Texto publicado por Marcos Molina

Capítulo 2 LAS REGLAS DEL ESTUDIO BÍBLICO - REGLA # 2. del libro CÓMO ESTUDIAR LA BIBLIA Por, Greg Kedrovsky .

REGLA # 2: . LOS TRES GRUPOS . .
La regla: La Biblia está escrita a tres grupos diferentes de personas: a los judíos, los gentiles y los
cristianos.
Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo
crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura. [1Cor 1.22-23]
No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios. [1Cor 10.32]
Todos los pueblos de la tierra (todas las personas en el mundo) forman parte de uno de estos tres grupos, y
al formar parte de un grupo, uno ya no forma parte de ninguno de los otros dos. Los judíos no son ni
gentiles ni cristianos (“nosotros” de la “iglesia de Dios”). Los gentiles no son ni judíos ni cristianos. Y los
cristianos no somos ni judíos ni gentiles, sino nuevas criaturas en Cristo Jesús. Somos algo
completamente nuevo, diferente y distinto. Somos hijos de Dios.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas. [2Cor 5.17]
Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús... Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no
hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. [Gal 3.26-28]
Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada [judíos], ni la incircuncisión [gentiles], sino una nueva
creación [hijo de Dios]. [Gal 6.15]
Las definiciones de estos tres grupos son fáciles de entender. Primero, los gentiles son los que no son
judíos ni tampoco cristianos. La palabra “gentil” viene de la misma raíz que nuestra palabra “gente”. Así
que, se refiere a la gente, a la gran masa de gente que no es ni judía ni cristiana. Son “todos los demás”.
Los judíos son los que forman parte del linaje y de la descendencia física de Jacob (llamado también
Israel). El término “judío” puede referirse también a un prosélito al judaísmo. Un prosélito es alguien que
no nació judío (o sea, es gentil por nacimiento) pero que escogió convertirse en judío adoptando el
judaísmo como su propia fe. Rut la moabita (una gentil del pueblo de Moab) es un buen ejemplo de una
prosélito.
Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y
dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. [Rut 1.16]
Los cristianos (“la iglesia de Dios”) somos todos los que hemos creído en Cristo Jesús como nuestro
Salvador personal (Juan 1.12). Una vez en Cristo (en la Iglesia), uno ya no es gentil ni tampoco judío (Gal
3.26-28). Somos criaturas nuevas, hijos de Dios, y todas las cosas en nuestras vidas son hechas nuevas
(2Cor 5.17).
Esta regla de los tres grupos es una que nos ayuda a establecer el contexto de un pasaje bíblico. La
aplicación de esta regla es muy sencilla. Cada versículo, cada pasaje y cada libro en la Biblia está escrito
a uno de los tres grupos. Lo que está escrito a los judíos, no debemos aplicarlo ni a los gentiles ni a la
Iglesia. Lo que está escrito a la Iglesia, no debemos aplicarlo ni a los judíos ni a los gentiles. Y lo que está
escrito a los gentiles, no debemos aplicarlo ni a los judíos ni a la Iglesia.
Piense en el ejemplo de los Libros de Levítico, Hebreos y Santiago. Son tres libros escritos y dirigidos a
los judíos. Por esto, no debemos aplicar lo que dicen directamente a la Iglesia, ni tampoco a los gentiles.
Dios los escribió para los judíos y los envió a los judíos. Es correo de Dios para ellos y, por lo tanto, para
nadie más. Nadie en la Iglesia debería aplicar el Libro de Levítico directamente a los cristianos. Levítico
se trata, en gran parte, de los sacrificios de los animales. Es un libro para los judíos bajo la ley de Moisés,
no para la Iglesia bajo el Nuevo Pacto y la gracia en Cristo Jesús. Sin embargo, hay muchos hoy día que
quieren aplicar Hebreos y Santiago directamente a los cristianos en la Iglesia. ¿Cómo puede ser?
¡Hebreos es para hebreos (vea el título)! ¡Santiago es para las doce tribus (Stg 1.1)! No obstante, hay
personas que suelen usar Hebreos para enseñar que los cristianos podemos perder nuestra salvación.
Pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y
el gloriarnos en la esperanza. [Heb 3.6]
Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos
partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero,
y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de
Dios y exponiéndole a vituperio. [Heb 6.4-6]
Usan el Libro de Santiago para enseñar que la salvación de los cristianos tiene que ver con las obras
además de la fe, algo que contradice lo que Pablo escribió a la Iglesia.
Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. [Stg 2.24; escrito a las
12 tribus]
Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley. [Rom 3.28; escrito a los cristianos]
Hebreos y Santiago son dos libros que están escritos directamente a los judíos, y por esto uno no debe
aplicarlos directamente a los cristianos, ni tampoco a los gentiles. Doctrinalmente, los Libros de Hebreos
y de Santiago forman parte de la enseñanza que Dios tiene para los judíos durante la Tribulación (un
tiempo todavía futuro, después del arrebatamiento de los cristianos).
Obviamente se puede aplicar estos libros indirectamente a la Iglesia. Siempre hay algo (una enseñanza,
una redargución, una corrección o alguna instrucción en justicia) que podemos sacar de toda la Escritura.
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en
justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. [2Tim
3.16-17]
Pero antes de hacer cualquier aplicación personal, debemos entender el contexto de lo que estamos
leyendo o estudiando. Evite las contradicciones y las tergiversaciones de la Escritura estableciendo el
contexto primero. Esta regla de los tres grupos de personas le ayudará a hacerlo. Simplemente hágase la
pregunta: ¿A cuál de los tres grupos está escrito este pasaje - a los judíos, a los gentiles o a la Iglesia?
Otro principio que podría ayudarle a aplicar la Escritura bajo esta regla es lo que se llama “la primacía de
Pablo” (o sea, la “prioridad de Pablo”). Pablo es nuestro Apóstol, el que Dios envió a nosotros (los
gentiles que seríamos luego los cristianos) con nuestra doctrina (Hech 9.15; 22.21; 26.17; Rom 15.16-19;
Gal 1.16; 2.2; Ef 3.8; 1Tim 2.7; 2Tim 1.11)
Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio. [Rom 11.13]
Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a
Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en
mí para con los gentiles), y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran
considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que
nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. [Gal 2.7-9]
Por esto, los escritos de Pablo tienen “primacía” o “superioridad” para el cristiano (Ef 3.1-7). Pablo
escribió directamente a los creyentes que vivimos durante la época de la Iglesia. Todos los libros de
Romanos a Filemón, entonces, tienen prioridad (“primacía”) para el cristiano y hemos de evaluar nuestra
aplicación de lo demás de la Biblia según estos escritos. Si vemos algo en otro lugar en la Biblia que va
en contra de lo que Pablo escribió en una de sus cartas, debemos entender que es algo para otras personas
en otra época. Si es una verdad que hace juego con lo que Pablo enseña en sus libros, podemos aplicarlo
con toda confianza. Es decir que puesto que somos cristianos, debemos usar los escritos de Pablo (los 13
libros de Romanos a Filemón) para evaluar todo lo demás de la Biblia.
Un ejemplo de la aplicación de este principio de la primacía de Pablo sería el Libro de 1Juan. Primera de
Juan, como 2Juan y 3Juan, es un libro escrito, histórica y doctrinalmente, a los judíos. Juan no escribió a
ninguna iglesia sino a judíos, a los que tenían los “mandamientos” (1Jn 2.7; compararlo también con 3Jn
7-8). Sin embargo, puesto que Juan escribió sus cartas históricamente dentro de la época de la Iglesia
(alrededor del año 90 d.C.), podemos ver mucho en estos libros que hace juego con la doctrina de Pablo.
Por ejemplo, Juan escribió sobre el nuevo cuerpo que el cristiano espera, un cuerpo que será semejante al
de Cristo Jesús. Es lo mismo que Pablo enseñó en Filipenses.
Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual
transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el
poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas. [Flp 3.20-21; escrito por Pablo]
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando
él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta
esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro. [1Jn 3.2-3; escrito por Juan]
Así que, 1Juan 3.2-3 es un pasaje que podemos tomar y aplicar a nosotros. Hace juego perfectamente con
la doctrina de nuestro Apóstol Pablo. Sin embargo, hay cosas en 1, 2 y 3Juan que chocan con lo que Pablo
dice en sus epístolas. Por ejemplo, Juan dice que hay que confesar los pecados para recibir el perdón de
Dios, pero Pablo dice que al aceptar a Cristo ya tenemos el perdón de todos los pecados (pasados,
presentes y futuros) una vez para siempre.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
[1Jn 1.9]
Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él,
perdonándoos todos los pecados. [Col 2.13]
Claro, los cristianos debemos siempre confesar nuestros pecados. Pero no es para recibir el perdón de
ellos, porque ya lo tenemos desde el día que aceptamos a Cristo y para siempre. Confesamos nuestros
pecados a Dios para restablecer la buena comunión con nuestro Padre celestial, no para conseguir el
perdón. Primera de Juan 1.9 es un versículo que choca con algo que Pablo enseña, entonces al aplicarlo
tenemos que tener mucho cuidado de no salir de la doctrina que nuestro Apóstol nos ha escrito.
Así que, debemos evaluarlo todo según los escritos que Dios nos envió a nosotros, los cristianos: los
escritos de nuestro Apóstol Pablo. Los libros de Romanos a Filemón tienen primacía para los cristianos
porque se escribieron directamente para nosotros. Hemos de evaluar todo lo demás de la Escritura según
lo que Pablo escribió. Si hace juego con lo que él enseña, podemos estar tranquilos y aplicarlo a nuestras
vidas. Si choca con lo que Pablo enseña, hemos de tener mucho cuidado en cómo pretendemos
incorporarlo en nuestras vidas . .

Greg Kedrovsky .