Texto publicado por José Jahir

pequeña sorpresa ¿lo extrañaron?

No, esta vez no diré de qué hablo. dejaré que lo siguiente hable por mí :)
Capítulo 5
La llegada de Melanie

Al entrar a la clase de Ciencias sociales, Cynthia estaba sentada en su lugar. Tan ausente estaba en sus pensamientos que no notó la presencia de Rodrigo. No podía creer cómo era posible volverse a reencontrar con Crisela, aquella que le destrozó la vida separándola de su amiga Melanie. Los recuerdos afloraron vívidamente dentro de su cabeza, se desgarraban como un remolino que le hacía daño; era una mezcla entre los momentos buenos y malos: era como vivir el cielo y el infierno al mismo tiempo.
«Si al menos pudiera volverla a ver, poderle explicar lo que en realidad pasó», pensó «pero es imposible que eso ocurra, ni por su propia voluntad quisiera verme. Dios, ¡cuánto me ha de odiar!»
—¿Cynthia? –preguntó Rodrigo—. ¿te encuentras bien?
—¿Qué? Ah, sí, estoy bien, no te preocupes.
—¿Estás segura? Te noto muy seria y te ves como triste. ¿Quisieras contarme?
—Ahora no quiero hablar –espetó-, mejor otro día. Además ya viene la maestra de Ciencias Sociales.
En ese instante entraba la maestra de Ciencias Sociales. Era de baja estatura, cabello largo, tez morena clara y ojos color miel. Se paró frente al grupo y comenzó:
—Buenos días, alumnos. Yo Soy Liliana Villavicencio, y seré su maestra de Ciencias Sociales. –Hizo una pequeña pausa y sonrió-. Espero nos llevemos todos muy bien y lleguemos a ser amigos.
Rodrigo reactivaba su laptop del estado de hibernación, y preparaba un documento en blanco en Microsoft Word, listo para las anotaciones de la clase. De su bolsillo extraía unos auriculares para evitar que el JAWS molestara a la maestra y alumnos; para no perderse nada mantenía el volumen medio. Liliana dijo:
—bien, me gustaría que se presentaran. Siempre he dicho que para llevar una muy buena comunicación entre alumno y maestro es necesario conocer un poquito (si no es que todo) de ustedes. Para ello pasarán al frente y dirán lo siguiente: nombre completo, edad, pasatiempos, qué les gusta y qué no, cuántos hermanos tienen, de qué escuela vienen y qué quieren estudiar cuando sean grandes. Bien, empecemos con esta fila. Iniciemos con… —La mirada de la maestra recorría las filas mientras pensaba a quien seleccionar— ¡Contigo! —dirigiéndose a Rodrigo. «¿Por qué siempre me toca ser el primero?», pensó él.
Una vez más, pasó al frente del salón y comenzó a presentarse.
—Soy Rodrigo Soto Mejía, tengo 15 años y soy ciego de nacimiento –la maestra ponía especial atención a cada palabra que decía—. Mis pasatiempos son leer, tocar el piano y la flauta, cantar, escuchar música –el gesto de la maestra era de gran asombro ante estas habilidades—, estar con mis amigos y jugar en el Internet. Maestra –interrumpió.
—¿Sí, Rodrigo?
—En referente a lo que nos gusta y lo que no… ¿a qué ámbito se refiere: a lo qué nos gusta comer, hacer, o qué?
—Es en general, lo que quieras decir –estaba asombrada ante el desenvolvimiento de Rodrigo—. Continúa.
—Bueno, me gusta (en comida) el spaguetti con carne molida y pizza; en lo que me gusta hacer pues es lo que ya he mencionado; lo que no me gusta es comer elote, guacamole, queso fresco… Y que mi hermana me haga bromas pesadas. Es mayor que yo, se llama Karina y tiene 22 años. Vengo de la Secundaria General #2 y me gustaría ser psicólogo o maestro en educación Especial. Espero podamos llevarnos muy bien –todos aplaudieron, especialmente la maestra. «¡Por dios, qué muchacho tan sorprendente!», pensó.
—Muy bien, Rodrigo, pasa a tomar asiento, gracias por compartir un poco de ti al grupo. Ahora… —volvió a examinar las filas—, Tú –hacia Ignacio.

La clase transcurrió con las presentaciones. Cynthia tenía mejor semblante, pero en el fondo le ganaba la rabia y la tristeza. En eso iba pasando la directora, al parecer acompañada de una alumna de nuevo ingreso... Tenía una cara de asombro al contemplar la escuela. Entraron en el salón de Rodrigo.
—Buenos días, jóvenes –saludaba la directora.
—¡Buenos días, directora! –respondieron a coro.
—¿Me permite un momento, maestra Liliana?
—Claro, directora. Pase.
Una chica de aproximadamente 1.65 metros de estatura, cabello largo de color negro y liso, complexión delgada, tez morena y ojos cafés permanecía al frente del salón. La directora habló:
—Chicos, quiero comunicarles que a partir de hoy se integrará una alumna nueva a su grupo, su nombre es…
—¡Melanie! –gritó Cynthia de repente, casi sin darse cuenta de lo que hacía. Ambas se miraron fijamente a los ojos. «Melanie, no es posible, ¡es ella! No puede ser, esto es una coincidencia... ¡una coincidencia divina!», pensó.
—En efecto –corroboró la directora —, su nombre es Melanie rojas. Por lo que veo, parece que tienes a una amiguita por aquí, Melanie –se dirigió a la chica con una sonrisa—, espero se lleven muy bien todos con ella y la ayuden en lo quenecesite.
—Por supuesto que sí, directora –dijo Rodrigo. «Qué estupendo, ¡una nueva!». A Rodrigo siempre le gustaba conocer gente nueva, y siempre les ofrecía su ayuda incondicional para lo que fuera y estuviera en sus manos y, por qué no, también su amistad. «¿Cynthia la conoce?», Se preguntó, consternado.
Mientras Melanie tomaba su asiento pensaba:
—«Dios, Cynthia aquí, esto es una coincidencia... ¡muy extraña!»
No sabía cómo reaccionar, si con alegría o con coraje. Una parte de ella deseaba hablarle y olvidar todo, volver a ser tan amigas como lo fueron hace varios años. Pero otra no olvidaba las palabras de Crisela: «ella es mala, no es una buena amiga para ti. Aléjate de ella, por tu bien, Melanie. Yo sé que te duele, pero ¿vas a permitir que siga dañando a gente inocente?»
—Y bueno, ahora ¿Qué tal si te presentas, Melanie? –sugirió la maestra Liliana—, Pasa al frente, querida.
—Melanie, la maestra te está hablando –la alertó Rodrigo, que estaba sentado a una fila y dos pupitres de ella. Melanie se incorporó. Miró a la maestra con gesto interrogatorio.
—Que es tu turno de presentarte –dijo con dulzura.
—Oh, claro –se puso de pie y se presentó—. Me llamo Melanie rojas Sánchez, tengo 15 años y mis pasatiempos son leer libros, estar con mis amigas -«en realidad, me encantaría volver a repetir esos momentos con mi amiga Cynthia», se dijo a sí misma—. Me gusta salir a correr de vez en cuando, jugar con mi hermana menor, y no me gusta pelear. Tengo dos ermanos y me gustaría ser doctora. –Todos aplaudieron, Cynthia apenas la escuchaba. Se sumergió en sus pensamientos «¿qué pensará Melanie? ¿Me querrá todavía como amiga o me odia?»

Sonó la campana que marcaba el final de la clase.
—Bueno jóvenes, la clase ha terminado. Que tengan buen día, nos vemos mañana –se despidió Liliana.
Rodrigo, Mayra, Ignacio y sus amigos salían al siguiente receso. Cynthia y Melanie no salieron con ellos. Ambas se miraban con incredulidad «¡estamos de nuevo, tú y yo frente a frente!»
—«¿No piensas decir nada? ¡Dime tan siquiera un hola, acabemos con este silencio!» -se decía Cynthia. Deseaba que Melanie la escuchara.
—«Dios, ¿qué te digo?» —los minutos se hicieron eternos. Finalmente, y para sorpresa de Cynthia, surgió un grito de alegría salido de Melanie acompañado por un tierno y afectivo abrazo y con lágrimas en los ojos.
—¡Cynthia, amiga! ¿Cómo estás? –Ambas lloraban de alegría.
—oh, Melanie. ¡No sabes cuánto te he extrañado!
Y así comenzaron una plática normal, como si se tratara de amigas que no se miraban durante mucho tiempo. Por fortuna la voz de Crisela no resonaba en la cabeza de Melanie... por ahora.

Mientras tanto, Rodrigo y sus amigos platicaban en el pasillo sobre la novedad de hoy:
—¿Hey, qué opinan de lo que ocurrió hoy en el salón?
—¿Hablas de lo de Melanie y Cynthia? –preguntó Ignacio.
—Sí, de eso mismo –confirmó Rodrigo.
—Pues estoy muy desconcertado, nunca… me imaginé que se conocieran. Sobre todo noté algo más.
—¿A qué te refieres? –quiso saber Mayra, quien también se percataba, aunque no a detalle, del asunto.
—Verán: cuando la directora llegó al salón con Melanie, de pronto percibí que algo pasaba. Cynthia se quedaba mirándola con asombro, pero con tristeza, como si algo muy malo hubiera pasado entre ellas. Y Melanie tenía la misma reacción, como si ambas no pudieran creer que estaban cara a cara después de… bastante tiempo, imagino.
—¿Qué habrá pasado entre ellas? –se incorporó Magaly.
—Yo sé lo que pasó, la conozco –respondió Cristal—, pero no me corresponde a mí decírselo. Si Cynthia se los quiere contar, que lo haga pero a mí ni me pregunten.
—Oye, Ignacio, ¡como que eres muy curioso! –comentaba Gory.
—¿No querrás decir otra cosa? –espetó Ignacio— ¿por qué mejor no dices lo que realmente estás pensando? Anda, dilo, ¡que soy un metiche! ¿Es eso? –En ocasiones, Ignacio solía ser un poco impulsivo, pues le molestaba que la persona les resaltaran sus defectos; mucho más si no lo decían con la palabra correcta, según para no ofenderlo. Por supuesto, él tenía claro cuáles eran sus defectos y virtudes, pero no le gustaba que lo criticaran.
—¡Cálmate, yo no estoy diciendo eso!
—«¿Ignacio peleándose con una chica?» —pensaba Rodrigo—. ¡Definitivamente no lo puedo creer!»
—Esto lo tienes que saber sin falta, mi querida Crisela –celebró Víctor. Habían acordado un trato de ayudarse mutuamente a aplastar a sus enemigos, ella le ayudaba con Rodrigo y él con Cynthia. No podía desaprovechar esta oportunidad por nada del mundo. Era información valiosísima.

Víctor corría a su salón. Lo único que pensó fue en comunicarle lo que acababa de escuchar a Crisela. Entró y corrió hacia ella. De la enorme velocidad que tenía, estaba a punto de tumbarla.
—¡Hey, fíjate por donde caminas, estúpido! –No cabe duda que tenía carácter.
—Lo siento, Crisela. Pero es que tengo que contarte algo… urgente. No puede esperar.
—No me digas. ¿Y de qué se trata?
—No lo vas a creer.
—Aver ya, ¿sí? ¡No estoy para tus bromas estúpidas! ¡Cuenta de una vez lo que sea!
—Se trata de tu enemiga, de Cynthia.
—¿Cynthia? ¿Qué pasa con ella?
—¿Te acuerdas que me contaste lo de Melanie?
—Sí, ¿y qué?
—Ha llegado a esta escuela. Melanie está en el grupo del imbécil de Rodrigo.
Crisela se quedó petrificada ante la noticia, parecía que los ojos se le saldrían de sus órbitas.
—¿Qué has dicho? ¡Repite lo que acabas de decir, maldita sea! –le jalaba el cabello con brusquedad.
—Melanie ha llegado a esta escuela en el grupo de Rodrigo.
—«Entonces ¡está aquí! Dios santísimo, no puedo creer tanta suerte en un mismo día, ¡todo me sale mejor de lo que esperaba! ¡Las tengo de nuevo a mi alcance!»

—Cuéntame todo, absolutamente todo lo que sepas.
—Estuve escuchando a la bola de mugrosos platicando sobre eso, aunque tienes una desventaja.
—¿A qué te refieres? –preguntó toda nerviosa de que el juego se le saliera de control.
—Según escuché, comentaba el Ignacio ése que cuando la directora entró con ella a su grupo se llegaron a ver a los ojos, y que ambas tenían una cara de tristeza; dicen que Cynthia estaba bastante pensativa.
—Esto no es bueno –se comenzó a alterar Crisela— ¡no te das cuenta que todo lo que hice se puede echar por la borda! Si se llegan a quedar solas y tienen oportunidad de hablar, la estúpida de Cynthia puede desmentirme ante Melanie, decir que nada de lo que le dije es verdad! ¡No lo puedo permitir! –gritaba mientras tamborileaba sobre su pupitre, dando gran énfasis a cada palabra—. Además es bastante crédula, si Cynthia la convence ella volverá a creer, ¡y todo el teatrito se me cae! ¡y eso, nunca!
—Aver, ¡tranquilízate! –le gritaba Víctor.
—¡Y cómo quieres que me tranquilice! ¿Qué no ves que a estas alturas eso ya ocurrió? ¡Seguramente Melanie hace como si nada hubiera pasado! Aunque —comenzó a tranquilizarse— la ventaja es que ella no olvida, y siempre vivirá con el tormento de lo que yo le dije, y tarde o temprano se alejará nuevamente de Cynthia. No podrá soportarlo, pensará que me está traicionando. Además, yo me infiltraré lo suficiente para que jamás se vuelvan a acercar, no voy a permitir que este asunto se me salga de control –rió descaradamente.
—Eso es, pequeña. Pensar siempre con la cabeza fría y no dejarse llevar por las emociones, si no todo puede salir fatal.
—Sí, Gracias Víctor. No cabe duda que eres un muy buen aliado. Ahora sé más que nunca que cuento contigo, me has demostrado lealtad.
—Hicimos un trato. Era lo menos que podía hacer por ayudarte.
—Te la debo –chocaron sus manos—. Ahora me toca analizar a Rodrigo. Es más, ya es momento de que nos conozca a todos ¿no crees?
—No, todavía no es el momento adecuado. Aunque le traigo ganas más que a nadie en el mundo, pero pienso dejarlo tranquilo por esta semana. Que disfrute de su suerte y sus amigos; que se adapte por una semana a todo. Después, se lo cobraremos muy, muy caro. Y esta vez ¡nada ni nadie podrá detenernos! –celebraba.
—Sí, así será. También, que se prepare Cynthia –reía.
—¡La guerra ha comenzado! –gritaron ambos al unísono.

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Saludos y disfruten del bombazo de regalo! :)