Texto publicado por Marcos Molina

VICTORIA SOBRE EL PECADO

16- VICTORIA SOBRE EL PECADO.
Mensaje #16 de la serie sobre la teología sistemática.
Hasta ahora, ¿qué sabemos del hombre (la antropología) y del pecado (la hamartiología)?
● Sabemos que el hombre fue creado perfecto pero cayó en el pecado.
● Puesto que nosotros nacemos en el linaje de Adán, nacemos como él: degenerados y depravados.
● Nacemos en pecado: “El pecado” se refiere a la naturaleza pecaminosa que heredamos de Adán.
● Cometemos pecados: Son los pensamientos, palabras y acciones que van en contra de la Persona de Dios
y Su Ley (son “los pecados” que causan nuestra condenación).
La pregunta que ahora tenemos es esta: ¿Cómo podemos andar en victoria sobre el pecado y los pecados?
● El pecado no tiene que enseñorearse de nosotros—no estamos obligados a pecar como el inconverso.
Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la
gracia. [Rom 6.14]
● En Cristo no tenemos que vivir en esclavitud al pecado.
Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a
aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a
ser siervos de la justicia. [Rom 6.17-18]
● Es decir que aunque pecamos (y siempre vamos a caer en el pecado), no tenemos que pecar como antes
de conocer a Cristo.
● ¿Cómo podemos, entonces, crecer en santidad y experimentar la victoria sobre el pecado y los pecados?
Esto es lo que queremos aprender de la Biblia en esta lección y vamos a ver que todo tiene que ver con las
tres partes del hombre...

I. El hombre consta de tres partes
A. Para llegar a nuestra aplicación, tenemos que primero colocar un fundamento de conocimiento.
1. Hay muchos en el cristianismo que dicen que el hombre (el ser humano) consta de sólo dos partes:
la parte material (el cuerpo) y la no material (el espíritu/alma).
2. El problema con esto, como vamos a ver, es que si no entendemos las tres partes, no vamos a
entender la batalla, y luego la victoria sobre el pecado será difícil de conseguir.
B. Empecemos con el claro testimonio de la Escritura.
1. El Nuevo Testamento dice claramente que el ser humano consta de “espíritu, alma y cuerpo”.
Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y
cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. [1Tes 5.23]
● Además, en el Nuevo Testamento hay una clara distinción entre las dos partes “no
materiales”: el alma y el espíritu (son distintas y diferentes).
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y
penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los
pensamientos y las intenciones del corazón. [Heb 4.12]
2. En el Antiguo Testamento vemos que desde su creación el hombre ha tenido tres partes.
Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento
de vida, y fue el hombre un ser viviente. [Gen 2.7]
a) Dios formó su cuerpo de la tierra, del polvo.
b) Sopló en su nariz “aliento de vida”—su espíritu.
c) En aquel momento Adán llegó a ser un “ser viviente”—el alma.
C. Además de esto, las tres partes del hombre se ven claramente en su muerte.
1. Al morir, el cuerpo vuelve a la tierra (al polvo) y el espíritu vuelve a Dios Quien lo dio.
Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo.
¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del
animal desciende abajo a la tierra? [Ecl 3.20-21]
Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio. [Ecl 12.7]
a) El espíritu no es “usted”—no es su personalidad, la persona dentro de su cuerpo.
b) Su espíritu es la vida que Dios le dio y Él ha dado un espíritu tanto a los animales como a los
hombres (aunque, obviamente, son diferentes).
c) Piense en el espíritu del hombre como el “aire” de una bola. Es lo que le da “vida”.
2. Al morir, el alma va al paraíso o al infierno.
19 Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día
banquete con esplendidez.
20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél,
lleno de llagas,
21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían
y le lamían las llagas.
22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y
murió también el rico, y fue sepultado.
23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a
Lázaro en su seno. [Luc 16.19-23]
a) Ya sabemos que los espíritus de estos dos hombres volvieron a Dios.
b) (v22b) Sus cuerpos físicos fueron enterrados.
c) Pero ellos (las personas, los individuos) se fueron a uno de dos lugares: Lázaro se fue al paraíso
y el rico se fue al infierno.
3. Vemos exactamente lo mismo en la muerte de Jesús.
a) Su espíritu humano subió al Padre.
Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. [Mat 27.50]
Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Y habiendo dicho esto, expiró. [Luc 23.46]
b) Pusieron Su cuerpo humano en un sepulcro.
Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del
concilio, varón bueno y justo. Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había
consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos, fue a Pilato, y pidió el cuerpo de
Jesús. Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una
peña, en el cual aún no se había puesto a nadie. [Luc 23.50-53]
c) Pero Jesucristo (la Persona) se fue al paraíso, al seno de Abraham.
(1) Antes de morir Él dijo al ladrón arrepentido: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo:
De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. [Luc 23.42-43]
(2) En el día de Su muerte, Cristo se fue a un lugar en el corazón de la tierra (era un lugar
cerca del infierno, pero aparte—separado de allí por una gran sima; Luc 16.19-31).
Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así
estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. [Mat 12.40].
(3) Él (Su alma, la Persona) descendió a las partes más bajas de la tierra, al seno de Abraham
en el corazón de la tierra.
Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los
hombres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero
a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo que también
subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. [Ef 4.8-10]
(4) Allá en el seno de Abraham, Jesucristo (la Persona, Su alma, Su “cuerpo espiritual”)
predicó y anunció Su victoria “encima de la sima” a los ángeles que pecaron en Génesis 6.
Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los
injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero
vivificado en espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,
los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de
Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es
decir, ocho, fueron salvadas por agua. [1Ped 3.18-20]
d) Así que, las tres partes del hombre se ven en la muerte de Jesús también.
D. El ser humano consta de tres partes.
1. La parte “clave” (si podemos decirlo así) es el alma porque el alma es “usted”, la persona dentro
del cuerpo.
2. Ahora, ¿qué pasa a estas tres partes cuando uno se convierte a Cristo y nace de nuevo?

II. La circuncisión espiritual: El santo consta de tres partes “separadas”
A. En el momento de nacer de nuevo, Dios nos “circuncida” espiritualmente.
En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de
vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo. [Col 2.11]
1. Aquí en Colosenses vemos que Dios separa el cuerpo (la parte material) de la parte no material.
2. Dios echa de nosotros “el cuerpo pecaminoso carnal”. Es una “circuncisión espiritual”.
B. Además, Él nos separa el alma y el espíritu.
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y
penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los
pensamientos y las intenciones del corazón. [Heb 4.12]
1. Vemos aquí también la separación entre la parte no material (alma y espíritu) y la parte material (el
cuerpo: “las coyunturas y los tuétanos”).
2. Sin embargo, lo importante es ver que en el momento de ser “regenerado”, Dios nos circuncida
espiritualmente. Él separa las tres partes: el espíritu del alma, y el alma del cuerpo.
3. Usted no tiene que obedecer al pecado que mora en sus miembros porque Dios ha separado de
usted (el alma) ese cuerpo de muerte.
No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus
concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos
de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y
vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se
enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. [Rom 6.12-14]
C. El Espíritu Santo puede morar en su espíritu (se unió con él) y “no tocar el pecado” porque Dios
separó su espíritu de su alma.
1. Ahora su espíritu es como el Lugar Santísimo en el tabernáculos de los judíos.
2. La presencia de Dios mora ahí y está separado del lugar santo (un cuadro de su alma) y del atrio
(un cuadro de su cuerpo).
D. Podríamos decir que el cuerpo “no tiene nada que ver” (por ahora) en la obra que Dios está
haciendo en nosotros porque está separado de nosotros y todavía está muerto en el pecado.
Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios
mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo
está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu
vive a causa de la justicia. [Rom 8.9-10]
E. ¿Cómo es que este conocimiento nos ayuda a experimentar la victoria sobre el pecado y los
pecados?
● Nos ayuda porque nos “marca la cancha”—define el campo de batalla y por esto nos muestra en
donde tenemos que estar luchando.

III. El campo de batalla es el alma
A. Nosotros estamos entre el cuerpo pecaminoso y el espíritu regenerado.
1. Los deseos de la carne batallan contra el alma.
Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos
carnales que batallan contra el alma. [1Ped 2.11]
2. Desde afuera, por medio del cuerpo, (sus sentidos y sus deseos), recibimos tentaciones todo el día.
3. Desde adentro y hacia afuera el Espíritu de Dios influye sobre nosotros, (sobre el alma) para
guiarnos según la voluntad de Dios.
¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros
nos anhela celosamente? [Stg 4.5]
B. Afuera está el viejo hombre y adentro está el nuevo.
Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va
desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. [2Cor 4.16]
1. (v16a) Hay un hombre al “exterior” de nosotros (al exterior de nuestras almas: el cuerpo, la carne)
y él quiere llevarnos a pecar.
2. (v16b) Pero hay otro hombre al “interior” de nosotros (dentro de nuestras almas, en el espíritu) y él
quiere lo opuesto.
3. O sea, afuera está el viejo hombre, adentro está el nuevo... ¡y nosotros (el alma) en medio!
a) Desde afuera, el exterior, la carne (el viejo hombre) batalla contra el alma para llevarnos hacia
el pecado.
b) Desde adentro, el interior, el Espíritu (el nuevo hombre) influye sobre el alma para llevarnos
hacia la santidad.
C. Toda la batalla (y la victoria o la derrota) sucede en el alma—en su mente y su voluntad.
1. La victoria se consigue andando según los deseos del Espíritu y negando los de la carne (y en
Cristo, con la circuncisión espiritual, usted puede hacerlo).
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. [Gal 5.16]
2. Esta batalla espiritual no se acabará hasta que Dios acabe con su cuerpo (por medio de la muerte o
en el arrebatamiento).
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y
éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. [Gal 5.17]
3. Lo que Dios quiere es que usted decida en cada momento vivir y andar por la influencia del
Espíritu (desde adentro) en vez de entregarse a los deseos de la carne (que viene desde afuera).
Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos
por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. [Gal 5.24-25]

CONCLUSIÓN:
¿Cómo se ve todo esto en la práctica—en la “vida real” de cada día?
Primero: La victoria sobre el pecado es únicamente para los cristianos.
● Si alguien no tiene a Cristo, no tiene la circuncisión espiritual y todavía es un esclavo del pecado.
● Pero es diferente para los que han nacido de nuevo...
Cristianos: Tenemos la victoria en Cristo y podemos experimentarla todos los días si seguimos la voluntad
de Dios.
● Recuerde que la batalla toma lugar en su alma, entonces su mente y su voluntad son claves en la lucha.
1. Tiene que decidir no entregarse a los deseos de la carne que batallan contra su alma.
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado
conforme a los deseos engañosos... [Ef 4.22].
2. Tiene que renovar su mente por medio de la lectura de la Biblia (leerla, estudiarla, meditar en ella).
...y renovaos en el espíritu de vuestra mente... [Ef 4.23].
3. Tiene que decidir hacer lo que el Espíritu quiere que haga (lo que la Biblia dice).
...y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. [Ef 4.24].
El hombre “espiritual” es el que toma las decisiones necesarias para andar conforme a la voluntad del
Espíritu Santo de Dios que mora en su espíritu.
● Puesto que la voluntad de Dios se revela en la Biblia y el Espíritu nos guía conforme a la Biblia...
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no
hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas
que habrán de venir. [Juan 16.13]
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. [Juan 17.17]
● El hombre espiritual (y victorioso) es el que renueva su mente por medio de la lectura de la Biblia para
que pueda decidir (con su voluntad, su libre albedrío) hacer lo que el Espíritu quiere en vez de lo que la
carne quiere.
● Puesto que Dios nos circuncidó y mora en nosotros, todos somos capaces de hacer esto y así andar en
victoria sobre el pecado y los pecados.
● Ya es una cuestión de lo que queremos: ¿Queremos andar en la victoria de la vida nueva en Cristo Jesús,
(según Efesios 4.22-24), o en la derrota de la vida vieja en Adán? .

Gregory Kedrovsky.