Texto publicado por Leandro Benítez

El origen del bulo del wifi y sus (supuestos) efectos sobre la salud

Antes del wifi fueron las antenas de teléfono, y antes de eso las ondas del microondas. Aunque no hay evidencias científicas de sus efectos sobre la salud, el bulo se repite y extiende desde los años 70.
ROCÍO P. BENAVENTE -

Primero fueron los microondas, después las líneas de alta tensión, siguió con las antenas de teléfono y de momento continuamos con las redes wifi, aunque seguro que alguna otra cosa tomará pronto el relevo. La tecnología basada en campos electromagnéticos lleva años llenando titulares a causa de sus supuestos efectos nocivos para la salud, algo que de lo que la ciencia no ha encontrado ninguna evidencia hasta el momento.
Hace unas semanas, el ayuntamiento de Vitoria era noticia al aprobar una norma para limitar las redes wifi públicas basándose en esos supuestos perjuicios. Este lunes era la Asociación Leonesa Contra las Ondas Electromagnéticas (Alcoe) la que alertaba que 24.000 leoneses podían estar sufriendo dolencias como “irritabilidad, cefalea, somnolencia, mareos, alteraciones de la frecuencia cardíaca, infertilidad, dermatitis, alteraciones del sistema inmunológico y mayor riesgo de incidencia de cáncer”, según recogía el Diario de León.
La OMS ha concluido que los síntomas son reales, pero que no hay base científica para relacionarlos con la exposición a campos electromagnéticos
La OMS ha concluido en varias ocasiones que “los síntomas son ciertamente reales y pueden variar ampliamente en su gravedad”, pero que “no hay base científica para relacionar sus síntomas con la exposición a campos electromagnéticos”. Estudios realizados y recogidos por la OMS sugieren que la causa de los síntomas puede provenir de factores ambientales no relacionados directamente con los campos electromagnéticos (el parpadeo de las luces fluorescentes o monitores o la mala calidad del aire en interiores) o incluso del estrés provocado por la propia preocupación acerca de los efectos sobre la salud del campo electromagnético.
The New Yorker, Larry King y la BBC
En cualquier caso, como decíamos al comienzo del artículo, el miedo al wifi es la última manifestación de una preocupación por los efectos de los campos electromagnéticos que no es nueva. El periodista especializado en divulgación y escepticismo científico Luis Alfonso Gámez explica que el origen de este fenómeno se remonta a los años 70. 
“Como todas estas cosas, el bulo comenzó en Estados Unidos”. En 1976, el periodista Paul Brodeur publicaba un artículo en The New Yorker en el que alertaba de los riesgos del uso del microondas y unos años después, en 1989, publicó varias piezas en las que vinculaba el cáncer y las líneas de alta tensión (algo, recordamos, de lo que no hay evidencias científicas).
En 1993, en el programa de Larry King, el asunto tomaba una nueva dimensión con la intervención de David Raynard, un hombre que aseguraba que la radiación del móvil había originado o acelerado la aparición de un tumor cerebral a su mujer. Raynard aseguraba que el tumor tenía la forma y el tamaño recordaban a los del teléfono, y por ello había denunciado al fabricante, NEC, ante la justicia. El caso quedó zanjado cuando el tribunal expresó su empatía por Raynard y su necesidad de encontrar un culpable para la enfermedad de su mujer pero dictaminó que "la incertidumbre de la evidencia y lo especulativo de la hipótesis científica" hacían imposible desligar causa y coincidencia.
Pero si el tema cogió impulso fue un tiempo después a causa de un documental de la BBC. Emitido el 21 de mayo de 2007, en él se alertaba del peligro que suponían las señales wifi para los escolares británicos. La emisión despertó cierta polémica: numerosas voces científicas protestaron contra lo que consideraron una información tendenciosa hasta que la cadena británica tuvo que reconocer que “no hay pruebas sobre la exposición a largo plazo a las conexiones wifi”. 
Tecnofobia y desinformación
Han pasado casi cuarenta años desde que surgió la teoría de que la exposición a campos electromagnéticos como los que generan los microondas y las redes wifi son peligrosas para la salud, y aunque el número de supuestos afectados aumente, estudios realizados por diversos organismos siguen sin encontrar evidencias de esos efectos. Se trata de un fenómeno en el que se mezclan la tecnofobia y la desinformación, aderezadas por una difusión de casos no contrastados en los medios de comunicación.
"Esto es tan antiguo como el miedo que tenía la gente a la electricidad en sus orígenes, y si a eso le añades la divulgación en los medios de casos de "a mí me ha pasado esto" o "a mí me funciona lo otro" sin contrastar con expertos o con datos fiables, esto es lo que pasa", resume Gámez. 

Fuente: http://www.elconfidencial.com/tecnologia/2015-12-02/el-origen-del-bulo-d...