la enfermedad sagrada"

He debido realizar primero que nada un somero recorrido histórico, que desentrañe las opiniones y creencias a lo largo del tiempo, tal como dice el Dr. Sell:

"La epilepsia es sin duda una dolencia de las más antiguas y enigmáticas en la historia de la medicina, encontrándose relatos de su existencia desde tiempos remotos.
Del oscurantismo ancestral hasta el presente se ha ido avanzando de forma importante en el diagnóstico y el tratamiento científico de la epilepsia".-Fernando Sell Salazar-

Para lo cual os ofrezco como siempre una serie de Datos y Notas previas al Artículo que hoy comparto con todos vosotros extraído de una Publicación del año 2013...

"Mi reino por un caballo...Blog personal del Pediatra Jose Mª Lloreda".

Y es que la Historia en general y la de la Medicina en particular, se encuentra repleta de miles de "Detalles" y "Anécdotas" muy interesantes y curiosas.

Muchas de las cuales, al no formar parte del Cuerpo de esa Asignatura en los estudios de la Carrera; Salvo que el Profesor se empeñara, han pasado de forma imperceptible, esperando un mejor momento para que fueran rescatadas en su día.

Creo que todos hemos conocido de forma directa (Familiares, Condiscípulos de Colegio o Instituto, Vecinos, etc.) o indirecta, el Tema de las Convulsiones.

A lo largo de la Historia se han utilizado varios cientos de nombres para referirse a esta dolencia, dependiendo del punto de vista aceptado en cada momento histórico.

Así podemos destacar los siguientes nombres, que he extraído de un Texto del 2004, que he encontrado rebuscando por los sótanos de las Carpetas de mi PC...

Seguramente existirán otras denominaciones para referirse a la epilepsia, muchas de ellas locales según que sea de un Pais u otro, pero yo deseo ofreceros una "pincelada" de nombres históricos...

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«- ENFERMEDAD DIVINA O SAGRADA (Morbus divinus o morbo sacro)

Los antiguos griegos pensaban que sólo un dios, podía arrojar a las personas al suelo, privarlas de sus sentidos, producirles convulsiones y llevarlas nuevamente a la vida, aparentemente muy poco afectadas.

La creencia de que fuesen dioses quienes provocasen los ataques conllevó que la epilepsia fuese considerada un fenómeno sobrenatural, lo que le otorgo esa denominación.

Ya Lucio Apuleyo también conocido como Apuleyo de Medaura (África), utiliza este término para referirse a la epilepsia.

Así mismo Tito Macio Plauto (254-184 a. C.) y Marco Tulio Ciceron (106-43 a. C) entre otros, se refieren a la epilepsia como: enfermedad anímica; vicio; pasión, movimiento o estado desarreglado del alma. “Divinus,a ,um”: adj. Propio de, o perteneciente a los dioses.

Para Ponce de Santa Cruz sería sagrada debido a su magnitud, pernicie y admiración.

- MORBUS MAYOR: La enfermedad sagrada (morbus divinus o morbo sacro) no era tal para Hipócrates, que prefirió denominarla gran enfermedad (morbus maior).

- MORBUS COMICIALIS: Esta denominación resulta curiosa, deriva de la antigua Roma y se debe a que si realizándose un comicio alguno de los presentes era sorprendido por un ataque epiléptico, este se suspendía pues era necesario la inaplazable purificación que impidiese el contagio. Algunos autores han manifestado que la suspensión del comicio se llevaba acabo por interpretarse la crisis como un mal presagio.

- MORBUS PUERI: o enfermedad del niño. Esta denominación se debe a la aparición y prevalencia de la enfermedad en este grupo de población. También por la creencia en su carácter hereditaria y contagioso. Ya Hipócrates en su libro “aforismos” tiene uno que dice que los niños son propensos a las convulsiones.

- ENFERMEDAD DE LA LUNA, MAL LUNAR O LUNÁTICO: “Quinto Sereno atribuía el mal a un dios que actuaba a través de la Luna. El enfermo endemoniado era tabú, intocable, pues el que lo intentara podía ser poseído por el maligno y contraer la enfermedad” . Las personas creían que esta enfermedad estaba controlada por los cuerpos celestes, en el caso de la epilepsia por la luna, lo que llevo a pensar que era probable que las crisis ocurrieran en luna llena, de allí el nombre de “enfermedad de la luna”.

También encontramos a San Mateo utilizar el término “lunático” para referirse a un epiléptico “sanado” por Jesús. El término Lunar en latín además de su significado más conocido (peca, mancha), presenta algunas variantes entre ellas: “naevus” (mancha, afrenta, deshonra), “macûla” (deshonra, infama). Teniendo en cuenta el contexto social de la época también se podría denominar “mal de la deshonra” o “mal de la infama”, ya que resultaba deshonroso estar afectado directa o indirectamente por la enfermedad, debido a la creencias que sobre la enfermedad se tenían.(carácter hereditario, contagiosa, demoniaca, etc.).

San Isidoro (560-636), arzobispo de Sevilla, rescató del vulgo el término lunático para acuñarlo como vocablo culto que definía a los posesos (“Hos etiam vulgus lunaticus vocant, quod per lunae cursus cunitetur eos insidia demonum”) (Etimologías, libro XX).

Existen distintas teorías que explicaban la influencia de la luna en la epilepsia, entre ellas que se debía a una venganza de Selene, deidad de la luna. También se propusieron teorías como que la luna llena calentaba la atmósfera que rodea la tierra y que ello derretía el cerebro provocando un ataque. También se sugirió que la temperatura del cerebro y de la luna eran igual de frías y por ello desencadenaban cefalea y epilepsia.

- MAL HERCULEO O DE HÉRCULES (Morbus Herculeus): esta denominación se debe al semidiós griego Hércules, hijo de Júpiter y Alcmena. Entre los enemigos de Hércules se encontraba Juno quien, encontrándose Hércules y su hermano Ificio en la cuna, envió dos serpientes para que los estrangulasen. No consiguiendo Juno lo que deseaba, persiguiéndole siempre vengativa:

“logró hacerle caer en un ataque de locura, durante el cual mató a flechazos y a golpes de maza a los hijos que había tenido con Megara y a esta misma. Asustado de su crimen, al recobrar la razón, Hércules se condenó al destierro y fue a ver a Tespio, quien le purificó.”

También encontramos referencias a otro ataque de locura al ponerse Hércules una túnica empapada en sangre y veneno que le ofrece Deyarina, quién cree que la túnica posee la virtud de avivar el cariño conyugal y devolver a sus esposas los maridos inconstantes.

Es dudoso para Temkin el nombre de mal de Hércules, aunque lo utiliza Ponce de Santa Cruz.

- ENFERMEDAD DE SAN VALENTÍN: En la Edad Media la expansión del cristianismo prodigó reliquias y devociones milagreras para curar la enfermedad. Se hicieron populares las peregrinaciones a lugares sagrados, como el priorato de San Valentín, en Alsacia, donde a finales del siglo XV se construyó el primer hospital para epilépticos. En Roma se levantó el monasterio a Santa Bibiana, patrona de los epilépticos junto con San Valentín y San Vito.

- ENFERMEDAD DE SAN LUPO (morbus St. Lupi): Esta denominación se debe a que este santo castigó con la epilepsia a un obispo que manifestó el pecado de la envidia en su sepultura, de la que se recuperó tras el arrepentimiento.

- ALFERECÍA: En 1611, Pérez Cascales publica en latín el libro de 300 páginas, Liber de affectionibus , que se precia de ser el primer gran tratado español de pediatría, y dedica un amplio capítulo a la epilepsia infantil (Alferecía) .

Este término era utilizado como sinónimo de epilepsia, ya en algunos textos encontramos la comparación entre ambos Actualmente se define como: “enfermedad caracterizada por convulsiones y perdida de conocimiento, más frecuente en la infancia e identificada a veces con la epilepsia.”

- GRAN MAL: Este término aparece en la Francia Medieval como grand mal, traducido de la denominación que Hipócrates le dio a la enfermedad (morbus maior).

- MAL DE SAN JUAN (le mal de Saint-Jean): Posiblemente en relación con la cabeza de San Juan Bautista

- GOTA CORAL: En el Diccionario de la Lengua Castellana en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o modos de hablar, los proverbios o refranes y otras cosas convenientes al uso de la lengua. dedicado al rey nuestro señor Don Phelipe v (que dios guarde) a cuyas reales expensas se hace efta obra. compuesta por la real academia española tomo tercero que contiene las letras d. e. f. con privilegio, en el año de 1732, se hace referencia al término: “EPILEPSIA.f.f. Enfermedad que vulgarmente fe llama Gotacoral, por fer como una gota que cae fobre el corazón. Es voz griega y muy ufada de los Medicos.(...)”.

gutta, gota caduca , falling gout, falling evil, enfermedad negra, mal de corazón.

Esta concepción mágica contribuyó a la idea de que la vida del epiléptico era miserable y estaba marcada por un estigma social, tanto como lo fue otra enfermedad sagrada: la lepra.».

Texto extractado de la Web:

Geomundos
(http://grupos.geomundos.com/salud.epilepticoslibres/mensaje-epilepsiamit...)

Epilepsia: Mito o Realidad
Por galvarini
1 de Agosto de 2004.

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Ninguna Enfermedad infantil provoca más carga emocional que la Epilepsia, no solamente en el niño afectado por este proceso, si no también en la Familia...

Y en los Médicos implicados en cada momento, desde el principiante al más "curtido" provoca una intensa sensación de desamparo tras la atención de aquel peke convulsionante...

Para destacarlo, os ofrezco otro extracto de un Artículo del año 2009, que encontré rebuscando por las Carpetas del PC...

Y que presenta una visión muy interesante de un Neuropediatra, que seguro os va a gustar tanto como a mí.

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«...La epilepsia es sin duda una dolencia de las más antiguas y enigmáticas en la historia de la medicina, encontrándose relatos de su existencia desde tiempos remotos. Ya en Mesopotamia, 4000 años a.C. se conocía la enfermedad y se manejaba con conjuros y ritos especiales la posible "posesión" de los que la padecían1.

En una tablilla de la época babilónica, el poeta Gilganesh, al llorar la muerte de su amigo Endiku, escribió lo siguiente: "Un demonio maligno surgió de repente, lo tiró con fuerza al suelo y me lo arrebató", claramente describiendo un episodio epiléptico fatal, ya que epilepsia viene del griego "Epibambaneim", que significa "ser tomado de pronto, por sorpresa".

Relatos sobre la epilepsia se aprecian también en el papirus de Ebers y el Surgiral papirus de Edwin Smith de los años 1700 a.C.

Por años, la epilepsia fue vista como una "Enfermedad Demoníaca," un castigo enviado por los Dioses. También fue entendida como una Enfermedad Sagrada"2, padecida sólo por gente elegida, como fueron las posibles epilepsias de San Pablo, Alejandro Magno, o el Rey Saúl entre otros. Sin embargo, en la Grecia de Pericles el gran iluminado Hipócrates, al describir la epilepsia, intentó darle una explicación médica al proceso indicando que "esta enfermedad no es ni más divina, ni más sagrada que cualquiera de las otras dolencias"2, 3. La medicina actual ha establecido las bases científicas de la epilepsia, pero en algunas culturas y grupos sociales su nombre es todavía temido y se sigue asociando a creencias fantasmales.

Fue John Hughlings Jackson quien en el año 1873 hizo una descripción clínica detallada de un episodio epiléptico con un inicio focal y generalización posterior, en forma de una clara "marcha de activación motora", secundaria a una descarga brusca y excesiva de las neuronas.

La descripción de episodios epilépticos se recoge también en la literatura mundial, donde se describen relatos muy especiales y bien detallados, como el de la epilepsia de María en la famosa novela de Jorge Isaac, o los episodios del Príncipe Myshkin narrados por Dostoievsky, en su gran novela El Idiota, refiriéndose realmente a sus propias crisis: "siento que el cielo ha descendido a la tierra y me abraza" escribe al describir sus auras.

Durante siglos las crisis convulsivas se trataron de forma empírica con recetas hoy en día incomprensibles4. Los bromuros fueron los primeros compuestos farmacológicos con actividad antiepiléptica utilizados de forma empírica para el tratamiento de pacientes con epilepsia. Posteriormente el fenobarbital se introdujo en 1912 y la fenitoína en 1937, y los siguieron de la carbamacepina y el ácido valproico. En la última parte del siglo XX se desarrolló todo un arsenal de nuevos fármacos antiepilépticos (FAEs) (lamotrigina, levetiracetam, oxcarbacepina, topiramato, zonisamida), que ofrecen mayores opciones terapéuticas, sobre todo a los pacientes con epilepsia refractaria. Y en la actualidad sigue una importante actividad de investigación básica y clínica para el descubrimiento de nuevos FAEs.

Fue Hans Berger, en 1929, quien hizo los primeros registros electroencefalográficos (EEG) en humanos con convulsiones. Posteriormente la escuela de Boston, con Gibbs, Davis y Lennox, dio un gran impulso a la aplicación del EEG en la década de 1930. A partir de entonces, hasta los años 80, se introdujo el EEG pediátrico, neonatal y digital, y en la década de los 80 y 90 se desarrolló el EEG de monitorización contínua5, 6.

En 1972 se da un gran avance dentro de las posibilidades diagnósticas de la epilepsia mediante imágenes, cuando Haunsfield introdujo la Tomografia Axial Computarizada (TAC). El desarrollo de las técnicas de neuroimagen anatómica (Resonancia Magnética o RM) y funcional (RM de espectroscopía, SPECT, PET) ha contribuido enormemente al conocimiento de las bases anatómicas y fisiopatológicas de diferentes tipos de epilepsia7-9.

Así pues, desde los años del oscurantismo ancestral, se ha ido avanzando de forma importante en el diagnóstico y el tratamiento de la epilepsia. No obstante, queda mucho aún por descubrir sobre la causa real, básica, de esta enigmática "enfermedad", sobre todo en las llamadas epilepsias idiopáticas.

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El manejo de un niño con epilepsia debe desarrollarse en el marco de un protocolo que incluya una evaluación clínica y de laboratorio detallada.

Toda enfermedad crónica, incluida la epilepsia, es vivida como una doble agresión:

1) Interna, ligada a las alteraciones que ella determina.

2) Externa, en relación con las exploraciones, las medicinas, las prohibiciones, los cuidados excesivos y todas las reglas y apremios que de ella se derivan.

El médico (pediatra, neuropediatra o epileptólogo), al iniciar la relación con el niño con epilepsia, va a dotarle de un nuevo estatuto, frecuentemente duro de asumir, interviniendo por lo general ya lejos de la crisis, o poco después de que ella se produjo, en un ambiente todavía cargado de una gran angustia familiar.

Sin duda la epilepsia es difícil para el niño, pero igualmente lo es para los padres, los responsables de un cuidado diferente, quienes se van a preocupar todos los días porque su hijo tome regularmente el tratamiento y van a tener que afrontar la espera tensa de nuevas crisis.

Más que cualquier otra enfermedad infantil, la epilepsia implica una gran inquietud por su carácter espectacular, por la aparatosidad de su presentación y por todas las creencias ancestrales que todavía hoy se le atribuyen. Por dichas razones, frecuentemente el diagnóstico de epilepsia produce tres reacciones de gran relevancia en la familia: ansiedad, culpabilidad y agresividad.

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Si bien la agresión interna es probable, sin duda que la agresión externa se revela de una manera más clara y completa que en cualquier otra enfermedad de curso prolongado, ya que el niño y su familia se ven de repente asumiendo un papel desconocido, incómodo, e inquietante por las siguientes razones:

1. Se establece un tratamiento continuo, impuesto, cuando su necesidad no es apreciada, dados la falta de manifestaciones clínicas y el buen estado general que habitualmente el niño presenta durante los períodos intercríticos.

2. Se somete al niño a exámenes clínicos y paraclínicos repetidos, con propósitos inquietantes.

3. Se promueven reglas y prohibiciones algo apremiantes, donde su justificación no es bien percibida ni por el niño, ni por la familia.

4. En muchas ocasiones el médico mismo contribuye a aumentar la angustia y la supervisión del niño por parte del núcleo familiar.

5. Con frecuencia el niño se convierte en el centro de atención del medio escolar y de su entorno, una situación que le resulta incómoda.

Todos estos factores, interfiriendo con la vivencia de la epilepsia, repercutirán frecuentemente sobre la personalidad del niño, que podrá expresarse en forma de problemas reactivos conductuales, aislamiento, abandono escolar y rechazo a la terapia, etc10-13.

Es evidente que no existe un patrón definido, típico, sobre la conducta de un niño epiléptico, ni hay tampoco una personalidad común.

Como médico, en ocasiones uno puede pensar en relación con el cuadro particular de un paciente, con su edad y con el momento de aparición de las crisis, que sería posible predecir sus alteraciones futuras del desarrollo, cognitivas o conductuales, pero esto no se puede establecer en todos los casos. Ello es comprensible dada la particularidad de esta enfermedad, sus causas (epilepsia primaria o sintomática), sus formas clínicas (benignas o malignas) y su distinta respuesta al tratamiento (de fácil control o refractaria).

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Más que cualquier otra enfermedad infantil, la epilepsia implica una gran inquietud por su carácter espectacular, por la aparatosidad de su presentación y por todas las creencias sobrenaturales ancestrales que todavía hoy se le atribuyen. Ante las crisis epilépticas de patrón clínico más dramático, los familiares tienen la impresión de vivir un momento de extremo peligro, cuando ven con locura "que el niño se les escapa".

Por dichas razones, frecuentemente el diagnóstico de epilepsia produce, a mi juicio, tres reacciones de gran relevancia en la familia: ansiedad, culpabilidad y agresividad:

- Ansiedad

Está siempre presente y en muchos casos aumenta con el tiempo. No hay padres que puedan asistir indiferentemente a la "muerte de su hijo". Ni siquiera el médico más experimentado podrá asegurarle a la familia que el niño no puede morir nunca en una crisis prolongada, o permanecer con secuelas de las crisis. Por lo tanto, esta experiencia de "muerte" a la que la familia se enfrenta debe ser respetada.

Tras el diagnóstico de epilepsia, el niño ya no va a ser visto en el futuro con la misma mirada y tranquilidad de antes. La espera ansiosa de la próxima crisis va a ser en muchos casos permanente. Sin saber "cómo, ni cuándo ni dónde" puede suceder, ¿podrán los padres dejar como siempre a su niño ir en bicicleta?, ¿podrá el niño jugar tranquilamente en las calles de su barrio?, ¿podrá ir a excursiones de su escuela?

En consecuencia, frecuentemente pesan prohibiciones sobre la vida del niño, debido a esta ansiedad, un tanto desbordada, que los padres consideran justificada, necesaria para la seguridad de su hijo. Muchas veces el niño verá sus crisis reflejadas en el miedo y la angustia de sus familiares.

Por todo ello es que cobra mucha importancia lo que el médico diga, influyendo desde la primera consulta; todo lo que se desprenda de las palabras por él pronunciadas puede generar frecuentemente errores educativos. Por lo tanto, a veces se producen situaciones familiares aberrantes, como que el niño con epilepsia duerma con sus padres, "para que no se les escape una crisis", o que los padres muestren desinterés por los hermanos, o que desarrollen una enfermiza sobreprotección, que por su parte el niño no vacilará en aprovechar en su beneficio.

- Culpabilidad

Forma siempre parte de las reacciones familiares, prácticamente en todas las enfermedades que pueda padecer un niño, y la epilepsia obviamente no es una excepción. En este caso, la sensación de culpa tiene que ver con la "enfermedad" misma y con la presentación de las crisis.

La culpabilidad puede encontrarse en las epilepsias genéticas, que afectan a uno de los progenitores, pero probablemente es más manifiesta la sensación de culpa en las epilepsias adquiridas, por ejemplo, en el marco de secuelas secundarias a un sufrimiento fetal, asfixia perinatal, o parto distócico, debidos a un embarazo mal controlado, o un parto prematuro, que pudieron ser evitados. Otros casos de culpabilidad se refieren a causas accidentales propiciadas por actividades, juegos o excursiones, que no fueron aprobadas inicialmente por ambos padres.

La culpabilidad también puede estar en relación con circunstancias que rodean la aparición de las crisis, como regaños, castigos o frustraciones ante demandas que no son concedidas por los padres, circunstancias que el niño no dejará de explotar.

- Agresividad

Se desarrolla en paralelo a la culpabilidad, frecuentemente enmascarada por actitudes de una sobreprotección más o menos sofocante. La repetición de las crisis es resentida por los padres, y en particular por la madre, quien con frecuencia atestigua en el niño una cierta intencionalidad: "él no se toma las medicinas", "lo hace después de que lo he tenido que regañar", "es como si quisiera molestarnos", "quiere que estemos pendientes de él".

Esta agresividad suele expresarse por un reforzamiento molesto de reglas y restricciones, imposiciones rigurosas, muy obsesionadas, a las cuales el niño responderá con conductas oposicionistas, o regresión en el control de sus crisis.

Además, se pueden producir disputas entre los padres por no compartir estas acciones y sus resultados.

La intervención del médico en el tratamiento de la epilepsia infantil debe ser "integral".

Actuando con mística y devoción el médico debe abrazar el verdadero concepto hipocrático del cuidado del paciente...».

Texto extractado de la Web SCIELO, del Artículo:

Aspectos psicosociales de la epilepsia infantil
Fernando Sell Salazar
Servicio de Neuropediatría, Hospital Cima, San José, Costa Rica
Dirección postal: Dr. Fernando Sell Salazar, Apartado postal 7-0290- 1000, San José, Costa Rica.
Fax: (506) 222081628; e-mail: sellma [arroba] racsa [dot] co [dot] cr

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Bueno, creo que he recopilado algunas anotaciones que pienso van a enriquecer mi Publicación de hoy y que seguro a muchos de vosotros también...

Os dejo con un Aforismo de Hipócrates de Cos, que tiene una cierta vigencia a pesar de que fué publicada en el Siglo IV A.C.:

"Los niños que padecen de epilepsia, se curan con el cambio de edad, de costumbres, de vida, clima y región".-Aforismo de Hipócrates de Cos-

¿O no?...

Este mes de Agosto que he dedicado a mis Vacaciones, para intentar despejar un poco mis "patinantes" neuronas; No pudo ser debido a un luctuoso Suceso.

Se produjo en España un Atentado Terrorista de gravísimas consecuencias:

El 17 de Agosto de 2017, se produjeron quince muertos y más de cien heridos, tras el atropello de una Furgoneta destructora y asesina; En un bellísimo sitio de gratísimo recuerdo y añoranza para mí; Las Ramblas de Barcelona.

El Profesor José Ramón Alonso, del que he he tomado muchos de sus Posts para completar mis Publicaciones, el 18 de Agosto, lo expresó de la siguiente manera:

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«...justo antes de entregarme al sueño leí a Espríu:
Era mi forma torpe y silenciosa de enviar mi cariño a Barcelona, de pensar en todas las personas que quiero en aquellas tierras, de llorar por muertos y heridos, de agradecer que haya tanta gente buena y me sentía como Espriu que me decía:
«Ara he de callar, que no tinc prou força contra tant de mal». «Ahora debo callar, ya que no me queda fuerza suficiente contra tanto mal».
También pensaba que volveré a pasear por la Rambla, que besaré en público, con pudor pero con felicidad, a la persona que quiero, que iré a desayunar a la Boquería, que defenderé a los musulmanes inocentes porque son de los míos y gritaré en el corazón con todas mis fuerzas ¡Barcelona, t’estimo!...»

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Esas palabras del Poeta Salvador Espríu, son las mismas que cupan mi vocabulario en estos momentos; Y sigo conmocionado hasta lo más profundo de mi alma, pues no tengo palabras para expresarme ante tanto dolor.

Y elevo una Oración a Dios, por el Eterno Descanso de los Difuntos y por la recuperación de los heridos habidos en este terrible Suceso.

Y ahora os dejo con el resto de mi Publicación; Con el corazón encogido, pero esta Red Social Blind Worlds, debe seguir adelante.

Con gran cariño, TifloFernando.

"Cuanto más conozco a la gente más quiero a mi perro".-Diógenes Laercio-

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Niños poseidos: la historia de la enfermedad sagrada

José María Lloreda (Pediatra)

lunes, 30 de septiembre de 2013

Atención que copio esto directamente del libro original (bueno, de una copia):

"Por lo que respecta a la enfermedad llamada sagrada, la situación es la siguiente:
en manera alguna me parece que sea más divina ni más sagrada que las otras enfermedades.
En verdad, tiene su propia naturaleza, al igual que las restantes enfermedades, y de ella se origina.
Sin embargo, los hombres, debido a su inexperiencia y a su capacidad de asombro, han considerado su naturaleza y su causa como algo divino, puesto que no se asemeja en nada a las demás enfermedades, y por el desconocimiento que genera la ignorancia, se le conserva carácter divino [...]
si es a causa de la capacidad de asombro por lo que se considera divina, muchas enfermedades, no solo una, deberían ser sagradas: existen otras no menos monstruosas ni menos asombrosas que nadie considera sagradas.
[...] Los que proclaman el carácter sagrado de esta enfermedad me parece que son hombres como los magos, charlatanes y presuntuosos, que con vehemencia fingen ser piadosos y saber más que nadie.Utilizan la divinidad como velo de su ignorancia."

Estas palabras, que parecen modernas son de Hipócrates de Cos (probablemente de alguien de su escuela), allá por el siglo V antes de Cristo.

Pero desde antes de él, y posteriormente, este idea de que la epilepsia es una enfermedad más no ha sido la creencia común en la población ni entre los médicos.

La clasificación y terminología sobre las crisis convulsivas refleja el desconocimiento sobre su fisiopatología, que ha reinado hasta hace muy poco.

El término "epilepsia" refleja trastornos convulsivos crónicos y en menores de 1 año se usa raramente. La incidencia de crisis convulsivas está en 2.6 por 1000 recién nacidos vivos y 11.1 en caso de los prematuros.

Desde siempre las convulsiones en los niños se han creido de origen sobrenatural, y se han tratado con encantamientos, exorcismos, todo tipo de rituales y se han protegido a los niños con amuletos. Los culpables han sido demonios, leche mala, dioses, etc. Muchas culturas han tenido santos protectores y muchos médicos han recomendado amuletos protectores para los niños.

Ya en términos más "científicos", las convulsiones en la infancia se han achacado a la dentición (ver la entrada más leida del blog sobre los dientes) o a gusanos intestinales, usando como remedios la punción de las encías o plantas como la peonía.

Por lo tanto, el hecho de mitificar esta enfermedad ya les chirriaba bastante a los hipocráticos, mucho antes de saberse la funcionalidad cerebral y poco la fisiología actual. Sus teorías sobre su causa, un acúmulo de flemas en niños y de bilis en adultos distaban mucho de la realidad, pero es una aproximación racional al problema.

Avicena en el siglo XI distinguió entre húmedas y secas, y afirmó que las convulsiones durante la dentición en los niños se debían a cambios intestinales, especialmente si el niño estaba obeso.

Rhazes, en el siglo X describió el Mater puerorum un tipo de afectación neurológica en niños que se distinguía de la epilepsia y que podría tratarse de terrores nocturnos.

En 1485, Roelans clasificó estas alteraciones al menos en 6 tipos, incluyendo pavor nocturnus, que serían terrores nocturnos o pesadilllas, mother in children similar a la epilepsia en niños mayores, relajación nerviosa, posiblemente crisis atónicas, espasmos y tétanos debido a inanición, etc.

Mercuriale de Pádova distinguió 2 tipos, una con convulsiones generalizadas causadas por hidrocefalia, dentición o heredada y otro tipo, la "convulsión peligrosa", en la que la crisis afectaba a una parte del cuerpo, aparecía en la primera semana de vida y se debía a mala leche materna.

El que escribe ha descubierto hace poco alguna foto infantil suya con un amuleto al cuello contra el mal de ojo.Sí. Con un trozo de cuerno de ciervo por esos mundos y yo sin saberlo. Y como diría un homeopático, amimefuncionó.

Y es que pese a Hipócrates, las fuerzas invisibles han estado detrás de esta enfermedad desde el origen de los tiempos. En la época babilónica, 17 siglos antes de Cristo, ya se decía que si un niño pasaba 2-3 días sin chupar tras el parto, sufría por causa de los dioses y moría.

En las culturas mediterráneas, las crisis convulsivas se achacaron al mal de ojo, o fascinación, tan común aún hoy en nuestro día a día, como en el cuadro del inicio del post.

En el evangelio de San Marcos hay una descripción de una crisis convulsiva muy famosa, que algo ha tenido que ver con la estigmatización que aún tienen. En los bautismo de la iglesia católica hay una parte llamada exorcismo, para evitar que el demonio posea a ese niño.

En el famosísimo Malleus maleficarum (martillo de brujas) del siglo XV (manual del inquisidor que se preciara) se dice que muchas personas tienen convulsiones porque les han dado de comer huevos que han sido cocidos con personas muertas.

No puedo descartarlo porque la Cochrane no se ha pronunciado aún sobre esto.Ni sobre las galletas de dinosaurios,ojocuidao, Id preparando el DSM VI

En 1603, Martin del Río describía el mal de ojo como "el poder derivado del contacto con el demonio, que cuando el que lo tiene mira a otra persona con esa intención, lo infecta con el demonio". Así se entiende que un tratado de pediatría de 1751, Storch (atención, pleno siglo XVIII 0-o) tuviera 60 páginas sobre enfermedades provocadas por el mal de ojo, entre ellas, claro, las convulsiones. Lo estoy buscando en Amazon, pero no lo encuentro.

También se han descrito las convulsiones infantiles como resultado de experiencias estresantes en la madre embarazada.

Respecto a los protectores, San Valentín se lleva la palma. Kluger recopiló 341 obras de arte en las que se representa a San Valentín exorcisando a epilépticos. De hecho, el cráneo de San Valentin se veneraba como mediador para sanar la epilepsia hasta la revolución francesa. El tal Kluger debe ser un cachondo de mucho cuidado.

San Valentín con 2 niños con espasmos tónicos, las cabezas vendadas y unos demonios saliéndole de la cabeza. Cuadro patrocinado por Kepra.

San Valentín con un niño con clara crisis convulsiva. O clavándole la vara, todo hay que decirlo.

San Valentín arrepintiéndose de haber cambiado la guardia, y pensando en la dosis de Depakine

A todo esto, ¿dónde está el amor, San Valentín? ¿Será verdad que lo inventó El Corte Inglés?

Los dientes siempre han sido la causa de todo, y la primera causa de convulsiones en los niños, por eso les abrían las encías, evitando las crisis. Y muchos no mejoraban, por lo visto, pero esa idea aún llega a nosotros de muchas formas (fiebre, diarrea, catarro...).La práctica de cortar las encías llegó incluso al siglo XX y a mí me la recuerdan los mordedores y cremas-geles que se venden para el dolor de encías. Si es que existe eso.

En la primera mitad del siglo XIX, en Berna, el 75% de los niños muertos en el primer años se calificaron como dolores-cólicos-calambres, y eso incluiría crisis, tétanos, etc, incluidas las convulsiones asociadas al tan frecuente raquitismo en esa época.

La tercera causa más utilizada para explicar las convulsiones en niños, tras el demonio y los dientes, han sido las irritaciones intestinales. Rosen en 1764 dijo que la deficiente eliminación de meconio producía epilepsia, así como tomar leche humana cuando la madre menstruaba. Lo de siempre, mira esto sobre la mala leche materna. También se ha creído que los gusanos intestinales eran la causa de las crisis y esto llegó a casi todos los libros de medicina hasta entrados ya el siglo XX.

Phaire en 1545 ya constató que algunas familias tenían repetidamente hijos con crisis, entendiendo que el mal pasaba de padres ha hijos (no es este un post sobre las causas de epilepsia, pero hay cientos de enfermedades que asocian crisis que son hereditarias).

Un obstetra escocés, Smellie, en 1752 asoció las convulsiones en los recién nacidos con los partos dificultosos.

Otro obstetra, Burns en 1811 observó que las crisis muy precoces en la infancia venían de partos en los que el niño estaba poco reactivo o todo lo contrario, con llanto violento.

Existe una enfermedad llamada síndrome de West muy conocida por los pediatras. Tiene crisis convulsivas en forma de espasmos en flexión. Pues bien, West era un médico que escribió en 1841 a Lancet describiendo lo que le pasaba a su hijo y pidiendo ayuda, quedando su descripción como la clásica del síndrome de West.

En 1873, Jackson (el otro), más de 50 años antes de la electroencefalografía dijo que la epilepsia ocurría por una descarga súbita, excesiva y rápida en la corteza cerebral. Ahí es nada.

Pese a todos estos avances, la población general se ha protegido de esta enfermedad además de con los santos, con amuletos. Los egipcios usaban el ojo de Wadjet.

Pero lo que más éxito ha tenido desde siempre para las crisis han sido los collares de coral.Desde 6 siglos antes de cristo hasta la actualidad, aún se ven collares de coral, incluso famosos médicos como Paracelso lo recomendaban. Incluso Willis, que describió el polígono de Willis de la circulación cerebral, los recomendaba en el siglo XVII. Como pasa siempre, otras autores se han avergonzado de esas prácticas en esas mismas épocas.

A finales del siglo XIX, con el surgimiento del magnetismo y el mesmerismo, se usaron collares con metales para prevenir las convulsiones (metaloterapia).

Hay un estudio en Nigeria donde dicen que el 11% de los niños ingresados llevan collares-amuleto. Pocos me parecen.

En los últimos años se ha puesto de moda un collar de bolitas de ambar, que se vende para el dolor de dientes (y dale), pero que en su origen es un amuleto contra el mal de ojo, pese a quien le pese, ya que desde la edad media se ha creido en el ámbar como protector contra esta "patología".

Respecto al tratamiento, además de abrir las encías, rezar, exorcizar y cosas así, se han usado mucho los baños con agua caliente, los enemas, etc y medicamentos como Teriaca, un antídoto universal que era mezcla de más de 100 ingredientes o la peonia, en este caso también en forma de collar de raiz seca.

Por suerte y por el avance de la Ciencia, cada vez se entiende mejor las crisis y la epilepsia infantiles y los pacientes pueden hacer y llevar una vida más normal.

Os dejo otra vez el enlace al abstract del que he sacado gran parte de la información:

Possessed by evil spirits: a history of seizures in infancy-Journal of Child Neurology 2013

Publicado por Jose Mª Lloreda en 19:54.

Artículo tomado de:

Mi reino por un caballo

Blog personal del Pediatra Jose Mª Lloreda

Niños poseidos: la historia de la enfermedad sagrada
lunes, 30 de septiembre de 2013.

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